León Trotsky




Apuntes biográficos

Lev Davídovich Bronstein, León Trotsky. Nace en Ucrania en 1879 y es asesinado en Coyoacán, México el 21 de agosto de 1940 Fue un político y revolucionario ruso de origen judío. . Arrogante, culto, excelente escritor, orador fulgurante, Trotsky fue una personalidad formidable: el mejor líder que la revolución haya producido jamás.

Fue el organizador de la toma del poder en la revolución comunista rusa de octubre de 1917 y el creador del Ejército Rojo, el principal instrumento en la consolidación del régimen soviético y fundamento del nuevo patriotismo sobre el que éste se asentaría.

Cursó estudios en Odesa y Mykolayiv. Tuvo sus inicios en política en el año 1896, cuando se integra en los círculos del populismo de Mykolayiv, aunque no tardó en sumarse al movimiento marxista. Profundo conocedor de la teoría, a la que aportó desarrollos como la teoría de la revolución permanente, ya esbozada por Marx en 1848 y asumida por Lenin en los meses de la Revolución Rusa.

En 1897 funda la Unión de Obreros del Sur de Rusia. Fue detenido, encarcelado y condenado al exilio. Escapa de su destierro en Siberia en 1902 y se traslada a Europa adoptando el seudónimo de Trotsky (nombre de un carcelero que le había custodiado). Durante su estancia en el extranjero, se unió a Lenin, L. Mártov, Gueorgui Plejánov y otros miembros del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR) que editaban el periódico Iskra (La Chispa). Cuando se celebra el segundo congreso del POSDR, de Londres en 1903, se opone a las teorías de Lenin y los bolcheviques y se une a los mencheviques, grupo moderado del POSDR.

Regresa a Rusia para participar en la revolución de 1905, llega a ser presidente del Soviet de San Petersburgo. Encarcelado en diciembre de 1905 y deportado a Siberia posteriormente, en este tiempo, expone sus reflexiones en dos obras, 1905 y Balance y perspectivas. Escapó nuevamente en 1907.

Al inicio de la Revolución Rusa en 1917, está en Nueva York y regresa a Rusia donde asume la jefatura de la organización socialdemócrata interdistrital uniéndose al Soviet de Petrogrado. Ingresó en el partido bolchevique en el mes de julio y fue elegido miembro de su Comité Central. Fue presidente del Soviet de Petrogrado en el mes de septiembre. Presidió el Comité Militar Revolucionario bolchevique, desde el cual guió con éxito la Revolución de noviembre (octubre). Fue comisario de Relaciones Exteriores en el gobierno soviético que se constituyó a continuación, y negoció la paz por separado con Alemania en Brest-Litovsk, que supuso el abandono ruso de la I Guerra Mundial.

Imagen de Trotsky en su celda de la Fortaleza de San Pedro y San Pablo,
tras la disolución forzosa del Sóviet de San Petersburgo en diciembre de 1905

A él se debe la fundación y dirección del Ejército Rojo, que consiguió una gran victoria durante la Guerra Civil rusa que sucedió a la revolución. Lenin se vio obligado a retirarse de la vida política en mayo de 1922, tras sufrir una apoplejía y no consiguió impedir que la troika compuesta por Grígori Zinóviev, Liev Kámenev y Stalin se hiciera con el poder. Sus adversarios políticos le destituyeron de su cargo de comisario de Guerra en 1925 y le expulsaron del Politburó en 1926; Stalin le envió al exilio a Asia central en 1928 y fue desterrado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1929.

Se exilió primero en Turquía y luego en Francia y Noruega, y finalmente en México, invitado por el general Lázaro Cárdenas, presidente del país, en 1937. Un grupo nazi asaltó su casa en Noruega; pistoleros comunistas mandados por el pintor Siqueiros ametrallaron su residencia en México. La muerte de su hijo León en 1938 le destrozó. Exiliado y perseguido, se reconcilió con su condición judía y, pese a su internacionalismo, pareció interesarse al final por la dramática suerte de su pueblo.

Escribió numerosos ensayos, una autobiografía, Mi vida (1930), una Historia de la Revolución Rusa (1931-1933) y La revolución traicionada (1937). En la ciudad de México vivía en un palacete, defendido y guardado como fortaleza, con guardaespaldas armados. Fue amigo del pintor mexicano Diego Rivera y de su esposa Frida Kahlo.

El agente soviético Kótov, que desde México dirigía las operaciones contra Trotsky, ordenó a Ramón Mercader, que había logrado infiltrarse en la casa como amigo de una de las secretarias, que acabara con su vida. Mercader lo atacó el 20 de agosto de 1940 con un piolet, que hundió en su cabeza; pero éste pudo reaccionar y pidió ayuda. Trotsky falleció el día siguiente. Mercader permaneció en la cárcel en México durante 20 años.


 

La guerra mundial

Al estallar la Primera Guerra Mundial, que las formaciones socialistas no solo fueron incapaces de detener, sino que respaldaron mayoritariamente mediante su apoyo a los créditos de guerra en los distintos Parlamentos de Europa occidental, Trotsky se encontraba en Viena con Víctor Adler. Temiendo ser detenido inmediatamente como ciudadano de una nación enemiga, huyó inmediatamente a Suiza en tren. Los primeros meses de la guerra los pasó en París —a donde partió en noviembre—, deprimido por el fracaso socialista en detener el conflicto. El respaldo de los socialdemócratas alemanes a su Gobierno resultaba especialmente inesperado y Trotsky lo criticó con dureza en la obra que escribió en sus dos meses en Zúrich. 

Durante la contienda, siguió abogando por la reunificación de las fracciones socialdemócratas, aunque se encontraba cada vez más cercano a las posiciones bolcheviques. Su actitud hacia la guerra era intermedia entre el pacifismo de Mártov —con quien publicó Golos (La voz) y más tarde Nashe Slovo (Nuestra palabra)— y la defensa de la conversión de la guerra mundial en una guerra civil de Lenin. Su posición, más conciliatoria que la de Lenin hacia los partidos socialistas que habían respaldado a sus Gobiernos en el conflicto, acabó por prevalecer en la diminuta reunión socialista en Zimmerwald, de la que redactó las vagas conclusiones. En Francia se dedicó a participar en la publicación de Mártov —alabada por Lenin a pesar de las antiguas rencillas entre ambos pero clausurada por la censura en enero de 1915—, a su labor oficial como reportero de un diario ruso —favorable a la contienda y en el que tuvo que escribir con cautela— y a acudir a reuniones de organizaciones pacifistas. Expresó su rechazo a resucitar la Segunda Internacional y abogó por la creación de una nueva y su convencimiento que la única alternativa a una guerra permanente era la revolución proletaria. Pronto, sin embargo, resurgieron las diferencias con los mencheviques, de los que Trotsky se distanció definitivamente en febrero de 1915 y su dolorosa ruptura con Parvus, por entonces decidido partidario de los Hohenzollern. El defensismo de antiguas figuras del partido como Vera Zasúlich, Lev Deutsch (o Deich) o Plejánov lo fue acercando a los bolcheviques, a los que consideraba cada vez más el único grupo importante que había conservado el internacionalismo socialista de antes de la guerra. Este acercamiento paulatino condujo a la ruptura con Mártov, que abandonó el periódico que editaban en común.

