El Partido
Socialista Obrero Español se fundó clandestinamente en Madrid, el 2 de
mayo de 1879, en torno a un núcleo de intelectuales y obreros,
fundamentalmente tipógrafos, encabezados por Pablo Iglesias. Se van a
cumplir 140 años del acontecimiento que ha marcado la vida de mucha
gente y dejado huellas en la historia de España desde entonces.
El primer programa del nuevo partido fue
aprobado en una asamblea de 40 personas, el 20 de julio de ese mismo
año.
El PSOE fue así uno de los primeros partidos socialistas que se
fundaron en Europa, como expresión de los
afanes e intereses de las nuevas clases trabajadoras nacidas de la
revolución industrial. Ha orientando su labor hacia el logro de los
grandes ideales de emancipación a través del socialismo, con los
cambios lógicos de estrategia, que los momentos históricos han
impuesto en cada caso.
Hoy el PSOE
está inmerso en la campaña electoral, que nos llevará al 28 de Abril.
No son buenos tiempos para hablar sobre ideologías, la verdad podría
quedar oculta traas promesas y compromisos. También por las disputas
entre posibles candidatos y el número que ocuparán en las listas, en
caso de que sean elegidos en primarias o por el dedo del dirigente de
turno. He militado en la organización socialista demasiados años como
para tomar partido en la contienda. Hace años que abandoné el partido,
que no el socialismo. En el PSOE hay bronca aunque no se diga y no es
la primera vez ni será la última. En otros momentos fue entre
marxistas y socialdemócratas. En etapas más cercanas entre guerristas,
renovadores, cristianos, sindicalistas, los convergentes en Madrid y
la corriente Izquierda Socialista. Hoy parece que la disputa está
entre sanchistas y felipistas guerristas susanistas o lambaistas y
fernandinos.
Los
conflictos han surgiendo por los distintos posicionamientos sobre
políticas nacionales concretas, por los principios que deberían regir
a la organización o por el modelo del partido, la elección de los
líderes o la participación de la militancia. Lo cierto es que en el
seno del PSOE siempre han convivido distintas sensibilidades. Hubo
ruptura, cuando lo de "hay que ser socialista antes que marxista";
bronca por las políticas de reconversión de Solchaga; o cuando Borrell
ganó las primarias a Joaquín Almunia y la dirección no le respaldó. La
bronca contra Pedro Sánchez, que le obligó a dimitir, para alzarse
sobre sus cenizas, como cuenta en su Manual de Resistencia.
Vemos como
algunos "históricos socialistas", se han ido con Ciudadanos, lo que me
da la razón por algún comentario que hice en su momento sobre como
algunos se estaban alejando del socialismo, si alguna vez estuvieron
en él. El partido tendría que clarificar cual es la línea ideológica
que debe seguir. Desde mi punto de vista, tendrían que partir del
Programa Máximo, donde figuran las aspiraciones del partido en 1880 y
hacer un análisis comparativo sobre las aspiraciones que tiene el PSOE
en la actualidad.
Se conocía como
Programa Máximo, el que fue aprobado en 1880,
que pese al tiempo transcurrido sigue estando vigente. Hay que adaptar
algunos términos aquí y allá, darle algún retoque conceptual;
incorporar algunas medidas sociales y medioambientales de actualidad y
tenemos una propuesta de programa para el siglo XXI. En lo
fundamental, intrínsicamente, es totalmente válido. ¿Piensan qué me he
quedado encastillado en la concepción del siglo XIX?; salvando las
distancias históricas, muchas de las circunstancias de entonces,
políticas, sociales y económicas, siguen estando vigentes y vigente es
la necesidad de cambiarlo todo.
La historia del PSOE es larga y rica en debates
sobre ideas, estrategias y objetivos. Ya me referí a ello en "El
espíritu de Suresnes". En Suresnes (1974)
comenzó otro cambio de orientación política e ideológica. Se acordó
adaptar la idea y la acción a la lucha por la democracia y las
libertades desde el interior. En el XXVIII Congreso (1979), con el
lema "Construir en libertad", con aquel "hay que ser socialistas antes
que marxistas" de Felipe González, continuó la revisión ideológica.
Nueva imagen y nuevas formas de acción y abandono de algunos objetivos
históricos, por presiones internacionales. Fue durante la Transición a
la democracia, cuando se volvieron a perder otros principios y señas
de identidad. Sin república y con monarquía, se pretendía ir hacia una
"transición política y económica", en la España de las oportunidades.
Situémonos en Casa Labra.
