No hay
mayor violencia social que la desigualdad. No hay mayor crimen que los
que se cometen contra quienes sufren desigualdad, que son los más
vulnerables. En el caso de las mujeres, se dan las dos circunstancias:
sufren desigualdad social y son victimas de la violencia machista, que
es terrorismo. El Estado no adopta las medidas necesarias para
combatirlo; y la sociedad no tiene la conciencia suficiente necesaria,
ante esta lacra que se ejerce contra la mitad de la humanidad.
Naciones Unidas estableció como
Día Mundial de la Mujer el 8 de marzo, para
reflexionar acerca de los avances logrados, pedir más cambios y celebrar
la determinación de las mujeres que han jugado un papel clave en la
historia. El lema de este año 2016 es «Por
un Planeta 50-50 en 2030: Demos el paso para la igualdad de género»,
que impulse la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible y la aplicación
efectiva de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible, bajo la
iniciativa «Demos
el paso» de ONU Mujeres y otros compromisos en
materia de igualdad de género, empoderarmiento y derechos humanos de las
mujeres.
Un día
como el 8 de marzo, no es para celebrar, sino para reafirmar el
compromiso con la eliminación de todas las formas de discriminación y
violencia, especialmente contra las mujeres. Difícilmente se podrá
conseguir, si no se cambia el modelo social, por otro justo y
democrático; en el que se promuevan políticas económicas igualitarias,
empleo de calidad, lucha contra la pobreza, la desigualdad y la
violencia de género. Tenemos que superar las políticas llevadas a cabo
por la derecha reaccionaria y austericida, ejecutadas por el PP
en estos últimos cuatro años, que han significado un retroceso en
derechos y recortes sociales para la ciudadanía con un fuerte impacto
para las mujeres.
Tenemos que tomar conciencia del sufrimiento de las víctimas de
violencia machista. El 92% de los españoles considera «totalmente
inaceptable» la violencia ejercida por un hombre hacia su pareja o ex
pareja. Sin embargo, cuando se pregunta sobre cuales son sus principales
preocupaciones, el resultado es otro. Según el CIS,
la violencia contra la mujer, es considerada
como problema en España, para el 1,3%, muy por detrás del paro 77,9%; la
corrupción y el fraude 39,2%; los partidos y la política en general
23,4%; los problemas de índole económica 23,2%; o los problemas de
índole social 11,7%. No preocupa el tema por falta sensibilidad,
conciencia de la injusticia y por indecencia.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas,
la población española esta formada por 46.423.064
personas, de las que el 50,87% (23.615.461) son mujeres y en el mundo
más de 3.662 millones (49,6%). Las mujeres son más y las que mayor
discriminación sufren, en posición social, salarios, representación
política y empresarial. Seguimos otorgando a la mujer un papel
secundario, cuando no de esclava, al servicio de todos cuantos conforman
el núcleo familiar. Vemos como las «madres», también en familias
monoparentales, después de sus ocupaciones profesionales, soportan las
faenas del hogar casi en exclusiva, como si de «obligación» consistiera,
mientras hijos e hijas, continúan en sus quehaceres estudiantiles, de
trabajo o de ocio, sin preocuparse por ninguna labor doméstica. ¡Mujeres
del mundo uníos!, por la justicia.
Según los datos de paro registrado en el mes de febrero, facilitados por
el
Ministerio de Empleo y Seguridad Social, se
produjo un incremente de 2.232 personas. Mientras el desempleo masculino
disminuyó en 200 personas, (hasta los 1.891.473, representando el
45,57%), el femenino creció en 2.431 mujeres, hasta llegar a 2.261.513
mujeres desempleadas (54,48%). Los
datos de afiliación a la Seguridad Social no
son menos alentadores: de los 17.167.712 de afiliados, 7.962.200 son
mujeres (46,38%) y 9.205.512 son hombres (53,62%). Hay 1.243.312 más
trabajadores que trabajadoras.
La discriminación se observa de manera clara y notoria en los salarios
percibidos por los hombres y mujeres. El salario medio anual de los
hombres, según la última
Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadísticas,
fue de 25.675,17 euros, mientras que el de las mujeres fue de 19.514,58
euros, representando el 76,0% del masculino. Por lo que respecta a la
distribución salarial, la desigualdad entre sexos es apreciable. En el
año 2013, el 18,6% de las mujeres tuvo ingresos salariales menores o
iguales que el Salario Mínimo Interprofesional (SMI), frente al 8,3% de
los hombres. Si se tienen en cuenta los salarios más elevados, el 10,2%
de los hombres presentaron unos salarios cinco veces superior al SMI,
frente al 4,7% de las mujeres.
El 23%
de todas las mujeres en paro de la Unión Europea viven en España. Hay
tantas españolas en paro, como francesas, finlandesas, danesas, belgas y
alemanas juntas. España se sitúa tres puntos por encima de la media de
la UE en brecha salarial en salario hora, con una diferencia del 19,3%
frente al comunitario 16,3%. De hecho, según la mencionada Encuesta
Anual de Estructura Salarial, la diferencia en salario bruto anual es
del 24%. 6.795.400 mujeres asalariadas percibieron 6.160,91 euros de
media anuales menos. Estos datos y otros identifican a la «Marca
España».
