Vaya por
delante esta reflexión: estoy indignado ante el despropósito del
Gobierno de Pedro Sánchez, de la justicia, la Fiscalía y la Abogacía
del Estado, al pedir penas de cárcel tan desorbitadas, por delitos
inexistentes, para los presos políticos, que no son golpistas, sino
independentistas; gobernantes que han desobedecido pero que no han
encabezado ningún alzamiento violento. Me avergüenzo por haber
participado en la construcción del régimen del 78 y militado más de
treinta años en el PSOE, que abandoné por su deriva ideológica y que
ahora se mantiene en silencio ante la represión del Estado. 25 años de
prisión por una manifestación y una rebelión inexistente tiene más de
venganza que de justicia.
Hay una ley no escrita que sigue cumpliéndose a
rajatabla: la de las expectativas creadas. Según Jesús Maraña quienes
vienen proclamando la existencia de un pacto espurio entre el Gobierno
con el independentismo, no pueden aceptar un debate jurídico
mínimamente sólido. "No
les basta con la sedición, con la conspiración para la rebelión ni con
la prisión incondicional eternizada". No les
importa que finalmente la justicia pueda confundirse con la venganza o
el escarmiento. Siempre les quedará el eficaz refugio del (falso)
patriotismo, con un discurso que viene calando: lo ocurrido el 20 de
septiembre y el 1 de octubre en Catalunya fue “un golpe de Estado”.
Tenemos que reaccionar desmontando la patraña. Volveremos sobre ello.
Discúlpenme
que me repita; hace unos años escribía sobre el derecho que tenemos a
que se haga Justicia y voy a retomar la idea. Todas las personas
tenemos derecho a que los jueces y tribunales impartan justicia,
cuando nuestros derechos e intereses legítimos se vean perjudicados,
sin que pueda producirse indefensión. La justicia será gratuita en
todo caso, respecto de quienes acrediten insuficiencia de recursos
para litigar. Estos son derechos que la Constitución otorga a la
ciudadanía y muestran la concepción social del Estado Democrático de
Derecho. Pero no es oro todo lo que reluce.
Nuestro
sistema diseña un marco constitucional regulador del derecho a la
tutela judicial que incluye, por parte del Estado, una prestación de
servicio básico fundamental, encaminada a la provisión de los medios
necesarios para hacer que este derecho sea real y efectivo, incluso
cuando quien desea ejercerlo carezca de recursos económicos. La tutela
judicial efectiva no es sólo un derecho, sino que es principio y
fundamento del orden político y de la paz social, en un espacio de
igualdad y justicia social.
Los
recortes en educación o sanidad, suponen una falta de igualdad de
oportunidades, y los recortes en justicia suponen una falta de
igualdad ante la ley. El ataque al principio de igualdad ante la ley,
que es grave en todos los ámbitos del derecho (civil, administrativo,
laboral), lo es especialmente en el ámbito penal. Poner al ciudadano
en pie de igualdad ante el Estado, que es quien ejerce la acción
penal, garantizándose su derecho de defensa, es, ni más ni menos, lo
que diferencia a un Estado de Derecho moderno de un estado
inquisitorial.
Ningún gobierno en la democracia había puesto en
tela de juicio el derecho al acceso a la justicia en igualdad de
condiciones, hasta que llegó Rajoy y su ministro Gallardón. Con la
subida abusiva e indiscriminada de las tasas, atacaron el Estado de
Derecho. Hasta se puso en tela de juicio, con la excusa económica, la
asistencia de letrado en las detenciones policiales. Todo está
deteriorado y la asistencia gratuita está siendo agredida. Los
abogados y abogadas del turno de oficio están sin cobrar. El Consejo
General de la Abogacía, ha denunciado el incumplimiento por el
Ministerio de Justicia de los compromisos en cuanto al pago mensual de
las certificaciones de las actuaciones en el sistema de la Asistencia
Jurídica Gratuita por los Abogados y Colegios de Abogados en el
territorio de su competencia. (Diario16,
3 de noviembre 2018). Y por último: la
escasez de fiscales en Asturias obliga a suspender juicios con menores
afectados. El Ministerio Público también falta a los pleitos laborales
La plantilla es la segunda más desproporcionada del país respecto a la
de magistrados.
Los tres casos más importantes de corrupción por
su gravedad, pendientes de resolver por la justicia son el Caso
Púnica, que lo tiene todo: trama, años, dinero y extensión. (Casos
de corrupción más graves de España. El País 25 de mayo 2018).
