El
bienestar está en peligro. Lo vengo diciendo desde hace unos años
y todo sigue su camino. Hoy recuerdo la reflexión que hice en el
desaparecido Diario Progresista, allá por el año 2013. Las
políticas liberales reducen los gastos sociales y con ello el
propio estado social, patrimonio de todos. Los más perjudicados,
los que menos tenemos. Debemos demandar y proteger unos servicios
públicos de calidad para todos, que respondan con eficacia a las
necesidades de la gente. Y como el Sistema político actual lo
impide, habrá que cambiarlo.
Hoy, la desigualdad retributiva se dispara
según una región u otra. Un 55% en Extremadura y un 46,5% en
Murcia doblando la media nacional. El sueldo medio cayó un 6,6% en
2015 en la Comunidad Valenciana, pese a ser la autonomía donde más
creció el PIB. La brecha salarial entre los inmigrantes aumenta un
76% desde 2007 y triplica la que sufren los trabajadores
nacionales. Extremadura, Canarias y Andalucía tienen los salarios
más bajos de España, según los últimos datos de la
Encuesta de Población Activa, sobre
evolución salarial en 2015. En España no sólo no se ha reducido la
pobreza y la exclusión, sino que ha aumentado considerablemente.
Entre los años 2011 y 2015,
el indicador europeo AROPE, muestra un
incremento de 1.062.084 nuevas personas pobres o en situación de
exclusión.
Estos
datos muestran la pérdida de bienestar, que podemos definirlo como
todo aquello que permite que vivamos mejor, con la menor angustia
posible ante las incertidumbres y más tranquilos de cara al
futuro, que nos permita sobrellevar la existencia sufriendo las
menores calamidades posibles. La vida, por si misma, es dura, más,
para los que solo tenemos como patrimonio la fuerza de nuestro
trabajo y algunos ya ni eso. La felicidad absoluta es difícil de
conseguir, pero no tanto ponernos en su camino. Mientras llega el
desenlace definitivo, sobrevivir, con dignidad, con la mejor
calidad de vida posible, tiene que ser un objetivo irrenunciable.
Una sociedad decente y justa debe propiciarlo.
Después
de la crisis económica, nada volverá a ser como antes, por la
destrucción que se ha hecho de lo público. Destrucción de empleos,
creando nuevas formas de temporalidad y con salarios precarios.
Han abandonado a su suerte a jóvenes y mujeres, sin atender
debidamente a niños, enfermos, ancianos o inmigrantes. Los
gobiernos que representan a la derecha ideológica, están
derribando la estructura y la infraestructura del Estado,
construyendo otro modelo, adaptado a sus particulares intereses,
que representa a la minoría que ostenta el poder en detrimento de
la mayoría trabajadora.
Cada
día en España más gente vive en la pobreza, pese a tener un
trabajo y un sueldo. La crisis y las políticas del Gobierno han
propiciado que aumente el índice de la llamada «pobreza laboral»,
aquella en el que el sueldo no impide al empleado dejar de estar
bajo el umbral de la pobreza. España es uno de los países europeos
con mayor desigualdad económica y el peor de la Eurozona, según
los últimos datos de Eurostat. Más pobreza y menos bienestar, nos
llevan a mayor infelicidad y menos calidad de vida.
Juegan
con nuestro hartazgo y nuestros temores. Las políticas de
austeridad no dan resultado. Ni la economía en general, ni el
mercado laboral en particular, muestran signos de mejora. Quienes
provocaron la crisis –los poderosos-, y quienes la gestionan –sus
sicarios en los gobierno–, siguen argumentando que para salir de
la crisis, se requiere reducir salarios, reducir prestaciones
sociales, más recortes en el gasto social y una minoración de los
sistemas fiscales. Lo quieren todo y para ellos.
Las
políticas del Gobierno han incrementado las desigualdades
sociales. En España se produce una desigual distribución de la
renta, con un sistema tributario injusto y regresivo. La situación
no está afectando a todos por igual, ni todas las rentas
contribuyen con la misma intensidad al sostenimiento del gasto
público. Lo que siguen diciendo desde el Gobierno, al servicio del
poder económico es: que se las arreglen como puedan; no vamos a
pagar impuestos para que jubilados, enfermos y parados vivan del
cuento ¡que se jodan!