Telegrama en el que alerta de su deportación de España a América en 1916

En el otoño de 1916, las autoridades francesas lo expulsaron de su territorio. Deportado a España, las autoridades de este país volvieron a detenerlo temiendo su actividad. Logró permiso para que su familia se reuniese con él y tomar un barco para Estados Unidos en Barcelona. Se instaló en un piso barato del Bronx neoyorquino. Llegó a la ciudad en enero de 1917, donde se unió al equipo editorial de Novy Mir (El nuevo mundo), dirigido en la práctica por Nikolái Bujarin. Ambos se enfrentaron en una disputa por la táctica correcta de la corriente izquierdista de los socialistas estadounidenses: mientras Bujarin defendía su separación del resto y la formación de un partido separado, Trotsky abogaba por que se mantuviesen en el Partido Socialista Americano y lograsen su radicalización. El enfrentamiento político no conllevó un alejamiento personal, situación característica en las relaciones de Bujarin. Recorrió diversas ciudades estadounidenses dando conferencias. A finales de marzo y tras el estallido de la Revolución de Febrero en Rusia, Trotsky abandonó los Estados Unidos camino de Rusia. Antes, ya había criticado el programa imperialista del nuevo Gobierno provisional y el apoyo que el Sóviet de Petrogrado le había concedido. Con gran agudeza, apuntó la importancia de la cuestión agraria como fundamental para la revolución:

Las masas campesinas se alzarán en los pueblos y, sin esperar a la decisión de la Asamblea constituyente, comenzarán a expulsar a los terratenientes de sus haciendas. Todos los esfuerzos para acabar con la guerra de clases... fracasarán.

Convencido de la inminencia de la extensión de la revolución por el resto de Europa, se opuso al defensismo revolucionario. Para Trotsky, la revolución en Rusia solo era el primer paso de la revolución europea.

A pesar de contar con documentación en regla, los británicos lo detuvieron en Halifax según las instrucciones del nuevo Gobierno ruso y lo enviaron a un campo de prisioneros alemán, donde se dedicó, para disgusto de las autoridades militares británicas y los propios oficiales alemanes, a agitar a la tropa contra la guerra. Las protestas en Rusia al conocerse su arresto causaron que se lo liberase tres semanas más tarde, el 29 de abril.


 

La revolución de 1917

El periodo interrevolucionario

Llegada a Petrogrado en mayo de 1917

Tras varias semanas más de travesía, la familia alcanzó Suecia y más tarde Finlandia, desde donde viajó a Petrogrado, que alcanzó el 4 de mayo/17 de mayo de 1917. Una multitud lo recibió en la Estación Finlyandsky, ante la que reclamó una segunda revolución. Recién llegado a la capital, se lo admitió como miembro sin derecho a voto del comité ejecutivo central del Sóviet de Petrogrado, a pesar de las dudas de los mencheviques y socialrevolucionarios, que desconocían con exactitud su posición política. Para entonces, había abandonado su anterior ambición de reunir las fracciones del partido y rechazó todo acuerdo con los que apoyaban la continuación de la guerra.

Asumió el control de la Organización Socialdemócrata Interdistrital —agrupación temporal de socialdemócratas internacionalistas que no pertenecían a las dos corrientes principales— e ingresó en el Sóviet de Petrogrado. Al principio, criticó con cierta cautela la coalición entre socialistas y burgueses en el Gobierno provisional. Coincidió con Lenin en la necesidad de una segunda insurrección que acabase con el Gobierno provisional, que consideraba representante de los intereses de las clases acomodadas, y mantuvo su convicción de la necesidad de que la revolución se extendiese por Europa para que sobreviviese en Rusia. En mayo fracasó un primer intento de ingreso en el partido bolchevique, a pesar de la gran cercanía en las posiciones entre Trotsky y su grupo y el partido de Lenin, debido a las mínimas diferencias entre ambos grupos.

Se convirtió pronto, junto con Anatoli Lunacharski, en el más popular orador de la corriente más izquierdista del Sóviet de Petrogrado y asistió a innumerables reuniones y mítines. Recabó especial simpatía de los marinos de la cercana base naval de Kronstadt y se dirigía a enormes multitudes de masas casi cada noche en el Cirque Moderne de Petrogrado.

En el Primer Congreso de los Sóviets de principios del verano, abogó en vano, como los delegados bolcheviques, por abandonar la coalición gubernamental y formar un Consejo de Ministros exclusivamente socialista.

Participó en las Jornadas de Julio, en las que rescató al ministro de Agricultura socialrevolucionario Víctor Chernov, retenido por los manifestantes. Tras el fracaso del intento de entregar el poder al Sóviet de Petrogrado y con represión gubernamental de los bolcheviques, defendió a estos y retó al Gobierno a detenerlo. Acusado por el nuevo Gobierno de Kérenski de haber regresado junto a Lenin a través de Alemania y de pertenecer al partido bolchevique, se lo envió a la prisión de Krestý, donde ya había estado encerrado tras el aplastamiento de la Revolución de 1905.

Ante la nueva cercanía de las posiciones de los bolcheviques y los miembros del Comité Interdistrito, estos decidieron ingresar en el partido de Lenin, en el que tuvieron un papel destacado. Trotsky pasó a formar parte del comité central bolchevique. El Gobierno lo liberó el 4 de septiembre/17 de septiembre, tras el fracaso del golpe de Kornílov, desbaratado gracias a la ayuda del Sóviet y, en especial, de la izquierda radical y los bolcheviques, que recuperaron el apoyo perdido en julio. Se convirtió entonces en un popular orador, habitual del Circo Moderno de Petrogrado, el representante más conocido del bolchevismo. El 23 de septiembre/6 de octubre, se lo eligió para presidir el Sóviet de Petrogrado.

De esta forma se apartaba de su anterior neutralidad durante el exilio implicándose directamente con los bolcheviques en el proceso revolucionario. Gracias a su poderosa oratoria, alcanza una enorme popularidad que le permite llegar a formar parte del Comité Central del partido bolchevique, en el que había ingresado en julio.

En el otoño, Trotsky apoyó totalmente la postura de Lenin en cuanto a la necesidad de derrocar al Gobierno provisional surgido de la Revolución de Febrero, encabezado desde el verano por el socialista moderado Aleksandr Kérenski. A diferencia de Lenin, sin embargo, abogó por presentar el enfrentamiento con el Gobierno no como una insurrección del partido, sino como una acción del inminente Congreso de los Sóviets del otoño. Así, sus esfuerzos se dirigirán a recabar apoyos para el movimiento bolchevique para el alzamiento previsto. Al tener Lenin que ocultarse, Trotsky asumirá la jefatura del Comité Militar Revolucionario, puesto desde el cual aportará al triunfo de la Revolución de Octubre.


 

Defensa de Petrogrado y comisario de Asuntos Exteriores

Trotsky dirigiéndose a la Guardia Roja

Tras la Revolución de Octubre, Lenin propuso otorgarle la presidencia del nuevo gobierno, el Sovnarkom, puesto que rechazó por su origen judío, que la oposición podía utilizar para desprestigiarlo; esta posición contó con el respaldo deYákov Sverdlov, también de origen judío. Rechazó asimismo el cargo de comisario de Interior, demasiado cansado por los acontecimientos del otoño, aunque no opuesto a la represión que conllevaba el cargo; aceptó el de comisario de Asuntos Exteriores, propuesto por el mismo Sverdlov. Trotsky confiaba erróneamente en poder limitar la diplomacia del nuevo Gobierno a unas cuantas proclamas revolucionarias que extenderían la revolución al resto de Europa.

Antes de poderse dedicar a las tareas de su comisaría, empero, tuvo que ocuparse apresuradamente de la defensa de la capital, amenazada por el levantamiento Kérenski-Krasnov, como presidente del Comité Militar Revolucionario de Petrogrado. A pesar de la escasez de tropas a su disposición por la renuencia de la mayoría de la guarnición a combatir, logró rechazar la ofensiva contra la capital. Para ello puso en marcha un sistema que más tarde empleó en la guerra civil: el uso de antiguos oficiales zaristas, a menudo desafectos en las operaciones militares, pero siempre bajo el control del Gobierno. La medida era necesaria, en su opinión, ante la bisoñez de los bocheviques en operaciones militares.

Junto a Lenin, fue uno de los principales opositores a la formación de un Gobierno socialista de coalición con los partidos que habían cooperado con los kadetes. Defendía por un Gobierno que fuese exclusivamente bolchevique o en el que, al menos, estos contasen con la mayoría. No deseaba, sin embargo, acabar con los mencheviques y socialrevolucionarios, liberó pronto a los ministros del Gobierno provisional y, junto con el resto del Gobierno, mantuvo sus puestos en el Comité Ejecutivo Central Panruso (VTsIK) por si regresaban a las instituciones.

