El próximo 15 de junio se cumplirán
cuarenta y un años desde la celebración de las primeras elecciones
generales tras la muerte de Franco. ¡Cuánto tiempo! Se desarrollaron
en un clima de expectación y esperanza sin límite. Eran las primeras
elecciones «democráticas», desde las elecciones a Cortes en febrero de
1936.
Antes, el 15 de diciembre del año
anterior, se había celebrado un referéndum en el que se nos preguntó
«¿Aprueba el Proyecto de Ley para la Reforma Política?». El 94,17% de
los votantes (con una participación del 77,8%) dijimos sí. Salíamos de
una dictadura en la que no se permitía pensar y poco soñar; solo
obedecer las consignas del dictador y la de los mandatarios del
«régimen».
El resultado de aquellas elecciones fue
ilustrativo de lo que sucedía. Lo que no habían previsto los
diseñadores del proceso, lo corrigió la
ley D'hondt. Se presentaron más de ochenta
partidos o agrupaciones electorales y consiguieron escaño doce
candidaturas. Ganó Adolfo Suárez, como heredero del «régimen».
Hubo una participación del 78,83%. La Unión
de Centro Democrático obtuvo 6.310.391 votos y consiguió 165 escaños.
El segundo partido fue el PSOE de Felipe González, con 5.371.866 de
votos y 118 diputados. El PCE, con Santiago Carrillo a la cabeza,
consiguió ser la tercera fuerza política, con 20 escaños y 1.709.890
votos; seguido por Alianza Popular, liderado por Manuel Fraga,
representando al franquismo sociológico con 1.504.771 votos y 16
diputados. El Partido Socialista Popular de Tierno Galván, obtuvo
816.582 votos y 6 diputados. Daba comienzo la Transición hacia la
democracia y sin anunciarlo unas Cortes constituyentes.
Este año hay razones para celebrar el 15J;
tenemos un nuevo Gobierno. Las Cortes han expulsado al Partido Popular
y de la política a Mariano Rajoy; ellos no tienen cuerpo para
celebraciones. El año pasado, tampoco celebraron nada, aunque tuvieran
razones para lo contrario. Coincidió con la moción de censura contra
Rajoy presentada por Unidos Podemos el 13 de junio que ganaron. El
PSOE se abstuvo. Había suficientes razones para la moción, entre otras
porque el PP amenazaba a la democracia. La Transición, cerró en falso
el conflicto de
las «dos Españas», que se visibilizaron en el debate de la moción.
Por un lado «los corruptos sin escrúpulos que creen que se pueden reír
de España desde la tribuna del Congreso»; por otro, «una España que
quiere construir un futuro». El nuevo Gobierno debería abrir un
proceso de Transición hacia la normalización democrática e
institucional.
El 15J de 1977,
la izquierda votó con el precedente de Pinochet en la cabeza, que
aplastó un gobierno de izquierdas surgido de las urnas en 1973; y la
derecha, con el de Portugal (1974), que puso fin a una larga dictadura
anticomunista y emprendió un proceso revolucionario.
Las elecciones del 15J fueron singulares por tres razones: tuvieron un
trasfondo que favoreció la entente, sus grandes opciones
políticas se perfilaron sobre la marcha y los resultados pusieron las
bases de la Transición. (Xavier Casals). En el recuerdo la Guerra
Civil, que mostraba los riesgos de una nueva confrontación. Los
mandatarios del régimen, sabían que tenía que buscar una salida desde
arriba para evitar un eventual proceso revolucionario como el
portugués. Y el grueso de la oposición era consciente de que hacía
falta contención para evitar que el Ejército interviniera en el
proceso político, como Chile.
Las campañas de los principales partidos fueron
dispares. UCD dispuso de cuantiosos recursos y Adolfo Suárez su gran
capital. Prácticamente no hizo campaña, se limitó a una visita a su
pueblo, Cebreros, contadas entrevistas a los medios, y la decisiva
aparición en el último espacio electoral en televisión, que decantó a
su favor un considerable número de votos. AP fue el polo de atracción
del voto más franquista; se empeñaron en remarcar el pasado y el
miedo. Fraga tampoco contribuyó a crear una imagen moderada.
