Mariano
Rajoy, presidente del Gobierno en funciones, ha fracasado al no
conseguir los apoyos necesarios en la segunda votación de la
investidura. Se ha quedado corto en la suma de escaños y es que tiene
pocos amigos; ni siquiera los treinta y dos diputados de Ciudadanos, que
le han votado tapándose la nariz. La mayoría absoluta del Congreso ha
votado en su contra, lo que resulta parecido a una «moción de censura»,
en la que le han dicho: márchese, no le queremos de presidente ni en
funciones ni en pintura. El Comité Ejecutivo del PP blinda a Rajoy tras
el fiasco de la investidura, saliendo en su defensa, que es como salir
en defensa de los propios miembros ejecutivos.
En España se
elige presidente mediante la investidura tras la celebración de
elecciones generales, si consigue los suficientes apoyos parlamentaros.
También mediante una moción de censura se elige una alternativa o tras
exigirle responsabilidades. Está prevista la figura de la «moción de
censura» en los artículos 113 y 114 de la Constitución: «El Congreso de
los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno
mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura». La
moción debe ser constructiva, esto es que la propuesta (apoyada al menos
por la décima parte de los diputados), tiene que incluir un candidato a
la presidencia. Otra institución bien distinta es la «cuestión de
confianza». En ambos casos la mayoría absoluta parlamentaria es crítica;
se gana la censura o se pierde la confianza. No estamos en ésas y
discúlpenme si consideran que divago, pero quiero hacer un repaso a
estas cuestiones, por si hay que tenerlas en cuenta.
Rajoy ha fracaso y ha dejado de tener la
consideración de candidato, manteniendo el de Presidente en funciones no
sabemos hasta cuando.
España entrará en el Top-3 de países sin Gobierno,
igualando a Camboya. Más allá quedan Moldavia y Bélgica, dos países que
sobrepasaron los 500 días en funciones. Ni con terceras elecciones
parece posible que España supere la cifra de los 500 días, pero hace tan
solo unos meses, la de los 300 días también parecía lejana. No digo que
sea malo ni bueno, constato un hecho que muestra la peculiaridad de
nuestro Sistema. La democracia se caracteriza por la participación
ciudadana y votar como la mejor forma. Prefiero terceras elecciones
generales a que gobierne Rajoy con el PP, como única opción «viable»
para formar gobierno «estable, moderado y eficaz», como el propio
candidato se presentó.
Rajoy llega
tarde. Ahora ofrece grandes pactos sobre pensiones, educación,
financiación autonómica, violencia de género y energía. Aseguró que si
es investido convocará el Pacto de Toledo para acometer una reforma que
garantice la sostenibilidad del sistema de pensiones. Asimismo, planteó
un pacto nacional por la educación que abarque desde primaria hasta la
universidad, que se centre en la adquisición de competencias y que
permita a todos acceder al sistema en igualdad de condiciones. El
candidato defendió la unidad de España y no ve necesario reformar la
Constitución. Rajoy ya ha hecho historia, entre otras cuestiones por ser
el único que ha perdido una sesión de investidura.
Ni Rajoy ni el PP son de fiar. Apenas han pasado
unos días desde la firma con Ciudadanos del pacto anticorrupción, cuando
colocan al ministro Soria, el de los papeles de Panamá,
en el Banco Mundial. Premian a un político mentiroso y manchado por la
corrupción, con un sueldo de 226.000 euros al año. Un destino dorado,
como el de Trillo en Londres o el de Wert en París. Como son; Cospedal
defiende el nombramiento de Soria porque no conoce «nada que le
relacione con corrupción», cuando es la seña de identidad del PP. ¿Qué
le deberá Rajoy a Soria para favorecerle de esta forma con la que está
cayendo? «¿Qué
se va a hacer? ¿Se le echa de España?», dice
con desvergüenza el presidente en funciones.
El discurso de investidura de Rajoy abrió las
portadas de todos los diarios con distintas interpretaciones. Para El
País «Rajoy cumple el trámite en el Congreso sin opciones de éxito»,
destacando que se presentó «como la única opción estable, moderada y
eficaz». El Periódico titula: «No hay alternativa». Por su parte La
Vanguardia dice que «Rajoy traslada al PSOE la carga de otras
elecciones». El Mundo resalta que Rajoy emplaza a Sánchez «ante la
amenaza contra la integridad territorial». Para ABC, «Rajoy tiende la
mano al PSOE y le ofrece siete pactos de Estado». El Economista señala:
«Rajoy urge a formar Gobierno para reactivar la inversión y el empleo».
Para todos los gustos, pero con las mismas intenciones no escondidas. El
País y El Mundo coincidieron hasta en sus portadas: «El portazo de
Sánchez aboca a terceras elecciones», señalando que
Pedro Sánchez ha cerrado toda posibilidad de entendimiento con el PP.
Y hoy El País nos sale con una editorial pidiendo que
los dos responsables del bloqueo, den un paso atrás.
Permítanme
que continúe con mis apuntes sobre la figura de la moción de censura,
que seguramente habría que haber utilizado en esta pasada legislatura.
Desde que se aprobó la Constitución en 1978, se han presentado dos
mociones de censura y en otras dos ocasiones, se han planteado
cuestiones de confianza, con diferentes resultados y conclusiones. Fue
en mayo de 1980, cuando el PSOE presentó la primera «moción de censura»
al presidente Suárez. La iniciativa originó un desgaste tremendo para el
gobierno y fue el principio del fin, que llegó en 1982. La moción fue
rechazada por los únicos 166 votos del grupo parlamentario del CDS, que
se quedó solo en el rechazo.