Aunque había ingresado recientemente en el partido, a finales de 1917 Trotsky era ya una de sus figuras principales. Junto con Vladímir Ilich Uliánov (alias Lenin), Iósif Stalin y Yákov Sverdlov, formaba la «oficina del comité central», un organismo interno en sesión permanente que reunía a un reducido grupo de miembros del comité central bolchevique. Cuando se formó la coalición de Gobierno con los Socialrevolucionarios de izquierda en diciembre, se creó un organismo similar que reunía a ciertos comisarios del Sovnarkom; los miembros bolcheviques eran Trotsky, Lenin y Stalin. Junto con Lenin, se convirtió en la primera autoridad del partido en ideología y estrategia, mientras que Stalin y Sverdlov eran los organizadores del partido. A pesar de la confianza, respecto, cordialidad y acuerdo en los asuntos principales con Lenin, su relación con este no era de cercanía personal. Sus caracteres eran diferentes en algunos aspectos: Trotsky era más apasionado, más inclinado a trabajar en solitario y menos cooperativo.

Enviado a negociar con los Imperios Centrales con el objetivo de alargar las conversaciones para dar tiempo al esperado estallido de la revolución en Europa, su oratoria y habilidad negociadora no pudieron evitar que aquellos impusiesen duras condiciones para detener su avance. Los Imperios habían confiado en imponer una dura paz rápidamente que les permitiese desplazar el grueso de sus unidades el frente occidental. Trotsky se declaró partidario, al contrario que el grueso del partido —aparentemente favorable a oponerse por las armas a los Imperios antes que aceptar las condiciones exigidas— y el propio Lenin —dispuesto a aceptarlas para salvar la revolución en Rusia y ganar tiempo para que esta se extendiese por Europa—, de abandonar la contienda sin firmar la paz. El gesto resultó un fracaso; los Imperios no dejaron de avanzar y el Gobierno soviético tuvo que apresurarse a aceptar las condiciones que antes había rechazado, pero tras haber perdido mayores territorios. Trotsky dimitió como comisario de Asuntos Exteriores y el Tratado de Brest-Litovsk acabó firmándolo un representante de bajo rango.


 

Creación del Ejército Rojo

Nombrado entonces comisario de Defensa y presidente de la Junta Suprema de Defensa a pesar de su nula experiencia militar (14 de marzo), sus iniciativas lograron formar un nuevo ejército regular y salvar al Gobierno soviético, cada vez más amenazado por la crisis económica, la oposición interna y la intervención extranjera. Entonces, en marzo de 1918, el Sovnarkom apenas contaba con una división regular —la de tiradores letones—, unos pocos miles de guardias rojos, algunas bandas de milicianos entusiastas pero sin instrucción militar y algunos destacamentos del viejo ejército zarista que las autoridades decidieron desbandar por su escasa utilidad militar. Dos años y medio más tarde, el Ejército Rojo contaba con cinco millones de hombres. Trotsky se tuvo que enfrentar tanto a la hostilidad de la población hacia el Ejército y la guerra, que hasta entonces los propios bolcheviques habían fomentado, como a la gran desorganización interna; aunque se había proclamado la creación de un nuevo Ejército de voluntarios en enero, la comisaría carecía completamente de la infraestructura para reclutarlo, adiestrarlo y mandarlo, que comenzó a crearse tardíamente en abril.

Movilizó a la Guardia Roja e impuso el uso de oficiales zaristas —tres cuartos de la oficialidad y de la administración militar en 1918—, supervisados por comisarios políticos y amenazados por posibles represalias contra sus familias, tomadas como rehenes para garantizar su fidelidad. La estructura de comisarios, anteriormente limitada a los mandos superiores del Ejército, se extendió. Se aclararon además las responsabilidades de comisarios y oficiales, aunque no se pudo evitar los roces entre los dos grupos, entre los que Trotsky tuvo que tratar de guardar el equilibrio. No descuidó, sin embargo, la creación de un nuevo cuerpo de oficiales, formado principalmente a partir de los suboficiales del antiguo ejército zarista; al final de la guerra civil, solo un tercio de los mandos eran antiguos oficiales zaristas, el resto eran nuevos oficiales surgidos de las filas, algunos de estos los futuros mariscales que combatieron en la Segunda Guerra Mundial. En el verano de 1918, ordenó levas que aumentaron notablemente el tamaño del nuevo ejército. Primero se realizaron entre el proletariado, urbano, más tarde se incluyó a los campesinos, menos fiables y más dados a la deserción. Trató además de mantener la disciplina mediante el uso de medidas draconianas, como la de diezmar a las unidades desobedientes o desertoras. En junio de 1918, fue el principal testigo en el juicio político, celebrado sin garantías, del almirante Alekséi Shchastni, acusado de sabotaje y traición; condenado y ejecutado, el juicio sirvió de advertencia a los oficiales al servicio del Gobierno bolchevique. Insistió además en disolver las unidades de voluntarios y guerrilleros, que consideraba de escasa utilidad militar, y en concentrarse en la formación de unidades regulares subordinadas a un mando centralizado, lo que en algunos casos produjo conflictos con bandas partisanas, como las anarquistas de Néstor Majnó.

Partidario teórico del sistema de milicias populares y de la elección de oficiales —que el partido en su conjunto aprobó en varios congresos durante la guerra civil—, prescindió de ambos en la formación del nuevo ejército ya que consideró que las condiciones rusas no permitían su aplicación, aunque defendió su implantación futura, cuando se diese el suficiente grado de industrialización, mejora de los sistemas de comunicación y educación de la población.

Puntilloso, ordenado y extremadamente exigente, desbordante de energía era, sin embargo, poco atento con sus colaboradores, lo que favorecía que se hallase en una cierta soledad.


Posguerra

Crisis económica y controversia sobre la Nueva Política Económica

 

 

Trotsky en la revista estadounidense
The Liberator, octubre de 1921.

 

Con el fin de la guerra civil, Trotsky comenzó a tratar de imponer medidas impopulares apoyándose en el poder del partido, remplazando la voluntad popular con la de la organización, como había acusado antiguamente a Lenin durante el periodo de disputas entre ambos. Desde finales de 1919, había dedicado cada vez menos tiempo a las tareas militares, primero por la derrota inminente de las fuerzas «blancas», luego por su desacuerdo con el politburó sobre la guerra con Polonia. En enfrascó cada vez más en las tareas de reconstrucción económica, en las que pretendía emplear los mismo métodos que había empleado en los militares; el principal de ellos era la militarización del trabajo. Sus tesis sobre la reconstrucción, enviadas al comité central el 16 de diciembre de 1921, acabaron publicadas por error en Pravda y dieron lugar a un tenso debate que continuó hasta la primavera de 1921.

Tras años de guerra mundial, revolución, guerra civil e intervención militar extranjera, la economía nacional se encontraba hundida. Durante largos periodos, las industrias del centro y del norte del país no habían podido contar con las materias primas del sur, en manos enemigas; cuando finalmente se recuperaron a finales de 1919, las minas del Donbás estaban inundadas y la industria regional, destruida. La del resto del país se hallaba parcialmente paralizada por falta de materias primas. A finales de 1920, las minas de carbón producían apenas la décima parte de lo que habían alcanzado antes de la guerra, mientras que las acerías apenas alcanzaban una veintésima parte de la producción anterior al conflicto mundial. La producción de bienes de consumo se había reducido drásticamente en tres cuartos y la red de transportes se encontraba desbaratada. El «comunismo de guerra» había nacionalizado la industria, reducido la importancia del dinero —por la enorme inflación debida a la falta de ingresos impositivos y la gran producción de moneda—, abolido el comercio privado y producido una igualación de la situación social, pero en la miseria. La prohibición del comercio y la requisiciones de productos agrícolas conducían a la reducción de la producción: los campesinos se limitaban a cultivar para su propio sustento, amenazando el suministro de las ciudades. Estas redujeron su población, el proletariado regresó al campo para escapar del hambre y el mercado negro se extendió a causa de la escasez de productos. Reacio a permitir la restauración del comercio privado de los productos agrícolas —que hubiese permitido cierta recuperación económica al aumentar la producción y el abastecimiento de las ciudades—, el partido trató de resolver la crisis mediante medidas de fuerza. Trató de imponer a los campesinos el cultivo y a los obreros la producción industrial; falto de incentivos económicos inexistentes, Trotsky optó por la leva de trabajadores como había hecho con los soldados del nuevo Ejército. Esperaba emplear la estructura de reclutamiento militar para formar brigadas obreras sometidas a la disciplina del Ejército e incluso las tareas de la Comisaría de Trabajo debían pasar a la de Defensa.

