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1 de Septiembre de 2018


La canción del verano de 1965, popularizada por Johnny and Charlie, fue La Yenka. Famosa por su baile repetitivo de pequeños saltos laterales y frontales y que después de todo, uno se queda donde estaba. Estribillo fácil, baile sencillo y melodía pegadiza. Algo así como le ocurre al Gobierno de Pedro Sánchez. Da un paso titubeante hacia la izquierda, para luego, decidido, otro a la derecha; avanza al frente, con ánimo de cambiar los designios de España y rápidamente, cuando alguien le pone cara de perro, vuelve a su posición inicial.

El último retroceso copernicano del Gobierno, es el relacionado con la defensa del juez Pablo Llanera ante los tribunales belgas. En un comunicado se aseguraba que «la demanda presentada incluye referencias a expresiones privadas realizadas por el juez Llarena ante las que el Gobierno no puede actuar». Esto mismo defendió la vicepresidenta Carmen Calvo en rueda de prensa. La decisión de dejar al juez solo, por parte de Dolores Delgado ministra de Justicia, provocó un gran malestar en un amplio sector de los jueces y fiscales, que consideraron que se había dejado «tirado» al magistrado, cuando el único fin de las demandas presentadas por Puigdemont y sus cuatro ex consejeros es defender el proceso independentista y el proceso judicial en España. Se armó la mundial; tanto que el Gobierno anunció de forma ambigua que el Estado pagaría un bufete de abogados belga para defender al juez del Tribunal Supremo.

No ha sido bastante, el propio Pedro Sánchez ha salido en Chile, a enmendar a su ministra, intentando zanjar la cuestión: «La defensa de nuestro sistema judicial no es una cuestión privada, es una cuestión de Estado». El presidente confirma el cambio de criterio para defender al juez y contenta a las derechas. La decisión del Gobierno de defender a Llarena ha levantado suspicacias en los aliados parlamentarios de Sánchez (Unidos Podemos, ERC y PCeCAT): «Cuestiona la infependencia judicial». 

En el ámbito del PSOE también se dan contradicciones sobre lo prometido. El líder que llegó a la Secretaría General con el compromiso de otorgar todo el protagonismo político a la militancia, lleva más de cien días alejado de las bases del partido. Concretamente, desde el 12 de mayo en Segovia, donde acudió para impulsar la candidatura a esa Alcaldía. Sánchez no ha vuelto a acercarse a la militancia ni siquiera para celebrar su llegada al Gobierno tras la moción de censura.

A esto hay que sumarle la bofetada que la militancia socialista ha recibido con la conversación que Sánchez mantuvo con Manuela Carmena, animándola a presentarse a las próximas elecciones municipales. Casi veinticuatro horas después de conocerse la supuesta llamada del presidente, después de difundir la información y conocer la opinión de la militancia, fuentes del Gobierno informan que «la llamada de Pedro Sánchez a Manuela Carmena no se produjo». Pese a todo, en el PSM se ha producido un gran estupor, por la supuesta charla, que pilla a los socialistas madrileños sin candidato. José Manuel Franco se desmarca y asegura que los militantes de Madrid y en primarias decidirán un nombre ganador. Todo apunta que, salvo un consenso de última hora, habrá un proceso interno de primarias con, al menos, dos candidaturas. La rumorología cita los nombres de Josep Borrell y Fernando Grande-Marlasca.

Otro escándalo es el provocado por el cambio en la política sobre inmigración. El Gobierno empezó acogiendo a los inmigrantes del Aquarius y dos meses después ha devuelto a 116 personas que saltaron la valla de Ceuta, recuperando las devoluciones en caliente. «¡Les quiero fuera ya!». Han sido entregados a Marruecos, que no es el mejor país de acogida precisamente. El PSOE, que impulsó el recurso de inconstitucionalidad contra las devoluciones en caliente, ahora defiende su legalidad ante Estrasburgo, manteniendo el recurso del PP contra la condena del Tribunal a España. La activista Helena Maleno y otras organizaciones humanitarias, han calificado de «racista» la expulsión por el Gobierno de los 116 migrantes subsaharianos y ha alertado del «giro terrible» que supone esta acción en materia migratoria. Un Gobierno capaz de garantizar la prosperidad y el bienestar de su país jamás tendría miedo de la migración, si lo hace es por que su propuesta para garantizar el bien común es débil y se tambalea.

El Gobierno de Pedro Sánchez no ha cumplido ni 100 días y ya se ha enfrentado al primer gran fracaso de su política económica, al no conseguir aprobar el techo de gasto, bajo los plazos que establece la Ley de Estabilidad Presupuestaria, que se cumplió el 27 de agosto. Cuando aún no se han cumplido los 100 días después de su investidura y con los mismos 84 diputados que cuando estaba en la oposición, Sánchez se encuentra con varios frentes abiertos, aunque persiste «en avanzar y en sacar del letargo al país».

La realidad y en el tiempo de gobierno le dejan algunos fracasos: el rechazo a la subida de impuestos, la confusa política migratoria, el no al techo de gasto, la frustración de no avanzar en la financiación autonómica, la mala elección de sus portavoces, la ambigüedad con Cataluña y su mala imagen con la prensa. La exhumación del cadáver de Franco del Valle de los Caídos, está pendiente. Veremos como termina después de anunciar la inmediatez de que sería antes de terminar agosto, ahora esperan que sea antes de que termine el año. Por último, el PSOE se comprometió ha abordar el desarrollo de la Ley de Asilo, normativa obsoleta que lleva nueve años sin desarrollarse y ahora ni se menciona. De las pensiones hablaremos otro día.

El presidente se reunió con el Ejecutivo en Quintos de Mora, donde han fijado las estrategias del nuevo curso político y reflexionado sobre el proyecto de España para 2030. Sánchez y su equipo defienden el impulso transformador del Gobierno para conseguir un país más justo y solidario, igualitario y feminista, según ha informado Moncloa. Se trata de un proyecto, que, según el presidente, «aspira a trascender la presente legislatura con una potente agenda de cambio europeísta y sostenible».

El Gobierno actúa como si tuviera mayoría absoluta en las Cortes, cuando no la tiene ni en el Congreso, y el PP amenazando con usar su mayoría absoluta en la Cámara Alta para hacer frente a la «extrema debilidad» y «gran radicalidad» del Gobierno. Propondrá iniciativas para defender la unidad de España, el crecimiento económico y el ejercicio de las libertades, como la libre elección de educación y empleo del castellano.

El Gobierno ha recuperado La Yenka. A punto de terminar el mes de agosto la fiesta continúa y el curso político comienza marcado por la incertidumbre y el enfrentamiento. No nos vamos a aburrir: «Izquierda, izquierda, derecha, derecha, adelante, atrás, 123…»


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