Soy
contrario a las armas cualquiera que sea su categoría, no porque las
cargue el diablo, que no existe, como no creo en su dios, sino porque
las utilizan los malos. La mala gente, los países sin escrúpulos y por
los que tienen el gatillo fácil. Malo me pongo cuando veo a un policía
con la pistola en la cartuchera.
Muchas certezas, dudas, afirmaciones y
rectificaciones está cometiendo el Gobierno de Pedro Sánchez sobre la
venta de armas a Arabia Saudí. No es el único tema sobre el que
rectifica. Primero, el Ministerio de Defensa mostró su intención de
cancelar el contrato, algo que habría supuesto devolver los 9 millones
de euros que el país saudí ya había abonado a España. Fue en 2015, con
el popular Pedro Morenés como titular de Defensa, cuando España firmó
la venta a Arabia Saudí de 400 bombas. Este mismo mes, la ministra
Margarita Robles anunciaba la paralización de la venta. Finalmente el
Ejecutivo ha decidido seguir adelante con la transacción. Moncloa
redujo a una «declaración de intenciones» el anuncio de Defensa de
frenar la venta. Margarita Robles ha pasado de ser
fichaje estrella de Sánchez en el PSOE a ser desautorizada
en el Consejo de Ministros donde ocupa un rol secundario.
El Gobierno se ha visto obligado a rectificar
en la decisión ante la reacción del reino absolutista y la presión de
los trabajadores de Navantia por la posibilidad de perder el proyecto
para la construcción de cinco navíos, que suponen unos ingresos de
alrededor de 1.800 millones de euros y 6.000 empleos. Presentar la
cuestión de la venta de armas para la guerra o mantener los puestos de
trabajo, es una trampa en la que no podemos caer. Los partidos en
Cádiz han elegido trabajo.
La elección, entre paz o pan, por usar palabras de Kichi o entre
muerte y precariedad, si se eligen las palabras de la ONG,
provoca contradicciones irresolubles en el plano local. La presidenta
de la Junta, Susana Díaz, anuncia que ha acordado con Pedro Sánchez,
«garantizar sin fisuras» el contrato de las corbetas con Arabia Saudí
y, por tanto, los puestos de trabajo.
Las bombas vendidas a Arabia Saudí pertenecen al
modelo Paveway. Han sido fabricadas por la empresa Raytheon en Estados
Unidos y se trata de un artefacto que, según describe el propio
Ministerio de Defensa, «permite
aumentar la precisión de las bombas con un sistema económico y fiable»
gracias a su guiado láser. Esta descripción viene a cuento por las
declaraciones, convertidas en auténtico despropósito, de la ministra
portavoz Celaá: «El
Gobierno sabe que lo que está vendiendo son láser de alta precisión y,
por tanto, no se van a equivocar matando a yemeníes».
Del sí al lo estamos estudiando, del no a declaraciones que no hubiera
mejorado ni el propio Gila: «Me
gusta la guerra porque puedo matar sin que me diga nada la policía».
Tras días de anuncios esperanzadores y
desesperanzadores, el Ministerio de Exteriores ha anunciado que no ha
encontrado «ninguna irregularidad que impidiese poner en práctica» la
entrega de las famosas 400 bombas. Además señaló que se trata un
«armamento de precisión», guiado por láser, que «no
produce efectos colaterales en el sentido de que da en el blanco que
se quiere con una precisión extraordinaria».
Borrell no ha querido polemizar con su colega de Defensa, ni valorar
si ha quedado desautorizada por la gestión. Lo cierto es que
España casi duplicó la venta de armas a Arabia Saudí el año que
estalló la guerra de Yemen. Entre palomas y
gavilanes, están ganando los gavilanes.
El mundo sigue mirando hacia otro lado mientras
la vida es aniquilada en Yemen, donde millones de personas están en
peligro. Más de 6.000 civiles muertos. Más de 50.000 personas heridas.
Tres millones de desplazados internos. Más de 22 millones de personas
que necesitan ayuda humanitaria. Más de 30 ataques aéreos que podrían
constituir crímenes de guerra, que han causado muerte de personas en
escuelas, mercados, hospitales o viviendas,
según fuentes ofrecidas por Amnistía Intrnacional.
Detrás de estas cifras hay otras terribles que esconden amistades
peligrosas; entre 2015, año en que se iniciaron los bombardeos sobre
Yemen y 2017, España exportó armas a Arabia Saudí por valor de 932
millones de euros en material bélico. Que no nos confundan, mejor
dicho, que no nos engañen. Con las armas que España vende a Arabi
Saudí, se han cometido atrocidades en Yemen. Arabia Saudí ataca a
vehículos civiles hospitales, colegios, mercados, bodas y funerales.
Moncloa
trató de suavizar la decisión de Margarita Robles: «Defensa ha hecho
una declaración de intenciones», aseguraban fuentes gubernamentales,
que dejaban entrever que la decisión no se consultó previamente con
los demás departamentos involucrados. Esas mismas fuentes subrayan que
en el caso del armamento se produce un «cruce de competencias» que
afecta a Defensa, Comercio, Exteriores y Hacienda.
La
Resolución 2216 de la ONU fue apoyada por
España y publicada el mismo año en el que se firmó el contrato de
venta de armas a Arabia Saudí, sellado por el entonces presidente
Mariano Rajoy y el jefe del Estado, Felipe de Borbón, La Resolución
insta a los países miembros a «adoptar de inmediato las medidas
necesarias para impedir que, de forma directa o indirecta, se
suministren, vendan o transfieran armas». Un año después, el
Parlamento Europeo señaló a la coalición liderada por Arabia Saudí
como responsable de «ataques indiscriminados (en Yemen) contra la
población civil, personal médico y trabajadores humanitarios» y mandó
un mensaje a los países de la UE para que dejaran de suministrar armas
al país saudita por las «graves acusaciones de incumplimiento de
Derecho internacional comunitario de este país en Yemen».
ONG como
Amnistía Internacional, Fundipay, Oxfam Intermón o Greenpeace
han mostrado su preocupación por la decisión final de Defensa: «Nos
negamos a ser cómplices de crímenes de guerra. Solo el cortoplacismo y
los intereses de aquellos que nos quieren obligar a elegir entre paro
y muerte pueden sentirse satisfechos (...), debe primar el
cumplimiento de la ley y el respeto al derecho internacional frente a
cualquier otro argumento»
Ahora, la pelota está en el tejado del órgano
interministerial que regula el comercio de
Armas Marca España. El próximo día 19 de
septiembre debe suspender las exportaciones que están pendientes, con
carácter inmediato y no autorizar nuevas licencias, porque
hay decisiones que matan.
Querer
enfrentar a las víctimas de un conflicto bélico con las víctimas de la
precariedad laboral es obsceno. Junto con las ONG humanitarias y de
cooperación, ni por activa ni pasiva, quiero ser partícipe de
atrocidades. Como ciudadano español, elevo mi protesta al Parlamento y
al Gobierno, que tiene la gran oportunidad de pasarse al lado de
aquellos que no quieren ser cómplices de crímenes de guerra, por
decencia y dignidad.