Al comienzo la propuesta contó con el beneplácito de Lenin, convencido de la conveniencia de utilizar la organización militar, la mejor de la nueva Administración soviética, para la tarea de reconstrucción económica. Recibió, sin embargo, duras críticas desde amplios sectores del partido, incluidos los sindicatos. En una reunión de Lenin y Trotsky con los dirigentes sindicales, estos rechazaron rotundamente la propuesta de los primeros para militarizar la industria. A pesar del rechazo, comenzaron los primeros experimentos de militarización del trabajo con la conversión del 3.er Ejército, sin propósito tras la victoria sobre Kolchak, en unidad laboral. A este en los Urales le siguieron los ejércitos destinados en Ucrania y el Cáucaso; la crisis, sin embargo, frustró los intentos de Trotsky por mejorar las condiciones de los soldados convertidos en obreros forzosos y evitar su deserción. Su primera inspección en los Urales, en febrero de 1920, le llevó a la desilusión con el nuevo sistema. Regresó a la capital convencido de la necesidad de reformas, y comenzó a abogar por el fin de las requisiciones de productos agrícolas y de permitir a los campesinos comerciar con parte de sus cosechas para animarles a aumentar el cultivo. El comité central rechazó la propuesta, convencido aún de la viabilidad de la militarización del trabajo, reacio a acabar con las requisiciones y a restaurar el comercio privado y preocupado por la aplicación de cambios importantes en vísperas de una posible guerra con Polonia. La medida, incluida finalmente en la Nueva Política Económica, tardó más de un año en aplicarse, una vez fracasados los últimos intentos de mantener el «comunismo de guerra». Rechazada la propuesta, Trotsky retomó con nuevo brío las medidas de comunismo de guerra. Las propuestas de represión o la utilización del odiado taylorismo fueron aprobadas en el IX Congreso, a pesar de la dura oposición de una minoría de los delegados. A continuación, Trotsky trató de convertir los sindicatos en organizaciones para disciplinar a los trabajadores con el fin de aumentar la producción, propuesta que chocó con las protestas de parte de los dirigentes sindicales, en especial de los mencheviques. En su defensa de la medida, Trotsky justificó la coerción de los trabajadores y el control total del trabajador acerca de su labor y de su residencia.

Poco después, la guerra con Polonia desvió parcialmente la atención de la discusión sobre la militarización del trabajo, aunque Trotsky, encargado por el politburó de restaurar el tráfico ferroviario que se hallaba en una crisis final, lo utilizó sin miramientos para tratar de recuperar al menos parcialmente el servicio, crucial para la campaña, con notable éxito. El fin del conflicto en el otoño, sin embargo, trajo la vuelta de la polémica, atizada por el propio Trotsky, que amenazó con sustituir a los dirigentes sindicales electos por otros escogidos como había hecho con los ferroviarios durante la crisis polaca. El politburó con Lenin al frente se opuso tajantemente a Trotsky, que siguió defendiendo, no obstante, su idea de someter a los sindicatos y de extender el control burocrático estatal para mejorar la productividad. En la discusión del invierno de 1920-1921 sobre el papel de los sindicatos en el Estado soviético, abogó por su inclusión en la Administración como un organismo más, dedicado a defender los intereses estatales y no los de los trabajadores frente al Estado. Según Trotsky —y más tarde, Bujarin—, su misión debía ser aumentar la productividad, asegurar la disciplina laboral, formar trabajadores para la gestión de las industrias y participar en la dirección de la economía nacional. A esta posición se opuso la Oposición Obrera, contraria al control de los sindicatos por el partido. Entre ambas se situó el grueso del partido, con Lenin, Zinóviev y Kámenev a la cabeza. En el X Congreso, punto culminante de la disputa, Trotsky defendió la dictadura del partido frente a los postulados democráticos de la oposición:

La Oposición Obrera ha presentado lemas peligrosos. Han convertido en fetiches los principios democráticos. De alguna manera, han colocado el derecho de los trabajadores a elegir a sus representantes por encima del partido, como si el partido no tuviese derecho a defender su dictadura incluso si esta choca temporalmente con los deseos temporales de la democracia obrera

Abandonaba así abiertamente su defensa del sistema democrático soviético que había defendido como más perfecto que la democracia burguesa por su sistema de revocación inmediata y reflejo fiel del sentir popular para abogar por la supremacía del partido. El congreso rechazó el Estado monolítico propuesto en la práctica por Trotsky y aprobó la moción intermedia de Lenin, partidario de una cierta autonomía para los sindicatos.

Al tiempo que se desarrollaba el congreso, estalló la Rebelión de Kronstadt, que exigió el fin de la dictadura bolchevique y la vuelta a los sóviets electos. El Gobierno decidió aplastar el levantamiento, que coincidió con otros en el país; el 5 de marzo, Trotsky llegó a Petrogrado y exigió la rendición de los alzados. El aplastamiento del levantamiento quedó paradójicamante en manos de aquel que había recibido antaño el apoyo de los marinos de la base tanto en 1917 como durante la guerra civil, a los que había tildado de «orgullo y gloria de la revolución». La revuelta unió al partido en incluso las corriente críticas rechazaron el alzamiento; tras concentrar tropas escogidas que sufrieron grandes bajas en el asalto, las fuerzas gubernamentales tomaron la base naval al asalto a finales de marzo. Coincidiendo con los últimos días del alzamiento, el congreso comunista aprobó sin oposición la Nueva Política Económica. Las revueltas en varias zonas del país, las huelgas en Petrogrado y el alzamiento en Kronstadt acabaron por acabar con la militarización del trabajo defendida por Trotsky, hasta su aplicación por Stalin a finales de la década durante la industrialización forzosa. Al mismo tiempo que se liberalizaba parcialmente la economía, el partido prohibió todas las organizaciones opositoras en los sóviets, temeroso de que pudiesen recibir el apoyo del campesinado y la burguesía urbana que recuperarían poder con las medidas económicas. A esta prohibición se unió la de las corrientes internas dentro del partido. Trotsky aceptó la moción secreta presentada por Lenin y aprobada en el congreso que permitía la expulsión de opositores del partido, y que finalmente si utilizaría contra él a final de la década.

Durante la primera etapa de la Revolución, Trotsky se convierte en hombre de confianza de Lenin y éste le encomendará varias misiones. La primera será la de acabar la guerra con las potencias centrales. Será el encargado, como comisario (ministro) de Asuntos Exteriores, de firmar con los alemanes el llamado Tratado de Brest-Litovsk, paz que supondrá para Rusia una pérdida considerable de su territorio.

Seguidamente será nombrado Comisario de Guerra. Desde este puesto se encargará de la creación, promoción y dirección del Ejército Rojo, motivo principal de que los logros revolucionarios no se perdieran durante la época de la guerra civil (1918-1920) contra las fuerzas contrarrevolucionarias (potencias extranjeras y rusos blancos).

Los anarquistas acusan a Trotsky de reprimir cualquier movimiento de izquierda opuesto al oficial del Partido Bolchevique. Por ejemplo, al movimiento ácrata de Néstor Majnó en Ucrania o la rebelión de los marineros de Kronstadt en el Golfo de Finlandia.


