El 5 de mayo de 1945, cuando la 11ª
División Acorazada del Ejército norteamericano entró en Mauthausen,
banderas republicanas habían sustituido a las banderas nazis, y en la
puerta del campo, una gran pancarta decía: «Los españoles
antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras». Franco se
desentendió de los presos, cuando Hitler le informó que tenía
españoles en sus campos.
Poco se habla de lo que no se quiere hablar. Ya
he tenido la oportunidad de escribir sobre el sufrimiento de los 7.532
españoles que pasaron por el campo de Mauthausen entre los años 1940 y
1945, marcados con triángulo azul y una «S» de Spanier en el centro.
Allí conocieron lo que nunca podían haber imaginado que existía.
Republicanos huidos por la frontera francesa en los últimos meses de
la guerra civil, los que formaron parte del ejército francés o de la
resistencia. Mujeres y niños que procedían de los campos de refugiados
del sur de Francia. 2.335 salieron vivos. 9 millones de personas
fueron asesinadas durante la guerra en los campos nazis, como el
complejo
Mauthausen-Gusen.
Cuando terminó la guerra en España,
huyendo de Franco y de la sangrienta represión fascista, cerca de
quinientos mil republicanos cruzaron las fronteras hacia Europa. La
Francia colaboracionista los recibió mal y fueron internados en campos
de refugiados en las peores condiciones. La derrota francesa llevó a
miles de ellos a caer prisioneros del Tercer Reich, por defender la
libertad y luchar contra el nazismo. Todos estos hombres y mujeres,
víctimas de la guerra, sufrieron el régimen cruel de la dictadura
nazi. El gobierno de Franco nunca les reconoció como ciudadanos
españoles. Los republicanos deportados en los campos nazis, con la
decisión de exterminarlos, dejaron de ser considerados prisioneros de
guerra, pasando a ser apátridas, decisión adoptada por las autoridades
españolas, nazis y del gobierno de Vichy.
La dictadura franquista consiguió,
durante cuarenta años, ocultar aspectos esenciales de la verdadera
historia. Años después, en democracia, no se han hecho todos los
esfuerzos necesarios, para dar a conocer la tragedia de los hombres y
mujeres que la sufrieron. El dictador les negó todo. El gobierno
francés, país donde terminaron residiendo muchos de ellos, ha
concedido la Legión de Honor a todos los deportados españoles.
Mientras el mundo les condecoraba, en España olvido. Fueron héroes que
lucharon por la libertad y víctimas del totalitarismo.
Ahora, el
Consejo de Ministros del pasado 26 de Abril,
ha acordado instaurar el 5 de mayo como "Día de Homenaje a los
españoles deportados y fallecidos en Mauthausen y en otros campos y a
todas las víctimas del nazismo de España". De los más de 7.500
españoles, la mayoría republicanos exiliados, 5.117 fallecieron allí y
en otros campos de concentración nazis. Con la instauración de este
día y acto de homenaje, que se celebrará con carácter anual, a
semejanza de otros países europeos, el Gobierno honra la memoria de
estos españoles y reconoce que representan una parte fundamental de
nuestra historia democrática por su ejemplo insuperable de sacrificio
y lucha por la democracia y la libertad.
Los que abandonaron España en febrero de
1939, provenían de todas las condiciones sociales, habían perdido toda
esperanza de construir una sociedad moderna y democrática. Su sed de
libertad y espíritu de lucha, les llevó a todos los rincones de Europa
en malos momentos. De su convicción y valor dieron muestra en la
«resistencia francesa», en el ejército o en la «Legión Extranjera».
Los primeros vehículos blindados de la División Leclerc que liberaron
París, iban conducidos por republicanos españoles. El tributo pagado
por la búsqueda de libertad fue muy costoso. Después de 70 años, los
representantes del pueblo español, se lo reconocen.
Los trabajos forzados en Mauthausen se
realizaban en la cantera de granito. Una larga escalera separaba el
tajo de los barracones. Los presos, cargados con grandes piedras,
subían la escalera diez o doce veces al día, golpeados por los «kapos».
El 26 de agosto de 1940, murió el primer español. Se guardó el primer
minuto de silencio de los muchos que se producirían durante el
cautiverio de cinco años. Con el paso del tiempo, algunos pasaron a
desempeñar trabajos «especializados»: albañiles, peluqueros,
administrativos, sastres, intérpretes o fotógrafos. Accedían a más
información y disponían de más autonomía para sostener la organización
clandestina. Cuando en 1942 comenzaron a llegar prisioneros de la
resistencia francesa y del frente ruso, los españoles eran veteranos
expertos y buenos estrategas para la supervivencia.
En Mauthausen, los métodos de exterminio
incluían: celdas de castigo, sin comida ni bebida, en las que morían
en pocos días; flagelación; trabajos forzados en las canteras −20
kilos de carga, 186 escalones−, agotamiento, hambre, enfermedades,
castigos y crueldad extrema; duchas heladas; tiroteos masivos;
experimentos médicos, con desangrados hasta la muerte; ahorcamientos,
fusilamientos y cámaras de gas. Destrucción y miseria; odio y
exterminio, sufrimiento y muertes provocadas; hoy se sigue produciendo
en muchos lugares del planeta. Lo que ha sucedido en la historia y lo
que hoy sucede, muestra lo que da de sí el ser humano.
La liberación de Europa, no significó
para los republicanos el final de la guerra. La mayoría no pudieron
volver a España. El franquismo y los franquistas se lo impidieron.
Encontraron asilo en otros países decentes. Ahora, por justicia, el
Estado español tiene que pedir perdón y depurar «sus
responsabilidades», por las penurias a las que tantos españoles fueron
sometidos; así como reparar las consecuencias derivadas del exilio y
deportaciones de aquellos luchadores por la libertad.
En memoria de los españoles deportados y
fallecidos en campos de concentración y a todas las víctimas españolas
del nazismo y a todas las personas que sufrieron cautiverio, tortura y
muerte por defender la libertad en España y fuera de ella, la
democracia y la justicia social.