Los
políticos plantean un sin fin de buenas intenciones; muchos han
cumplido con sus compromisos; pero muchísimas veces más los incumplen:
porque cuando se prometió no se tenía intención de llevarlas a cabo,
porque la realidad no lo permitía o por no contar con los apoyos
suficientes. Lo que parece que es cierto es que sabiendo la ciudadanía
como sabe, que la mayoría de las promesas políticas se incumplen, no
hace mella ni en la legitimidad de quién promete ni en el propio
sistema que lo permite.
Todo vale
para conseguir un voto; las promesas son un elemento esencial de los
programas electorales, que recogen las intenciones de lo que se
pretende realizar. Rara vez aparecen medidas concretas en los
programas y cuando lo hacen, se presentan en un escenario confuso y
tan amplio en el que todo cabe. La promesa de reducir los impuestos o
llevar a cabo determinados programas sociales puede atraer a los
votantes necesarios para poder gobernar. La historia está cargada de
casos en los que de prometer una cosa, se hace lo contrario. Promesas
que se lleva el viento.
Recordemos
uno de los mayores casos de promesas rotas: la entrada de España en la
OTAN y el bandazo del PSOE del "OTAN, de entrada no" a proponer el sí
a la permanencia. España había entrado a formar parte de la OTAN a
principios de 1982 con el Gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo. Si en
1981, el PSOE defendía que España debía colaborar con el equilibrio
internacional no ingresando en la OTAN, en 1984 argumentaba que debía
hacerlo permaneciendo en ella; si en 1981 alegaba que la OTAN
legitimaba las dictaduras portuguesa, griega y turca, en 1984 afirmaba
que la OTAN reunía a países democráticos". Felipe González utilizó
toda la fuerza del Estado, para doblegar la voluntad de la población
que, en las encuestas, se manifestaba favorable a la salida de la
OTAN. Recuerdo bien aquel referéndum del 12 de marzo de 1986, en el
que siendo apoderado del PSOE, llevaba mi papeleta del NO en el
bolsillo. ¡Qué tiempos! Hace más de quince años que abandoné las filas
del partido por su deriva ideológica.
El
presidente Rodríguez Zapatero, en 2010, dos años después de su
reelección, incumplió el programa con el que se presentó el PSOE. La
crisis económica y financiera le llevó a realizar una reforma laboral,
subió la edad de jubilación, redujo el salario a los funcionarios y
modificó la Constitución, para satisfacer las demandas de la Unión
Europea y de los mercados financieros y especuladores. Sirvió para
poco. Su frase "cueste lo que me cueste" le costó al PSOE perder las
elecciones y a la ciudadanía cargar con un gobierno representante de
la derecha más reaccionaria, hasta hoy.
Y que decir
de las promesas de Rajoy, sobre la reforma laboral que prometió hacer
para favorecer la creación de empleo. Con el tiempo ya sabemos lo que
hizo y sus resultados. Una reforma inútil, ineficaz e injusta, que no
solo no creó empleo, sino que lo destruyó. Despido libre, eliminación
de derechos y reducción de salarios de forma unilateral por las
empresas. Todo contrario a lo prometido. Los trabajadores,
funcionarios, inmigrantes, enfermos, parados y jubilados somos unos
colectivos especialmente maltratados con estas formas y reformas, con
promesas incumplidas.
Una de las
medidas estrella de Pedro Sánchez fue impulsar la "operación diálogo"
con los independentistas de Cataluña. Ahora, el presidente del
Gobierno en funciones, "no quiere que la gobernabilidad de España
descanse en los partidos independentistas, porque no son de fiar". En
contra del criterio de Ferraz, los socialistas catalanes introdujeron
en el programa de las autonómicas de 2012, su apuesta porque los
catalanes decidiesen "libremente sobre cualquier propuesta de cambio
substancial de las relaciones entre Cataluña y España, acordado entre
las instituciones catalanas y españolas, a través de un referéndum".
Sánchez rechaza una votación exclusiva en Cataluña, defendiendo un
referéndum nacional sobre una hipotética reforma constitucional que
convertiría a España en un estado Federal.
Quiero
recordar expresamente las promesas sobre la Ley Mordaza y las
devoluciones en caliente. Antes de llegar a Moncloa, Sánchez se
posicionó a favor de la derogación de la Ley de Seguridad Ciudadana,
que incluía la regularización del "rechazo en frontera". En 2015 los
socialistas presentaron un recurso ante el Tribunal Constitucional
contra las devoluciones en caliente, además de prometer su
erradicación en su programa electoral. Ahora seguimos sin derogación y
con devoluciones. El Gobierno olvida los argumentos defendidos
entonces para acabar con las devoluciones en caliente de emigrantes.
