Ojo al dato.
Ya no es corrupción política para Ciudadanos: malversación, tráfico de
influencias, abusos en el ejercicio de su función, prevaricación (sin
enriquecimiento), infidelidad en la custodia de documentos, violación de
secretos, fraudes y exacciones ilegales, negociaciones y actividades
prohibidas a los funcionarios. Dicen que el poder corrompe y el poder
absoluto, absolutamente. «No es fácil llegar a un poder absoluto sin
prácticas poco recomendables y corruptas. Se precisan excusas,
colaboradores necesarios e interesados, cómplices y mayorías
silenciosas; ese caldo de cultivo necesario que permite ejercer el poder
no para la mayoría, sino para unos pocos», dice la abogada Clara
Fernández. En su opinión, la corrupción es «el poder en su esencia
antidemocrático, elitista, subvertido, el poder que como una mancha de
aceite se extiende y va ensuciando a las instituciones que lo deberían
vigilar y limitar». El poder avanza por la impunidad, desde el poder
injusto, al poder absoluto.
Cuatro delitos de corrupción quedan fuera del
pacto PP–Ciudadanos. El compromiso de que los imputados por corrupción
deben abandonar sus cargos públicos, únicamente afectará a quienes
obtengan un enriquecimiento personal o financien irregularmente a su
partido. De esta forma quedan fuera
el cohecho, la negociación prohibida a
funcionarios, la prevaricación y algunos supuestos de la malversación de
caudales públicos. Los negociadores
rebajan sus exigencias a la hora de determinar a quién afecta y qué
delitos pueden considerarse corrupción política, dejando fuera a los
consejeros de las comunidades autónomas y a los concejales municipales.
La
malversación es un delito por el uso indebido del dinero público, pero
PP y Ciudadanos no lo incluyen dentro de su definición de corrupción
política. «No es lo mismo robar que equivocarse o cometer un error de
gestión», declara Fernando de Páramo. Tampoco tienen en cuenta en el
pacto anticorrupción, el delito de prevaricación administrativa, que
consiste en que un funcionario público, es consciente de estar dictando
resoluciones injustas, no perseguir y castigar a un delincuente, o
dictar resoluciones arbitrarias. Otro de los delitos de corrupción que
quedan fuera del pacto, son los casos en los que un funcionario o
dirigente político, que «debiendo intervenir por razón de su cargo en
cualquier clase de contrato, asunto, operación o actividad, se
aprovechen de tal circunstancia para forzar o facilitarse cualquier
forma de participación, directa o por persona interpuesta, en tales
negocios o actuaciones».
La corrupción ha dejado a las cuentas del Estado
echas unos zorros y a la economía de la mayoría de la gente en estado
calamitoso, por lo que si no fuera por la gravedad de la situación,
sería para tomárselo a broma. Valoro lo que se podría haber hecho con
todo lo esquilmado, robado y estafado en este tiempo y Soto del Real es
poco castigo. Queda demostrando que el PP y Ciudadanos trabajan juntos
por cambiar todo, algo así como «hoy
digo esto y mañana lo cambio». Un
partido imputado y otro que quería regenerar la democracia, se limitan a
cambiar las definiciones. Para Iñigo Errejón, la gran medida
anticorrupción de PP–C's es recortar el significado de corrupción; de
esta forma Bárcenas, prevaricación y malversación desaparecen. Rajoy
está encantado con el cambio de postura de C's y ha exigido incluir una
coletilla: «y si no, pues tampoco pasa nada», puesto que la corrupción
«es la corrupción salvo alguna cosa».
El siguiente paso a dar por Ciudadanos, para
complacer al PP, será
pedir a la RAE la redefinición del concepto
de corrupción. La corrupción política
es el abuso de poder, mediante la función pública para beneficio
personal o de terceros. También lo es la mala conducta por dejación.
Corrupción es la acción y efecto de corromper. Para la
Real Academia,
corrupción es «En
las
organizaciones,
especialmente
en las públicas,
utilización
de las funciones y medios de aquellas en provecho,
económico
o de otra índole,
de sus gestores».
La corrupción es la práctica del abuso de poder, de funciones o
de medios, para sacar un provecho económico o de otra índole. Corrupción
política es hacer mal uso del poder público para obtener una ventaja
ilegítima contra el pueblo.