 

El exilio interior

Miembro principal del Politburó después de Lenin, apoyaría a éste en sus principales innovaciones hasta que un ataque cerebrovascular obligó a Lenin a apartarse de la política. En oposición a Trotsky, se unieron Grigori Zinóviev, Lev Kámenev y Stalin. Este agrupamiento, una vez que logró apoderarse de la dirección del Partido, acusó a Trotsky de cometer serias violaciones a la disciplina del partido, con el objetivo de debilitar sus organizaciones. En consecuencia Trotsky es primero destituido como comisario de guerra, luego apartado de la dirección del partido y posteriormente expulsado del mismo. Más tarde sería deportado a Kazajistán (Asia Central) y finalmente expulsado de la Unión Soviética en 1929.

Desde entonces, los ideólogos oficiales del régimen se encargaron de revisar la figura de Trotsky (llegando incluso a trucar fotografías originales con el fin de hacerle desaparecer, por ejemplo, del lugar que ocupaba junto a Lenin mientras éste pronunciaba un discurso) haciéndolo aparecer como un traidor.


 

El exilio turco

Estuvo exiliado en la isla de Büyükada, perteneciente a Estambul.

En el exilio Trotsky siguió criticando a Stalin, argumentando que el aislamiento de la Unión Soviética había producido un gobierno tiránico y abogando por la democratización del partido y la apertura política en toda la sociedad soviética.

Durante su exilio, Stalin desencadenó la persecución de los familiares de Trotsky: su hija Zina se suicidó en Berlín y su marido desapareció; se envió a un campo de concentración a su primera esposa, que murió en él alrededor de 1938; a su hijo Serguéi, sin actividad política, se lo detuvo acusado de envenenamiento en 1937 y murió en prisión; otro de sus hijos, Lev Sedov, murió asesinado por agentes de Stalin en una operación médica en Francia en 1938; su hermana Olga Kámeneva, esposa de Lev Kámenev acabó fusilada en 1941, mientras que sus dos hijos ya lo habían sido en 1936.

 

 

La cuarta internacional

A pesar de haberse opuesto en la década anterior a la formación de una nueva asociación de partidos comunistas rival de la Comintern, la llegada al Gobierno de Hitler y su rápido desmantelamiento de los partidos de izquierda y de los sindicatos, que para Trotsky supuso una gran derrota del proletariado mundial, le llevó a plantearse finalmente la creación de la Cuarta Internacional. Se crearon partidos comunistas alternativos en la mayoría de los países, pero con escasos seguidores. Criticados por algunos socialistas, en ocasiones las formaciones apenas agrupaban a algunos activistas, a menudo intelectuales sin conexión con el movimiento obrero y a menudo divididos en distintas corrientes a pesar de su exiguo tamaño.

 

 

Exilio europeo

Tras abandonar Turquía, se instaló en Francia en julio de 1933, donde se le acogió a condición de que no participase en actividades políticas contrarias al poder establecido tanto en el país como en la Unión Soviética. Se instaló en Barbizon, cerca del bosque de Fontainebleau hasta que seis meses más tarde la policía detuvo a uno de sus mensajeros y una campaña de prensa hostil, tanto nacional como extranjera —que incluyó la acusación de insurrección de Goebbels— condujo a su expulsión.

En la primavera de 1935, se mudó a Noruega, donde las autoridades le habían concedido asilo y donde se publicó su La revolución traicionada. En esta obra analizaba el ascenso al poder de Stalin y lo atribuía a la victoria política de la burocracia soviética surgida por la degeneración estatal debida, en su opinión, al aislamiento del país por la ausencia de una revolución internacional. Para Trotsky la Revolución de 1917 había sufrido su propio termidor en el que la democracia soviética había dado paso al dominio oligárquico de una casta, la burocrática que, si no era eliminada, conduciría a la restauración del capitalismo. Denunciado por los comunistas y fascistas noruegos a pesar de la buena acogida de parte de los socialistas y ante el comienzo de los Procesos de Moscú, las autoridades noruegas, con el beneplácito soviético, le mantuvieron en arresto domiciliario. Ante esta situación, aceptó el ofrecimiento de acogida en México del Gobierno de Lázaro Cárdenas; partió hacia este país en noviembre de 1936.

Durante sus años de exilio, Trotsky escribiría varios ensayos (la autobiografía Mi Vida, Historia de la Revolución rusa, La revolución traicionada) y artículos sobre temas de actualidad de aquella época (estalinismo, nazismo, fascismo, la Guerra Civil Española). Desde su exilio también encabezaría la oposición comunista disidente, que formaría la IV Internacional.

Por otra parte, Trotsky empezaría un auténtico peregrinaje por diferentes países desde los cuales pudiera expresar públicamente sus críticas al estalinismo.

 

Exilio mexicano e intentos de asesinato

León Trotsky, en el centro, con unos admiradores en México
poco antes de su asesinato

Finalmente, León Trotsky llega a México, tras una serie de gestiones realizadas principalmente por el pintor mexicano Diego Rivera ante el presidente Lázaro Cárdenas quien en 1936 le concedió el asilo político. A su llegada el 9 de enero de 1937, Trotsky fue recibido en el puerto de Tampico por Frida Kahlo, esposa de Rivera y transportado hacia la ciudad de México a bordo del tren presidencial.

En 1939 y con el agravamiento de la crisis europea, el tono de las críticas de Trotsky se volvió cada vez más radical, lo que se reflejó en su última obra, que dejó inacabada, una biografía de Stalin, en ocasiones errónea y fantasiosa.

Vivió en la «Casa Azul», morada de Frida y Diego en Coyoacán, hasta la ruptura política con este último, que se dio en 1939. En ese año, cambió su residencia a la Calle de Viena también en Coyoacán, donde vivió hasta el día de su muerte.

En esa casa, Trotsky sufrió dos atentados, el primero de ellos ocurrido en mayo de 1940. Durante la madrugada del día del atentado, un comando de veinte hombres armados comandados por Leopoldo Arenal Bastar, y entre los que se encontraba su cuñado el pintor David Alfaro Siqueiros, logró penetrar a la casa con la complicidad de Robert Sheldon Hart, un guardaespaldas de Trotsky que era un agente doble. Los intrusos dispararon cerca de 400 tiros con armas de grueso calibre. El propio Siqueiros disparó contra el lecho donde supuestamente dormían Trotsky y su esposa Natalia Sedova, sin lograr asesinarlos, pues lograron resguardarse junto a una pared, al lado de su cama. Los guardias de Trotsky repelieron a los intrusos y estos tuvieron que huir sin lograr su cometido.

Unos meses más tarde, el 20 de agosto de 1940, Trotsky sufrió un segundo atentado en esa misma casa, que le costó la vida.


Asesinato

El 21 de agosto de 1940, escribiendo en esta mesa de trabajo en su casa de Coyoacán (México DF), a donde le llevó su peregrinar de exiliado, pero donde no se libró del criminal designio de Stalin, fue asesinado Lev Trotsky.

Una buena muestra del rigor y penetración de sus análisis la encontramos en sus artículos sobre España, su situación, sus conflictos y la guerra civil hacia la que derivó el golpe fascista que encabezó el general Franco contra la II República.

(José Antonio Pérez Tapias)

Stalin había dado la orden de asesinar a Trotsky. El agente de la NKVD Kótov, encargado de las operaciones contra éste en México, se valió de dos comunistas españoles, Caridad Mercader y Ramón Mercader (madre e hijo), para llevar a cabo el plan. Ramón Mercader se había trasladado a Nueva York y de allí a México con el pasaporte de un brigadista canadiense fallecido, Frank Jackson, en septiembre de 1939.

Aunque la casa en la que vivía Trotsky estaba fuertemente custodiada, Ramón Mercader (conocido con el alias de «Jacques Mornard») lograría infiltrarse en su círculo ganándose la confianza de una de las secretarias de Trotsky, Silvia Ageloff, con la que incluso mantuvo un noviazgo formal premeditado y planeado para perpetrar el magnicidio. Conoció a Trotsky a finales de mayo de 1940 y visitó a la familia en una decena de ocasiones, haciéndose pasar por un simpatizante algo escéptico. Apesar del refuerzo de la seguridad tras el atentado de mayo, el propio Trotsky no seguía las normas de seguridad y se permitía a Mercader, que se había ganado la confianza de la familia, penetrar en el complejo residencial sin que se lo registrase.

