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Apuntes
biográficos
Lev Davídovich Bronstein,
León Trotsky.
Nace en Ucrania en
1879 y es asesinado en
Coyoacán,
México
el 21 de agosto
de 1940
Fue un político y
revolucionario
ruso
de origen judío.
. Arrogante, culto, excelente escritor, orador fulgurante, Trotsky fue
una personalidad formidable: el mejor líder que la revolución haya
producido jamás.
Fue el organizador de la
toma del poder en la revolución comunista rusa de octubre de
1917
y el creador del
Ejército Rojo, el principal instrumento en la consolidación del
régimen soviético y fundamento del nuevo patriotismo sobre el que éste
se asentaría.
Cursó estudios en Odesa
y Mykolayiv. Tuvo sus inicios en política en el año 1896, cuando se
integra en los círculos del populismo de
Mykolayiv,
aunque no tardó en sumarse al movimiento
marxista.
Profundo conocedor de la teoría, a la que aportó desarrollos como la
teoría de la revolución permanente, ya esbozada por
Marx
en 1848 y asumida por
Lenin
en los meses de la
Revolución Rusa.
En 1897 funda la Unión
de Obreros del Sur de Rusia.
Fue detenido, encarcelado y condenado al exilio. Escapa de su
destierro en Siberia
en 1902 y se
traslada a Europa adoptando el seudónimo de Trotsky (nombre de un
carcelero que le había custodiado). Durante su estancia en el
extranjero, se unió a Lenin,
L. Mártov,
Gueorgui Plejánov y otros miembros del
Partido Obrero
Socialdemócrata Ruso
(POSDR) que
editaban el periódico Iskra (La Chispa). Cuando se celebra el
segundo congreso del POSDR, de Londres en 1903, se opone a las teorías
de Lenin y los bolcheviques
y se une a los
mencheviques, grupo moderado del POSDR.
Regresa a Rusia para
participar en la revolución de 1905, llega a ser
presidente del Soviet de
San Petersburgo.
Encarcelado en diciembre de 1905 y deportado a Siberia posteriormente,
en este tiempo, expone sus reflexiones en dos obras, 1905 y
Balance y perspectivas. Escapó nuevamente en 1907.
Al inicio de la
Revolución Rusa en 1917, está en
Nueva York
y regresa a Rusia donde
asume la jefatura de la organización socialdemócrata interdistrital
uniéndose al Soviet de Petrogrado. Ingresó en el
partido bolchevique
en el mes de julio y fue
elegido miembro de su Comité Central. Fue presidente del Soviet
de Petrogrado en el mes de septiembre. Presidió el
Comité Militar
Revolucionario
bolchevique, desde el
cual guió con éxito la Revolución de noviembre (octubre). Fue comisario
de Relaciones Exteriores en el gobierno soviético que se constituyó a
continuación, y negoció la paz por separado con Alemania
en Brest-Litovsk,
que supuso el abandono ruso de la
I Guerra Mundial.
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Imagen de
Trotsky en su celda de la Fortaleza de San Pedro y San Pablo,
tras la disolución forzosa del Sóviet de San Petersburgo en
diciembre de 1905 |
A él se debe la
fundación y dirección del Ejército Rojo, que consiguió una gran victoria
durante la Guerra Civil rusa que
sucedió a la revolución. Lenin se vio obligado a retirarse de la vida
política en mayo de 1922, tras sufrir una apoplejía y no consiguió
impedir que la troika compuesta por
Grígori Zinóviev,
Liev Kámenev
y
Stalin
se hiciera con el poder.
Sus adversarios políticos le destituyeron de su cargo de comisario de
Guerra en 1925 y le expulsaron del Politburó en 1926; Stalin le envió al
exilio a Asia central en 1928 y fue desterrado de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1929.
Se exilió primero en
Turquía y luego en Francia y Noruega, y finalmente en
México,
invitado por el general Lázaro
Cárdenas,
presidente del país, en 1937. Un grupo nazi asaltó su casa en Noruega;
pistoleros comunistas mandados por el pintor
Siqueiros
ametrallaron su
residencia en México. La muerte de su hijo León en 1938 le destrozó.
Exiliado y perseguido, se reconcilió con su condición judía y, pese a su
internacionalismo, pareció interesarse al final por la dramática suerte
de su pueblo.
Escribió numerosos
ensayos, una autobiografía,
Mi vida
(1930), una
Historia de la
Revolución Rusa
(1931-1933) y
La revolución
traicionada
(1937). En la ciudad de
México vivía en un palacete, defendido y guardado como fortaleza, con
guardaespaldas armados. Fue amigo del pintor mexicano
Diego Rivera
y de su esposa
Frida Kahlo.
El agente soviético
Kótov, que desde México dirigía las operaciones contra Trotsky, ordenó a
Ramón Mercader,
que había logrado infiltrarse en la casa como amigo de una de las
secretarias, que acabara con su vida. Mercader lo atacó el 20 de agosto
de 1940 con un piolet, que hundió en su cabeza; pero éste pudo
reaccionar y pidió ayuda. Trotsky falleció el día siguiente. Mercader
permaneció en la cárcel en México durante 20 años.
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La guerra
mundial
Al estallar la Primera Guerra Mundial,
que las formaciones socialistas no solo fueron incapaces de detener,
sino que respaldaron mayoritariamente mediante su apoyo a los créditos
de guerra en los distintos Parlamentos de Europa occidental, Trotsky se
encontraba en Viena con Víctor Adler. Temiendo ser detenido
inmediatamente como ciudadano de una nación enemiga, huyó inmediatamente
a Suiza en tren. Los primeros meses de la guerra los pasó en París —a
donde partió en noviembre—, deprimido por el fracaso socialista en
detener el conflicto. El respaldo de los socialdemócratas alemanes a su
Gobierno resultaba especialmente inesperado y Trotsky lo criticó con
dureza en la obra que escribió en sus dos meses en Zúrich.
Durante la contienda, siguió abogando por
la reunificación de las fracciones socialdemócratas, aunque se
encontraba cada vez más cercano a las posiciones bolcheviques. Su
actitud hacia la guerra era intermedia entre el pacifismo de Mártov —con
quien publicó Golos (La voz) y más tarde Nashe Slovo (Nuestra palabra)—
y la defensa de la conversión de la guerra mundial en una guerra civil
de Lenin. Su posición, más conciliatoria que la de Lenin hacia los
partidos socialistas que habían respaldado a sus Gobiernos en el
conflicto, acabó por prevalecer en la diminuta reunión socialista en
Zimmerwald, de la que redactó las vagas conclusiones. En Francia se
dedicó a participar en la publicación de Mártov —alabada por Lenin a
pesar de las antiguas rencillas entre ambos pero clausurada por la
censura en enero de 1915—, a su labor oficial como reportero de un
diario ruso —favorable a la contienda y en el que tuvo que escribir con
cautela— y a acudir a reuniones de organizaciones pacifistas. Expresó su
rechazo a resucitar la Segunda Internacional y abogó por la creación de
una nueva y su convencimiento que la única alternativa a una guerra
permanente era la revolución proletaria. Pronto, sin embargo,
resurgieron las diferencias con los mencheviques, de los que Trotsky se
distanció definitivamente en febrero de 1915 y su dolorosa ruptura con
Parvus, por entonces decidido partidario de los Hohenzollern. El
defensismo de antiguas figuras del partido como Vera Zasúlich, Lev
Deutsch (o Deich) o Plejánov lo fue acercando a los bolcheviques, a los
que consideraba cada vez más el único grupo importante que había
conservado el internacionalismo socialista de antes de la guerra. Este
acercamiento paulatino condujo a la ruptura con Mártov, que abandonó el
periódico que editaban en común.
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Telegrama en el
que alerta de su deportación de España a América en 1916 |
En el
otoño de 1916, las autoridades francesas lo expulsaron de su territorio.
Deportado a España, las autoridades de este país volvieron a detenerlo
temiendo su actividad. Logró permiso para que su familia se reuniese con
él y tomar un barco para Estados Unidos en Barcelona. Se instaló en un
piso barato del Bronx
neoyorquino. Llegó a la ciudad en enero de 1917, donde se unió al equipo
editorial de Novy Mir
(El nuevo mundo), dirigido en la práctica por Nikolái Bujarin.
