Con
motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza
(17 de Octubre), la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la
Exclusión Social (EAPN), hace un llamamiento para que desde todas
las instancias públicas y privadas, se pongan todos los medios y
recursos, en la lucha contra la pobreza y la desigualdad,
declarando que es una responsabilidad ética y política de toda la
sociedad.
En la
declaración sobre el Día Internacional, el Secretario General de
la ONU, destaca que «La pobreza no se mide solamente por la
insuficiencia de ingresos; se manifiesta en el acceso restringido
a la salud, la educación y otros servicios esenciales y, con
demasiada frecuencia, en la denegación o el abuso de otros
derechos humanos fundamentales». Todos los males proceden por la
desigualdad económica, en la brecha entre ricos y pobres, sea
entre individuos, grupos sociales, poblaciones o entre países, en
la distribución de sus activos, riqueza o renta. Por ello, una
sociedad justa, ha de luchar contra esta desigualdad que afecta al
bienestar y a calidad de vida.
El objetivo de las Naciones Unidas para el
Desarrollo Sostenible de «poner fin a la pobreza en todas sus
formas en todo el mundo». Para entender completamente la pobreza
en sus múltiples dimensiones, se debe ir más allá de observarla
como la falta de ingresos o lo que se necesita para el bienestar
material, como la alimentación, la vivienda, la tierra y otros
activos. El tema de este año «De
la humillación y la exclusión a la participación: Poner fin a la
pobreza en todas sus formas», destaca lo
importante que es reconocer y hacer frente a la humillación y la
exclusión que sufren las personas que viven en la pobreza. El
cineasta británico Ken Loach, denuncia que «la
derecha europea trata a los pobres como si fuesen culpables de
serlo». Es una humillación calculada y
organizada para mostrar que si eres pobre te lo has labrado tú
mismo.
La
pobreza es una situación que impide el acceso o se carece de los
recursos necesarios para satisfacer las necesidades físicas y
psíquicas básicas, que inciden en un desgaste del nivel y calidad
de vida de las personas. Es pobreza relativa, cuando no se tiene
el nivel de ingresos necesarios para satisfacer todas o parte de
las necesidades básicas, al estar por debajo del 60% de la media
de los ingresos de la población. Cuando la nutrición, salud o
vivienda, no pueden ser alcanzadas, al estar por debajo del 30% de
la media de los ingresos de la población, es pobreza severa.
El informe EAPN, sobre
El Estado de la Pobreza 2009-2015,
presenta un panorama desolador. 13.334.573 personas viven en
España en riesgo de pobreza y/o exclusión social, el 28,6% de la
población, que se dice pronto. La situación más grave la viven más
de 3,5 millones, que se encuentran en situación de pobreza severa.
En la UE-28, las personas en riesgo de pobreza y exclusión alcanza
a 122,3 millones (24,4%). En España, la desigualdad entre el 20%
con más ingresos y el 20% con menos ingresos es de 7 veces,
mientras en la UE, es de 5,2 veces. En este contexto, España es el
tercer país con mayor desigualdad de la UE, después de Rumania y
Serbia. Y algunos quieren que siga gobernando el partido que más
ha hecho para llegar a esta situación.
La crisis económica de los últimos años ha
ahondado en la herida abierta de la exclusión social hasta límites
insoportables. En la lucha contra la desigualdad social y
económica, todas las personas, instituciones y organizaciones
sociales, debemos tomar parte; es una responsabilidad ética y
política.
Desde EAPN apuesta por un pacto de Estado contra la Pobreza
que sitúe esta lucha en el centro de la acción política.
En España no sólo no se ha reducido la
pobreza y la exclusión, sino que ha aumentado considerablemente.
Entre los años 2011 y 2015, el indicador europeo AROPE, muestra un
incremento de 1.062.084 nuevas personas.
La Estrategia EU-2020, estableció como
uno de sus objetivos, reducir en 20 millones el número de personas
en riesgo de pobreza y exclusión, para lo que puso en marcha el
indicador AROPE (At-Risk-Of Poverty and Exclusion), o tasa de
riesgo de pobreza y exclusión social, que permite comparar los
datos entre países. Este indicador armonizado, complementa la
medición de la pobreza, basada en lo monetario, con aspectos de
exclusión, combinando factores de renta (pobreza relativa),
privación material severa y baja intensidad del trabajo. Este
indicador nos muestra que la situación española es la peor que la
media europea.
Que los
números no nos impidan ver la dimensión del problema, pero hay que
conocerlos. La desigualdad está muy asentada en la estructura de
rentas española. El 10% más rico de la población obtiene una
cuarta parte de los ingresos de toda la población. Se da una
enorme desigualdad entre las regiones. Las tasas más altas están
en Andalucía, 43,2%, y Ceuta, 41,7%. Aragón, Navarra, La Rioja y
Cantabria tienen los más bajos porcentajes de personas en pobreza
severa, todas por debajo del 3%. Es necesario reducir las
diferencias regionales, para igualar el bienestar entre la
población.
La
pobreza no puede atajarse sólo con medidas paliativas, sino con
políticas económicas, educativas, sanitarias, de vivienda,
fiscales y de protección social. Es necesario que las personas
cuenten con una garantía de ingresos por lo que se hace
perentorio, abordar medidas en el ámbito del empleo digno,
mantener la sostenibilidad de las pensiones y analizar la
viabilidad de un esquema de renta básica.