La tarde del asesinato, Trotsky se encontraba trabajando en su despacho cuando Mercader apareció con mal aspecto alrededor de las 17:20. A pesar de quejarse de sed, llevaba sombrero y portaba un abrigo. Solicitó ver a Trotsky para mostrarle un artículo. Con este pretexto subió al despacho y, mientras este se hallaba sentado, se acercó a él por la espalda y le clavó salvajemente en la cabeza un piolet que extrajo de un bolsillo del abrigo. El grito de Trotsky se oyó como un estruendo en toda la casa; sus custodios acudieron rápidamente pero no se pudo hacer nada. Trotsky logró derribar a su asaltante, salir de la habitación y comunicar a su esposa la identidad del asaltante antes de caer desvanecido. Cayó en coma y falleció al día siguiente, 21 de agosto de 1940, en un hospital de la Cruz Verde. Cabe señalar que a sus exequias, celebradas en la capital mexicana, asistieron cerca de trescientas mil personas, en una ciudad que por aquel entonces contaba con unos cuatro millones de habitantes]. Su asesino fue condenado a diecinueve años de prisión; liberado en 1960, la Unión Soviética le otorgó la condecoración de Héroe de la Unión Soviética.



El nieto de Trotsky recuerda cómo fue asesinado su abuelo

Para algunos Leon Trotsky fue el verdadero héroe de la Revolución Bolchevique. Para otros, era uno de los hombres más peligrosos de su tiempo.

Pero para su nieto, Esteban Volkov, era como un padre, que le ofreció algunos momentos de felicidad y estabilidad en momentos de caos y persecución política para su familia.

"Mi figura paterna y materna cambiaban constantemente", recuerda Volkov, de 86 años.

Con "el viejo", como le llamaba cariñosamente a su abuelo, "finalmente encontré cierta estabilidad, aunque no duró mucho tiempo".

La BBC habló con Volkov en la misma casa de Ciudad de México donde vivió durante un año con el revolucionario exiliado y su segunda esposa, Natalia, antes de que lo asesinaran el 20 de agosto de 1940.

Color y sol tras el gris europeo

Volkov recuerda el entusiasmo con el que llegó a México desde Europa. Tenía apenas 13 años y se había pasado la mayor parte de su infancia mudándose de un país a otro con su madre Zinaida, hija de Trotsky, tratando de refugiarse de la persecución de Stalin.

"México fue un cambio radical, lleno de color, de sol, tan distinto de Europa", dice. "Empecé a ir a la escuela yo solo, a pie. Nadie en el colegio sabía quién era mi familia".

La vida con su abuelo, en una casa grande y bien protegida en Coyoacán, una zona acomodada de la ciudad, era "muy emocionante", recordó.

Trotsky se pasaba los días escribiendo, recibiendo a periodistas que venían a entrevistarlo o hablando de política con los activistas extranjeros y los guardaespaldas que vivían con la familia.

Durante las comidas, Volkov recuerda escuchar atentamente las bromas y las acaloradas discusiones que tenían lugar sobre la mesa. Pero su abuelo siempre le reprochaba seriamente a los demás que no hablaran de política delante de él.

"Toda su familia había sido asesinada o había muerto por culpa de la política y creo que quería que su nieto sobreviviera", comenta Volkov.

El padre de Volkov, yerno de Trotsky, fue enviado a un gulag en los años 30. Su madre, Zinaida, se suicidó cuando vivían exiliados en París.

Volkov recuerda que su abuelo se levantaba temprano cada mañana para atender a los animales y las plantas antes de retirarse a su estudio.

"Yo le ayudaba a alimentar a los conejos y a las gallinas y a regar el maiz", recuerda.

Hablaban en francés porque Volkov había perdido fluidez en ruso, su lengua materna.

También solían hacer excursiones al campo con toda la familia y los amigos, en una gran caravana de vehículos.

Una vez allí "el viejo" se pasaba horas buscando cactus o charlando con los campesinos mexicanos sobre sus vidas.

Para Volkov, éstos eran días de relativa normalidad y de una vida familiar que hasta entonces nunca había conocido.

Pero pronto terminaría abruptamente.

Primer intento

A las cuatro de la mañana del 24 de mayo de 1940, Volkov se despertó de un sobresalto. Pistoleros enviados por Stalin habían entrado en la casa. El niño saltó de la cama y se escondió en la esquina de su habitación. En medio del tiroteo fue alcanzado en el pie.

Pero los guardaespaldas de Trotsky les hicieron frente y eventualmente los atacantes huyeron.

Trotsky y Natalia salieron ilesos. "¿Que si tenía miedo? al principio sí", recuerda, "pero cuando escuchamos la voz de mi abuelo, lleno de vida, pues... es difícil describir la alegría al ver que nos habíamos salvado de los atacantes de Stalin".

Pero a partir de entonces Trotsky apenas salía de casa y las medidas de seguridad se incrementaron con más guardias y más armas.

También se acabaron las salidas al campo. "Yo pronto me acostumbré a vivir en esas condiciones", dice Volkov.

Pero lo que todos se preguntaban era cuándo y cómo sería el siguiente intento de acabar con la vida de Trotsky.

Ahora sí

Lo que ocurrió el 20 de agosto de 1940 quedó grabado para siempre en la memoria de Esteban Volkov.

El arma con la que Mercader mató a Trotsky era un picahielos de montañismo

Fue el día en que Ramón Mercader, un agente estalinista de origen español que se había infiltrado en el hogar de Trotsky, hirió de muerte al antiguo líder bolchevique al golpearlo en la cabeza con un picahielos.

Hablando despacio, como para no descuidar ningún detalle, Volkov cuenta cómó volvía de la escuela cuando vio que la puerta de la casa estaba abierta y había un coche de la policía estacionado afuera.

Temoroso, corrió hasta la casa y se encontró a los guardaespaldas en estado de confusión.

Antes de que se lo llevaran de allí, Volkov vislumbró a su abuelo, tendido sobre el suelo de su estudio, sangrando abundantemente.

Natalia estaba a su lado. "Que el niño no vea esto", se dice que Trotsky le dijo.

Murió al día siguiente en el hospital.

Volkov estaba tan desconsolado que se negó a ir al funeral de su abuelo. "Después de eso, el ambiente en casa era de mucha, mucha soledad".

Volkov siguió viviendo en México con su abuela después de la muerte de Trotsky.

Fue a la universidad, estudió química, se casó y tuvo cuatro hijas, un gran consuelo para Natalia, en luto por su marido asesinado.

Natalia murió en 1962. Volkov, hoy viudo, convirtió su antigua casa en museo.

Era, dice, su "obligación" para honrar la memoria de su abuelo

.

(*) Este artículo fue publicado originalmente en agosto de 2012, cuando se cumplieron 75 años de la llegada de Leon Trotsky a México. Fue entonces cuando hablamos con su nieto.

 



Ramón Mercader, el asesino de Trotsky

Nació en Barcelona, 1914, falleciendo en La Habana en 1978. Fue un activista político español. Miembro del Partido Socialista Unificado de Cataluña, participó en la guerra civil española e ingresó en los servicios secretos soviéticos. Infiltrado en los círculos Trotskystas en París, la NKVD estalinista le asignó la misión de asesinar a Trotsky, lo que llevó a cabo en la propia residencia de éste, en México (1940). Tras veinte años de reclusión, fue liberado en 1960, fijó su residencia en Cuba, luego en Checoslovaquia y por último en la URSS.

Era hijo de una familia de la alta burguesía industrial catalana por parte de su padre, Pablo Mercader. Pero su madre, Caridad del Río Hernández, de ideología comunista y anarquista, nunca encajó en ese ambiente, convirtiéndose posteriormente en el motor de la militancia comunista de su hijo. Su formación se efectuó en colegios elitistas, en donde recibió una educación conservadora. Todo cambió cuando su madre, en 1929, comenzó a frecuentar grupos comunistas y anarquistas, llegando a planear atentados contra las fábricas de su marido. Tras su separación de éste, se instaló en Francia con sus cuatro hijos, entrando en contacto con el Partido Comunista y los servicios secretos soviéticos, para los que trabajó durante toda su vida. Con ella fueron siempre sus hijos, entre ellos Ramón, que en 1931 empezaría su relación con el comunismo soviético.