La campaña de los comunistas fue escasa en medios y en ideas,
subrayando su pasado de principal fuerza opositora al franquismo, pero
con muchas dificultades para superar las reticencias de una buena
parte de la sociedad.
La división de la izquierda jugó a favor
de Suárez. El PSP de Tierno Galván consiguió más de 800.000 votos. UCD
obtuvo un millón de votos más que el PSOE. Si el partido de Tierno
hubiera concurrido con el PSOE, el resultado de los socialistas habría
sido espectacular. La campaña más eficaz fue la del PSOE. Junto a una
imagen moderada lanzó a un joven líder y con futuro. Apoyados por los
socialdemócratas alemanes del SPD, dispusieron de un aparato poderoso
que habían venido preparando desde 1973.
Siguiendo las reflexiones del profesor
Xavier Casals, las elecciones se caracterizaron por una cierta
ceremonia de la confusión. El PCE moderó el discurso y el PSOE lo
radicalizó. Los comunistas tenían una imagen pésima acuñada por el
franquismo durante 40 años, por lo que tras su legalización en abril
de 1977, mostró su máxima moderación para ganar respetabilidad, bajo
el lema «Socialismo en libertad». Por el contrario PSOE, con el lema
«Socialismo es libertad» y declarado marxista, liderado por Felipe
González, no era percibido como una amenaza e hizo un camino inverso
para disputar el electorado al PCE.
Aquella cita con las urnas definió
muchas de las tendencias políticas y conflictos que han llegado hasta
hoy. Nos legó la Constitución de 1978; el sistema electoral vigente;
el conflicto territorial del País Vasco, marcado por la violencia de
ETA; y Cataluña, donde el 15J triunfaron los socialistas (28.5%)
seguidos de los comunistas (18.3%). Para evitar que se constituyera
una Generalitat de izquierdas, Suárez facilitó el regreso del
presidente de la Generalitat en el exilio, Josep Tarradellas,
nombrándole presidente provisional, a pesar de que nadie lo había
votado y su legitimidad era republicana.
El Gobierno Suárez negoció con las fuerzas
políticas los principios básicos del
Decreto-ley de 23 de marzo de 1977, que
reguló las tres primeras elecciones generales –1977, 1979, 1982– y que
en lo sustancial se mantiene. El Congreso de los Diputados estaría
formado por 350 diputados, elegidos por un sistema de escrutinio
proporcional siguiendo el método D’Hondt, que favorece a las
candidaturas más votadas. Para evitar la fragmentación, que impidiera
articular mayorías estables, se estableció un mínimo del 3% de los
votos para entrar en el reparto de escaños. El Senado se constituiría
con 207 electos, más 41 designados por el Rey. Elegidos por un sistema
mayoritario limitado, pudiendo elegir a un máximo de tres candidatos.
Se eligen cuatro por cada circunscripción. El Senado, cuya existencia
exigieron los sectores más conservadores, se convirtió en un refugio
para una parte de los dirigentes provenientes del franquismo. Teniendo
esto en cuenta, parece que Pedro Sánchez
podría disolver la Cámara baja, en el caso
de que de que el PP cumpla con la amenaza con usar de manera
implacable su mayoría absoluta en el Senado.
El surgir de Podemos, la aparición de Ciudadanos
y la reivindicación catalana del derecho a decidir, han roto las
costuras del modelo dibujado hace cuarenta y un años. La flamante
ministra de Política Territorial, Meritxell Batet,
cree que la reforma de la Constitución es «urgente, viable y deseable»,
así como renovar el pacto territorial de España. Las elecciones
vinieron a fortalecer a la joven democracia y perfiló un sistema de
partidos homologable a cualquier país europeo; aunque revisar la
historia reciente y reformar las instituciones obsoletas, es tan
legítimo como necesario
El 15J tuvo sus propios valores, que
supusieron la conquista pacífica de una democracia, «imperfecta», y
significó un gran paso hacia la modernidad. Podemos decir que fueron
unas elecciones en libertad y sin ira.