Hagan
lo que consideren oportuno, reúnanse, debatan, discrepen, insúltense si
es su estilo; no cambien de criterios o den la vuelta a sus argumentos,
lancen los mismos mensajes si consideran que calan. Hagan de su capa un
sayo, cámbiense de chaqueta si es su condición o nunca cambien de habito
que hace al monje. Digan o dejen de decir, hagan o dejen de hacer.
Ámense, descalifíquense de un día para otro o en la misma sesión. Todo
lo pueden hacer, sin tomarnos el pelo.
Desde
que se celebraron las elecciones generales el 20 de diciembre del año
pasado, han transcurrido casi los tres meses, sin que se haya visto una
auténtica voluntad para formar gobierno. Postureo –lo llaman
ahora– es lo que han hecho. Ningún actor político ha asumido la
responsabilidad de lo que ocurre, pocos han tendido la mano sinceramente
y todos culpan al contrario de marcar «líneas rojas» –otra nueva
expresión– que hacen imposible un acuerdo. Entre unos, otros y los de
más allá, están consiguiendo que la ciudadanía quede harta de tanta
palabrería, que pese a lo que dicen, carece de compromiso general y
están cargados de intereses personales y partidistas.
Todo
hace ver y entender que vamos a unas nuevas elecciones generales, salvo
que en el último momento, como en Catalunya, se llegue a un acuerdo
in extremis, para formar gobierno, lo que pondría en evidencia que
los negociadores han estado mareando la perdiz y todo podía haberse
resuelto a la primera o segunda de cambio. Bien es cierto que en España,
quienes están dedicados a la política tienen poco recorrido en esta
situación multipartidista y les falta la experiencia necesaria para
resolver situaciones complejas como la que estamos viviendo. No hay
experiencia, escaso talento, corta talla política y poca capacidad de
movimientos, restringida por los aparatos de partido.
Esta
semana se han publicado varias encuestas y sondeos electorales, ante
unas posibles nuevas elecciones y con conclusiones diferentes. El
Periódico augura que los resultados beneficiarían a la derecha política
e ideológica, que se quedaría a cuatro escaños de la mayoría absoluta.
Como máximo beneficiario Ciudadanos, que ganaría 20 escaños y Podemos y
sus confluencias los grandes perdedores. Para La Sexta, Podemos se
consolida como la segunda fuerza, con un 21,5% de los votos; el PSOE en
tercer lugar con el 20,8% y en cuarta posición Ciudadanos. El PP
volvería a ganar, con un ligero descenso en votos y escaños. El País
pronostica un incremento de Ciudadanos y una caída de casi cuatro puntos
para Podemos. Cocinando por mí cuenta y aliñando con gusto y sabor, el
PP, sigue siendo el más votado, perdiendo 1,75% de los votos y 8
escaños. El PSOE perderá casi un punto, manteniendo el mismo número de
escaños. Podemos perdería 1,86% y 6 diputados. Ciudadanos ganaría el
3,27% de los votos y 9 escaños; y con un incremento de un 1,53%
Izquierda Unida ganaría un escaño. El PSOE ni en una ni en otras avanza
ni retrocede, ni fu ni fa, se quedaría como está y es malo, aunque
siempre es mejor que perder.
Como
hemos visto, resultados para todos los gustos, sin que sea a gusto de
todos. Veremos más encuestas, barómetros y sondeos, nos iremos formando
una opinión sobre lo que los medios nos quieran presentar, cercanos o
alejados de la realidad política. Lo cierto es que todo parece un circo,
de varias pistas, en el que vuelven a verse famélicos animales, números
poco arriesgados y vistosos y payasos carentes de gracia.
Las
preocupaciones de la gente, están alejadas de lo que los políticos
arengan. Según el último barómetro del CIS, la falta de gobierno y el
independentismo catalán, es considerado un problema en España para el
1,4% de los encuestados, frente al paro que lo es para el 78%, la
corrupción (47,5%) y los políticos y a política en general, para el
22,2%. Consideran que la situación política es mala o muy mala el 76,7%
y solo el 2,1% la considera buena; así como la situación económica es
buena o muy buena para el 3,6%, frente al 64,6% que la considera mala o
muy mala. La violencia contra las mujeres es un problema para el 1,6% de
los encuestados y la situación de los refugiados es considerado problema
para el 0,0%. ¿Quién lo entiende? a mi no me han preguntado.
Se han
celebrado dos sesiones de investidura, en el que el acuerdo PSOE con
Ciudadanos ha fracasado y bien harían los del partido de Pablo Iglesias
Posse, en cambiar de aliados, dejarse de transversalidades y mestizajes
ideológicos y convenir con Podemos, sus confluencias, IU y con las otras
fuerzas políticas de la izquierda en el Congreso de l@s diputad@s.
Entiendo que la situación es complicada, mientras sigan en el partido
personas como Carlos Solchaga, que tilda de «pandilleros de barrio» a
Podemos (5.189.463 votos) y valorando muy positivamente la reforma
laboral del Rajoy. No he oído a nadie en el partido, al menos,
reconvenirle o pedir su expulsión.