En 1934 intervino en el movimiento catalanista contra el gobierno de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) en Barcelona. Con el inicio de la Guerra Civil (1936-1939), Ramón Mercader se vinculó al ejército republicano a través de su militancia comunista y en 1937 viajó a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), donde fue entrenado especialmente, cambiando su identidad por la de Jacques Mornard, de nacionalidad belga y origen persa, identidad que conservó siempre.

Con su nueva personalidad llegó a París, donde trabó amistad con Sylvia Ageloff, norteamericana de origen ruso simpatizante del Trotskysmo, y hermana de una de las secretarias del propio Leon Trotsky, cabeza de un sector opuesto a la personalidad y designios de Stalin al frente de la URSS y creador de la IV Internacional. Esta relación le llevaría desde Francia hasta Estados Unidos y de allí a México, donde Trotsky vivía exiliado desde 1930. Su propósito era ganarse la confianza del ilustre refugiado, que vivía en una casa casi inexpugnable y muy vigilado por sus seguidores. Finalmente, tras hacer habitual su presencia en la casa, acabó asesinando a Trotsky el 20 de agosto de 1940, golpeándole el cráneo con un piolet.

Cumplía así el encargo que a todas luces le había sido dado por el máximo dirigente soviético, Stalin. Mercader fue detenido y, tras el juicio, fue condenado a veinte años de prisión, sin que Mercader llegara a revelar a nadie su verdadera personalidad. Fue finalmente liberado en mayo de 1960. A su salida viajó a la Unión Soviética, tras una breve estancia en Cuba y Checoslovaquia. En la URSS recibió la condecoración como héroe de la Unión Soviética. Personaje mitificado, pero sin acogida ni entre los entonces líderes de la URSS (que buscaban distanciarse de la herencia estalinista) ni en medio familiar alguno, recaló finalmente en Cuba buscando un clima adecuado para su salud, tierra en la que finalmente acabaría falleciendo años más tarde.

Intervención en el asesinato de Trotsky: la operación Pato

En marzo de 1939, Sudoplatov, ya director del departamento de Operaciones Especiales, recibió de Stalin la orden explícita de acabar con la vida de Trotsky. Eitingon, que acababa de llegar a Moscú, diseñó por orden de Sudoplatov la operación Utkao Pato. El plan no fue perfilado hasta julio y solo a principios de agosto fue aprobado personalmente por Stalin. La operación Pato comprendía varios operativos formados por comunistas españoles y mexicanos reclutados durante la Guerra Civil Española. Uno de ellos estaba dirigido por el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros y tenía el objetivo de asesinar al líder exiliado; el otro lo formaban Caridad y Ramón Mercader. Este debía ocuparse únicamente de labores de vigilancia y recogida de información. La participación de madre e hijo estaba prevista desde la primera versión del plan.

En el verano de 1939, Eitingon viajó a París desde la Unión Soviética y pasó un par de meses entrenando a Caridad y a Ramón. Ambos viajaron a Nueva York a finales de agosto. La coincidencia con el inicio de la Segunda Guerra Mundial hizo que, desde Moscú, se dieran órdenes de suspender el traslado de Eitingon y los Mercader a América, pero dichas órdenes no fueron seguidas. Ramón se quedó unas semanas en Nueva York antes de trasladarse a primeros de octubre a la Ciudad de México, desde donde convenció a Sylvia Ageloff para que se reuniera con él. En septiembre, su madre y Eitingon viajaron a México también. La madrugada del 23 al 24 de mayo, un grupo de pistoleros encabezados por Siqueiros asaltó la casa de Trostki en Coyoacán sin llegar siquiera a herirlo.

Sentencia condenatoria a Ramón Mercader, Jacques Mornard, por la Sexta Corte Penal de México D.F., el 27 de junio de 1944.

Eitingon tuvo que informar del fracaso de la operación. La noticia llegó a Moscú a través de un mensaje llevado por un correo a Nueva York y radiado en clave desde allí a la capital soviética. A la llegada del mensaje, Stalin se enfureció y mandó llamar a Sudoplatov y Beria, que le explicaron que se pondría en marcha el plan alternativo. Ramón llevaba varios meses en México, bajo una falsa identidad y como novio de Sylvia Ageloff, y se había dedicado únicamente a la recopilación de información, sin haber tratado personalmente a Trotsky. Pocos días después del fallido intento llevado a cabo por el grupo de Siqueiros, Ramón Mercader conoció finalmente a Trotsky a través de su relación con Ageloff. A finales de junio viajó por diez días a Nueva York para recibir instrucciones. Después de varios meses en los que Ramón cultivó la relación con líder exiliado, en la mañana del 20 de agosto de 1940 fue recibido a solas por el dirigente comunista. Mercader supuestamente le traía unos escritos. Trotsky se acercó a la ventana con el objeto de leer mejor y en ese instante Mercader le descargó un feroz golpe con un piolet en la cabeza (nuca), enterrando profundamente la herramienta en el cráneo de Trotsky. Aun así, Trotsky no pereció instantáneamente y sobrevivió entre espasmos y convulsiones durante unas 12 horas más antes de fallecer. Sylvia Ageloff, al conocer la verdadera naturaleza del interés de Ramón por ella, intentó suicidarse. Detenido por los guardias de Trotsky y las autoridades mexicanas, se identificó como Jacques Mornard, fue condenado por asesinato a veinte años de prisión. En principio, la declaración de Mercader fue que tenía problemas personales con Trotsky.

Según afirmó Sudoplatov, inicialmente Eitingon y Caridad Mercader habían planeado un ataque contra la casa de Trotsky en el momento en el que Ramón estuviera dentro. Este aprovecharía la confusión para disparar contra su objetivo. Ramón se mostró en desacuerdo con el plan y decidió encargarse él mismo de asesinar en solitario a Trotsky.

Trotsky moriría al día siguiente. Según el plan acordado, Caridad Mercader y Eitingon esperaban a Ramón en las inmediaciones de la casa-fortaleza de Trotsky en un coche —otras fuentes hablan de dos—para ayudarle a escapar. Se dieron cuenta de que el atentado había fracasado en cuanto observaron el ajetreo y oyeron las sirenas de las patrullas de lapolicía sin que Ramón hubiese salido, ante lo cual huyeron del lugar y abandonaron con rapidez el país. No obstante, según el testimonio del que luego sería abogado de Ramón Mercader, Eduardo Ceniceros, fue Caridad quien, antes de salir ilegalmente del país, hizo las gestiones necesarias para que su hijo recibiese asistencia letrada. El elegido, a sugerencia de Lombardo Toledano, fue Octavio Medellín Ostos. Caridad no le reveló la identidad del presunto asesino de Trotsky ni que era su hijo: «Fíjese, licenciado, lo que ha hecho este chico. Es hijo de una queridísima camarada que se encuentra fuera de México y yo, en razón de esa amistad con la madre, he venido a solicitar que se hagan cargo de su defensa». Caridad Mercader finalmente llegó a Moscú casi un año después del asesinato de Trotsky, en marzo de 1941. El 17 de junio, Lavrenti Beria, el director del NKVD, organizó un gran recibimiento en el transcurso del cual el presidente del Presidium del Sóviet Supremo de la Unión Soviética, Mijaíl Kalinin, condecoró a Caridad Mercader con la Orden de Lenin. Para Ramón se reservaba la estrella de Héroe de la Unión Soviética.