Ha sido el caso de corrupción más cercano a la perfección, según los
especialistas. El corazón del delito de la Púnica era cobrar
comisiones a cambio de adjudicaciones en ayuntamientos de Madrid y
Valencia. Caso Gürtel es la otra pata de los grandes casos de
corrupción vinculada al PP y que la justicia sigue tramitando. El
centro de la trama era el empresario Francisco Correa, que se nutría
de contratos y favores de administraciones dirigidas por el Partido
Popular en Madrid y Valencia a cambio de sobornos a funcionarios y
autoridades públicas. La gravedad del Caso Palau parte de la
connivencia de forma activa y por omisión, "que implica a una trama
transversal de políticos, sociedad civil, empresarios y otros partidos
que hacen ver que no ven”. Son casos notables que se eternizan en los
tribunales.
Por el
contrario hay casos en los que los implicados son personas humildes,
desconocidas, que son detenidas, imputadas, procesadas y juzgadas por
el procedimiento express, en una semana, por el solo hecho de haber
entrado en un supermercado a llevarse comida para dársela al
hambriento. Lo que hasta ahora eran derechos inspirados por principios
de solidaridad y de justicia, se están convirtiendo en prestación para
pobres; la beneficencia de toda la vida, para los que nada tienen. ¡Y
que decir de los desahucios! La justicia no es igual para todos.
Me he
preguntado infinidad de veces y no doy con una respuesta
tranquilizadora: ¿Cómo es posible que no se haya abordado
decididamente, la modernización de la administración de justicia y que
a estas alturas de los avances tecnológicos se sigan utilizando medios
del siglo XIX? Quiero pensar que es por la gran dificultad tecnológica
y los enormes recursos económicos que hay que poner a su disposición,
pero es porque no hay voluntad política para resolverlo. Recuerdo a
siguiente anécdota: un director general de prisiones visitó una de
ellas; un funcionario se extrañó del discurso ofrecido, en el que se
anunciaron más recursos para las cárceles que para la educación y le
preguntó la razón. A lo que el director respondió: los políticos no
vamos a volver a la escuela y a la cárcel es posible que vayamos.
El Gobierno pide ahora dejar trabajar con
independencia a la justicia en el procès. Tendremos tiempo de
analizar la situación. El juicio se acerca y alguno de los presos
aseguran que tienen asumido que pueden pasarse unos cuantos años en la
cárcel. Repiten que nunca pedirán un indulto por un delito que no
cometieron.
Para ellos y sus votantes, rendirse no es una opción.
Se observa que con la petición de penas de cárcel tan elevadas, sin
base jurídica, sólo destila odio. Elisa Beni se hace una pregunta
seria: "Si con las cajas de resistencia se hubieran comprado armas, si
se hubieran distribuido a través de las asociaciones..., si los
manifestantes hubieran intentado tomar con ellas puntos neurálgicos
¿de qué se hubiera acusado? ¿De lo mismo? Es una locura".
Nuestra
democracia se sustenta en una monarquía a la que no se puede
investigar; un Poder Judicial que mete en prisión a demócratas por el
simple hecho de ejercer sus derechos y sometido al poder de la banca.
El gobierno de Pedro Sánchez se merece que sus socios le dejen caer.
Parece que el poder judicial está desconectado de los principios
democráticos más básicos, cuyas instancias más altas nunca han
interiorizado. Algo tendrá que ver que durante la Transición se
dejaron intactas las estructuras de poder.
El sistema judicial está en crisis y su
deterioro afecta profundamente a nuestra democracia. Las injerencias
políticas son muy visibles, se concentran en la cúpula judicial y son
especialmente peligrosas en los casos de corrupción. La Justicia está
sometida a una presión por parte de los poderosos; lo hemos visto en
el Tribunal Supremo y el caso de los impuestos de las hipotecas y lo
vimos con lo que se hizo con las cláusulas suelo. Las leyes y su
aplicación no siempre son iguales para todos. Joaquim Bosch e Ignacio
Escolar en su libro
El secuestro de la justicia, estudian las
injusticias que padecen las víctimas de violencia machista;los
problemas en la aplicación de la prisión provisional o los excesos en
los límites de la política de penas de privación de libertad; el drama
de los refugiados y la criminalización de los inmigrantes; la falta de
reparación de las víctimas del franquismo; la actuación de la justicia
en el conflicto catalán; y los crecientes recortes de libertades.
Durante
este mes de noviembre, los letrados, los jueces y los fiscales están
llamados a secundar paros y el personal laboral irá a la huelga el
próximo día 16, por "la tremenda agresión de los derechos laborales"
que supone la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial. La
Justicia en pié de guerra en todos los frentes; contra las presiones y
el secuestro.