La asignatura de religión, lejos de retirarse, vuelve a tener plena
validez y contará en el expediente académico —incluso a la hora de
pedir una beca—. La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad
Educativa (LOMCE) o ley Wert, establece una materia alternativa que se
llama «Valores Culturales y Sociales» en primaria y «Valores
Éticos» en secundaria; sustituyendo a la desaparecida «Educación para
la ciudadanía». Todos ellos contentos, junto con la jerarquía
eclesiástica católica, que rezando, ordena y manda.
En contraste con la situación española, en Francia, a partir de este
mes de septiembre, los colegios, además del lema de la República
francesa —«Libertad, igualdad, fraternidad»—, deberán colgar en lugar
bien visible la «Carta del Laicismo». «Sólo tratamos de explicar lo
que pone en el artículo primero de nuestra Constitución, donde se
indica que la República es indivisible, democrática, social y laica»,
ha declarado el ministro de Educación, Vincent Peillon.
Recordemos que de acuerdo con la Ley Orgánica de Educación, en el año
2006, el Parlamento español, aprobó el Real Decreto Ley 1631, por el
que fue aprobada la asignatura «Educación para la Ciudadanía». Esta
norma venía a dar cumplimiento a la Recomendación (2002)12 del Comité
de Ministros a los Estados miembros, del Consejo de Europa: «La
educación para la ciudadanía democrática es esencial para promover una
sociedad libre, tolerante y justa, además de contribuir a la defensa
de los valores y los principios de libertad, pluralismo, derechos
humanos y Estado de Derecho, que constituyen los fundamentos de la
democracia». Es lo más cerca que hemos estado del laicismo en la
educación, hasta que llegó el ministro Wert.
El objetivo de «La Carta de la laicidad en la Escuela», es reforzar
la enseñanza del laicismo y la promoción de la igualdad, la libertad y
la fraternidad entre el alumnado. En sus primeros preceptos declara
que «Francia es una República indivisible, laica, democrática y
social; y asegura la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, en
el conjunto de su territorio, respetando todas las creencias» (1), y
que «La República laica organiza la separación de las religiones y del
Estado, que no tiene religión. El Estado es neutro con respecto a las
convicciones religiosas o espirituales» (2).
Estos son algunos de sus quince puntos: (3) La laicidad garantiza la
libertad de conciencia a todos, siendo cada uno libre de creer o de no
creer; permitiendo la libre expresión de sus convicciones, dentro del
respeto de las de los demás y dentro de los límites del orden público.
(4) La laicidad permite el ejercicio de la ciudadanía, conciliando la
libertad de cada uno con la igualdad y la fraternidad de todos, con la
preocupación del interés general. (6) La laicidad de la Escuela ofrece
a los alumnos las condiciones para forjar su personalidad, ejercer su
libre albedrío y hacer el aprendizaje de la ciudadanía. (7) La
laicidad asegura a los alumnos el acceso a una cultura común y
compartida. (9) La laicidad implica el rechazo de todas las violencias
y de todas las discriminaciones, garantiza la igualdad entre las
chicas y los chicos y se fundamenta sobre una cultura del respeto y de
la comprensión del otro.
Con todas las matizaciones, incorporaciones y enmiendas, según las
diferencias sociales y culturales, tenemos que igualarnos a lo que
ahora hacen en Francia. Un estado democrático y laico —como el
diseñado en la Constitución española—, debe proteger con neutralidad y
pluralismo las libertades del individuo. «Laicismo y Democracia son
principios indisociables, ya que laicismo significa defensa del
pluralismo ideológico en pie de igualdad, como regla fundamental del
Estado de Derecho, y el establecimiento de un marco jurídico adecuado
y efectivo que lo garantice y lo proteja frente a toda interferencia
de instituciones religiosas o de otra naturaleza filosófica o
ideológica», dice Francisco Delgado, Presidente de la
Asociación Europa Laica.
Propugno un Estado federal, republicano y laico; y para desarrollar
el último precepto, tenemos que empezar por exigir: la derogación de
los Acuerdos con la Santa Sede; que la religión deje de formar parte
del currículo y del horario lectivo, saliendo de la Escuela; que
ninguna simbología religiosa tenga presencia institucional en los
centros escolares; que con dinero público no se financie el
adoctrinamiento religioso en ningún centro escolar o que segregue por
razón de sexo o por otra naturaleza ideológica o social; así como la
retirada de la LOMCE. |