Ambos se enfrentaron en una disputa por la táctica correcta de la
corriente izquierdista de los socialistas estadounidenses: mientras
Bujarin defendía su separación del resto y la formación de un partido
separado, Trotsky abogaba por que se mantuviesen en el Partido
Socialista Americano y lograsen su radicalización. El enfrentamiento
político no conllevó un alejamiento personal, situación característica
en las relaciones de Bujarin. Recorrió diversas ciudades estadounidenses
dando conferencias. A finales de marzo y tras el estallido de la
Revolución de Febrero en
Rusia, Trotsky abandonó los Estados Unidos camino de Rusia. Antes, ya
había criticado el programa imperialista del nuevo Gobierno provisional
y el apoyo que el Sóviet de
Petrogrado le había
concedido. Con gran agudeza, apuntó la importancia de la cuestión
agraria como fundamental para la revolución:
Las masas campesinas se alzarán en los pueblos y, sin
esperar a la decisión de la Asamblea constituyente, comenzarán a
expulsar a los terratenientes de sus haciendas. Todos los esfuerzos
para acabar con la guerra de clases... fracasarán.
Convencido de la inminencia de la extensión de la revolución por el
resto de Europa, se opuso al defensismo revolucionario. Para Trotsky, la
revolución en Rusia solo era el primer paso de la revolución europea.
A pesar
de contar con documentación en regla, los británicos lo detuvieron en
Halifax según las instrucciones del nuevo Gobierno ruso y lo
enviaron a un campo de prisioneros alemán, donde se dedicó, para
disgusto de las autoridades militares británicas y los propios oficiales
alemanes, a agitar a la tropa contra la guerra. Las protestas en Rusia
al conocerse su arresto causaron que se lo liberase tres semanas más
tarde, el 29 de abril.
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La revolución de 1917
El
periodo interrevolucionario
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Llegada a Petrogrado en
mayo de 1917 |
Tras
varias semanas más de travesía, la familia alcanzó Suecia y más tarde
Finlandia, desde donde viajó a
Petrogrado, que alcanzó el 4 de mayo/17 de mayo de 1917. Una
multitud lo recibió en la Estación Finlyandsky, ante la que reclamó una
segunda revolución. Recién llegado a la capital, se lo admitió como
miembro sin derecho a voto del comité ejecutivo central del Sóviet de
Petrogrado, a pesar de las dudas de los mencheviques
y
socialrevolucionarios, que desconocían con exactitud su posición
política. Para entonces, había abandonado su anterior ambición de reunir
las fracciones del partido y rechazó todo acuerdo con los que apoyaban
la continuación de la guerra.
Asumió
el control de la Organización
Socialdemócrata Interdistrital —agrupación temporal de socialdemócratas
internacionalistas que no pertenecían a las dos corrientes principales—
e ingresó en el Sóviet de Petrogrado. Al principio, criticó con cierta
cautela la coalición entre socialistas y burgueses en el Gobierno
provisional. Coincidió con Lenin en la necesidad de una segunda
insurrección que acabase con el Gobierno provisional, que consideraba
representante de los intereses de las clases acomodadas, y mantuvo su
convicción de la necesidad de que la revolución se extendiese por Europa
para que sobreviviese en Rusia. En mayo fracasó un primer intento de
ingreso en el partido
bolchevique, a pesar de la gran cercanía en las posiciones entre Trotsky
y su grupo y el partido de Lenin, debido a las mínimas diferencias entre
ambos grupos.
Se
convirtió pronto, junto con Anatoli Lunacharski, en el más popular
orador de la corriente más izquierdista del Sóviet de Petrogrado y
asistió a innumerables reuniones y mítines. Recabó especial simpatía de
los marinos de la cercana base naval de
Kronstadt y se dirigía
a enormes multitudes de masas casi cada noche en el Cirque Moderne de
Petrogrado.
En el
Primer Congreso de los Sóviets
de principios del verano, abogó en vano, como los delegados
bolcheviques, por abandonar la coalición gubernamental y formar un
Consejo de Ministros exclusivamente socialista.
Participó en las Jornadas de Julio, en las que rescató al ministro de
Agricultura socialrevolucionario Víctor Chernov, retenido por los
manifestantes. Tras el fracaso del intento de entregar el poder al
Sóviet de Petrogrado y
con represión gubernamental de los bolcheviques, defendió a estos y retó
al Gobierno a detenerlo. Acusado por el nuevo Gobierno de
Kérenski de haber
regresado junto a Lenin a través de Alemania y de pertenecer al partido
bolchevique, se lo envió a la prisión de Krestý, donde ya había estado
encerrado tras el aplastamiento de la
Revolución de 1905.
Ante la nueva
cercanía de las posiciones de los bolcheviques y los miembros del
Comité Interdistrito, estos decidieron ingresar en el partido de
Lenin, en el que tuvieron un papel destacado. Trotsky pasó a formar
parte del comité central bolchevique. El Gobierno lo liberó el 4 de
septiembre/17 de septiembre,
tras el fracaso del golpe de
Kornílov, desbaratado gracias a la ayuda del Sóviet y, en especial, de
la izquierda radical y los bolcheviques, que recuperaron el apoyo
perdido en julio. Se convirtió entonces en un popular orador, habitual
del Circo Moderno de Petrogrado, el representante más conocido del
bolchevismo. El 23 de septiembre/6 de octubre, se lo eligió para
presidir el
Sóviet de Petrogrado.
De esta
forma se apartaba de su anterior neutralidad durante el exilio
implicándose directamente con los bolcheviques en el proceso
revolucionario. Gracias a su poderosa oratoria, alcanza una enorme
popularidad que le permite llegar a formar parte del
Comité Central del partido bolchevique, en el que había ingresado
en julio.
En el
otoño, Trotsky apoyó totalmente la postura de
Lenin en cuanto a la
necesidad de derrocar al
Gobierno provisional surgido
de la Revolución de Febrero,
encabezado desde el verano por el socialista moderado
Aleksandr Kérenski. A diferencia de Lenin, sin embargo, abogó por
presentar el enfrentamiento con el Gobierno no como una insurrección del
partido, sino como una acción del inminente Congreso de los Sóviets del
otoño. Así, sus esfuerzos se dirigirán a recabar apoyos para el
movimiento bolchevique para el alzamiento previsto. Al tener Lenin que
ocultarse, Trotsky asumirá la jefatura del
Comité Militar Revolucionario, puesto desde el cual aportará al
triunfo de la Revolución de Octubre.
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Defensa de
Petrogrado y comisario de Asuntos Exteriores
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Trotsky dirigiéndose a la Guardia Roja |
Tras la
Revolución de Octubre, Lenin propuso otorgarle la presidencia del
nuevo gobierno, el Sovnarkom, puesto que rechazó por su origen
judío, que la oposición podía utilizar para desprestigiarlo; esta
posición contó con el respaldo deYákov Sverdlov, también de origen
judío. Rechazó asimismo el cargo de
comisario de Interior, demasiado cansado por los acontecimientos
del otoño, aunque no opuesto a la represión que conllevaba el cargo;
aceptó el de comisario de Asuntos Exteriores, propuesto por el mismo
Sverdlov. Trotsky confiaba erróneamente en poder limitar la diplomacia
del nuevo Gobierno a unas cuantas proclamas revolucionarias que
extenderían la revolución al resto de Europa.
Antes de
poderse dedicar a las tareas de su comisaría, empero, tuvo que ocuparse
apresuradamente de la defensa de la capital, amenazada por el
levantamiento Kérenski-Krasnov, como presidente del Comité
Militar Revolucionario de Petrogrado. A pesar de la escasez de tropas a
su disposición por la renuencia de la mayoría de la guarnición a
combatir, logró rechazar la ofensiva contra la capital. Para ello puso
en marcha un sistema que más tarde empleó en la guerra civil: el uso de
antiguos oficiales zaristas, a menudo desafectos en las operaciones
militares, pero siempre bajo el control del Gobierno. La medida era
necesaria, en su opinión, ante la bisoñez de los bocheviques en
operaciones militares.
Junto a
Lenin, fue uno de los principales opositores a la formación de un
Gobierno socialista de coalición con los partidos que habían cooperado
con los kadetes. Defendía por un Gobierno que fuese
exclusivamente bolchevique o en el que, al menos, estos contasen con la
mayoría. No deseaba, sin embargo, acabar con los mencheviques
y socialrevolucionarios, liberó pronto a los ministros del
Gobierno provisional y, junto con el resto del Gobierno, mantuvo sus
puestos en el Comité
Ejecutivo Central Panruso (VTsIK)
por si regresaban a las instituciones.
