Corría el año 1973,
cuando coincidieron dos
acontecimientos que
atrajeron toda la
atención de la opinión
pública. El 20 de
diciembre, el almirante
Carrero Blanco, jefe del
Gobierno y mano derecha
de Franco, fue asesinado
por ETA. Los Estados
Unidos de América no se
encontraba muy lejos.
Esa misma mañana, en el
Tribunal de Orden
Público comenzaba el
juicio del Proceso
1001/72 contra la cúpula
del sindicato Comisiones
Obreras, que era un
proceso contra la clase
trabajadora.
La
conmoción fue total
entre las filas del
régimen; también entre
la oposición.
El atentado condicionó
los últimos años del
franquismo y a la misma
Transición a la
democracia.
Carrero blanco fue
reemplazado por Carlos
Arias Navarro, ministro
de Gobernación y
encargado, precisamente,
de su seguridad de
Carrero. La oposición
democrática había
demostrado que su
capacidad de
movilización era
limitada y el
franquismo, aunque en
crisis, seguía estable
en el poder.
El
24 de junio de 1972, la
dirección de Comisiones
Obreras, principal
opositor a la dictadura
en el ámbito obrero, fue
detenida en un convento
de Pozuelo de Alarcón
donde se encontraba
reunida.
Permanecieron
encarcelados hasta la
celebración del juicio,
más de un año después,
el 20 de diciembre,
coincidiendo con el
asesinato del presidente
del Gobierno, lo que
originó una tensión
añadida. Los acusados se
enfrentaban a la
acusación de asociación
ilícita por ser
dirigentes de un
sindicato ilegal
vinculado al Partido
Comunista de España.
El día del juicio, se
produjeron algunos
incidentes en las
proximidades del Palacio
de Justicia, aunque el
orden fue absoluto en el
interior de la sala.
Pequeños grupos
intentaron manifestarse
en las inmediaciones de
la plaza de Colón, zona
de Serrano y Cibeles,
pero la Policía Armada
se encargó de impedirlo,
produciéndose una decena
de detenciones. En el
ámbito laboral, la
normalidad fue
prácticamente absoluta.
En la Universidad hubo
escasa asistencia de
alumnos.
A la una de la tarde
Radio Nacional de España
emitió el primer
comunicado del Gobierno,
en el que no se
mencionaba que había
sufrido un atentado
terrorista. Torcuato
Fernández Miranda asumió
automáticamente la
presidencia. Horas
después, la Dirección
General de Prensa,
reconoció que se ha
había tratado de un
criminal atentado. A las
23 horas, ETA reivindicó
la autoría en medio del
estupor general. Declaró
que lo había hecho en
venganza por los
militantes vascos
asesinados y en nombre
de la liberación
nacional del pueblo
vasco.
Este es el retrato que
Antonio Elorza, hacía
del almirante en su
artículo
La muerte del valido de
Franco:
"Lo propio de Carrero es
la contrarrevolución, el
anticomunismo a
ultranza, la
satanización de la
masonería, de acuerdo
con una visión
conspirativa de la
historia en que las
fuerzas infernales
tratan de imponerse
hasta la aparición de
una cruzada salvadora
como la encabezada por
Franco: El diablo
inspiró al hombre las
torres de Babel del
liberalismo y del
socialismo, con sus
secuelas marxismo y
comunismo, y la
masonería a modo de
instrumento para su
penetración. España
quiere implantar el
bien, y las fuerzas del
mal, desatadas por el
mundo, tratan de
impedírselo".
El
comienzo del juicio del
proceso 1001,
coincidiendo con el
atentado, no iba a traer
nada bueno para los
sindicalistas juzgados,
cuyas largas condenas se
dictaron el 30 de
diciembre hace ahora
cuarenta y seis años. La
severidad de las
condenas tuvo que ver
con el
asesinato de Carrero
Blanco por ETA.
Los miembros de la
dirección de CCOO,
conocidos como "los diez
de Carabanchel", fueron
condenados a penas de 20
y 12 años de prisión,
por formar parte de una
organización ilegal por
su vínculo con el
Partido Comunista de
España. Un total de 162
años de cárcel sin
precedentes en Europa.
