El 16
de febrero de 1936, el Frente Popular ganó las últimas elecciones que se
celebrarían durante la Segunda República antes del golpe de Estado
fascista. No se celebraron otras en libertad hasta el 15 de junio de
1977. El Frente Popular constituía una nueva fórmula de alianza de las
fuerzas de la izquierda, tras las derrotas sufridas en Europa y la
llegada de Hitler al poder. Hoy como ayer, es necesaria una coalición
amplia por la izquierda, que se enfrente políticamente a la derecha,
como Unidos Podemos, a la que deberían unirse los socialistas.
Vaya
por delante esta reflexión: si en Estados Unidos de América del Norte,
no dejarían gobernar nunca a Bernie Sanders,
aquí en
España, tengo la sensación, que la derecha,
nunca va a dejar gobernar a la izquierda si no está domesticada. Pero
hay que intentarlo, para poner en evidencia la situación y además porque
qui le sait.
Por
aquel entonces (principio de los años treinta), los socialistas, con
Largo Caballero a la cabeza, se negaron a colaborar con los republicanos
de izquierda de clase media representados por Manuel Azaña. Se abandonó
la «vía parlamentaria» en favor de la «vía revolucionaria» para alcanzar
el socialismo mediante la violencia, desplazando a Prieto y Besteiro de
la dirección de la UGT y del PSOE. La situación facilitó la victoria del
centro-derecha en las elecciones de 1933 y la insurrección
revolucionaria de octubre de 1934. La izquierda republicana trató de
restaurar su alianza con los socialistas y tuvo una respuesta favorable
por parte de los más moderados como Indalecio Prieto. Ahora están por lo
que llaman el cambio.
La
derecha en España ha dominado históricamente los resortes del Estado.
Desde el fin de la guerra en 1939 –provocada por ellos para defender sus
intereses– hasta hoy, no ha dejado de estar en el poder. Controló la
Transición a la democracia y pese a lo que pudiera parecer, se mantuvo
en el poder económico durante los gobiernos socialistas. Ahora domina
todo y quiere seguir dominándolo tras las próximas elecciones del 26J.
Utilizan la estrategia del miedo en su provecho. Bien prefieren retornar
a la estructura totalitaria del Estado franquista que heredaron.
Los
principales problemas que percibimos los españoles,
sufriéndolos, son el paro, la corrupción y los de índole económico,
seguido por los políticos y la política en general. Pero hay otro mayor
y está más o menos encubierto: la herencia del franquismo, que sigue
dominando los designios del pueblo, a través de las políticas
antisociales y represivas del gobierno del Partido Popular. Heredó las
instituciones y su forma de ser y actuar, porque son los mismos y siguen
en el empeño.
Frente
a la unidad que presenta la derecha, en defensa de sus intereses
patrimoniales e ideológicos, los partidos de izquierda se han
caracterizado por marcar sus diferencias. Por si mismo no es negativo si
fortalece el debate y encuentra la fórmula para superar la situación de
injusticia que soporta la clase trabajadora. Por el contrario, la
desunión, propicia que la derecha se mantenga en el poder y consiga sus
fines. La división de la izquierda tiene una larga historia, que ya se
manifestó durante la guerra civil, con las luchas entre comunistas,
anarquistas y socialistas. Hoy, mientras el PP se aglutina en un amplio
espectro, con liberales, democristianos, conservadores, franquistas y la
extrema derecha; la izquierda sigue dividida y en el peor de los casos
enfrentados. Unidos Podemos parece que ha roto la tendencia.
Un componente esencial del pensamiento de izquierdas consiste en su
actitud crítica. La izquierda cuestiona al
poder, mientras que la derecha se dedica a justificar el orden social,
dirigiendo sus esfuerzos a defender el sistema establecido o reformarlo
para su continuidad: «cambiarlo todo para que nada cambie». La vocación
ética, de crítica rigurosa, es común en la izquierda, hasta el punto de
volverse en su contra. Según Max Weber, la ética de las convicciones
tiende a aplicar los principios morales de modo absoluto,
despreocupándose de las consecuencias que provoca la conducta.
En 1936, se constituyó una coalición electoral, formada por los
principales partidos republicanos y de izquierda, con el objetivo de
presentarse a las elecciones generales, que ganó el Frente Popular. El
primer gobierno de la República en 1931, pretendió modernizar el país y
promover la justicia social,
objetivos que el gobierno del Frente Popular retomó.
Nada fue fácil; los sindicatos, CNT y un sector del socialismo vinculado
a UGT, se lo pusieron difícil. Tan grande fue la oposición de la derecha
capitalista y caciquil, junto con la de iglesia católica, que dieron un
golpe de estado que provocó una guerra; la ganaron con la ayuda del
capital internacional, la Italia fascista y la Alemania nazi. Los
comportamientos de la derecha siguen siendo parecidos a los de entonces;
defienden sus privilegios, por encima de los intereses de la mayoría
social.
Ante la
realidad que nos espanta, los partidos políticos tradicionales y las
nuevas formaciones surgidas con iguales propósitos, deberían hacer un
esfuerzo para superar contradicciones históricas. Es necesario llegar a
un compromiso por encontrar elementos comunes ideológicos y abundar en
una misma acción contra la derecha antisocial y reaccionaria, que se
mantiene en el poder desde hace demasiado tiempo.
El pueblo llano, representado en las organizaciones republicanas, de
izquierda y sindicales, fueron capaces de formar un Frente Popular,
sin perjuicio de dejar a salvo los particulares postulados de sus
doctrinas. En su Manifiesto declaraban «ante
la opinión pública las bases y los límites de su coincidencia política»
y la ofrecían a la consideración de las restantes organizaciones
republicanas y obreras, por si «estimasen conveniente integrarse en el
bloque republicano y de izquierdas». La conspiración se puso en marcha
nada más formarse el gobierno de Azaña.
El golpe de estado se dio contra la legitimidad de la República.
Políticamente fue antidemocrático; jurídicamente anticonstitucional;
socialmente conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical;
ideológicamente totalitario; económicamente capitalista; militarmente
absolutista; y moralmente inhumano. Hoy harían lo mismo si fuera
necesario.
Podrá
haber alguien que tema utilizar el término «frente popular», por lo que
significó en la historia y prefieran cualquier otro. Unidos Podemos lo
ha encontrado. Cualquiera que sea el término, hoy como ayer, la
necesidad, la razón, la dignidad y la justicia social exigen que la
desigualdad desaparezca y éste debe ser un objetivo común; como debe ser
superar unidos la situación de crisis social, política e institucional
que sufrimos.