Aunque
había ingresado recientemente en el partido, a finales de 1917 Trotsky
era ya una de sus figuras principales. Junto con
Vladímir Ilich Uliánov (alias Lenin), Iósif Stalin
y Yákov Sverdlov, formaba la «oficina del comité central», un
organismo interno en sesión permanente que reunía a un reducido grupo de
miembros del comité central bolchevique. Cuando se formó la coalición de
Gobierno con los
Socialrevolucionarios de izquierda
en diciembre, se creó un organismo similar que reunía a ciertos
comisarios del Sovnarkom;
los miembros bolcheviques eran Trotsky, Lenin y Stalin. Junto con Lenin,
se convirtió en la primera autoridad del partido en ideología y
estrategia, mientras que Stalin y Sverdlov eran los organizadores del
partido. A pesar de la confianza, respecto, cordialidad y acuerdo en los
asuntos principales con Lenin, su relación con este no era de cercanía
personal. Sus caracteres eran diferentes en algunos aspectos: Trotsky
era más apasionado, más inclinado a trabajar en solitario y menos
cooperativo.
Enviado
a negociar con los Imperios Centrales
con el objetivo de alargar las conversaciones para dar tiempo al
esperado estallido de la revolución en Europa, su oratoria y habilidad
negociadora no pudieron evitar que aquellos impusiesen duras condiciones
para detener su avance. Los Imperios habían confiado en imponer una dura
paz rápidamente que les permitiese desplazar el grueso de sus unidades
el frente occidental. Trotsky se declaró partidario, al contrario que el
grueso del partido —aparentemente favorable a oponerse por las armas a
los Imperios antes que aceptar las condiciones exigidas— y el propio
Lenin —dispuesto a aceptarlas para salvar la revolución en Rusia y ganar
tiempo para que esta se extendiese por Europa—, de abandonar la
contienda sin firmar la paz. El gesto resultó un fracaso; los Imperios
no dejaron de avanzar y el Gobierno soviético tuvo que apresurarse a
aceptar las condiciones que antes había rechazado, pero tras haber
perdido mayores territorios. Trotsky dimitió como
comisario de Asuntos
Exteriores y el Tratado de Brest-Litovsk acabó firmándolo un
representante de bajo rango.
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Creación del Ejército Rojo
Nombrado entonces comisario de Defensa y presidente de la Junta
Suprema de Defensa a pesar de su nula experiencia militar (14 de
marzo), sus iniciativas lograron formar un nuevo ejército regular y
salvar al Gobierno soviético, cada vez más amenazado por la crisis
económica, la oposición interna y la intervención extranjera.
Entonces, en marzo de 1918, el Sovnarkom
apenas contaba con una división regular —la de tiradores
letones—, unos pocos miles de guardias rojos, algunas bandas de
milicianos entusiastas pero sin instrucción militar y algunos
destacamentos del viejo ejército zarista que las autoridades
decidieron desbandar por su escasa utilidad militar. Dos años y
medio más tarde, el Ejército Rojo contaba con cinco millones de
hombres. Trotsky se tuvo que enfrentar tanto a la hostilidad de la
población hacia el Ejército y la guerra, que hasta entonces los
propios bolcheviques habían fomentado, como a la gran
desorganización interna; aunque se había proclamado la creación de
un nuevo Ejército de voluntarios en enero, la comisaría carecía
completamente de la infraestructura para reclutarlo, adiestrarlo y
mandarlo, que comenzó a crearse tardíamente en abril.
Movilizó a la Guardia
Roja e impuso el uso de
oficiales zaristas —tres cuartos de la oficialidad y de la
administración militar en 1918—, supervisados por comisarios
políticos y amenazados por posibles represalias contra sus familias,
tomadas como rehenes para garantizar su fidelidad. La estructura de
comisarios, anteriormente limitada a los mandos superiores del
Ejército, se extendió. Se aclararon además las responsabilidades de
comisarios y oficiales, aunque no se pudo evitar los roces entre los
dos grupos, entre los que Trotsky tuvo que tratar de guardar el
equilibrio. No descuidó, sin embargo, la creación de un nuevo cuerpo
de oficiales, formado principalmente a partir de los suboficiales
del antiguo ejército zarista; al final de la guerra civil, solo un tercio
de los mandos eran antiguos oficiales zaristas, el resto eran nuevos
oficiales surgidos de las filas, algunos de estos los futuros
mariscales
que combatieron en la Segunda Guerra Mundial.
En el verano de 1918, ordenó levas que aumentaron notablemente el
tamaño del nuevo ejército. Primero se realizaron entre el
proletariado, urbano, más tarde se incluyó a los campesinos, menos
fiables y más dados a la deserción. Trató además de mantener la
disciplina mediante el uso de medidas draconianas, como la de
diezmar a las unidades desobedientes o desertoras. En junio de 1918,
fue el principal testigo en el juicio político, celebrado sin
garantías, del almirante
Alekséi Shchastni, acusado de sabotaje y traición; condenado y
ejecutado, el juicio sirvió de advertencia a los oficiales al
servicio del Gobierno bolchevique. Insistió además en disolver las
unidades de voluntarios y guerrilleros, que consideraba de escasa
utilidad militar, y en concentrarse en la formación de unidades
regulares subordinadas a un mando centralizado, lo que en algunos
casos produjo conflictos con bandas partisanas, como las anarquistas
de Néstor Majnó.
Partidario teórico del sistema de milicias populares y de la
elección de oficiales —que el partido en su conjunto aprobó en
varios congresos durante la guerra civil—, prescindió de ambos en la
formación del nuevo ejército ya que consideró que las condiciones
rusas no permitían su aplicación, aunque defendió su implantación
futura, cuando se diese el suficiente grado de industrialización,
mejora de los sistemas de comunicación y educación de la población.
Puntilloso, ordenado y extremadamente exigente, desbordante de
energía era, sin embargo, poco atento con sus colaboradores, lo que
favorecía que se hallase en una cierta soledad.
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Crisis económica y controversia sobre la Nueva Política Económica
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Trotsky en la revista estadounidense
The Liberator, octubre de 1921. |
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Con
el fin de la guerra
civil, Trotsky comenzó a tratar de imponer medidas impopulares
apoyándose en el poder del partido, remplazando la voluntad popular
con la de la organización, como había acusado antiguamente a Lenin
durante el periodo de disputas entre ambos. Desde finales de 1919,
había dedicado cada vez menos tiempo a las tareas militares, primero
por la derrota inminente de las fuerzas «blancas», luego por su
desacuerdo con el politburó sobre la guerra con Polonia. En enfrascó
cada vez más en las tareas de reconstrucción económica, en las que
pretendía emplear los mismo métodos que había empleado en los
militares; el principal de ellos era la militarización del trabajo.
Sus tesis sobre la reconstrucción, enviadas al comité central el 16
de diciembre de 1921, acabaron publicadas por error en Pravda
y dieron lugar a un tenso debate que continuó hasta la
primavera de 1921.
Tras
años de guerra mundial, revolución, guerra civil e intervención
militar extranjera, la economía nacional se encontraba hundida.
Durante largos periodos, las industrias del centro y del norte del
país no habían podido contar con las materias primas del sur, en
manos enemigas; cuando finalmente se recuperaron a finales de 1919,
las minas del Donbás
estaban inundadas y la industria regional, destruida. La del
resto del país se hallaba parcialmente paralizada por falta de
materias primas. A finales de 1920, las minas de carbón producían
apenas la décima parte de lo que habían alcanzado antes de la
guerra, mientras que las acerías apenas alcanzaban una veintésima
parte de la producción anterior al conflicto mundial. La producción
de bienes de consumo se había reducido drásticamente en tres cuartos
y la red de transportes se encontraba desbaratada. El «comunismo de
guerra» había nacionalizado la industria, reducido la importancia
del dinero —por la enorme inflación debida a la falta de ingresos
impositivos y la gran producción de moneda—, abolido el comercio
privado y producido una igualación de la situación social, pero en
la miseria. La prohibición del comercio y la requisiciones de
productos agrícolas conducían a la reducción de la producción: los
campesinos se limitaban a cultivar para su propio sustento,
amenazando el suministro de las ciudades. Estas redujeron su
población, el proletariado regresó al campo para escapar del hambre
y el mercado negro se
extendió a causa de la escasez de productos. Reacio a permitir la
restauración del comercio privado de los productos agrícolas —que
hubiese permitido cierta recuperación económica al aumentar la
producción y el abastecimiento de las ciudades—, el partido trató de
resolver la crisis mediante medidas de fuerza. Trató de imponer a
los campesinos el cultivo y a los obreros la producción industrial;
falto de incentivos económicos inexistentes, Trotsky optó por la
leva de trabajadores como había hecho con los soldados del nuevo
Ejército. Esperaba emplear la estructura de reclutamiento militar
para formar brigadas obreras sometidas a la disciplina del Ejército
e incluso las tareas de la Comisaría de Trabajo debían pasar a la de
Defensa.