La regeneración que decía traer Ciudadanos, esa de
«nosotros
no estamos aquí para que sigan gobernando los mismos y no apoyaremos a
Rajoy», ha ido mutando en regeneración
lingüística. Rivera no ha podido separar la corrupción de la seña de
identidad del PP. Quienes venían a cambiar las cosas,
se rinden en su cruzada contra la
corrupción. La malversación y la
prevaricación ya no son motivo para dimitir, a diferencia de sus
exigencias en el caso de Chaves y Griñán. Pretender que cualquier
imputado tenga que ser apartado de su cargo es «demagogia pura y dura»,
afirman, bajando el listón de la corrupción política a únicamente los
casos en los que ha habido enriquecimiento ilícito «No es lo mismo meter
la mano que meter la pata», dicen ahora.
Mientras el Código Penal considera delitos
determinados actos, la política tiene que actuar en consecuencia,
penalizar el tráfico de influencias, el uso de información privilegiada
y el pago de comisiones ilegales, para conseguir negocios y beneficios,
que sin el delito, no hubieran podido alcanzarse. El soborno, la
extorsión, el fraude, la malversación, la prevaricación, el cohecho, el
contrabando, el blanqueo y la evasión de capitales o el delito fiscal.
La financiación ilegal de los partidos políticos es un delito y
el PP es una organización procesada,
como autor de presuntos delitos en el caso del borrado de ordenadores,
como partícipe lucrativo en Gürtel Época I y en Boadilla del Monte y
como responsable civil subsidiario en los papeles de Bárcenas, también
en el caso Taula, por blanqueo de capitales en el Ayuntamiento de
Valencia.
Los jueces valoran como insuficientes las medidas
de corrupción y el listón que ha colocado Ciudadanos para la investidura
de Rajo. La idea de limitar la definición de corrupción únicamente a
aquellos que metan la mano en la
caja es una visión muy reduccionista para la Asociación Profesional de
la Magistratura. Consideran que es necesario
ampliar el espectro que ha marcado el partido de Rivera al entender que
son muchas las infracciones sinónimo de corrupción. Si no se aumentase
dicho listón, no se estaría realizando una lucha «verdaderamente
ejemplar contra la corrupción».
Mientras unos
se lucran, otros pagamos en su beneficio. Los corruptos abanderan las
políticas de austeridad, desmantelando los servicios públicos con las
privatizaciones; son quienes propugnan que el Estado no preste servicios
asistenciales, ni pague pensiones, ni subsidios, mientras que ellos
llenan sus arcas de forma ilegal y sin castigo. La corrupción ha
quebrado el funcionamiento de las instituciones, y ha conseguido alejar
a la ciudadanía de la cosa pública. ¿Cómo va a haber dinero, si se lo
están llevando a manos llenas? Y en nuestra cara.
Tan corrupto es el que utiliza los bienes públicos
en su propio beneficio, como quien no lo impide pudiendo.
Es necesaria una reforma del Código Penal,
que penalice con más dureza las prácticas corruptas. Las leyes castigan
más el robo de una gallina para comer, que los fraudes y desfalcos de
los poderosos. La
corrupción está ligada a la indecencia.
Es indecente el que aprovechándose de circunstancias personales,
familiares o de poder, por activa o pasiva, actúa haciendo, callando,
diciendo, robando, estafando, apoderándose de lo ajeno, prevaricando,
cometiendo delitos de cohecho, tráfico de influencias, malversación de
caudales públicos, evasión fiscal, blanqueo de capitales, para su propio
beneficio, en contra del interés general. El que legisla para sus
amigos, votando leyes injustas socialmente. Los que dictan desahucio
provocando suicidios. Los indecentes corruptos indeseables,
despreciables y quienes los sostienen, son menos de lo que parece, pero
son suficientes como para amargar la existencia a la mayoría.
Para el 43,4% de la población,
la corrupción y el fraude es el segundo
problema que tiene España, por detrás
del paro y parece que no son éstas las preocupaciones de los dirigentes
políticos, que por acción u omisión, han corrompido la democracia y
permitido que la corrupción y el nepotismo se instalen en el Sistema.
Algunos venían para regenerar y han sucumbido a los aromas de la
corrupción.
Lo que queda
claro es que el pacto PP–Ciudadanos, es engañoso, no tiene recorrido,
carece de contenido social, no propician las políticas de progreso que
España necesita y no pretende combatir la corrupción, en todo caso
blanquearla. Contra corrupción, más democracia, más participación y
transparencia. Es necesario un cambio político e institucional, que
permita combatir la corrupción y depurar responsabilidades políticas y
penales. Para ello hay que evitar que ni Rajoy ni el PP vuelvan a
gobernar.
Permítanme en
mi osadía, con perdón, que finalice parafraseando a Galileo Galilei, en
su «Eppur si muove» (y sin embargo se mueve); a pesar de todo y
pese a lo que han acordado, sin embargo es corrupción.