El golpe de estado
del 23-F de 1981, es un acto de la historia reciente española, que aun
abierto en canal, no ha descubierto todavía el veneno de sus vísceras. Fue
un acontecimiento, de una violencia política extrema para cuantos lo
vivimos en la inocencia de la democracia. No se conocen las interioridades
de la acción, pero si algunas de las consecuencias políticas e
institucionales que todavía perviven. Algunos protagonistas todavía viven
de sus réditos.
A lo largo de esta
serie, que ha constado de tres partes, hemos hecho reflexiones sobre el
antes, durante y después de la acción violenta contra la democracia, que
representó el 23-F. Alguna cosa se ha traslucido, otras muchas imposible
ver para quien esto escribe; pero con la lectura de muchos libros, el
recuerdo y la intuición, han salido incógnitas y preguntas sin resolver,
sobre el último golpe de estado sufrido en España y ejecutado por
militares. El desaparecido Diario16, que entre otras cualidades, se
caracterizó por la investigación de las tramas golpistas; sobre este caso,
dejó 23 preguntas escritas, que junto con las que nos hemos hecho en este
breve trabajo, siguen teniendo plena vigencia y en si mismas encierran
respuestas sobre lo que ocurrió:
"1. ¿Qué quiso
decir Suárez en su despedida televisiva, con: No quiero que la democracia
sea, una vez más, un paréntesis en la historia de España?
2. ¿Por qué nadie
investigó al diario ultraderechista El Alcázar, cuando el día antes
publicaba una posible contraseña «Todo dispuesto para la sesión del lunes»
«Antes de que suenen las 18.30 horas del próximo lunes»?
3. ¿Por qué nadie investigó lo aparecido en la revista «Spic» del mes de
febrero, donde un tal Otis escribía en el penúltimo párrafo de su columna:
«No es cierto que yo pretenda dar un golpe militar el lunes 23 de febrero
por la tarde... ¡Además, no sé!»?
4. ¿Por qué el capitán Sánchez Valiente, «el hombre del maletín», que se
marchó al extranjero tras fracasar el 23-F y no volvió hasta varios años
después, sólo fue juzgado por «abandono de destino» y no por colaborador
del golpe?
5. ¿Por qué no se investigó la frase del coronel San Martín en el juicio
de Campamento: «Por una confidencia supe que más gente estaba enterada e
implicada... más de los que aquí comparecemos. ¡Allá ellos y sus
conciencias!»?
6. ¿Por qué el Rey, en su telex a Milans del Bosch, dijo: «... después de
este mensaje ya no puedo volverme atrás»?
7. ¿Por qué el Rey tuvo que decir aquello de: «Ni abdico, ni me voy.
Tendréis que fusilarme»?
8. ¿Por qué de los numerosos militares a los que se les dijo que el Rey
respaldaba el golpe, a ninguno se le ocurrió comprobarlo llamando a la
Casa Real?
9. ¿Por qué no se reveló el nombre del «portavoz parlamentario» que iba a
servir de interlocutor entre los golpistas y los diputados?
10. ¿Por qué el Gobierno de la UCD giró radicalmente a la derecha tras el
fracaso del golpe?
11. ¿Por qué el
golpe aceleró nuestra integración en la OTAN?
12. ¿Por qué no se quiso identificar, con lo fácil que era, a los
tenientes y guardias que agredieron al vicepresidente del Gobierno Manuel
Gutiérrez Mellado?
13. ¿Por qué dijo Armada a Aramburu (director de la Guardia Civil), nada
más llegar al Hotel Palace en la medianoche del 23-F: «Vengo porque me has
llamado tú»?
14. ¿Por qué se impidió a Armada revelar en el juicio el contenido de
su audiencia con el Rey (que duró hora y media) en la Zarzuela, diez días
antes del 23-F?
15. ¿Por qué
el Consejo de Guerra que juzgó a los implicados en el golpe condenó al
general Armada a seis años de prisión y luego el Supremo elevó la pena a
30 años, la misma pena que a Tejero y Milans?
16. ¿Por qué no se investigó debidamente el asalto al Gobierno Militar de
Madrid con intervención de elementos ultraderechistas?
17. ¿Por qué no se investigó quién era la autoridad, «militar por
supuesto», que anunció el capitán Muñecas desde la tribuna del Congreso
que iba a llegar en breve para hacerse cargo de la situación?
18. ¿Por qué Quintana Lacaci, capitán general de la I Región, manifestó
posteriormente que si el Rey le hubiese ordenado el 23-F sacar sus tropas
a la calle y ocupar Madrid le hubiese obedecido? ¿Es que no sabía Quintana
que ello era contrario a la Constitución? ¿Es que ignoraba que ésta
confería al Rey la jefatura de las Fuerzas Armadas sólo a título
representativo y no ejecutivo, pues ello es potestativo del poder civil?
19. ¿Por qué no se investigó y llamó al orden al teniente general Ignacio
Alfaro, presidente de la JUJEM, quien, tras ver el mensaje del Rey por
TVE, se fue a dormir («echar una cabezadita», según su ayudante)?
20. ¿Por qué no se detuvo a Torres Rojas en la propia Acorazada «Brunete»
cuando, a pesar de ordenarle su capitán general, Manuel Fernández Posse,
que regresara a A Coruña, continuó varias horas más en la División?
21. Si la RTVE estuvo controlada por una pequeña columna militar en las
primeras horas, no fue así con las radios privadas, que siempre estuvieron
libres. De ahí surge la pregunta: ¿Por qué el Rey no utilizó una de ellas,
la SER por ejemplo, para dirigirse por sus ondas, aunque fuese brevemente,
para dar tranquilidad al país?
22. ¿Por qué el Gobierno español no protestó ante el de EEUU por la frase
despectiva de su secretario de Estado, Alexander Haig, al conocer la
invasión del Congreso («Es un asunto interno de los españoles»), cuando lo
normal hubiese sido solidarizarse con el mantenimiento de la democracia en
España y el rechazo al militarismo golpista?
23. La diputada Carmen Echave, declaró a El Correo Español: «Cuando
aquella noche me condujeron los guardias al despacho del vicepresidente
del Congreso, Modesto Fraile, me prohibieron encender la luz. «Es por su
seguridad. No le conviene ver quiénes están ahí», me dijeron. Allí dentro
había civiles. Sugerí al ministro Rosón que mandase analizar una botella
de coñac francés que se estaban bebiendo. Tenía que estar llena de huellas
dactilares. Pero a nadie le interesó investigar». ¿Por qué?"
Habrá que esperar
a la desclasificación de documentos secretos, para conocer algo más sobre
el caso; aunque previsiblemente la mayoría de las pruebas documentales y
cintas con imágenes y sonidos, hayan sido convenientemente destruidas, por
quienes han tenido tiempo, interés para ello, o recibido órdenes de
destrucción masiva.
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