Al comienzo
la propuesta contó con el beneplácito de Lenin, convencido de la
conveniencia de utilizar la organización militar, la mejor de la
nueva Administración soviética, para la tarea de reconstrucción
económica. Recibió, sin embargo, duras críticas desde amplios
sectores del partido, incluidos los sindicatos. En una reunión de
Lenin y Trotsky con los dirigentes sindicales, estos rechazaron
rotundamente la propuesta de los primeros para militarizar la
industria. A pesar del rechazo, comenzaron los primeros experimentos
de militarización del trabajo con la conversión del 3.er
Ejército, sin propósito tras la victoria sobre Kolchak, en
unidad laboral. A este en los Urales le siguieron los ejércitos
destinados en Ucrania y el Cáucaso; la crisis, sin embargo, frustró
los intentos de Trotsky por mejorar las condiciones de los soldados
convertidos en obreros forzosos y evitar su deserción. Su primera
inspección en los Urales, en febrero de 1920, le llevó a la
desilusión con el nuevo sistema. Regresó a la capital convencido de
la necesidad de reformas, y comenzó a abogar por el fin de las
requisiciones de productos agrícolas y de permitir a los campesinos
comerciar con parte de sus cosechas para animarles a aumentar el
cultivo. El comité central rechazó la propuesta, convencido aún de
la viabilidad de la militarización del trabajo, reacio a acabar con
las requisiciones y a restaurar el comercio privado y preocupado por
la aplicación de cambios importantes en vísperas de una posible
guerra con Polonia. La medida, incluida finalmente en la Nueva
Política Económica, tardó más de un año en aplicarse, una vez
fracasados los últimos intentos de mantener el «comunismo de
guerra». Rechazada la propuesta, Trotsky retomó con nuevo brío las
medidas de comunismo de guerra. Las propuestas de represión o la
utilización del odiado taylorismo
fueron aprobadas en el
IX Congreso,
a pesar de la dura oposición de una minoría de los delegados. A
continuación, Trotsky trató de convertir los sindicatos en
organizaciones para disciplinar a los trabajadores con el fin de
aumentar la producción, propuesta que chocó con las protestas de
parte de los dirigentes sindicales, en especial de los mencheviques.
En su defensa de la medida, Trotsky justificó la coerción de los
trabajadores y el control total del trabajador acerca de su labor y
de su residencia.
Poco
después, la guerra con Polonia desvió parcialmente la atención de la
discusión sobre la militarización del trabajo, aunque Trotsky,
encargado por el politburó de restaurar el tráfico ferroviario que
se hallaba en una crisis final, lo utilizó sin miramientos para
tratar de recuperar al menos parcialmente el servicio, crucial para
la campaña, con notable éxito. El fin del conflicto en el otoño, sin
embargo, trajo la vuelta de la polémica, atizada por el propio
Trotsky, que amenazó con sustituir a los dirigentes sindicales
electos por otros escogidos como había hecho con los ferroviarios
durante la crisis polaca. El politburó con Lenin al frente se opuso
tajantemente a Trotsky, que siguió defendiendo, no obstante, su idea
de someter a los sindicatos y de extender el control burocrático
estatal para mejorar la productividad. En la discusión del invierno
de 1920-1921 sobre el papel de los sindicatos en el Estado
soviético, abogó por su inclusión en la Administración como un
organismo más, dedicado a defender los intereses estatales y no los
de los trabajadores frente al Estado. Según Trotsky —y
más tarde, Bujarin—, su
misión debía ser aumentar la productividad, asegurar la disciplina
laboral, formar trabajadores para la gestión de las industrias y
participar en la dirección de la economía nacional. A esta posición
se opuso la Oposición Obrera, contraria al control de los sindicatos
por el partido. Entre ambas se situó el grueso del partido, con
Lenin, Zinóviev y Kámenev a la cabeza. En el X Congreso, punto
culminante de la disputa, Trotsky defendió la dictadura del partido
frente a los postulados democráticos de la oposición:
La
Oposición Obrera ha presentado lemas peligrosos. Han convertido en
fetiches los principios democráticos. De alguna manera, han
colocado el derecho de los trabajadores a elegir a sus
representantes por encima del partido, como si el partido no
tuviese derecho a defender su dictadura incluso si esta choca
temporalmente con los deseos temporales de la democracia obrera
Abandonaba así abiertamente su defensa del sistema democrático
soviético que había defendido como más perfecto que la democracia
burguesa por su sistema de revocación inmediata y reflejo fiel del
sentir popular para abogar por la supremacía del partido. El
congreso rechazó el Estado monolítico propuesto en la práctica por
Trotsky y aprobó la moción intermedia de Lenin, partidario de una
cierta autonomía para los sindicatos.
Al
tiempo que se desarrollaba el congreso, estalló la
Rebelión de Kronstadt, que exigió el fin de la dictadura
bolchevique y la vuelta a los sóviets electos. El Gobierno decidió
aplastar el levantamiento, que coincidió con otros en el país; el 5
de marzo, Trotsky llegó a Petrogrado y exigió la rendición de los
alzados. El aplastamiento del levantamiento quedó paradójicamante en
manos de aquel que había recibido antaño el apoyo de los marinos de
la base tanto en 1917 como durante la guerra civil, a los que había
tildado de «orgullo y gloria de la revolución». La revuelta unió al
partido en incluso las corriente críticas rechazaron el alzamiento;
tras concentrar tropas escogidas que sufrieron grandes bajas en el
asalto, las fuerzas gubernamentales tomaron la base naval al asalto
a finales de marzo. Coincidiendo con los últimos días del
alzamiento, el congreso comunista aprobó sin oposición la Nueva
Política Económica. Las revueltas en varias zonas del país, las
huelgas en Petrogrado y el alzamiento en Kronstadt acabaron por
acabar con la militarización del trabajo defendida por Trotsky,
hasta su aplicación por Stalin a finales de la década durante la
industrialización forzosa. Al mismo tiempo que se liberalizaba
parcialmente la economía, el partido prohibió todas las
organizaciones opositoras en los sóviets, temeroso de que pudiesen
recibir el apoyo del campesinado y la burguesía urbana que
recuperarían poder con las medidas económicas. A esta prohibición se
unió la de las corrientes internas dentro del partido. Trotsky
aceptó la moción secreta presentada por Lenin y aprobada en el
congreso que permitía la expulsión de opositores del partido, y que
finalmente si utilizaría contra él a final de la década.
Durante la primera etapa de la Revolución, Trotsky se convierte en
hombre de confianza de Lenin y éste le encomendará varias misiones.
La primera será la de acabar la guerra con las potencias centrales.
Será el encargado, como comisario (ministro) de Asuntos Exteriores,
de firmar con los alemanes
el llamado Tratado
de Brest-Litovsk, paz que supondrá para Rusia una pérdida
considerable de su territorio.
Seguidamente será nombrado Comisario de Guerra. Desde este puesto se
encargará de la creación, promoción y dirección del Ejército Rojo,
motivo principal de que los logros revolucionarios no se perdieran
durante la época de la guerra civil (1918-1920) contra las fuerzas
contrarrevolucionarias (potencias extranjeras y
rusos blancos).
Los
anarquistas acusan a
Trotsky de reprimir cualquier movimiento de izquierda opuesto al
oficial del Partido Bolchevique. Por ejemplo, al movimiento ácrata
de Néstor Majnó en
Ucrania o la rebelión de los marineros de Kronstadt
en el Golfo de Finlandia.
