El Día de
la Victoria, conmemora la derrota de la Alemania nazi por la Unión
Soviética y los Aliados. Fue el 9 de mayo de 1945. La rendición
incondicional se firmó el 8 de Mayo a las 22,43 (hora de Europa)
ante el Mariscal del Ejército Rojo Gueorgui Zhúkov, poniendo fin a
la Segunda Guerra Mundial en el continente europeo. El Acta de
rendición militar se firmó en el Cuartel General de Eisenhower,
Comandante Supremo Aliado en Europa, el 7 de mayo en Reims. Tras el
suicidio de Adolf Hitler, que no pudo soportar que los soviéticos
estuvieran a escasos metros del bunker, la rendición alemana estaba
cantada. La guerra había terminado
La Guerra
en España (1936-1939), sirvió de campo de pruebas para Alemania e
Italia. Hitler, tras denunciar las cláusulas sobre desarme impuestas
a Alemania por el Tratado de Versalles, organizó un nuevo ejército y
puso a prueba el nuevo armamento y las nuevas tácticas guerreras.
Hitler y Mussolini, entregaron material de guerra a Franco y
enviaron tropas especializadas a combatir en suelo español contra el
gobierno republicano. Las otras potencias, encabezadas por Francia y
apoyada por Reino Unido, se abstuvieron de intervenir, desarrollando
su política de «No intervención», porque la guerra de España venía a
complicar el juego estratégico que se desencadenaba en Europa. El
nazismo y el fascismo, quedaron derrotados en Europa, pero en
España, todavía los estuvimos sufriendo durante mucho tiempo. Ahora
parece que retornan.
En la
madrugada del 30 de abril de 1945, Hitler se suicidó y Berlín fue
tomada por las fuerzas soviéticas. La guerra en el Pacifico terminó
en agosto, poco después de que los Estados Unidos lanzaran las
bombas atómicas en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Murieron en el acto ciento veinte mil personas. Como consecuencia de
todo, EEUU y la Unión Soviética surgieron como las superpotencias
que iban a dominar el mundo. La «guerra fría», el inicio de la era
atómica, la descolonización, y la creación de organismos
internacionales como la ONU o las Comisiones Europeas, fueron otras
de sus consecuencias. Para España representó el aislamiento
internacional, la represión política en el interior y la depresión
económica.
El fin de
la Segunda Guerra Mundial, se firmó definitivamente el 2 de
septiembre de 1945, en la cubierta del Missouri –acorazado
norteamericano anclado en el golfo de Tokio–. Japón, el último
aliado de la Alemania nazi, firmaba el acta de capitulación. La
Guerra Mundial había estallado el 1 de septiembre de 1939, con la
invasión de Polonia por parte de Alemania. En lo que respecta a Asia
Oriental y del Pacífico, los japoneses plasmaron sus planes en
1941-1942, ocupando la mayor parte de China y alcanzado las costas
de Australia, ocupando las islas Filipinas, Indonesia y todos los
países del sudeste de Asia. Alemania y Japón, trataron de dividir el
mundo bajo su influencia.
El
antiguo Tercer Reich fue dividido. Prusia Oriental fue repartida
entre Polonia y la URSS, mientras que las regiones germanas de
Pomerania y Silesia, fueron transferidas a Polonia según lo pactado
por Reino Unido, Estados Unidos, la Unión Soviética y Francia en los
Acuerdos de Potsdam. El resto de Alemania, excluyendo Berlín,
quedaba dividido en cuatro zonas militares de ocupación. En 1949,
las tres zonas ocupadas por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia
se convirtieron en la Alemania Occidental –República Federal de
Alemania o RFA–, y ese mismo año, la zona de ocupación soviética,
Alemania Oriental se convirtió en la República Democrática Alemana.
La ciudad de Berlín, había quedado dividida en
cuatro zonas, permaneciendo bajo ocupación militar, hasta el 12 de
septiembre de 1990, por el
Tratado sobre el Acuerdo Final Con Respecto a Alemania,
firmado por las cuatro potencias y los dos gobiernos alemanes. Fue
el tratado final de paz y la restauración de la plena soberanía
alemana, tras acordarse el fin de la ocupación extranjera. La
reunificación alemana se produjo el 3 de octubre de 1990 y el país
reunificado obtuvo la soberanía el 15 de marzo de 1991.