En 2015 la situación sociolaboral de las mujeres pasó a ser de
extraordinaria precariedad,
denuncian las centrales sindicales CCOO y UGT:
mayor segregación ocupacional, desempleo, creciente brecha salarial,
persistencia del techo de cristal, mayor violencia de género, déficit en
conciliación y corresponsabilidad, brechas en pensiones y protección
social. Factores que evidencian la insuficiencia e ineficacia de las
políticas públicas para combatir el grave problema de la discriminación
laboral y de la violencia estructural contra las mujeres
Las
mujeres sufren hoy más la desigualdad, porque el Gobierno del PP ha
recortado un 43% el Programa de Igualdad de Oportunidades entre mujeres
y hombres y un 17% el Programa de Prevención Integral de la Violencia de
Género. Ha paralizado la actividad de organismos específicos, como el
Observatorio Estatal de Violencia sobre la Mujer, el Instituto de Mujer
e Igualdad de Oportunidades y el Consejo Estatal de Participación de la
Mujer. Los recortes han supuesto un grave déficit en la aplicación
efectiva de la ley para la igualdad efectiva de mujeres y hombres (LO
3/2007), así como en las medidas de protección integral contra la
violencia de género o la ley de Dependencia. Sin recursos suficientes
difícilmente se avanzará en igualdad y justicia social.
La violencia sobre la mujer
por razones de género en el ámbito de la pareja y expareja o aquella que
sufren las mujeres en cualquier otro ámbito, es una realidad injusta,
injustificable e indiscutible. Cuando se habla de violencia machista,
siempre hay alguien, el machista que justifica la violencia, que recurre
al mito de las denuncias falsas por maltrato. Según
Memoria de la Fiscalía General del Estado, entre el año 2009 y 2014,
el número de sentencias condenatorias por denuncia falsa y el de las
denuncias formuladas por violencia de género en ese periodo —que fueron
783.826—, representan tan solo el 0.011%. Queda desmontado el mito de
las denuncias falsas. Tolerancia cero es la expresión de una decisión
definitiva contra la violencia, porque el machismo mata y no caben
justificaciones malintencionadas.
Podría haber sido un excelente titular:
Ayer no ha sido asesinada ninguna mujer,
pero no paran.
Un hombre ha sido detenido por apuñalar a una mujer en Ocaña
y una mujer ha sido asesinada en Hoyo de Manzanares, supuestamente por
su hermana. Las mujeres son
víctimas del terrorismo machista. Desde el 7
de junio de 1968 y hasta el 16 de marzo de 2010,
ETA asesinó a 829 personas. Asesinatos
terribles, que han supuesto dolor, sufrimiento, perdidas irreparables y
políticas que no han permitido una verdadera convivencia pacífica. 19
muertos al año, que se dice pronto. Desde 1999,
el terrorismo machista, ha asesinado en España a 1.233 mujeres
y 12 mujeres han sido asesinadas en estos dos meses que llevamos de
2016. La violencia machista, nace de los propios valores que la cultura
ha establecido para la convivencia; una «violencia estructural», que hay
que desestructurar por humanidad, justicia y decencia.
Hay que
erradicar la violencia de género y que adquiera la consideración de
cuestión de Estado. Que las mujeres víctimas tengan ka misma
consideración que el resto de las víctimas del terrorismo. Solo educando
en igualdad podremos vivir en igualdad, por lo que es necesario
incorporar al currículo educativo la formación específica en igualdad,
educación afectivo-sexual y prevención de la violencia de género en
todas las etapas. Hay que garantizar la igualdad de mujeres y hombres en
el acceso, mantenimiento y promoción en el empleo, mediante una ley de
igualdad salarial que elimine la brecha, que se eleva hasta el 38% en
las pensiones.
Es
necesario un acuerdo político de cambio, progreso y de izquierdas, que
se comprometa decididamente con la igualdad, garantizando, mediante la
negociación colectiva y el diálogo social, la defensa de los derechos
laborales, la denuncia de la protección social. Que acabe con la
violencia machista, que es terrorismo. Contra la violencia machista,
políticas, servicios de prevención y apoyo a las mujeres que la sufren.
Contra la violencia, ideas, palabras, acción, decencia y dignidad.
Por la
igualdad real y efectiva entre todos los seres humanos y solidaridad.
Hay que terminar con las injusticias sociales. Hay que conseguir la
igualdad en derechos e igualdad de trato. Igualdad en derechos
ciudadanos, sociales y laborales y la máxima protección como víctimas
del terrorismo machista. Máxima sensibilidad social y reconocimiento
institucional de primer orden contra la violencia.
__________________________
Nota:
Reflexión que hago en memoria de mi madre y hermana; dedicada a mis
hijas, nietas y mi compañera y a todas las buenas mujeres que se han
cruzado en mi vida.