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El exilio interior
Miembro principal del
Politburó después de
Lenin, apoyaría a éste en sus principales innovaciones hasta que un
ataque cerebrovascular
obligó a Lenin a apartarse de la política. En oposición a
Trotsky, se unieron Grigori Zinóviev, Lev Kámenev y
Stalin. Este agrupamiento, una vez que logró apoderarse de la
dirección del Partido, acusó a Trotsky de cometer serias violaciones
a la disciplina del partido, con el objetivo de debilitar sus
organizaciones. En consecuencia Trotsky es primero destituido como
comisario de guerra, luego apartado de la dirección del partido y
posteriormente expulsado del mismo. Más tarde sería deportado a
Kazajistán (Asia
Central) y finalmente expulsado de la
Unión Soviética en
1929.
Desde entonces, los ideólogos oficiales del régimen se encargaron de
revisar la figura de Trotsky (llegando incluso a trucar fotografías
originales con el fin de hacerle desaparecer, por ejemplo, del lugar
que ocupaba junto a Lenin mientras éste pronunciaba un discurso)
haciéndolo aparecer como un traidor.
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El exilio turco
Estuvo exiliado en la isla de
Büyükada, perteneciente a
Estambul.
En
el exilio Trotsky siguió criticando a Stalin, argumentando que el
aislamiento de la Unión Soviética había producido un gobierno
tiránico y abogando por la democratización del partido y la apertura
política en toda la sociedad soviética.
Durante su exilio, Stalin desencadenó la persecución de los
familiares de Trotsky: su hija Zina se suicidó en Berlín y su marido
desapareció; se envió a un campo de concentración a su primera
esposa, que murió en él alrededor de 1938; a su hijo Serguéi, sin
actividad política, se lo detuvo acusado de envenenamiento en 1937 y
murió en prisión; otro de sus hijos, Lev Sedov, murió asesinado por
agentes de Stalin en una operación médica en Francia en 1938; su
hermana Olga Kámeneva,
esposa de Lev Kámenev
acabó fusilada en 1941, mientras que sus dos hijos ya lo
habían sido en 1936.
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La cuarta internacional
A
pesar de haberse opuesto en la década anterior a la formación de una
nueva asociación de partidos comunistas rival de la Comintern, la
llegada al Gobierno de Hitler y su rápido desmantelamiento de los
partidos de izquierda y de los sindicatos, que para Trotsky supuso
una gran derrota del proletariado mundial, le llevó a plantearse
finalmente la creación de la Cuarta Internacional. Se crearon
partidos comunistas alternativos en la mayoría de los países, pero
con escasos seguidores. Criticados por algunos socialistas, en
ocasiones las formaciones apenas agrupaban a algunos activistas, a
menudo intelectuales sin conexión con el movimiento obrero y a
menudo divididos en distintas corrientes a pesar de su exiguo
tamaño.
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Exilio europeo
Tras
abandonar Turquía, se instaló en Francia en julio de 1933, donde se
le acogió a condición de que no participase en actividades políticas
contrarias al poder establecido tanto en el país como en la Unión
Soviética. Se instaló en
Barbizon, cerca del
bosque de Fontainebleau
hasta que seis meses más tarde la policía detuvo a uno de sus
mensajeros y una campaña de prensa hostil, tanto nacional como
extranjera —que incluyó la acusación de insurrección de Goebbels—
condujo a su expulsión.
En
la primavera de 1935, se mudó a Noruega, donde las autoridades le
habían concedido asilo y donde se publicó su
La revolución traicionada. En esta obra analizaba el
ascenso al poder de Stalin y lo atribuía a la victoria política de
la burocracia soviética surgida por la degeneración estatal debida,
en su opinión, al aislamiento del país por la ausencia de una
revolución internacional. Para Trotsky la
Revolución de 1917
había sufrido su propio termidor
en el que la democracia soviética había dado paso al dominio
oligárquico de una casta, la burocrática que, si no era eliminada,
conduciría a la restauración del capitalismo. Denunciado por los
comunistas y fascistas noruegos a pesar de la buena acogida de parte
de los socialistas y ante el comienzo de los Procesos de Moscú, las
autoridades noruegas, con el beneplácito soviético, le mantuvieron
en arresto domiciliario. Ante esta situación, aceptó el ofrecimiento
de acogida en México del Gobierno de Lázaro Cárdenas; partió hacia
este país en noviembre de 1936.
Durante sus años de exilio, Trotsky escribiría varios ensayos (la
autobiografía Mi Vida,
Historia de la Revolución rusa, La revolución
traicionada) y artículos sobre temas de actualidad de aquella
época (estalinismo, nazismo,
fascismo, la Guerra Civil Española). Desde su exilio también
encabezaría la oposición comunista disidente, que formaría la
IV Internacional.
Por
otra parte, Trotsky empezaría un auténtico peregrinaje por
diferentes países desde los cuales pudiera expresar públicamente sus
críticas al estalinismo.
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Exilio mexicano e intentos de asesinato
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León Trotsky, en el centro, con unos
admiradores en México
poco antes de su asesinato |
Finalmente, León Trotsky llega a
México, tras una serie de gestiones realizadas principalmente por
el pintor mexicano Diego Rivera ante el presidente Lázaro Cárdenas quien
en 1936 le concedió el asilo político. A su llegada el 9 de enero de
1937, Trotsky fue recibido en el puerto de Tampico
por Frida Kahlo, esposa de Rivera y transportado hacia la ciudad
de México a bordo del tren presidencial.
En 1939
y con el agravamiento de la crisis europea, el tono de las críticas de
Trotsky se volvió cada vez más radical, lo que se reflejó en su última
obra, que dejó inacabada, una biografía de Stalin, en ocasiones errónea
y fantasiosa.
Vivió en
la «Casa Azul», morada de Frida y Diego en
Coyoacán, hasta la ruptura política con este último, que se dio
en 1939. En ese año, cambió su residencia a la Calle de Viena también en
Coyoacán, donde vivió hasta el día de su muerte.
En esa
casa, Trotsky sufrió dos atentados, el primero de ellos ocurrido en mayo
de 1940. Durante la madrugada del día del atentado, un comando de veinte
hombres armados comandados por Leopoldo Arenal Bastar, y entre los que
se encontraba su cuñado el pintor David Alfaro Siqueiros, logró penetrar
a la casa con la complicidad de Robert Sheldon Hart, un guardaespaldas
de Trotsky que era un agente doble. Los intrusos dispararon cerca de 400
tiros con armas de grueso calibre. El propio Siqueiros disparó contra el
lecho donde supuestamente dormían Trotsky y su esposa Natalia Sedova,
sin lograr asesinarlos, pues lograron resguardarse junto a una pared, al
lado de su cama. Los guardias de Trotsky repelieron a los intrusos y
estos tuvieron que huir sin lograr su cometido.
Unos
meses más tarde, el 20 de agosto de 1940, Trotsky sufrió un segundo
atentado en esa misma casa, que le costó la vida.
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Asesinato
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El 21 de agosto
de 1940, escribiendo en esta mesa de trabajo en su casa de
Coyoacán (México DF), a donde le llevó su peregrinar de
exiliado, pero donde no se libró del criminal designio de Stalin,
fue asesinado Lev Trotsky.
Una buena
muestra del rigor y penetración de sus análisis la encontramos
en sus artículos sobre España, su situación, sus conflictos y la
guerra civil hacia la que derivó el golpe fascista que encabezó
el general Franco contra la II República.
(José Antonio Pérez Tapias) |
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Stalin
había dado la orden de asesinar a Trotsky. El agente de la
NKVD Kótov, encargado
de las operaciones contra éste en México, se valió de dos comunistas
españoles, Caridad Mercader y
Ramón Mercader (madre e hijo), para llevar a cabo el plan. Ramón
Mercader se había trasladado a Nueva York y de allí a México con el
pasaporte de un brigadista canadiense fallecido, Frank Jackson, en
septiembre de 1939.
Aunque
la casa en la que vivía Trotsky estaba fuertemente custodiada, Ramón
Mercader (conocido con el alias de «Jacques Mornard») lograría
infiltrarse en su círculo ganándose la confianza de una de las
secretarias de Trotsky, Silvia Ageloff, con la que incluso mantuvo un
noviazgo formal premeditado y planeado para perpetrar el magnicidio.
Conoció a Trotsky a finales de mayo de 1940 y visitó a la familia en una
decena de ocasiones, haciéndose pasar por un simpatizante algo
escéptico. Apesar del refuerzo de la seguridad tras el
atentado de mayo, el propio Trotsky no seguía las normas de seguridad y
se permitía a Mercader, que se había ganado la confianza de la familia,
penetrar en el complejo residencial sin que se lo registrase.