La segunda
«moción de censura» la presentó Alianza Popular contra Felipe González,
el 23 de marzo de 1987. Igualmente la moción fue rechazada; en esta
ocasión por 195 votos en contra (PSOE, Izquierda Unida, PNV, EE), 67 a
favor (AP y Unión Valenciana) y 70 abstenciones (CDS, CiU, PDP, PL, PAR,
AIC y CG). AP, quiso repetir la jugada de los socialistas contra el CDS,
pero no les salió bien y consiguió que el PSOE volviera a ganar las
elecciones y estuvo en el poder hasta 1996.
Ahora, a la espera de nuevos pactos, el PSOE acusa
a Rajoy de hacer un discurso de «burócrata y de político cansado» y no
ve ninguna razón para que los socialistas le apoyen. Todo parece que
Sánchez hará un segundo intento para evitar terceras elecciones,
aunque son especulaciones no confirmadas, tras lanzar el mensaje de que
trabajará «sin descanso» para entenderse entre las fuerzas del cambio.
En orden interno,
intentará llevar el debate tras el NO a Rajoy a cuadros y bases del PSOE
para esquivar a los barones. Iceta apuesta por
intentar un acuerdo PSOE-Podemos al que no se oponga Ciudadanos y
Zapatero por un pacto entre partidos, advirtiendo que pactar «no es
traicionar». Hay que valorar como positivo que el PSOE, pese a casi
todas las predicciones, se ha reafirmado en su «no» a Rajoy. Sánchez
llamará a Iglesias y a Rivera para intentar buscar un «Gobierno del
cambio», confiando en la generosidad de Podemos y Ciudadanos. Lo que
ocurra a partir de ahora es futurología, pero mucho van a tener que ver
las elecciones del día 25 en Euskadi y Galiza.
Unidos Podemos
recibe con escepticismo la llamada de Pedro Sánchez «a las fuerzas del
cambio» y no interpretan la apelación de
Sánchez como una llamada a la negociación. Pablo Iglesias, comparó el
discurso de Rajoy con una viñeta del antiguo semanario Hermano
Lobo donde «un viejo dirigente» se ofrece para que la ciudadanía elija
entre él y el caos, cuando en realidad ambas opciones son el caos.
Alberto Garzón, reprochó a Rajoy que no haya dedicado «más de minuto y
medio» a la corrupción y le acusó de «continuismo en las formas y en el
contenido». En definitiva
Rajoy no es que sea la alternativa a nada, sino que ha demostrado ser un
desastre político, es mi opinión.
¿Y qué decir de Albert Rivera y Ciudadanos?, pues
que se equivocan si creen que gracias al su «¡por España, por los
españoles!» se puede ir dando tumbos y cambiando de chaqueta según el
día de la semana (Marcial
Vázquez). «Una cosa es no tener una ideología
política muy pronunciada (centrista, dicen)»; y otra una estrategia que
consiste en actuar como oportunistas a pesar de creerte con sentido de
oportunidad».
De todo lo visto y oído, me quedo con la
intervención de Gabriel Rufián de ERC y sus
preguntas a Rajoy, que hago mías: ¿Por que un proceso que solo reclama
urnas y que ostenta unas mayorías parlamentarias absolutas es
antidemocrático y que a ustedes, para presidir su Estado, les deba
proponer un señor desde un palacio, al que nadie ha votado es normalidad
democrática? ¿Por qué su Constitución vale para amenazar a un pueblo y
no para darle techo? ¿Por qué 80 años después Lorca sigue en una cuneta
en Granada y «Billy el Niño» corriendo medias maratones en Madrid? Si el
estado español tras 8 años de políticas reaccionarias y neoliberales
debe más del 100% de su PIB ¿Por qué una urna en un colegio electoral de
Cataluña es lo que amenaza la soberanía española? ¿Por qué Carme
Forcadell puede acabar en un juzgado tras cumplir con un mandato
democrático y el señor Fernández Díaz, quizá, en la Embajada del
Vaticano, tras conspirar desde su despacho? No hubo respuestas.
Y entre tanto discurso, aparecen
demasiadas razones o argumentos falsos con apariencia de verdad.
Para unos lo imprescindible es tener urgentemente un Gobierno; pero no a
cualquier precio, menos si hay que cargar otros cuatro años con un
gobierno representante de la derecha reaccionaria. Todos advierten de
que hay que evitar a toda costa terceras elecciones; muchos lo dicen con
la boca chica y como máxima razón, el «ridículo» de España ante Europa y
el mundo, mundial. Los puristas demócratas, alegan que esta situación es
dañosa y perjudicial para la democracia; negando que la democracia es la
participación que el PP ha negado. El PP defiende que ha ganado las
elecciones y debe gobernar; sin decir que el Sistema es parlamentario y
debe gobernar quien más apoyo consigue en el Congreso. Todos culpan a
Pedro Sánchez del bloqueo y de todos nuestros males; cuando sólo hay un
gran culpable: Mariano Rajoy Brey, su gobierno y el Partido Popular, que
ha ejercido el poder de manera autoritaria, fundamentalista y despótica,
con una política, represiva, regresiva, antisocial y corrupta.
Cada cual
tiene lo que se merece y Rajoy se merece el fracaso en la investidura.
Sus políticas han sido injustas por perjudicar a la mayoría social, la
economía no sale adelante y la corrupción tiene cercada a su partido.
Han traicionado la voluntad de la soberanía popular, actuando con formas
poco democráticas. Con estas señas de identidad, no pueden venir ahora
pidiendo, con amenazas y mintiendo, que se les deje seguir gobernando.
Ahora quieren pactos y hay que evitar que ni Rajoy ni el PP vuelvan a
gobernar. Malas artes son las que utiliza la famiglia genovesa
¡Por un Gobierno progresista y de cambio!