El PSOE ya está pagando las consecuencias por su política: pérdida de
votos, militantes y credibilidad, por su acuerdo con Ciudadanos. Qué
(cuando cabe cojones detrás con tilde dice la regla de @pericopan)
no ocurrirá si llega al tripartito PP, PSOE y Ciudadanos o la «coalición
a la alemana» (PP + PSOE) que muchos quieren. Los electores socialistas
se dividen: el 44,7% prefiere el tripartito con Podemos y Ciudadanos; el
19,7%, la gran coalición con PP y Ciudadanos; y el 16,5%, unión del
bloque de izquierdas. (Sondeo
del GESOP para El Periódico). Poca ideología
socialista se ve en estas preferencias.
El súmmum de la desvergüenza la ofrece Mariano Rajoy que niega al
Parlamento el control del Gobierno y lo traslada a un posible control
jurisdiccional en los tribunales.
Ni Rajoy ni su equipo se someterán al control de la Cámara,
dice el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes. En Moncloa
insisten en que no cabe un control parlamentario a un gobierno en
funciones porque supondría una «anomalía». Es un golpe de mano contra la
soberanía popular representada en las Cortes Generales. PSOE y Podemos
negocian para forzar al Gobierno a que someta a las sesiones de control.
Si Ciudadanos se sumara, los populares tendrían difícil su posición
ilegítima. No hay excusa. Cuando la indecencia se hizo carné habitó en
el PP.
Ante
una casi segura repetición de las elecciones, los partidos políticos
deben asumir su responsabilidad ante el gravísimo incumplimiento del
mandato electoral ciudadano, ante los cuantiosos gastos que acarreará a
las arcas públicas en momentos de crisis económica en la que seguimos
inmersos. Es urgente que se pongan en marcha medidas para recuperar los
derechos sociales y económicos eliminados o restringidos durante el
Gobierno de Rajoy, se aprueben disposiciones contra la corrupción, por
la regeneración democrática y un plan de emergencia social a favor de
quienes sufren más las consecuencias de estas políticas antisociales,
cuando no reaccionarias.
En
medio del desconcierto, sorprende gratamente que PSOE y Podemos, hayan
pactado votar conjuntamente algunas de las medidas que se discutirán en
los próximos plenos. Fusionarán la petición para que una comisión
parlamentaria trate sobre la corrupción en la política. Podemos
realizará una propuesta que pide mejoras para el sector de empleadas del
hogar y el PSOE votará a favor. También el PSOE planteará una iniciativa
que pide recuperar la negociación sobre pensiones en el marco del Pacto
de Toledo y contará con el apoyo de Podemos. Si se puede el pacto en
medidas concretas, tienen que hacer un esfuerzo para que también ocurra
en la formación de un gobierno.
Me sumo a la
propuesta de presentar una Iniciativa Legislativa Popular
(promovida por Emilio A. Díaz Berenguer e Ignacio Trillo Huertas) para
reformar la Ley Electoral, que haga recaer sobre los partidos, diputados
y senadores elegidos en las últimas elecciones, la responsabilidad
política, fruto de su incapacidad o seguidismo, para formar un gobierno.
De manera que si cumplido el plazo fijado en la Constitución se convocan
nuevos comicios, se consideren inhabilitados, cada uno de dichos
parlamentarios, para volver a formar parte de las candidaturas de
cualquier lista electoral en las dos próximas legislaturas.
En esta
misma línea, los grupos parlamentarios asumirían la responsabilidad
económica derivada de su incapacidad política manifiesta, instando a las
tesorerías de sus respectivos partidos ingresar en las arcas públicas,
en función del porcentaje de votos obtenidos el 20D, los gastos
generados por el Estado para la puesta en marcha y realización de la
campaña electoral; así como el reintegro de lo percibido por cada
partido por los votos y escaños de diputados y senadores alcanzados. El
total ingresado tendría carácter finalista y sería destinado a la
financiación de la nueva convocatoria electoral anticipada y de los
gastos iníciales de la nueva legislatura.
Empezaba la reflexión diciendo que los representantes políticos todo
pueden hacer, menos tomarnos el pelo y lo hacen. Gestionar el patrimonio
y los bienes públicos, construir una sociedad justa, difícilmente se
hace con insultos y descalificaciones y sin asumir responsabilidades.
No
puede, no debe haber nuevas elecciones. Los responsables políticos deben
actuar en función de la diversidad política que los electores decidieron
en las urnas. Hay que formar un gobierno de cambio, progresista y por la
izquierda. Hay elementos para ello. Los errores, la falta de capacidades
o mala voluntad, los intereses partidistas, deben reconocerse, señalar a
los responsables y que cada cual asuma su negligencia o responsabilidad.
Por decencia, si se puede formar un gobierno por la izquierda.
Víctor
Arrogante
En
@Twitter @caval100
No me
olvido del affair de la reina y el rey, sus amistades, la
merde, su padre rey y la real famiglia, que todo es una real
tomadura de pelo.
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Los
líderes de la UE han perdido la decencia en la crisis humanitaria, que
es de la humanidad. Turquía no es un país seguro para los refugiados ni
en el respeto a los derechos humanos