La tarde
del asesinato, Trotsky se encontraba trabajando en su despacho cuando
Mercader apareció con mal aspecto alrededor de las 17:20. A pesar de
quejarse de sed, llevaba sombrero y portaba un abrigo. Solicitó ver a
Trotsky para mostrarle un artículo. Con este pretexto subió al despacho
y, mientras este se hallaba sentado, se acercó a él por la espalda y le
clavó salvajemente en la cabeza un piolet que extrajo de un bolsillo del
abrigo. El grito de Trotsky se oyó como un estruendo en toda la casa;
sus custodios acudieron rápidamente pero no se pudo hacer nada. Trotsky
logró derribar a su asaltante, salir de la habitación y comunicar a su
esposa la identidad del asaltante antes de caer desvanecido. Cayó en
coma y falleció al día siguiente, 21 de agosto
de 1940, en un hospital de la
Cruz Verde. Cabe señalar que a sus exequias, celebradas en la
capital mexicana, asistieron cerca de trescientas mil personas, en una
ciudad que por aquel entonces contaba con unos cuatro millones de
habitantes]. Su asesino fue condenado a diecinueve años de
prisión; liberado en 1960, la Unión Soviética le otorgó la condecoración
de Héroe de la Unión Soviética.
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El
nieto de Trotsky recuerda cómo fue asesinado su abuelo
Para algunos Leon Trotsky fue el verdadero héroe de la Revolución
Bolchevique. Para otros, era uno de los hombres más peligrosos de
su tiempo.
Pero para su nieto, Esteban Volkov, era como un padre, que le
ofreció algunos momentos de felicidad y estabilidad en momentos de
caos y persecución política para su familia.
"Mi figura paterna y materna cambiaban constantemente", recuerda
Volkov, de 86 años.
Con "el viejo", como le llamaba cariñosamente a su abuelo,
"finalmente encontré cierta estabilidad, aunque no duró mucho
tiempo".
La
BBC habló con Volkov en la misma casa de Ciudad de México donde
vivió durante un año con el revolucionario exiliado y su segunda
esposa, Natalia, antes de que lo asesinaran el 20 de agosto de
1940.
Color y sol tras el
gris europeo
Volkov recuerda el entusiasmo con el que llegó a México desde
Europa. Tenía apenas 13 años y se había pasado la mayor parte de
su infancia mudándose de un país a otro con su madre Zinaida, hija
de Trotsky, tratando de refugiarse de la persecución de Stalin.
"México fue un cambio radical, lleno de color, de sol, tan
distinto de Europa", dice. "Empecé a ir a la escuela yo solo, a
pie. Nadie en el colegio sabía quién era mi familia".
La
vida con su abuelo, en una casa grande y bien protegida en
Coyoacán, una zona acomodada de la ciudad, era "muy emocionante",
recordó.
Trotsky se pasaba los días escribiendo, recibiendo a periodistas
que venían a entrevistarlo o hablando de política con los
activistas extranjeros y los guardaespaldas que vivían con la
familia.
Durante las comidas, Volkov recuerda escuchar atentamente las
bromas y las acaloradas discusiones que tenían lugar sobre la
mesa. Pero su abuelo siempre le reprochaba seriamente a los demás
que no hablaran de política delante de él.
"Toda su familia había sido asesinada o había muerto por culpa de
la política y creo que quería que su nieto sobreviviera", comenta
Volkov.
El
padre de Volkov, yerno de Trotsky, fue enviado a un gulag en los
años 30. Su madre, Zinaida, se suicidó cuando vivían exiliados en
París.
Volkov recuerda que su abuelo se levantaba temprano cada mañana
para atender a los animales y las plantas antes de retirarse a su
estudio.
"Yo le ayudaba a alimentar a los conejos y a las gallinas y a
regar el maiz", recuerda.
Hablaban en francés porque Volkov había perdido fluidez en ruso,
su lengua materna.
También solían hacer excursiones al campo con toda la familia y
los amigos, en una gran caravana de vehículos.
Una vez allí "el viejo" se pasaba horas buscando cactus o
charlando con los campesinos mexicanos sobre sus vidas.
Para Volkov, éstos eran días de relativa normalidad y de una vida
familiar que hasta entonces nunca había conocido.
Pero pronto terminaría abruptamente.
Primer intento
A
las cuatro de la mañana del 24 de mayo de 1940, Volkov se despertó
de un sobresalto. Pistoleros enviados por Stalin habían entrado en
la casa. El niño saltó de la cama y se escondió en la esquina de
su habitación. En medio del tiroteo fue alcanzado en el pie.
Pero los guardaespaldas de Trotsky les hicieron frente y
eventualmente los atacantes huyeron.
Trotsky y Natalia salieron ilesos. "¿Que si tenía miedo? al
principio sí", recuerda, "pero cuando escuchamos la voz de mi
abuelo, lleno de vida, pues... es difícil describir la alegría al
ver que nos habíamos salvado de los atacantes de Stalin".
Pero a partir de entonces Trotsky apenas salía de casa y las
medidas de seguridad se incrementaron con más guardias y más
armas.
También se acabaron las salidas al campo. "Yo pronto me acostumbré
a vivir en esas condiciones", dice Volkov.
Pero lo que todos se preguntaban era cuándo y cómo sería el
siguiente intento de acabar con la vida de Trotsky.
Ahora sí
Lo
que ocurrió el 20 de agosto de 1940 quedó grabado para siempre en
la memoria de Esteban Volkov.
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El arma con la que Mercader mató a
Trotsky era un picahielos de montañismo |
Fue el día en que Ramón Mercader, un agente estalinista de origen
español que se había infiltrado en el hogar de Trotsky, hirió de
muerte al antiguo líder bolchevique al golpearlo en la cabeza con
un picahielos.
Hablando despacio, como para no descuidar ningún detalle, Volkov
cuenta cómó volvía de la escuela cuando vio que la puerta de la
casa estaba abierta y había un coche de la policía estacionado
afuera.
Temoroso, corrió hasta la casa y se encontró a los guardaespaldas
en estado de confusión.
Antes de que se lo llevaran de allí, Volkov vislumbró a su abuelo,
tendido sobre el suelo de su estudio, sangrando abundantemente.
Natalia estaba a su lado. "Que el niño no vea esto", se dice que
Trotsky le dijo.
Murió al día siguiente en el hospital.
Volkov estaba tan desconsolado que se negó a ir al funeral de su
abuelo. "Después de eso, el ambiente en casa era de mucha, mucha
soledad".
Volkov siguió viviendo en México con su abuela después de la
muerte de Trotsky.
Fue a la universidad, estudió química, se casó y tuvo cuatro
hijas, un gran consuelo para Natalia, en luto por su marido
asesinado.
Natalia murió en 1962. Volkov, hoy viudo, convirtió su antigua
casa en museo.
Era, dice, su "obligación" para honrar la memoria de su abuelo
.
(*) Este artículo fue publicado originalmente en
agosto de 2012, cuando se cumplieron 75 años de la llegada de Leon
Trotsky a México. Fue entonces cuando hablamos con su nieto.
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Ramón Mercader, el asesino de Trotsky
Nació en Barcelona, 1914, falleciendo en La Habana en 1978. Fue un
activista político español. Miembro del Partido Socialista
Unificado de Cataluña, participó en la guerra civil española e
ingresó en los servicios secretos soviéticos. Infiltrado en los
círculos Trotskystas en París, la NKVD estalinista le asignó la
misión de asesinar a Trotsky, lo que llevó a cabo en la propia
residencia de éste, en México (1940). Tras veinte años de
reclusión, fue liberado en 1960, fijó su residencia en Cuba, luego
en Checoslovaquia y por último en la URSS.
Era hijo de una familia de la alta burguesía industrial catalana
por parte de su padre, Pablo Mercader. Pero su madre, Caridad del
Río Hernández, de ideología comunista y anarquista, nunca encajó
en ese ambiente, convirtiéndose posteriormente en el motor de la
militancia comunista de su hijo. Su formación se efectuó en
colegios elitistas, en donde recibió una educación conservadora.
Todo cambió cuando su madre, en 1929, comenzó a frecuentar grupos
comunistas y anarquistas, llegando a planear atentados contra las
fábricas de su marido. Tras su separación de éste, se instaló en
Francia con sus cuatro hijos, entrando en contacto con el Partido
Comunista y los servicios secretos soviéticos, para los que
trabajó durante toda su vida. Con ella fueron siempre sus hijos,
entre ellos Ramón, que en 1931 empezaría su relación con el
comunismo soviético.