La
universalización de las prestaciones sociales, pensiones, sanidad
y educación, son principios y derechos que caracterizan a un
«estado social». Mientras cambiamos la actual Constitución, hay
que cumplir con el mandato que hace a los poderes públicos, para
que desarrollen políticas redistributivas activas, que garanticen,
de forma real y efectiva, los principios de igualdad, justicia y
participación. Para la derecha, la crisis es una buena excusa para
eliminar los derechos de todos, y proteger los intereses de
algunos. Parece que disfrutan con hacer daño a los que sufren
miseria. Es su particular vendetta contra los humildes.
Habrá que dar la vuelta a la tortilla.
Para
conseguir los objetivos del capital, destruyen los servios
públicos, eliminan los puestos de trabajo de los funcionarios,
provocando el vacío. Alguien vendrá que ocupe el espacio,
presuponen: alguna empresa, de algún amigo, quién previamente lo
hubiera privatizado. Es imprescindible defender la gestión pública
directa, como mejor formula para garantizar el acceso universal a
los servicios públicos, favorecer la justicia social, la igualdad
y la calidad de los servicios. El acceso y disfrute a estos
servicios, debe ser igual para todos y en las mismas condiciones,
ya sea en el ámbito rural, como el urbano, para inmigrantes y
nacionales, pobres y, si quieren también para los ricos.
El
Gobierno actúa en favor de los ricos y defraudadores y en
perjuicio de los más débiles y trabajadores. Ahora están por la
reforma del sistema de pensiones. Veremos que hacen desde el Pacto
de Toledo y si se consigue el diálogo social. En lugar de
facilitar el acceso a la prestación, lo endurecen mucho más, para
quienes tienen una situación peor y con más dificultades para
volver al mercado de trabajo.
Los principales datos del informe sobre
El Estado de la Pobreza 2009-2015,
muestran una situación vergonzante para España. La mitad de las
familias monoparentales están en riesgo de pobreza o exclusión.
13.334.573 personas viven en riesgo de pobreza y exclusión.
1.025.736 personas se encuentran en la peor situación económica y
social posible, sin empleo, pobreza y privación material. La
pobreza afecta a 10.383.238 de personas (22,1% de la población).
Un total de 3.543.453 ciudadanos viven en pobreza severa. Unos
4.670.000 pensionistas, la mitad del total, están bajo el umbral
de la pobreza. La tasa de privación material severa ha ascendido
del 4,5% en 2009 al 6,4% en 2015, afectando a 2.993.365 personas.
Los
datos que presenta el Instituto Nacional de Estadísticas,
avalan el desastre social. Los porcentajes más altos de riesgo de
pobreza corresponden a las mujeres y hombres más jóvenes. Hemos
llegado al extremo de que tener un trabajo o cobrar una pensión no
garantiza no ser pobre o en riesgo de pobreza.
Así
entre los que más cobran (un 10%) el salario se incrementó un
3,63%, mientras que en las retribuciones entre 1.300 y 1.900 euros
retrocedió un 0,88%. Las remuneraciones por debajo de los 1.100
euros apenas repuntaron un 0,84%. «La clase media pierde salario
pese a la recuperación». El 30% de los españoles gana menos de
1.215 euros al mes. Casi el 70% de los trabajadores jóvenes son a
lo sumo mileuristas, como el 41% de las mujeres trabajadoras. Los
trabajadores temporales cobran de media 1.314 euros frente a los
2.090 euros de los indefinidos, 776 euros menos que los fijos.
Como el
gobierno hace todo lo contrario para solucionar las necesidades
sociales, tenemos que ser los afectados, la ciudadanía organizada
y en libertad -jóvenes y mayores, mujeres y hombres, trabajadores
por cuenta ajena y autónomos, emprendedores y pequeños
empresarios-, quienes actuemos, defendiendo un modelo social
basado en la justicia social, la igualdad, la solidaridad, los
valores democráticos y los derechos económicos, sociales, civiles
y laborales, para todas las personas, que constituimos el pueblo
llano; para nuestro mayor bienestar y ¡mañana es tarde!
No
parece que la oposición mayoritaria, esté en condiciones de
oponerse con ganas a los designios del Gobierno. Cuado la
indecencia se hizo carne, habitó en el Gobierno del PP, que nos
quita hasta el sueño; y el bienestar. Otra frase, esta de Emiliano
Zapata: «Si no hay justicia (bienestar) para el pueblo que no haya
paz para el gobierno»