Marcelino Camacho, en su
alegato de defensa, dijo
a sus señorías "sirven a
una dictadura que se
está hundiendo". Tras la
muerte de Franco, fueron
indultados. La Ley
52/2007 (Memoria
Histórica),
por la que se reconocen
y amplían derechos y se
establecen medidas en
favor de quienes
padecieron persecución o
violencia durante la
guerra civil y la
dictadura,
declaró que el TOP era
ilegítimo, así como las
condenas y sanciones
dictadas por "motivos
políticos, ideológicos o
de creencia".
Con la muerte del
almirante se abrió en
España una época
convulsa que preocuparía
mucho a EEUU y más
cuando se debía renovar
el acuerdo militar, que
permitía el
mantenimiento de sus
bases militares en suelo
español. La extrema
derecha del régimen −el
búnker−, se reforzó y
pidió sangre. Como
consecuencia de todo
aumentó la represión y
se produjeron las
ejecuciones de 1974 y
1975.
El entonces príncipe
Juan Carlos y el sector
moderado perdieron el
apoyo que les
garantizaba una sucesión
tranquila tras la muerte
de Franco. En cuanto al
sorprendente
nombramiento de Arias
Navarro como nuevo jefe
de Gobierno, cabe
atribuirlo a la
influencia que la esposa
de Franco, Carmen Polo,
y su camarilla tenían
sobre el debilitado
dictador.
El consenso de los
historiadores es que la
muerte del presidente
del Gobierno no cambió
el curso de la historia
que acabaría en la
Transición. El cambio de
Régimen no dependía de
una persona, pero la
muerte del almirante
facilitó el paso a la
democracia, y quizá
aceleró la decrepitud de
Franco, y evidenció que
no todo estaba tan
"atado y bien atado". El
llanto en público del
dictador tembloroso,
dando el pésame a la
viuda del almirante fue
la imagen más poderosa
del declive del Régimen.
Carrero fue un duro pero
incorruptible
representante de un
Régimen que hizo de la
corrupción su esencia.
La
proximidad de la
embajada de EEUU, a
escasos cien metros del
lugar del atentado,
donde el secretario de
estado Henry Kissinger
había estado hasta la
víspera, hacía muy
difícil la preparación
del ataque sin levantar
sospechas de los
servicios secretos
españoles y
norteamericanos.
La documentación de la
embajada de EEUU en
España desclasificada en
2008, señala la
colaboración de los
servicios secretos
norteamericanos en el
magnicidio
y explicaba que "el
mejor resultado que
puede surgir sería que
Carrero desaparezca de
la escena". Estos datos
sumados al análisis de
los explosivos
empleados, tanto en la
ejecución material del
crimen, como en la
segunda bomba colocada
en un vehículo que no
llegó a explosionar,
apuntan a que la base de
Rota, fue punto de paso
y manipulación de los
explosivos.
En el comunicado hecho
público por ETA señalaba
explícitamente que no
había existido ninguna
colaboración de la CIA.
El
sumario 1001/72 sirvió
para poner en evidencia
la falsedad de la imagen
de liberalización que el
régimen intentaba
transmitir de cara al
exterior para ganarse
las simpatías de las
potencias occidentales,
especialmente de los
países integrantes de la
Comunidad Económica
Europea. El proceso se
desarrolló en un momento
en el que el crecimiento
económico se agotaba y
España entraba en una
perspectiva de crisis.
CCOO era la principal,
casi la única, fuerza
sindical democrática de
los trabajadores. "Actuábamos
como movimiento sindical
organizado, pluralista y
unitario, de carácter
sociopolítico, de clase
y de masas, democrático
e independiente, que
unía a partir de la
defensa de las
reivindicaciones
inmediatas de los
trabajadores, la lucha
por las libertades
sindicales y
democráticas"
(Marcelino Camacho).
Cuando Carrero Blanco
voló a los cielos de
Madrid, comenzó una
nueva historia en
España. El régimen
franquista, malherido y
moribundo estaba dando
peligrosos coletazos. La
durísima sentencia
contra los
sindicalistas, traspasó
las fronteras y en
muchas ciudades europeas
hubo manifestaciones de
protesta y a favor de la
amnistía.
El proceso 1001 fue una
condena al conjunto de
la clase trabajadora,
personalizada en los
líderes que habían
organizado y dirigido la
lucha contra la
dictadura. Supuso un
paso importante en la
confluencia de muy
diversa naturaleza
política e ideológica en
la lucha por la libertad
y la democracia. Forma
parte de la historia de
la represión.