La operación Gnomo

Stalin había decidido que Ramón Mercader tenía que ser liberado y ordenó que se preparara una operación para conseguirlo. Las primeras referencias al plan datan del 30 de mayo de 1943. A finales de 1943, la Unión Soviética abrió embajada en México, lo que proporcionó cobertura legal a la estación del NKVD —rezidentura, en la terminología soviética— en dicho país. Sus objetivos principales eran dos: dar cobertura a las operaciones de espionaje que los soviéticos realizaban para conocer los secretos de la bomba atómica estadounidense y sacar a Mercader de la cárcel. La operación, con el nombre clave de Gnomo —que era el nombre asignado a Mercader—, estudió diversas estrategias para que Mercader huyera de prisión, en la que debían intervenir operativos soviéticos y comunistas mexicanos y españoles exiliados en el país. En verano de 1943, Jesús Hernández fue enviado a México junto con Francisco Antón. Además de las tareas relacionadas con la reorganización del PCE en el país americano —parte también de su intento por tomar el control del partido sucediendo al recién fallecido José Díaz como secretario general—, Hernández también trabajaba para el NKVD y tenía como objetivo reforzar el trabajo de la rezidentura en México y de las operaciones que llevaba a cabo.

A finales de 1943 el rezident soviético diseñó un plan por el que Mercader podría huir durante una de las salidas de la cárcel para ir a declarar al juzgado. Aprovechando una reducción de la guardia que había de custodiarlo, Mercader sería introducido en un coche y sacado del país. Eitingon, bajo el nombre clave de Tom, debía coordinar el plan. La operación resultó un fiasco. A la incapacidad, la desconfianza y las rencillas entre los operativos soviéticos, españoles y mexicanos, se unió la inesperada presencia en el país de Caridad Mercader. Al parecer se embarcó personalmente en una serie de gestiones con autoridades mexicanas para conseguir la libertad de su hijo. De hecho, según Ceniceros, madre e hijo incluso pudieron verse personalmente, fuera de la prisión. La aparición en escena de Caridad Mercader y sus gestiones habrían alertado a las autoridades mexicanas, que endurecieron el régimen carcelario de Ramón, de forma que los intentos de conseguir su huida habrían resultado infructuosos. Como narró Luis, «[Caridad] conocía a mucha gente importante de allí [...] y, probablemente, fue implorando de uno a otro. Pero lo que hizo fue levantar la liebre y como consecuencia se derrumbó todo lo que se había organizado». A consecuencia de ello, los soviéticos ordenaron a Caridad que dejase México de inmediato, y no volvieron a plantearse más intentos para sacar a Ramón Mercader de la prisión, el cual tuvo que cumplir completa su pena de veinte años de reclusión en la prisión de Lecumberri. Casi todos los autores que han tratado el tema, al igual que el propio Ramón, atribuyeron el fracaso, en todo o en parte, a la presencia de Caridad allí. De hecho, Ramón nunca perdonó a su madre por su interferencia en la operación y la consideró responsable del periodo adicional que tuvo que pasar encarcelado: «Tuve que pasar dieciséis años de cárcel por su culpa». Sin embargo, jamás se lo echó en cara.

Últimos años

Medalla de Héroe de la Unión Soviética, impuesta a Ramón Mercader
a su llegada a la Unión Soviética.

En agosto de 1953 se supo su verdadera identidad. El 6 de mayo de 1960 Ramón Mercader acabó su condena, y pudo viajar a Moscú con un pasaporte checoslovaco. Allí, donde seguía viviendo su hermano Luis, se estableció con su esposa Roquelia. En la estructura de la KGB llegó a coronel, siendo condecorado en secreto como Héroe de la Unión Soviética con la Orden de Lenin y la Medalla de Oro (No. 11089), la más alta distinción soviética, cumpliéndose la promesa que le había hecho Leonid Eitingon. La condecoración la recibió en persona directamente de manos del entonces director de la KGB, Alexander Shelepin.

Pasó sus últimos años viviendo entre Moscú y La Habana, donde murió de cáncer en 1978. Está enterrado en el cementerio moscovita de Kúntsevo, reservado a Héroes de la Unión Soviética, bajo un nombre falso Ramón Ivánovich López (Рамон Иванович Лопес), cerca de las cenizas del famoso agente doble Kim Philby. También tiene un lugar de honor en el museo del KGB de Moscú.


 

Frases famosas de Leon Trotsky

 

"Quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar el porvenir".

 

"Que Stalin alcanzase su posición fue la suprema expresión de la mediocridad del aparato".

 

"Sin una organización dirigente la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor".

 

"Exponer a los oprimidos la verdad sobre la situación es abrirles el camino de la revolución".

 

"La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente" (de su testamento).

 

"La propiedad del Estado no es la de 'todo el pueblo' más que en la medida en que desaparecen los privilegios y las distinciones sociales y en que, en consecuencia, el Estado pierde su razón de ser. Dicho de otra manera: la propiedad del Estado se hace socialista a medida que deja de ser propiedad del Estado" (de La revolución traicionada).

 

"El patriotismo es la principal parte de la ideología mediante la cual la burguesía envenena la conciencia de clase de los oprimidos y paraliza su voluntad revolucionaria".

 

 

 

Obras (1929 - 1940)

 

Compilación de más de 1100 cartas, artículos, folletos y otros escritos de León Trotsky en español basada en la versión impresa de Escritos editada en 1979 por la desaparecida Editorial Pluma.  Edición del CEIPT.

 

Escritos militares: Ejercito Milicias, Guerrillas

Recopilación tomada de los tomos I y II de Como se armó la revolución, colección de 5 tomos de los escritos militares de Trostky publicada originalmente en ruso, en Moscú en año 1923.  La selección y traducción de los textos al castellano ha sido realizada por la Célula II de PRT-Izquierda Revolucionaria de España.

 

Escritos militares: 1918

Versión en formato PDF del tomo I de Como se armó la revolución, colección de 5 tomos de los escritos militares de Trostky publicada originalmente en ruso, en Moscú en año 1923.  La traducción y edición de este tomo es obra de Rodrigo Cisterna.

 

Escritos militares: 1919

Versión en formato PDF del tomo II de Como se armó la revolución, colección de 5 tomos de los escritos militares de Trostky publicada originalmente en ruso, en Moscú en año 1923.  La traducción y edición de este tomo es obra de Rodrigo Cisterna.

 

Escritos sobre España

Breve recopilación realizada especialmente para el Marxists Internet Archive por Germinal y J. López.

1930

13.06.1930 - Carta a la redacción de Contra la Corriente

05.1930 - 07.1931 - La revolución española al día

1931

24.01.1931 - La revolución española y la táctica de los comunistas

12.04.1931 - A la redacción de la revista Comunismo

15.04.1931 - Los diez mandamientos del comunista español

23.04.1931 - Carta al Buró político del Partido Comunista de la URSS

28.05.1931 - La revolución española y sus peligros

1932

1932[?] - Los kornilovistas y los estalinistas españoles

 

Escritos sobre la revolución española (1930 - 1939)

Re-edicion digital del libro de escritos de Trotsky, La revolución española (1930-1939), proporcionado por la Fundación Federico Engels.

 

Teoría de la Revolución Permanente (1904 - 1940)

Compilación por el CEIPT de cartas, artículos, folletos y otros escritos de León Trotsky ilustrativos del origen, desarrollo, y actualización por el autor de su famosa Teoría de la Revolución Permanente.

 

Escritos Latinoamericanos (1937 - 1940)

Compilación por el CEIPT de cartas, artículos, folletos y otros escritos de León Trotsky acerca de América Latina realizados durante su exilio en México. 

 

Naturaleza y dinámica del capitalismo y la economía de transición (1917 - 1940)

 

Conjunto de artículos, informes, entrevistas y discursos de León Trotsky, reunidos por el CEIPT, que muestran sus estudios sobre la naturaleza y dinámica del capitalismo, así como distintos aspectos de la "economía de transición" soviética.

 

La situación política Mundial y las nuevas tareas de la internacional (1917 - 1921)

El Marxists Internet Archive se place en presentar un conjunto de artículos, informes, y discursos de León Trotsky, reunidos gracias a la extinguida editorial del Siglo, 1973 quienes lo editaron, aqui el autor detalla distintos aspectos de la "economía y la política internacional sobre los flujos y reflujos de la revolución proletaria mundial con respecto al país soviético.

 Fuente: Marxist Internet Archive


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Víctor Arrogante
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