Las principales
causas de la SGM, provienen de las
consecuencias de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
El tratado de Versalles (1919) estipulaba
que las Potencias Centrales (Alemania y sus aliados) aceptasen las
responsabilidades morales y materiales por haber causado la guerra;
además debían desarmarse. Tuvieron que realizar concesiones
territoriales a los vencedores y pagar exorbitantes indemnizaciones
económicas a los Estados victoriosos.
La
Segunda Guerra Mundial fue el conflicto armado de mayores
dimensiones de la historia. Se enfrentaron los países que
conformaban las Potencias Aliadas y las Potencias del Eje. Tras seis
años de lucha, se declara el final de la guerra y la caída de los
regímenes de Adolf Hitler en Alemania y Hideki Tojo en Japón. El
mundo quedó divido en dos bloques irreconciliables. Durante seis
años, la guerra se cobró más vidas y destruyó más tierras y
propiedades en todo el mundo que cualquier otra guerra antes
conocida. De los cincuenta y cinco millones de personas muertas,
seis millones eran judíos, exterminados en los campos de
concentración, como parte de la Solución Final. Gitanos,
homosexuales y personas de ideología opuesta fueron víctimas de la
barbarie.
Han
pasado ochenta años y algunas de sus consecuencias todavía se dejan
sentir o están presentes en el desarrollo de las relaciones
internacionales. La Segunda Guerra Mundial ha quedado marcada como
uno de los conflictos más destructivos en la historia del mundo,
aunque parece que se olvidan sus consecuencias. Desde entonces el
mundo no ha dejado de guerrear. Más de cincuenta guerras, conflictos
armados o de «baja intensidad», están abiertas en nuestro planeta.
Independentistas, de insurgencia islámica, otras religiosas,
tribales o de identidad cultural, étnicas y contra el narcotráfico.
Casi todas con la ayuda de los países occidentales que suministran
armamento y proclaman la paz: Afganistán, Angola, Argelia, Birmania,
Chad, China, Colombia, Corea del Norte y Corea del Sur, Egipto,
Etiopía, Filipinas, Gambia, India, Indonesia, Irak, Irán, Líbano,
Libia, Mauritania, Marruecos, México, Níger, Nigeria, Pakistán,
Perú, República Centroafricana, República Democrática del Congo,
Sahara, Senegal, Siria, Somalia, Sudán, Tailandia, Túnez, Uganda o
Yemen. Y las amenazas de otras tantas. Destrucción, sufrimiento y
muertes, pasadas, presentes y las que vendrán, maldigo a los
gobiernos canallas que ordenan y provocan a quienes se benefician de
la destrucción y del dolor inocente.
Estamos
viendo a personas tras alambres de espino y no es Auschwitz ni el
Mauthausen alemán, es Europa hoy, que impide que los que huyen de
las guerras lleguen a su territorio. Por todo, parece que la guerra
es el sino de la humanidad. Entonces ganaron «los buenos»; hoy
parecen que son los contrarios quienes toman ventajas. Habrá que
evitarlo; por decencia y dignidad.
El Consejo de Ministros, ha acordado instaurar
el 5 de mayo como "Día
de Homenaje a los españoles deportados y fallecidos en Mauthausen y
en otros campos y a todas las víctimas del nazismo de España".
De los más de 7500 españoles, la mayoría republicanos exiliados,
5117 fallecieron los campos de concentración nazis. Con la
instauración de este día, el Gobierno honra la memoria de estos
españoles y reconoce que representan una parte fundamental de
nuestra historia democrática por su ejemplo insuperable de
sacrificio y lucha por la democracia y la libertad.
España
jugó su papel antes, durante y después de la guerra, por lo que
sufrimos las consecuencias de la posguerra durante años. Los días 7,
8 y 9 mayo de 1945, se firmaba la rendición incondicional, que ponía
fin al predominio del nazismo y fascismo en Europa. Quedaba enconado
el odio y rencor. Hoy, esas ideologías criminales vuelven a tomar
auge en Europa y en España particularmente y tenemos que evitarlo.
De momento, en las pasadas elecciones generales, las derechas más
radicales han perdido.