mi opinión

Del 15-J de 1977 hasta hoy


Las elecciones generales fueron «democráticas» en cuanto que se desarrollaron en un nuevo clima, aunque el «nuevo régimen», se construyó sobre las ruinas del franquismo. Algunos claman por el olvido; pero para los canallas y sus actos ni olvido ni perdón...



 12 de junio de 2017

En estos días se está conmemorando la celebración de las primeras elecciones generales tras la muerte de Franco, el dictador, dando comienzo a la Transición. Podemos pensar que el franquismo sigue vivo, si nos atenemos a las actitudes de algunos miembros del Partido Popular y sus políticas de Gobierno, así como algún tic de la oposición. Pese a todo, nada es como dicen que fue ni como nos hubiera gustado que fuera.

Las elecciones generales fueron «democráticas» en cuanto que se desarrollaron en un nuevo clima, tras el referéndum del 15 de diciembre de 1976, en el que se preguntaba: «¿Aprueba el Proyecto de Ley para la Reforma Política?». El 94,17% de los votantes (del 77,8% de los votos contabilizados) dijo si. El censo estaba constituido por 22.644.290 electores. (Votantes: 17.599.562. A favor: 16.573.180. En contra 450.102. En blanco: 523.457. Nulos: 52.823). 

El resultado constituyó una «voladura controlada del régimen» según el profesor Pérez Royo. El referéndum, significó la aceptación y el comienzo de la Transición a la democracia, en un proceso lleno de ilusión y esperanza. También la sinrazón y el miedo se hicieron notar; tanto por el vacío que el dictador dejaba tras su muerte, como por el terror a una nueva contienda bélica. La mayoría de la gente no teníamos desarrolladas ni la cultura ni el criterio político, ni en cuestiones generales ni respecto a los hechos que se sucedían vertiginosamente. Salíamos de una dictadura en la que había que obedecer las consignas del dictador y sus seguidores.

Este año en el 15-J nada se va a celebrar. El Partido Popular no tiene el cuerpo para celebraciones, al coincidir la fecha con la moción de censura de Unidos Podemos a Rajoy (el 13 de junio), que contará con la abstención del «nuevo» PSOE. Hay razones suficientes para la moción, entre otras porque el PP amenaza a la democracia. La Transición, cerró en falso el conflicto de las «dos Españas», que se visibilizarán en el debate de la moción de censura. Por un lado están «los corruptos sin escrúpulos que creen que se pueden reír de España desde la tribuna del Congreso»; por otro, hay «una España que quiere construir un futuro». Una España que quiere construir un nuevo país.

La principal razón de la moción de censura es la corrupción en torno al PP y el saqueo público llevado a cabo. No son casos aislados, es una avalancha de casos: Gürtel, Púnica, Palma Arena, Imelsa, Taula, Emarsa, Brugal, Leza, Auditorio, Soria, Rato, Bárcenas, González o Granados. La corrupción afecta a la democracia y a las condiciones de vida de las personas y actúa directamente en contra de los derechos fundamentales. La corrupción del PP también afecta a la separación de poderes. Hemos visto la connivencia entre la fiscalía general del Estado y la fiscalía anticorrupción (Moix, el fiscal jefe, dueño del 25% de una empresa en Panamá), con el ministro de Justicia. Como afirma Alberto Garzón, el PP ha parasitado las Instituciones.

Este año el 15-J no se va a celebrar. La fecha coinciden con el anunció solemne, por Carles Puigdemont y Oriol Junqueras, de la convocatoria de un referéndum para el próximo 1 de Octubre, en el que se preguntará: ¿Quiere que Catalunya sea un Estado independiente en forma de República?. Algunos ya han calificado el acto de golpe de Estado, olvidando el verdadero golpe en España del 18 de julio de 1936, que parece tanto añoran. «Se acaba el protagonismo de la política y llega el de la ciudadanía», dice el president del Govern. La convocatoria a las urnas nunca es un golpe de Estado; preguntar a la ciudadanía es la esencia misma de la democracia. «La gestión de la cuestión catalana por parte del Gobierno Español es irresponsable, irrespetuosa». Más consultas y menos corrupción, reclama Beatriz Talegón

Un deseo del republicanismo, es que el Proceso Constituyente catalán y la proclamación de la República de Catalunya pueda ser palanca para la proclamación de la Tercera República española. «Este será nuestro mensaje en el debate de la moción de censura en el que apoyaremos a los compañeros de Podemos, en Comú Podem i en Marea», declara Joan Tardà, líder de Esquerra Republicana de Catalunya.

