Siria, cien mi muertos


 31 de agosto de 2013

Vaya por delante mi rechazo a la guerra; mi oposición a la solución de conflictos mediante acciones armadas. Igualmente, expreso mi repulsa a cualquier tipo de dictaduras que opriman a los pueblos, sea monárquicas, militares o de credo. No se defiende a las víctimas, sean niños, mujeres y hombres, matando hombres, mujeres y niños. Difícil situación, cuando hay víctimas por medio y tantos intereses en juego.

La guerra es la guerra y siempre es cruel. No es menos cruel matar con armas convencionales, fusiles, bombas o drones, destruyendo casas, hospitales y objetivos militares, que hacerlo con armas químicas o biológicas. Los muertos no van a saber diferenciar la forma con que se les ha quitado la vida. La crueldad está en la guerra misma y en la violencia que utilizamos los humanos para atacar la convivencia.

Las armas químicas ya las ha utilizado Israel contra el pueblo palestino en Gaza. También las utilizó el Iraq de Sadam Husein, con el conocimiento de EEUU, en la guerra contra Irán. Ahora con Siria, después de años en guerra, rasgándose las vestiduras, los países occidentales, alegando una acción humanitaria, quieren limpiar su conciencia. Hay quien se lamenta, porque EEUU y sus aliados no haya reaccionado antes. «No ha sido desinterés, sino una apuesta estratégica calculada», dice la analista Olga Rodríguez. Washington y Bruselas apostaron por una guerra de desgaste. 

Lo que EEUU prepara, nada tiene que ver con una acción de carácter humanitario. En este conflicto, en Siria ha habido 100.000 muertos, seis millones de refugiados y desplazados y ahora, «hablar de acción humanitaria sería, cuando menos, un abuso de lenguaje», dice Javier Solana. El primer ministro británico, Cameron, ha dicho que el ataque con armas químicas en Siria es algo «aborrecible e inadmisible»; aunque Londres no tomará parte en una intervención militar contra Siria, después de que el Parlamento británico haya votado en contra de dicha opción. El presidente Hollande ha anunciado que «Francia castigará a los que han gaseado a inocentes» y el secretario de estado John Kerry, afirma que el uso de armas químicas es una «obscenidad moral». Parece que no eran obscenidad, las muertes producidas hasta ahora.

Se desconoce la postura del gobierno de España ante el conflicto, pero la tomará cuando la tenga que tomar, a la espera de lo que diga la ONU. «Yo tengo la impresión de que nosotros con quien tenemos que estar es con nuestros aliados, creo que estaremos en el lugar correcto», ha zanjado, con su habitual elocuencia, Carlos Floriano, vicesecretario general de organización del PP y Rajoy tomará una decisión sobre su postura en la guerra de Siria «conociendo perfectamente hasta el último detalle», explicó. 

Por su parte el PSOE hace suya las tesis francesa e insisten en que se debe «condenar» el uso de armas químicas, «castigar al régimen de al-Asad» y hacerlo con «un gran consenso internacional», dejando la puerta abierta a respaldar un ataque contra Siria, incluso sin el aval del Consejo de Seguridad de la ONU —único organismo internacional capaz de autorizar una intervención militar por razones humanitarias—, a la vez que piden la comparecencia del Ministro Margallo. Personalmente no termino de entender la postura socialista.

Izquierda Unida califica «la probable acción militar planteada por EEUU y sus países aliados miembros de la OTAN como Turquía, de ilícita e ilegal, y por lo tanto criminal». Y es así, porque el ataque estadounidense, sin autorización del Consejo de Seguridad, crearía una situación de emergencia como la que se produjo en la guerra de Yugoslavia, Iraq o Afganistán. «El uso de la fuerza al margen de la Carta de la ONU solo conlleva más violencia e inestabilidad», ha resaltado Willy Meyer.

Lo que fue un levantamiento popular —la Revolución Siria en 2011— reclamando democracia, libertad de expresión, mejores condiciones económicas y respeto a los Derechos Humanos, se ha convertido en una guerra civil, en una lucha armada por el poder entre el régimen dictador, el sectarismo étnico y la intransigencia religiosa.

La dictadura hereditaria de Bashar al-Asad, se ha convertido en autoritaria y represora. El presidente sirio sucedió a su padre, Hafez —militar que llegó al poder tras un golpe de estado en 1966 y la purga de 1970—, a través de un «referéndum», sin ningún otro candidato, ganado con el 97% de los votos. Mucho antes de que se desencadenara la actual guerra civil, organizaciones internacionales humanitarias, ya denunciaron los terribles abusos de al-Asad. Ha está haciendo una matanza. Ha usado bombas de racimo contra la población, ha bombardeado hospitales y ha sido acusado de torturas y ejecuciones extrajudiciales. Un dictador canalla declarado, con el apoyo interesado, pero firme, de Rusia, Irán y Hezbolá. 

La oposición armada al régimen —«los rebeldes»—, con el apoyo decidido de los países del Golfo, Turquía, especialmente Catar y países occidentales, está formada por grupos dispares, con objetivos bien distintos, bajo la hegemonía del radicalismo suní. A la cabeza Al Qaeda, yihadistas que pretenden establecer un estado islámico; grupos salafistas independientes y la milicia kurda. También han cometido ejecuciones sumarias de soldados, atentados suicidas, asesinato de periodistas, robos y secuestros. Ambos bandos del conflicto han sido acusados desde diversas organizaciones y gobiernos de cometer crímenes de guerra y violación de los Derechos Humanos.

Edward Luttwak, del Center for Strategic and International Studies, en el TNYT y que menciona Olga Rodríguez en su artículo Siria y la obscenidad moral, dice: «Un resultado decisivo para cualquier bando sería inaceptable para Estados Unidos. Una restauración del régimen de Assad respaldado por Irán aumentaría el poder y el estatus de Irán en todo Oriente Medio, mientras que una victoria de los rebeldes, dominados por las facciones extremistas, inauguraría otra oleada de terrorismo de Al Qaeda. Solo hay un resultado que puede favorecer posiblemente a EEEUU: el escenario indefinido. Manteniendo al Ejército de Assad y a sus aliados, Irán y Hezbolá, en una guerra contra luchadores extremistas alineados a Al Qaeda, cuatro enemigos de Washington envueltos en una guerra entre sí mismos».

Los intereses geoestratégicos en la zona, bien podrían provocar actos ocultos no declarados, utilizando la acción humanitaria como excusa. EEUU nos tiene acostumbrados a estos lances: mintió para invadir Iraq, con las famosas armas de destrucción masiva y desde entonces —incluida la ocupación en Afganistán— ha creado centros de tortura en todo el mundo, utiliza drones para cometer asesinatos extrajudiciales y vende armas a dictadores y gobiernos represores. No son de fiar.

Veremos que ocurre. Espero que cuando vea la luz este artículo, EEUU haya dejado en manos de la ONU la resolución del conflicto por vías pacíficas, que evite más bombardeos y ataques y más guerra de desgaste. Porque las bombas occidentales no van a ayudar a la población siria; porque va haber más víctimas civiles; porque no hay garantía de que no vuelvan a utilizarse armas químicas; y porque, probablemente, el presidente Bashar al-Asad va a seguir en el poder. 

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Víctor Arrogante
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