El Partido Popular
gana perdiendo, el Partido Socialista pierde ganando, Podemos gana por
menos de lo esperado, Ciudadanos resbala ganando y Unidad Popular sufre
las consecuencias de la ley electoral. Como será la cosa, que la Comisión
Europea no sabe a quién felicitar. Estas son algunas de mis conclusiones
de urgencia, tengo otras; y si dejamos pasar unos días podremos sacar más.
Otras tantas pueden ser las consecuencias.
Los resultados en
las Elecciones Generales, presentan múltiples escenarios posibles: desde
una alianza de los partidos de centro izquierda, que no suman mayoría
absoluta, hasta un gobierno del PP en minoría, con el apoyo de Ciudadanos.
Otra alternativa es la convocatoria de nuevas elecciones generales. El 13
de enero comienza el proceso parlamentario. El Reglamento establece que el
presidente se elige en primera votación por la mayoría absoluta de la
cámara y de no conseguirlo, en las siguientes por mayoría simple. Si
transcurren dos meses sin que ningún candidato alcance ese mínimo, el
presidente del Congreso comunicará al Rey la convocatoria de nuevas
elecciones generales y todo puede ocurrir.
El
PP ha ganado las elecciones generales, pero los 123 diputados conseguidos,
le sitúan lejos de la mayoría absoluta con la que han gobernado los
últimos cuatro años y se enfrenta a una complicada negociación con otros
grupos políticos para poder formar gobierno. Las otras fuerza políticas
tampoco lo tienen fácil. Todo está por ver y por decidir. Políticamente,
estamos en uno de los peores escenarios posibles, pero el Sistema
democrático tiene que ser capaz de superarlo. Ha hablado el pueblo y esta
es su voluntad. A los partidos políticos les toca gestionarla. Ha llegado
el cambio.
Los escaños
conseguidos son: PP-123, PSOE-30, Podemos-69, Ciudadanos-40, Unidad
Popular-2, y el resto suman 26. Con este panorama, la gobernabilidad se
hace difícil. Ningún partido obtiene la mayoría suficiente para gobernar
en solitario y dependerá de los pactos postelectorales para gobernar en
minoría. El PP asume la responsabilidad de formar gobierno. Los populares
buscarán un acuerdo con Ciudadanos, sin tener mayoría absoluta, que podría
tener repercusiones a lo largo de la legislatura, por las exigencias de
Ciudadanos. El PSOE podría intentar encabezar una alternativa de gobierno
de centro izquierda sumando al menos los apoyos de Podemos, UP-IU y algún
otro nacionalista, aunque es difícil. Lo que si es cierto, es que el
bipartidismo ha termina tras la consolidación electoral de Podemos y
Ciudadanos.
En titulares, el
panorama se presenta con que el PP gana sin votos para gobernar; el PP
queda quedaría lejos de la mayoría absoluta «Lío general»; los españoles
piden negociación y consenso; «España tumba el bipartidismo»; «Rajoy
consigue una victoria con sabor a derrota»; los resultados llevan a un
país difícil de gobernar y con difícil solución; la pérdida de la mayoría
del PP abre espacio a los pactos; «PP y Ciudadanos superan en cuatro
escaños la suma de PSOE y Podemos»; la coalición de PP y PSOE aseguraría
la gobernabilidad; Podemos supera a los nacionalistas; Convergencia, en su
mínimo histórico; UPyD, Unió, BNG y Geroa Bai, desaparecen del Congreso.
Por último, el PP logra la mayoría en el Senado. Con esta mayoría quedarán
bloqueadas las iniciativas de reformar las principales leyes y de la
Constitución.
No parece que
pueda darse un «pacto a la portuguesa», para evitar que siga gobernando
Rajoy. El acuerdo de los partidos de centro-izquierda PSOE, Podemos, IU es
improbable. Si sumaran a Esquerra Republicana a la iniciativa, con sus 9
escaños, darían un vuelco a la situación, con 170 diputados, frente a los
163 de los conservadores y Ciudadanos. Desde el seno del PSOE, ya le han
advertido a Pedro Sánchez, que es mejor estar en la oposición, que pactar
con los nacionalistas que quieren romper España.
Las formaciones
nacionalistas suman 26 escaños; 12 menos que en 2011 y podrían tener su
protagonismo en algunas de las posibles combinaciones para la formación
del Gobierno. La pérdida de escaños se ha producido por la irrupción con
fuerza de Podemos, que se ha convertido en la más votada en comunidades de
arraigo nacionalista como el País Vasco y Cataluña. El problema de los
pactos con los nacionalistas, vendría por las exigencias de
contrapartidas, probablemente, sobre el derecho a decidir o sobre los
presos políticos, difícil de asumir por el PSOE.
El PP no podrá
formar Gobierno, si no cuenta con el apoyo activo o pasivo de parte de la
oposición. Antes hay que formar la Mesa del Congreso y elegir a su
presidente, muy importante para el curso de la legislatura. Iremos viendo
estos actos, que nos permitirán conocer si hay voluntad o no de pactar y
hasta adonde llegan. Veremos también si el rey, que designa al candidato,
tiene iniciativa propia o se limitará a proponer al candidato que más
votos ha obtenido o el indicado por los partidos. Por cierto y para ir
aclarando datos, el PP, que sí ha sido el partido más votado, ha obtenido
7.215.530 votos y el resto de los partidos con representación
parlamentaria 16.910.189.
