Muere
Rita Barbera y los ánimos políticos se recrudecen. En momentos
como éste y en caliente no se pueden hacer declaraciones
explosivas. Ni denunciando cacerías injustificadas ni
linchamientos mediáticos y políticos. Tampoco salidas fuera de
tono, relacionando el suceso con el sufrimiento de colectivos
víctimas de las políticas antisociales del Gobierno. Las posturas
han sido variadas intentando culpar de su muerte a quienes
legítimamente han criticado las actuaciones de Barberá en vida. No
podemos olvidar que quienes expulsan del Partido Popular a Rita,
han sido sus propios compañeros dirigentes, por su imputación
(investigación) por el Tribunal Supremo, en el caso de la supuesta
financiación ilegal de su partido en la Comunidad Valenciana. Que
muera una persona siempre es lamentable y en este caso también.
Todos nos moriremos. Las personas implicadas en casos de
corrupción económica o política me merecen el mayor desprecio en
vida y muertos el olvido.