Ya es conocida la aprensión que tienen algunos contra las consultas. Adolfo Suárez, no convocó un referéndum sobre Monarquía o República por miedo a que perdiera la monarquía, como vaticinaban los sondeos confidenciales realizados por el Gobierno. Así lo reconoció el propio Suárez en un off the record a la periodista Victoria Prego, en una entrevista para Antena3 en 1995. «Hacía encuestas y perdíamos». Suárez reconoce las presiones internacionales que recibió para realizar un referéndum sobre la Corona. La solución torticera que dio Suárez, fue colar la palabra «Rey» en la Ley para la Reforma Política «y así dije que había sido sometido a referéndum ya». El miedo que provoca la voz del pueblo es directamente proporcional a lo antidemocrático de los partidos políticos que la niegan. Los referéndums los puede cargar el diablo.

El resultado de aquellas elecciones del 15-J fue ilustrativo de lo que sucedía. Se presentaron más de ochenta partidos o agrupaciones electorales. Hubo un 21,17% de abstención y consiguieron escaño doce candidaturas. Ganó Adolfo Suárez, como heredero del «régimen» con su UCD (6.310.711 votos, 165 escaños), seguido por el PSOE de Felipe González (5.371.825 / 118). El PCE, con Santiago Carrillo a la cabeza, consiguió ser la tercera fuerza política (1.709.867 / 20), seguido de cerca por AP, liderado por Manuel Fraga (1.525.624 / 16). Daba comienzo la etapa democrática y sin anunciarlo unas Cortes constituyentes.

Fui testigo y de alguna forma protagonista de la Transición que comenzaba. No puedo arrepentirme de lo que hice convencido, pero visto en perspectiva histórica y con lo aprendido, soy crítico con todo aquello. Fue un pacto desde el franquismo hacia la democracia controlada, aunque no todos los que participaron fueran demócratas. La oposición al «régimen» no pidió que se dirimieran responsabilidades por los crímenes cometidos, por los derechos pisoteados durante la dictadura, ni por el origen golpista del régimen que terminaba. Los responsables y autores, asesinos, siguieron y siguen en la calle formando parte del tejido social, mientras el Gobierno se niega a perseguir los crímenes del franquismo. Sobre esos rescoldos se fundó la democracia.

La Transición fue una ley de punto final. La Transición puso como jefe de Estado a un rey, que durante veinte años apoyó voluntariamente a Franco que lo nombró como sucesor;  que nunca renegó del juramento a los «principios generales del movimiento», ni denunciado las penas de muerte que su protector firmó hasta el final de sus días. Fue una reforma sin ruptura, construida sobre el poder franquista intacto. Hubo un gran debate en las alturas sobre «ruptura o reforma», pero al final, quienes defendían la ruptura reformaron y los reformistas retornaron al lugar de donde venían.

En aquel 15-J, la gente, tradicionalmente desinformada, votó, como vota casi siempre, a los que más salen en televisión, a la voz del poder, o a quienes provocan menos miedo. Los partidos políticos en la clandestinidad, fueron llamados a participar en la Transición y terminaron aceptando lo que nunca habían defendido: la monarquía y la bandera ondeada por el dictador y las condiciones que impusieron los vencedores de la guerra. Clandestinos y legales, comunistas y socialistas, militares, franquistas y falangistas, fueron amnistiados por los delitos cometidos durante los cuarenta años de Franco. Algunos fueron más beneficiados que otros. Ningún programa electoral prometió derribar lo que el franquismo había construido. Ningún partido en el gobierno desde entonces, ha extirpado el veneno que nos inoculó la dictadura.

En el proceso hacia la democracia la Agencia Central de Inteligencia estuvo cerca. La Transición se diseñó en un despacho desde Langley (Alfredo Grimaldos en Claves de la Transición 1973-1986, para adultos). «El franquismo no es una dictadura que, sino una estructura de poder que integra a la nueva monarquía». Para Grimaldos, la Transición fue la «metáfora de un interrogatorio policial» donde son los propios franquistas que diseñan el cambio se reparten los papeles en la obra que ellos mismos dirigen. La imagen oficial de este periodo se ha construido «sobre el silencio, la ocultación, el olvido y la falsificación del pasado». El sucesor de Franco, Juan Carlos, se hizo confidente de la Casa Blanca y se convirtió en su gran apuesta para controlar España.

Mucho ha cambiado la sociedad desde aquel 15-J. Ni todo ha estado mal hecho ni todo ha sido una maravilla. El «nuevo régimen» se construyó sobre las ruinas del franquismo. Algunos claman por el olvido; pero para los canallas, sus actos y sus cómplices ni olvido ni perdón. Hay que echarlos, porque hoy «nuestro país está en una situación de emergencia».


La Transición


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19 de junio de 2017



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