Ningún
Estado que se considere democrático puede dejar en la cuneta de la
exclusión social a casi 14 millones de personas como ocurre en
España. El sistema actual, que genera un empobrecimiento
mayoritario de la población y esquilma el planeta, incrementa las
desigualdades económicas y sociales en el mundo. Un nuevo modelo
de desarrollo más equitativo y sostenible es más necesario que
nunca. Sólo mediante políticas de redistribución de la riqueza (a
través de medidas económicas y fiscales más justas) se puede
mejorar la vida de las personas, sobre todo de las más
vulnerables. La defensa de los derechos está en juego y deberíamos
impedir que se pierdan.
Los
datos que presenta el Instituto Nacional de Estadísticas,
avalan el desastre social. Los porcentajes más altos de riesgo de
pobreza corresponden a las mujeres y hombres más jóvenes. El
riesgo es algo más alto entre los hombres (29,4%) que entre las
mujeres (28,9%). Según el tipo de hogar, el porcentaje más alto de
riesgo de pobreza corresponde al hogar formado por un adulto con
un o más hijos dependientes (53,3%) y el porcentaje más bajo de
riesgo los hogares formados por dos adultos sin hijos (22,5%).
Hemos
llegado al extremo de que tener un trabajo o cobrar una pensión no
garantiza no ser pobre o en riesgo de pobreza. Hay personas
adultas con trabajos o pensiones en el 14,9% de los hogares en
pobreza. El problema del desempleo de baja intensidad tiene un
peso crucial en el riesgo de pobreza y exclusión. Con los datos de
2015 se observa que la pobreza es el factor de mayor peso en el
indicador (77%). Un factor que se observa con mayor incidencia es
«no poder afrontar un imprevisto de 650 euros». El 11% tiene
retrasos en los pagos relacionados con la vivienda y el 10,6% no
puede mantener la calefacción a temperatura adecuada. El frío se
siente más entre los pobres.
Los
trabajadores que ingresan menos de 300 euros al mes han subido en
medio millón desde el inicio de la crisis
al pasar de 3.089.856 en el año 2008 a 3.694.852 en 2014, según
los últimos datos publicados por la Agencia Tributaria. En total,
al inicio de la crisis, el 16% de los asalariados (19.310.627)
cobraba menos de 300 euros, siete años más tarde y con 2,5
millones de trabajadores menos (16.899.024) el porcentaje de este
colectivo subía al 22%.
La
defensa de los derechos humanos y sociales es una condición
irrenunciable para contribuir a la construcción de un mundo más
justo. Europa ha demostrado que se encuentra más alejada que nunca
del pilar social sobre el que fue fundada. El aumento del racismo
y la xenofobia y la salida del Reino Unido de la UE, son algunos
ejemplos de la crisis que se vive en el viejo continente, uno de
cuyos exponentes más dramáticos es la crisis humanitaria derivada
del conflicto de Siria. La desafección hacia Europa y sus
gobernantes de una parte importante de la ciudadanía es una
amenaza palpable.
Los
principales datos del informe EAPN, muestran una situación
vergonzante para España. La mitad (50,1%) de las familias
monoparentales españolas están en riesgo de pobreza o exclusión.
13.334.573 personas viven en riesgo de pobreza y exclusión.
1.025.736 personas se encuentran en la peor situación económica y
social posible: sin empleo, pobreza y privación material. La
pobreza afecta a un 22,1% de la población: 10.383.238 de personas.
Un total de 3.543.453 ciudadanos viven en pobreza severa. Unas
4.670.000 pensionistas, la mitad del total, están bajo el umbral
de la pobreza. La tasa de privación material severa ha ascendido
del 4,5% en 2009 al 6,4% en 2015, afectando a 2.993.365 personas y
5.473.846 viven en hogares con muy poco empleo.
Para salir de esta situación, España
tardaría 221 años en erradicar la pobreza si se mantiene el ritmo
actual.
Seis grandes propuestas o pilares hace la EAPN,
para visualizar y sacar del «sufrimiento a las personas que se
encuentran en los márgenes de la sociedad». La sanidad pública,
gratuita y universal como una de las garantías fundamentales
para evitar el empobrecimiento personal y familiar; Una
política de vivienda y no de construcción de casas que
facilite el acceso de las personas a un espacio vital digno y
accesible. Establecer unos derechos sociales contemplados como
derechos de ciudadanía que lleguen hasta las personas
dependientes. Un sistema de garantía de rentas que
contemple los ingresos procedentes del trabajo, las pensiones y el
sistema de rentas mínimas, actualizados por el Pacto de Toledo.
Por último, unas políticas fiscales justas y redistributivas,
tanto en impuestos como en gastos. Algo hay que hacer si queremos
seguir viviendo en una sociedad democrática en peligro.
El Día
Internacional para la Erradicación de la Pobreza, es un buen
momento para adquirir compromisos. Escuchemos y prestemos atención
a las voces de las personas que viven en esta situación, que desde
su silencio claman justicia. Sólo desde una acción que sitúe la
lucha contra la pobreza y la desigualdad en el centro de la agenda
política, será posible alcanzar la meta de un mundo solidario,
justo y en igualdad.