El presidente del
Gobierno en funciones Mariano Rajoy, buscará apoyos para formar un
«gobierno estable» e intentará formar gobierno porque ha «ganado» las
elecciones generales» y «quien gana las elecciones debe intentar formar
gobierno», en un juego de palabra made in Mariano. Reconoció que
esta nueva etapa «no va a ser fácil», pero que hará todo por «el interés
general de España». Poca autocrítica por haberse dejado en el camino
3.651.036 votos y 60 escaños, salvo mencionar que tuvieron «episodios de
corrupción que hicieron mucho daño al partido». Hay dirigentes del PP que
no descartan nuevas elecciones ante la negativa del PSOE a abstenerse. A
Aznar no se le escapa una y pide un congreso abierto, cuestionando el
liderazgo de Rajoy, que no se ha visto en otra parecida y con poca cintura
conocida.
Por su parte Pedro
Sánchez, decide votar no a la investidura de Rajoy, aunque reconoce que le
corresponde al PP la responsabilidad de formar gobierno al haber «ganado
las elecciones». Para el líder socialista España «quiere izquierda y
quiere cambiar», sin explicar bien como va a actuar para ese cambio desde
la izquierda que menciona. El socialista se mostró satisfecho: «Hemos
hecho historia, hemos hecho presente y el futuro es nuestro» y Cesar Luena
se congratula de haber vencido a las encuestas. Los varones regionales,
prefieren un PSOE en la oposición, antes que alcanzar pactos con nadie que
defienda la independencia de Cataluña o la «autodeterminación de los
pueblos de España». Nadie parece valorar que el PSOE ha perdido 20 escaños
y 1.472.818 votos y que el PSM ha quedado cuarto en Madrid, cuya lista
encabezaba el propio secretario general del partido Pedro Sánchez. De
victoria en victoria, hasta conseguir la derrota.
Para Pablo
Iglesias, «España ha votado un cambio de sistema». Aparece Podemos en la
escena parlamentaria como tercera fuerza, con 5.189.333 votos y 69
diputados (En Comú Podem, Compromis-Podemos-És el Moment, En Marea).
Podemos no apoyará al PP «ni por activa ni por pasiva» y no habla de otras
posibles investiduras o pactos. Decidido desde el principio, marca sus «5
líneas rojas»: convocatoria de un referéndum en Cataluña sobre su encaje
en España, reforma constitucional para cambiar el sistema electoral y
establecer una moción de confianza ciudadana al Gobierno a mitad de
legislatura, blindar constitucionalmente los derechos sociales, asegurar
la independencia de la justicia, y poner fin a las puertas giratorias,
para que «Que nunca más exministros y expresidentes estén en Consejos de
Administración de empresas estratégicas».
Rivera sitúa a
Ciudadanos y sus 40 diputados, como «eje de una nueva transición». En su
opinión, los resultados electorales confirman «una nueva etapa de
esperanza e ilusión porque millones de españoles han decidido que este
país va a cambiar». Rivera ofrece su abstención para que el PP forme
Gobierno y pide al PSOE que le deje gobernar, señalando que el interés
general primará sobre los intereses de partido. «Queremos mucho a
Ciudadanos, pero queremos más a España». Según explicó, la verdadera lucha
contra el bipartidismo comienza con la entrada de Ciudadanos en el
Congreso, donde peleará por cambiar una ley electoral «injusta» y
conseguir que todos los votos «valgan igual», por alcanzar un pacto
nacional por la educación y para despolitizar la justicia.
Alberto Garzón, se
ofrece para un frente anti-PP y dice no temer por el futuro de IU.
Reconoce los malos resultados y critica la «injusticia» de la ley
electoral y con razón. Antes de concurrir a las elecciones se conocían las
reglas de juego, lo que no impide criticar y proponer decididamente el
cambio de sistema. Si el PP necesita 58.663 votos para conseguir un
diputado, IU necesita 923.105 para conseguir dos, o los 81.750 votos, para
1 escaño para Coalición Canaria. Demasiada diferencia que prima a los
grandes.
Rajoy no va a
salir elegido presidente en la primera vuelta, por no tener mayoría
absoluta y porque difícilmente va a conseguir el apoyo de otros grupos. En
segunda vuelta solo sería presidente si el PSOE facilita la investidura
absteniéndose, aunque ya han advertido que nunca votarán a Rajoy, si bien
nada dicen de otro posible candidato del PP. Pedro Sánchez también podría
intentar formar gobierno, con el apoyo de Podemos y los grupos
nacionalistas, aunque lo tiene difícil, por cuestión del Referéndum en
Catalunya. En la posibilidad de convocatoria de nuevas elecciones
generales, es seguro, que el PP cambiaría de candidato y el PSOE también.
Los responsables
políticos han de ser prudentes y evitar frases grandilocuentes para poner
a priori condiciones y exigencias innegociables. Son momentos de
negociación, pactos y acuerdos. En primera sesión parlamentaria, nadie va
a salir elegido presidente. En segunda convocatoria se abren múltiples
posibilidades y cruces de colores, si todos ceden algunas de sus demandas;
si no, en primavera acudiremos de nuevo a las urnas, que no es malo por si
mismo. El llamado gran pacto PP-PSOE es impensable; PP-Ciudadanos no es
suficiente en primera, pero podía darse en las siguientes; entre
PSOE-Podemos está el referéndum en Catalunya, así como con los partidos
nacionalistas.
El sistema
electoral, creado a imagen y semejanza del espíritu de la Transición, ha
venido facilitando la gobernabilidad, con el bipartidismo PP PSOE como
protagonista. Ahora, mantener este sistema, no deja de ser un despropósito
político que debe corregirse, para que la voluntad del pueblo expresada en
las urnas, tenga una proporcionalidad justa, con el poder político en el
Parlamento.
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