La memoria de los militares
demócratas
FERNANDO REINLEIN
EL PAÍS - Opinión - 03-10-2006
Tras el anuncio del proyecto de
Ley de Memoria Histórica por el Gobierno, conviene
recordar que algunos militares del ejército de
Franco también fueron sus víctimas después de la
Guerra Civil. Algunos se unieron a la UMD,
organización clandestina antifranquista que luchó
contra la dictadura. Otros actuaron por libre. En
1976, es decir, hace 30 años, 11 jefes y oficiales
de las Fuerzas Armadas fueron juzgados y condenados.
Nueve de ellos fueron expulsados de los ejércitos.
No les alcanzó en 30 años ninguna amnistía real.
Hace
cuatro años, Manuel Jiménez de Parga, presidente del
Tribunal Constitucional y tercera autoridad del
Estado, manifestó a la prensa: "La Democracia en
España tiene una deuda con la UMD". Al llegar los
socialistas al poder, Rafael Estrella, diputado por
Granada, retomó una iniciativa de Carlos San Juan
echada atrás por el PP en 2002 en el Congreso, y
redactó una nueva proposición no de Ley en la que se
reconoce y agradece la actuación de los hombres de
la UMD.
Pero
Estrella tuvo que consultar con su ministro, José
Bono, quien aseguró a quien esto escribe, en
público, en los pasillos de la Comisión de Defensa y
ante testigos de tanta importancia como el Jefe del
Estado Mayor de la Defensa, entre otros: "La
proposición está en mi mesa y ya he dicho que sí".
Pero más tarde pidió a Estrella que esperase a la
Ley de Memoria Histórica que se preparaba -en la que
poco encaje tiene la iniciativa parlamentaria- y
frenó el proceso. Después, José Antonio Alonso,
nombrado ministro de Defensa, también dijo que el
Parlamento esperase.
Y ahora, parece que, a
petición de parte cinco "sabios" van a decidir sobre
la moralidad de estos hombres. ¿Pero es que se creen
los redactores del proyecto que la moral "es un
árbol que da moras" y que alguien dispone de un
ejemplar para repartirla?
Hay que agradecer la
intención al Gobierno por meterse en este peligroso
charco de la Ley de la Memoria Histórica. Son muchos
los que podrán saber de sus seres queridos y podrán
reivindicar su memoria o enterrar en paz sus huesos,
entre otras cosas. Pero con la misma contundencia
hay que señalar que el Gobierno también ha actuado
con las miras muy cortas y pensando en el termino
medio que, a veces, no esconde la virtud, sino la
mediocridad. Cinco sabios elegidos por el Parlamento
van a decidir sobre nuestra moral. Me viene a la
memoria las palabras de un miembro del Gobierno
quien, al anunciar el inicio de la elaboración del
proyecto, dijo que se trataba de "restituir la
dignidad perdida a las víctimas". ¿Pero quién se
creen que son para restituir dignidades? ¿No trata,
más bien, de reconocer la dignidad mantenida a muy
alto precio? La moral y la dignidad de la gente está
muy por encima de esta especie de tómbola que han
montado. Dicho lo anterior, resulta que soy uno de
los posibles afectados por mi pertenencia a la Unión
Militar Democrática (UMD). Pero, y es lo importante,
un centenar largo de militares, además de "los
nueve" condenados, fue perseguido también con
contundencia, pero de forma más sutil. Por ejemplo
con destinos forzosos lejos de las familias,
sanciones menores que acumuladas, suponían seis
meses de arresto -llegar tarde al cuartel- y, por
supuesto, cambios en las calificaciones para el
ascenso y denegación de cursos. Cientos de carreras
fueron truncadas por la falta increíble de intentar
ayudar a traer la libertad a España desde el sitio
más difícil: las Fuerzas Armadas.
Hubo quien, como en el caso
del capitán de la Guardia Civil Luis Alonso Vallés,
único miembro de la UMD de ese Cuerpo, se vio
obligado a pedir el pase a la situación de
supernumerario y luego a la de retirado sin ningún
derecho, ante el continuo acoso al que se veía
sometido por jefes y compañeros.
Cuando se anunció la Ley de
La Memoria Histórica, los nueve expulsados, o sus
herederos, señalaron a la Comisión Interministerial
constituida ad hoc la discriminación sufrida
en las diversas aplicaciones de amnistía por los
militares en todos los aspectos incluidos los
económicos. Pero, aunque hay que señalarlo, no es
éste el aspecto fundamental de la cuestión. Ante esa
comisión también presentó documentación la
Asociación Foro Milicia y Democracia (FMD) en
representación de aquel centenar largo de militares
que fueron represaliados de la manera señalada, tan
sutil como contundente. Y tampoco se ha hecho eco de
ello nadie. Y aquí sí que hay que decir. Nada
pedimos ya para nosotros, pero para la memoria de
este centenar largo de militares -muchos ya
fallecidos en el olvido- que se jugaron la carrera
en la UMD -y otros que lo hicieron al margen de esta
organización-, no hay que pedir, hay que exigir al
Gobierno iniciativas para el reconocimiento y el
agradecimiento por su lucha, sus riesgos y sus
sacrificios.
De este apoyo no pueden
zafarse aquellos, muy pocos, que lograron alcanzar
las altas cotas de mando en el Ejército, aun
habiendo pertenecido a la UMD, porque nunca se supo
que lo fueron y la organización guardó silencio para
que, al menos algunos de sus hombres pudiesen, en el
futuro, influir en el buen gobierno de nuestras
Fuerzas Armadas. Como así ha sido.
O, por lo menos, se les
debe demandar que no se opongan a otras iniciativas.
Porque así se ha hecho por los dos ministros de
Defensa socialistas. Parece que todavía no se dan
las condiciones objetivas, según algunos diputados.
Este reconocimiento que, algunos intentan, si viene
del Parlamento, satisfará mucho más por lo que
obviamente supone que por la coyuntura política y
los intereses de un determinado partido.
Se trata, repito, de
reconocer la labor, no de nueve u once oficiales
condenados, sino la de más de un centenar de jefes,
oficiales y suboficiales perseguidos y represaliados
por ser de la UMD y la de otros que también fueron
represaliados. El Parlamento y el ministro tienen la
palabra.
|