En 1934 intervino en el movimiento catalanista contra el gobierno
de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA) en
Barcelona. Con el inicio de la Guerra Civil (1936-1939), Ramón
Mercader se vinculó al ejército republicano a través de su
militancia comunista y en 1937 viajó a la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS), donde fue entrenado especialmente,
cambiando su identidad por la de Jacques Mornard, de nacionalidad
belga y origen persa, identidad que conservó siempre.
Con su nueva personalidad llegó a París, donde trabó amistad con
Sylvia Ageloff, norteamericana de origen ruso simpatizante del
Trotskysmo, y hermana de una de las secretarias del propio Leon
Trotsky, cabeza de un sector opuesto a la personalidad y designios
de Stalin al frente de la URSS y creador de la IV Internacional.
Esta relación le llevaría desde Francia hasta Estados Unidos y de
allí a México, donde Trotsky vivía exiliado desde 1930. Su
propósito era ganarse la confianza del ilustre refugiado, que
vivía en una casa casi inexpugnable y muy vigilado por sus
seguidores. Finalmente, tras hacer habitual su presencia en la
casa, acabó asesinando a Trotsky el 20 de agosto de 1940,
golpeándole el cráneo con un piolet.
Cumplía así el encargo que a todas luces le había sido dado por el
máximo dirigente soviético, Stalin. Mercader fue detenido y, tras
el juicio, fue condenado a veinte años de prisión, sin que
Mercader llegara a revelar a nadie su verdadera personalidad. Fue
finalmente liberado en mayo de 1960. A su salida viajó a la Unión
Soviética, tras una breve estancia en Cuba y Checoslovaquia. En la
URSS recibió la condecoración como héroe de la Unión Soviética.
Personaje mitificado, pero sin acogida ni entre los entonces
líderes de la URSS (que buscaban distanciarse de la herencia
estalinista) ni en medio familiar alguno, recaló finalmente en
Cuba buscando un clima adecuado para su salud, tierra en la que
finalmente acabaría falleciendo años más tarde.
Intervención en el asesinato de Trotsky: la operación
Pato
En
marzo de 1939, Sudoplatov, ya director del departamento de
Operaciones Especiales, recibió de Stalin la orden explícita de
acabar con la vida de Trotsky.
Eitingon, que acababa de llegar a Moscú, diseñó por orden
de Sudoplatov la operación Utkao
Pato. El plan no fue perfilado hasta julio y solo a principios de
agosto fue aprobado personalmente por Stalin.
La operación Pato comprendía varios operativos formados por
comunistas españoles y mexicanos reclutados durante la Guerra
Civil Española. Uno de ellos estaba dirigido por el muralista mexicano David
Alfaro Siqueiros y
tenía el objetivo de asesinar al líder exiliado; el otro lo
formaban Caridad y Ramón Mercader.
Este debía ocuparse únicamente de labores de vigilancia y
recogida de información. La participación de madre e hijo estaba
prevista desde la primera versión del plan.
En el
verano de 1939, Eitingon viajó a París desde
la Unión Soviética y pasó un par de meses entrenando a Caridad y a
Ramón. Ambos viajaron a Nueva
York a
finales de agosto. La
coincidencia con el inicio de la
Segunda Guerra Mundial hizo
que, desde Moscú, se dieran órdenes de suspender el traslado de
Eitingon y los Mercader a América, pero dichas órdenes no fueron
seguidas. Ramón se
quedó unas semanas en Nueva York antes de trasladarse a primeros
de octubre a la Ciudad de México, desde donde convenció a Sylvia
Ageloff para que se reuniera con él. En septiembre, su madre y
Eitingon viajaron a México también.
La madrugada del 23 al 24 de mayo, un grupo de pistoleros
encabezados por Siqueiros asaltó la casa de Trostki en Coyoacán sin
llegar siquiera a herirlo.
Sentencia
condenatoria a Ramón Mercader, Jacques
Mornard, por la Sexta Corte Penal de México D.F., el 27 de
junio de 1944.
Eitingon tuvo que informar del fracaso de la operación. La noticia
llegó a Moscú a través de un mensaje llevado por un correo a Nueva
York y radiado en clave desde allí a la capital soviética. A la
llegada del mensaje, Stalin se enfureció y mandó llamar a
Sudoplatov y Beria,
que le explicaron que se pondría en marcha el plan alternativo.
Ramón llevaba varios meses en México, bajo una falsa
identidad y como novio de Sylvia Ageloff, y se había dedicado
únicamente a la recopilación de información, sin haber tratado
personalmente a Trotsky. Pocos días después del fallido intento
llevado a cabo por el grupo de Siqueiros, Ramón Mercader conoció
finalmente a Trotsky a través de su relación con Ageloff. A
finales de junio viajó por diez días a Nueva York para recibir
instrucciones. Después de varios meses en los que Ramón cultivó la
relación con líder exiliado, en la mañana del
20 de agosto de 1940 fue
recibido a solas por el dirigente comunista. Mercader
supuestamente le traía unos escritos. Trotsky se acercó a la
ventana con el objeto de leer mejor y en ese instante Mercader le
descargó un feroz golpe con un piolet en
la cabeza (nuca), enterrando profundamente la herramienta en el cráneo de
Trotsky. Aun así, Trotsky no pereció instantáneamente y sobrevivió
entre espasmos y convulsiones durante unas 12 horas más antes de
fallecer. Sylvia Ageloff, al conocer la verdadera naturaleza del
interés de Ramón por ella, intentó suicidarse.
Detenido por los guardias de Trotsky y las autoridades mexicanas,
se identificó como Jacques
Mornard, fue condenado por asesinato a veinte años de prisión.
En principio, la declaración de Mercader fue que tenía problemas
personales con Trotsky.
Según
afirmó Sudoplatov, inicialmente Eitingon y Caridad Mercader habían
planeado un ataque contra la casa de Trotsky en el momento en el
que Ramón estuviera dentro. Este aprovecharía la confusión para
disparar contra su objetivo. Ramón se mostró en desacuerdo con el
plan y decidió encargarse él mismo de asesinar en solitario a
Trotsky.
Trotsky moriría al día siguiente. Según el plan acordado, Caridad
Mercader y Eitingon esperaban a Ramón en las inmediaciones de la
casa-fortaleza de Trotsky en un coche —otras fuentes hablan de
dos—para ayudarle a escapar. Se dieron cuenta de que el atentado
había fracasado en cuanto observaron el ajetreo y oyeron las
sirenas de las patrullas de lapolicía sin
que Ramón hubiese salido, ante lo cual huyeron del lugar y
abandonaron con rapidez el país. No obstante, según el testimonio
del que luego sería abogado de Ramón Mercader, Eduardo
Ceniceros,
fue Caridad quien, antes de salir ilegalmente del país, hizo las
gestiones necesarias para que su hijo recibiese asistencia
letrada. El elegido, a sugerencia de Lombardo
Toledano,
fue Octavio Medellín Ostos. Caridad no le reveló la identidad del
presunto asesino de Trotsky ni que era su hijo: «Fíjese,
licenciado, lo que ha hecho este chico. Es hijo de una queridísima
camarada que se encuentra fuera de México y yo, en razón de esa
amistad con la madre, he venido a solicitar que se hagan cargo de
su defensa». Caridad
Mercader finalmente llegó a Moscú casi un año después del
asesinato de Trotsky, en marzo de 1941. El 17 de junio,
Lavrenti Beria,
el director del NKVD, organizó un gran recibimiento en el
transcurso del cual el presidente del Presidium
del Sóviet Supremo de la Unión Soviética, Mijaíl
Kalinin,
condecoró a Caridad Mercader con la Orden
de Lenin.
Para Ramón se reservaba la estrella de Héroe
de la Unión Soviética.
La operación Gnomo
Stalin había decidido que Ramón Mercader tenía que ser liberado y
ordenó que se preparara una operación para conseguirlo. Las
primeras referencias al plan datan del 30 de mayo de 1943.
A finales de 1943, la Unión Soviética abrió embajada en
México, lo que proporcionó cobertura legal a la estación del NKVD
—rezidentura, en la terminología soviética— en dicho país.