"No hay una expulsión sino una prevención de entrada", dicen.
Por último
quiero recordar las promesas incumplidas sobre la "no" derogación de
la reforma laboral. Pedro Sánchez dijo en 2014, que la primera medida
que tomaría el próximo Gobierno socialista sería derogar la reforma
laboral de Rajoy, "para recuperar cuanto antes los derechos de los
trabajadores". No se ha tocado ni una coma de la ley. Durante su
mandato como presidente del Gobierno, se le han ido acumulando casos
por cerrar, la fallida reforma de la ley de justicia universal, son
algunas de las promesas incumplidas y la exhumación de los restos del
general Franco, que está por ver.
En el
programa electoral del PSOE, con el que se
ha presentado a las elecciones generales del pasado 28 de Abril y que
ha ganado claramente, aparecen un conjunto de medidas, con el
compromiso de llevar a cabo cuando gobierne. Su intención es abordar
los problemas estructurales del mercado laboral: el paro de larga
duración, la alta rotación o el exceso de temporalidad. El PSOE prevé
modificar el Régimen Especial de los Trabajadores Autónomos, para que
coticen de acuerdo a los ingresos reales, ampliando la protección
social, equiparándola a la de los trabajadores por cuenta ajena.
Tendremos tiempo para ver en que grado se cumple.
El PSOE
prevé una Ley contra el Fraude Fiscal para prevenir y combatir «las
nuevas formas de evasión». Además, promete un «Pacto de Estado contra
la Corrupción», con una ley para combatirla. En el apartado del modelo
territorial, rechazando el derecho a decidir, el PSOE también
cuestiona la idoneidad de aplicar el 155 de la Constitución en
Cataluña, lo que ahora puede al tener la mayoría absoluta en el
Senado. Promete dar un nuevo impulso a la Ley de Memoria Histórica y a
las políticas de reparación de las víctimas de la Guerra Civil y de la
Dictadura, planteando que sea Estado quien asuma directamente la
gestión de las políticas y actuaciones de búsqueda de la verdad,
justicia y reparación a las víctimas.
El PSOE
propone una Ley sobre Libertad de Conciencia, promoviendo un estudio
de la incidencia de la intolerancia religiosa. También se apunta a una
ley para regular la eutanasia y la muerte digna. Otras promesas
electorales, están relacionadas con la promoción de vivienda de
alquiler social; un Plan de modernización de la Justicia. Los
socialistas prometen impulsar una política migratoria europea "para
contribuir al desarrollo de África Subsahariana, para luchar contra el
tráfico de seres humanos. Implantar un Plan de Choque por el empleo
para las mujeres que permita reducir la brecha de género. En cuanto al
Sistema Nacional de Salud, proponen mejorar los recursos y condiciones
de los trabajadores, así como adaptar tecnológicamente el sistema y
ampliar la cartera de servicios.
En cuanto
al Pacto de Estado contra la Violencia de Género prometen para las
mujeres del ámbito rural y para aquellas que sufren alguna
discapacidad, para las mujeres mayores, las de minorías étnicas e
inmigrantes. Promete una reforma del Código Penal para garantizar que
la falta de consentimiento explícito de la víctima sea clave en los
delitos sexuales («solo sí es sí») y supresión del delito de abuso
sexual.
El PSOE
promete reformar el sistema público de pensiones sobre "la base de la
solidaridad intergeneracional y el respeto a los mayores". Promete
retomar el Pacto de Toledo y eliminar el actual Índice de
Revalorización, para actualizar las pensiones anualmente con el IPC
real. Proponen un Plan Nacional contra la Pobreza Infantil, que
combata la privación material y la exclusión de los niños.
La mayoría
de las promesas en campaña de los partidos políticos no se cumplen.
Unas veces por razones y circunstancias sobrevenidas y otras
perfectamente prevenidas a sabiendas de que nunca podrán cumplirse. Y
lo peor no es que se incumplan, sino que la acción de los gobiernos
sea contraria a lo prometido. Promesas que quedan escritas en
farragosos programas que pocos electores leen.
En España
el cumplimiento de los programas no es una obligación legal, pero al
menos debería ser un compromiso ético democrático.