En el año
2014 escribí este artículo y hoy lo recupero. No he quitado ni puesto
ni una coma; y he incluido una nota final. Conocido es el poema de Martin Niemöller «Ellos vinieron»
(atribuido erróneamente a Bertolt Brecht), que trata de cuales son las
consecuencias de no ofrecer resistencia a las tiranías, cuando
intentan establecer su ideario y ejecutar sus políticas, generalmente
antisociales y represoras. Algo de esto está ocurriendo por estos
lares y es hora de que la ciudadanía, reaccione contra el gobierno,
antes de que terminen con todo y no haya nadie más que pueda
protestar.
Porque el
gobierno de turno, representante de la derecha más reaccionaria, vino
a por los trabajadores y trabajadoras y con su reforma laboral eliminó
derechos, disminuyó salarios y promovió miles de despidos, rebajando
las indemnizaciones y la cobertura de desempleo a más de 6 millones de
personas en paro, según la EPA; pero guardé silencio porque no era
trabajador.
Cuando
vinieron a por los jubilados pensionistas, atrasando la edad de
jubilación, congelaron la revalorización de las pensiones y
establecieron una nueva fórmula de revalorización, que perjudica
gravemente a sus ingresos. Parece como si la «solución final», estilo
PP, estuviese en marcha; guardé silencio porque no era jubilado
pensionista.
Cuando
vinieron a por los enfermos, realizaron numerosas reformas en materia
sanitaria que ha supuesto una reducción evidente de la calidad y
cobertura del derecho a la salud, imponiendo el pago, repago y copago
farmacéutico, aumentando el número de medicamentos excluidos −dejando
a la puerta de la muerte a cientos de enfermos crónicos−, reduciendo
la cobertura ofrecida por los servicios públicos y la cartera de
prestaciones; excluyendo a las personas emigrantes sin documentación;
potenciando la externalización hacia la gestión privada; pero como no
estaba enfermo no protesté.
Cuando
vinieron a por las personas dependientes, reformaron el Sistema de
Dependencia, que atendía a cerca de 800.000 personas, recortaron el
derecho a la protección, reduciendo el número de beneficiarios en más
de 200.000; así como la intensidad de las prestaciones, lo que ha
producido la eliminación de miles de empleos en el sector de atención
sociosanitaria y el abandono a las personas con mayores necesidades;
pero yo no tenía este problema y no protesté.
Cuando
vinieron a por los inmigrantes, les encerraron en los Centros de
Internamiento de Extranjeros (CIE), en peores condiciones que en las
cárceles, privándoles de libertad sin haber cometido delito alguno,
persiguiéndoles policialmente por su color de piel, y no contentos con
eso, colocaron vallas asesinas para evitar la entrada al territorio
español de las personas que desde el norte de África huyen del hambre,
la miseria y las guerras; y cuando lo intentaron por mar, les
dispararon pelotas de goma, hasta producirles la muerte por
ahogamiento; yo no era «negro» inmigrante y no protesté.
Cuando
vinieron a por los marginados, desempleados y a por las personas que
en riesgo de exclusión social, tuvieron que dejar de pagar sus
hipotecas, no fue para darles techo ni comida, que se lo dieron a las
entidades bancarias, rescatándolas, para su mayor beneficio, sino para
desahuciarlas, echándoles de sus casas, manteniendo la deuda con los
bancos, produciéndose, además, el mayor aumento de la desigualdad en
Europa y mayor diferencia entre ricos y pobres; yo no estaba en esa
situación y no protesté.
Cuando
vinieron a por las mujeres, no fue para eliminar el riesgo de ser
víctimas del terrorismo machista, sino para reducir los recursos
destinados a la prevención de la violencia contra las mujeres. Tampoco
fue para promover la igualdad real y efectiva y reducir la brecha
salarial existente entre mujeres y hombres, sino para recortar su
derecho a la interrupción voluntaria del embarazo; como yo no soy
mujer, no protesté.
Cuando
vinieron a por los estudiantes, lo hicieron recortando recursos y la
ley Wert, entregó el Sistema Educativo a la iglesia católica y a sus
escuelas privadas concertadas, en perjuicio de la escuela pública de
calidad, servicio público esencial para remover las desigualdades
socioeconómicas, y no para fomentarlas. Eliminando o reduciendo las
becas, impiden el acceso a la educación básica y universitaria a una
mayoría de la población por razones económicas y sociales; como yo no
soy estudiante, no protesté.
Cuando
vinieron a por la justicia, lo hicieron elevando las tasas judiciales,
eliminando prácticamente la justicia gratuita y perjudicando el
derecho a la tutela judicial efectiva. Suspendiendo a los jueces que
persiguen la corrupción y liberando a los corruptos que han saqueados
las arcas públicas en propio beneficio o en el de sus amigos del alma,
establecen el imperio de la corrupción generalizada; pero yo, sin
tener en donde caerme muerto, no protesté y guardé silencio.
Cuando
vinieron a por la democracia, redujeron el número de diputados,
perjudicando a los pequeños partidos y colectivos, como en Castilla
La-Mancha, donde para ser político tienes que ser rico; no atendiendo
las Iniciativas Legislativas Populares, blindaron el Congreso y
eludieron los debates en el Parlamento. A los que se manifiestan y
protestan, multas y palos, criminalizando las protestas sociales; pero
yo soy de la mayoría silenciosa y no protesté.
Y siguen
viniendo a por todos; a por las personas integrantes en los colectivos
mencionados más arriba y a por los que no aparecen aquí, pero vienen a
por nosotros. No esperemos a que vengan a buscarnos, porque cuando
esta gente aparece, ya conocemos cuales son sus intenciones: nos dejan
sin trabajo, sin casa, sin sanidad, sin pensiones, sin estudios y sin
futuro; beneficiando a los poderosos, perjudicando al pueblo llano,
privatizando los servicios públicos, beneficiando a sus amigos,
eliminan el bienestar social; y con todo despreciando las libertades
públicas y los derechos humanos y fundamentales. Hay que protestar,
contra las injusticias sociales y por la igualdad.
«Cuando
vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar». Con
esta frase termina el poema Niemöller, Hay que evitar que eso ocurra.
Las protestas sectoriales en mareas de colores siguen siendo
necesarias y tienen que convertirse en una protesta global, en una
«gran marea» popular permanente. Hay que salir a la calle y
revolucionar a la España injusta, impidiendo que los gobiernos de
turno se salgan con la suya. Reivindiquemos el bienestar, por el pleno
empleo digno, contra los recortes sociales públicos y contra la
canalla represión.
Hasta aquí
el artículo del 17 de marzo de 2014. Hoy termino diciendo: han venido
a por los pensionistas, por lo que tenemos que tomar las calles, las
redes sociales, la voluntad del Gobierno y del Parlamento. «Un lazo
marrón para denunciar la subida "de mierda" del 0.25% a las
pensiones».