Sus objetivos principales eran dos: dar cobertura a las
operaciones de espionaje que los soviéticos realizaban para
conocer los secretos de la bomba
atómica estadounidense
y sacar a Mercader de la cárcel.
La operación, con el nombre clave de Gnomo —que era el
nombre asignado a Mercader—, estudió diversas estrategias para que
Mercader huyera de prisión, en la que debían intervenir operativos
soviéticos y comunistas mexicanos y españoles exiliados en el
país. En verano de 1943, Jesús Hernández fue enviado a México
junto con Francisco
Antón.
Además de las tareas relacionadas con la reorganización del PCE en
el país americano —parte también de su intento por tomar el
control del partido sucediendo al recién fallecido José Díaz como
secretario general—, Hernández también trabajaba para el NKVD y
tenía como objetivo reforzar el trabajo de la rezidentura en
México y de las operaciones que llevaba a cabo.
A
finales de 1943 el rezident soviético
diseñó un plan por el que Mercader podría huir durante una de las
salidas de la cárcel para ir a declarar al juzgado. Aprovechando
una reducción de la guardia que había de custodiarlo, Mercader
sería introducido en un coche y sacado del país. Eitingon,
bajo el nombre clave de Tom, debía coordinar el plan.
La operación resultó un fiasco. A la incapacidad, la
desconfianza y las rencillas entre los operativos soviéticos,
españoles y mexicanos, se unió la inesperada presencia en el país
de Caridad Mercader. Al
parecer se embarcó personalmente en una serie de gestiones con
autoridades mexicanas para conseguir la libertad de su hijo. De
hecho, según Ceniceros, madre e hijo incluso pudieron verse
personalmente, fuera de la prisión.
La aparición en escena de Caridad Mercader y sus gestiones
habrían alertado a las autoridades mexicanas, que endurecieron el
régimen carcelario de Ramón, de forma que los intentos de
conseguir su huida habrían resultado infructuosos.
Como narró Luis, «[Caridad] conocía a mucha gente
importante de allí [...] y, probablemente, fue implorando de uno a
otro. Pero lo que hizo fue levantar la liebre y como consecuencia
se derrumbó todo lo que se había organizado».
A consecuencia de ello, los soviéticos ordenaron a Caridad
que dejase México de inmediato, y no volvieron a plantearse más
intentos para sacar a Ramón Mercader de la prisión, el cual tuvo
que cumplir completa su pena de veinte años de reclusión en la prisión
de Lecumberri.
Casi todos los autores que han tratado el tema, al igual que el
propio Ramón, atribuyeron el fracaso, en todo o en parte, a la
presencia de Caridad allí. De hecho, Ramón nunca perdonó a su
madre por su interferencia en la operación y la consideró
responsable del periodo adicional que tuvo que pasar encarcelado:
«Tuve que pasar dieciséis años de cárcel por su culpa».
Sin embargo, jamás se lo echó en cara.
Últimos años
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Medalla de
Héroe de la Unión Soviética, impuesta a Ramón Mercader
a su llegada a la Unión Soviética. |
En
agosto de 1953 se
supo su verdadera identidad. El 6 de mayo de 1960 Ramón Mercader
acabó su condena, y pudo viajar a Moscú con un pasaporte checoslovaco.
Allí, donde seguía viviendo su hermano Luis, se estableció con su
esposa Roquelia. En la estructura de la KGB llegó
a coronel,
siendo condecorado en secreto como Héroe
de la Unión Soviética con
la Orden
de Lenin y
la Medalla
de Oro (No.
11089), la más alta distinción soviética, cumpliéndose la promesa
que le había hecho Leonid
Eitingon.
La condecoración la recibió en persona directamente de manos del
entonces director de la KGB, Alexander
Shelepin.
Pasó
sus últimos años viviendo entre Moscú y La
Habana,
donde murió de cáncer en 1978.
Está enterrado en el cementerio
moscovita de Kúntsevo,
reservado a Héroes de la Unión Soviética, bajo un nombre falso Ramón
Ivánovich López (Рамон
Иванович Лопес), cerca de las cenizas del famoso agente doble Kim
Philby.
También tiene un lugar de honor en el museo del KGB de Moscú.
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"Quien se arrodilla ante el hecho consumado es incapaz de enfrentar
el porvenir".
"Que
Stalin alcanzase su posición fue la suprema expresión de la
mediocridad del aparato".
"Sin
una organización dirigente la energía de las masas se disiparía,
como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como
fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón,
sino el vapor".
"Exponer a los oprimidos la verdad sobre la situación es abrirles el
camino de la revolución".
"La
vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal,
opresión y violencia y la disfruten plenamente" (de su testamento).
"La
propiedad del Estado no es la de 'todo el pueblo' más que en la
medida en que desaparecen los privilegios y las distinciones
sociales y en que, en consecuencia, el Estado pierde su razón de
ser. Dicho de otra manera: la propiedad del Estado se hace
socialista a medida que deja de ser propiedad del Estado" (de La
revolución traicionada).
"El
patriotismo es la principal parte de la ideología mediante la cual
la burguesía envenena la conciencia de clase de los oprimidos y
paraliza su voluntad revolucionaria".
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Obras (1929 - 1940)
Compilación de más de
1100 cartas, artículos, folletos y otros escritos de León Trotsky
en español basada en la versión impresa de Escritos editada
en 1979 por la desaparecida Editorial Pluma. Edición del CEIPT.
Escritos militares: Ejercito Milicias,
Guerrillas
Recopilación tomada de
los tomos I y II de Como
se armó la revolución, colección de 5 tomos de los escritos
militares de Trostky publicada originalmente en ruso, en Moscú en
año 1923. La selección y traducción de los textos al castellano
ha sido realizada por la Célula II de PRT-Izquierda Revolucionaria
de España.
Escritos militares: 1918
Versión en formato PDF
del tomo I de Como
se armó la revolución, colección de 5 tomos de los escritos
militares de Trostky publicada originalmente en ruso, en Moscú en
año 1923. La traducción y edición de este tomo es obra de Rodrigo
Cisterna.
Escritos militares: 1919
Versión en formato PDF
del tomo II de Como
se armó la revolución, colección de 5 tomos de los escritos
militares de Trostky publicada originalmente en ruso, en Moscú en
año 1923. La traducción y edición de este tomo es obra de Rodrigo
Cisterna.
Escritos sobre España
Breve recopilación
realizada especialmente para el Marxists Internet Archive por
Germinal y J. López.
1930
13.06.1930 - Carta
a la redacción de Contra
la Corriente
05.1930 - 07.1931 - La
revolución española al día
1931
24.01.1931 - La
revolución española y la táctica de los comunistas
12.04.1931 - A
la redacción de la revista Comunismo
15.04.1931 - Los
diez mandamientos del comunista español
23.04.1931 - Carta
al Buró político del Partido Comunista de la URSS
28.05.1931 - La
revolución española y sus peligros
1932
1932[?] - Los
kornilovistas y los estalinistas españoles
Escritos sobre la revolución española
(1930 - 1939)
Re-edicion digital del
libro de escritos de Trotsky, La
revolución española (1930-1939), proporcionado por la
Fundación Federico Engels.
Teoría de la Revolución Permanente
(1904 - 1940)
Compilación por el
CEIPT de cartas, artículos, folletos y otros escritos de León
Trotsky ilustrativos del origen, desarrollo, y actualización por el
autor de su famosa Teoría de la Revolución Permanente.
Escritos Latinoamericanos (1937 -
1940)
Compilación por el
CEIPT de cartas, artículos, folletos y otros escritos de León
Trotsky acerca de América Latina realizados durante su exilio en
México.
Naturaleza y dinámica del capitalismo
y la economía de transición (1917 - 1940)
Conjunto de artículos,
informes, entrevistas y discursos de León Trotsky, reunidos por el
CEIPT, que muestran sus estudios sobre la naturaleza y dinámica
del capitalismo, así como distintos aspectos de la "economía de
transición" soviética.
La situación política Mundial y las
nuevas tareas de la internacional (1917 - 1921)
El Marxists Internet
Archive se place en presentar un conjunto de artículos, informes,
y discursos de León Trotsky, reunidos gracias a la extinguida
editorial del Siglo, 1973 quienes lo editaron, aqui el autor
detalla distintos aspectos de la "economía y la política
internacional sobre los flujos y reflujos de la revolución
proletaria mundial con respecto al país soviético.
Fuente:
Marxist Internet Archive
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