Han transcurrido casi dos siglos y algunas de las reivindicaciones de
entonces, se pueden seguir haciendo hoy. Ha
cambiado el modelo social. Ha surgido la llamada "clase media" y al
proletariado se le denomina productor o trabajador y trabajadora. Pero
la clase dominante sigue siendo la misma de entonces: los que tienen
todo y todo lo pueden, por lo que todo está por hacer. Los privilegios
de la burguesía y del poder político siguen estando tan vigentes, como
vigente están la dominación de los "mercados financieros" sobre la
economía de la ciudadanía y de los propios Estados. La justicia
social, la desigualdad y la solidaridad siguen siendo proclamas y
reivindicaciones necesarias para el mayor bienestar y dignidad.
El PSOE de
Suresnes aprobó una resolución que marcaba su posición respecto al
problema nacional y la configuración territorial del estado.
Claramente se defendía el pleno reconocimiento del derecho de
autodeterminación, que comportaba la facultad de que cada nacionalidad
pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el
resto de los pueblos que integran el Estado español. El PSOE pretendía
establecer una República Federal de las nacionalidades que integran el
Estado, que salvaguardara la unidad de la clase trabajadora de los
diversos pueblos. Hoy parecen ensoñaciones.
Hace
cuarenta años, el PSOE se definía "por un método dialéctico de
transición al socialismo", en combinación con la lucha parlamentaria,
la movilización popular en todas las formas, creando "órganos
democráticos de poder de base", como cooperativas y asociaciones de
vecinos, buscando la profundización del concepto de democracia
"superando el carácter formal que las libertades políticas tienen en
el estado capitalista, accediendo a las libertades reales", señalando
las reivindicaciones de cada momento, "con la perspectiva de una
revolución socialista". No podía existir libertad sin socialismo ni
socialismo sin libertad.
Un fantasma ha recorrido la historia del PSOE,
siempre con el miedo a
la división del partido en dos mitades. Los
socialistas, en su larga historia, han ido cambiando el modelo
organizativo, sus principios, fines y objetivos, para adaptarlos a los
tiempos. Hoy, los bandos en conflicto no declaran abiertamente cual es
la razón de la guerra civil declarada, aunque todo parece, como
siempre que es cuestión de poder. De no perder el poder o de hacerse
con él, sin que digan claramente para que quieren ejercerlo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha
publicado su Manual de Resistencia.
Según Moncloa, el libro fue escrito en su mayor parte antes de llegar
a ser presidente del Gobierno. Según la
editorial, en el libro se destacan los lugares comunes de la vida
política, que han sido derribados por Pedro Sánchez y menciona,
algunas máximas que no se han cumplido en este caso como: "Nunca una
moción de censura ha triunfado en España"; "es imposible ganarle unas
primarias al aparato de un partido"; "aquí nadie dimite para ser fiel
a su palabra". La editorial expone que la llegada de Sánchez a la
secretaría general del PSOE en 2014, "abrió una nueva época en la
formación política". Transcurridos dos años, era expulsado del
liderazgo de su partido, al que regresó, aupado por la militancia,
para ser investido presidente del Gobierno un año después.
Para Gerardo Tecé,
el libro de Pedro Sánchez es una adaptación al papel de lo que Pedro
Sánchez proyecta en carne y hueso. En
realidad, lo que Pedro Sánchez ha hecho no es otra cosa que escribir
–encargarle a Irene Lozano que escriba– el clásico libro de memorias
de presidente del Gobierno. Pedro Sánchez proyecta lo que proyectaría
un presidente, se comporta como se comportaría un presidente y escribe
el libro que escribiría un presidente. Lo ha escrito y publicado por
el mismo motivo por el que repite continuamente "soy el presidente del
Gobierno": porque aún no siente que lo sea. Tardó dos primarias
ganadas en ser un verdadero secretario general del PSOE –en la primera
llegó como marioneta de Susana Díaz–, no logró serlo realmente hasta
que se revolvió contra los hilos. Para ser presidente también
necesitará serlo por segunda vez.
Carmen
Calvo, vicepresidenta del Gobierno, en la presentación de las
actividades previstas para la celebración del acontecimiento, declara
que el partido lleva "140 años sirviendo a España", indicando que "las
ideas socialistas siguen siendo hoy en día lo más necesario y lo más
moderno en la política actual".
El PSOE, junto con otros partidos representantes
de la izquierda ideológica y política, debería recuperar los ideales
de Casa Labra y marcarse el compromiso de ser garantía de igualdad,
justicia social y solidaridad, por el bienestar de la gente. En suma,
como se plasma en el
Programa Máximo, conseguir la completa
emancipación de la clase trabajadora; la abolición de todas las clases
sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del fruto
de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes.