La consejera de Empleo
de Andalucía no entiende
que se tenga que
recurrir a migrantes
para recoger la fresa,
con la tasa de paro tan
elevada en la región; y
propone cambiar la
normativa estatal, para
endurecer las
posibilidades de
rechazar una oferta
laboral en caso de
cobrar el paro. Lo
cierto es que cada vez
son menos los
trabajadores del campo
que solicitan el paro
agrícola. El
subsidio agrario apenas
supera los 400 euros y
ningún trabajador o
trabajadora puede
sobrevivir con ese
dinero. Con las
condiciones laborales
que ofrece el sector,
las empresas no
encuentran suficiente
gente en España y buscan
mano de obra en
Marruecos, sometida y
barata.
La
Consejera de Empleo, del
gobierno PP y Ciudadanos
con el apoyo de la
ultraderecha en
Andalucía, en una
entrevista en Canal Sur
Radio manifestaba, que
el Servicio Andaluz de
Empleo avisa a todos los
desempleados que están
registrados y se ve que
no les cuadra el empleo.
Como solución, propone
un cambio de normativa
estatal, a modo de
amenaza, para el caso en
el que una persona en
paro, rechace una oferta
de empleo y si está
cobrando una prestación
por desempleo se le
penalice. Ante la
pregunta: "¿Con la
situación de paro que
tenemos en Andalucía,
cómo explica tengan que
venir 21.000 mujeres
migrantes para recoger
la fresa en Huelva?"; a
lo que respondió Rocío
Blanco: "No
entiendo que se tenga
que recurrir a migrantes
para recoger la fresa
con nuestra tasa de paro";
a lo que el presentador
respondió: "será que hay
trabajos que no queremos
hacer".
Según el convenio del
campo de la provincia de
Huelva, las mujeres
cobran 40 euros por
"seis horas y media" de
trabajo, una cantidad de
horas que sobre el papel
permite pagar por debajo
de lo que sería el
salario mínimo para una
jornada completa de 8
horas. Uno de los
requisitos de los
empresarios en la
convocatoria de este
año, es que las
candidatas tengan entre
25 y 45 años y tuviesen
hijos a su cargo. La
patronal dice no
explicarse que no haya
demanda nacional para
cubrir la mano de obra
necesaria, por lo que
tienen que recurrir de
nuevo a la inmigración
contratada en Marruecos;
no dicen que es el lugar
en donde la mano de obra
es mucho más barata.
"¡Basta de mentiras!"
Cientos de jornaleros
esperamos que nos llamen
para trabajar mientras
se fomenta y subvenciona
la contratación en
origen», denuncian
trabajadores agrícolas
de Huelva. El sector de
los frutos rojos y los
cítricos de la provincia
de Huelva, solicitó al
Ministerio de Empleo y
Seguridad Social, la
gestión de 19.000
contratos en origen, de
temporeras marroquíes
para cubrir las
necesidades de mano de
obra de la campaña
2019-2020. El pasado
año, la demanda fue de
algo más de 22.000 si
bien sólo se autorizó la
contratación de 19.179
trabajadoras en origen,
número que después cayó
hasta las 15.000, dados
los contratos que no se
pudieron formalizar y
las mujeres
seleccionadas que
finalmente desistieron
viajar.
Jornaleros onubenses se
rebelan contra el falso
relato de los
empresarios y la
"ignorancia" que muestra
la Consejera de Empleo
de la Junta de
Andalucía. "Amenazar con
quitar un subsidio de
apenas 400 euros, de los
que tienes que gastar
120 en el sello
agrícola, es una broma
de mal gusto". Cada vez
hay más jornaleros que
renuncian a solicitar el
subsidio. Hay
trabajadores del campo a
los que les jierve
la sangre,
cada vez que ven, leen o
escuchan a empresarios o
políticos afirmar, que
lo que ocurre es que
quieren trabajar.
Cada vez hay más gente,
sobre todo entre en los
jóvenes, que no están
dispuestas a "tragar con
las exigentes y poco
generosas condiciones
laborales y salariales
que ofrecen los
empresarios onubenses de
los frutos rojos" y
prefieren irse a otras
campañas en otras
provincias, donde se
respeta el trabajo y se
paga mejor.
La
cuestión es que los
empresarios prefieren a
las trabajadoras
extranjeras, porque no
protestan y las nativas
están más preparadas
para exigir sus
derechos. Si el Convenio
dice que el jornal son
42 euros, los
empresarios saben que
tienen que pagar 42
euros. Si hay que echar
horas extras se echan,
pero las tienen que
pagar como dice el
convenio, más el pago de
kilometraje si procede.
También saben los
empresarios que a las
trabajadoras locales no
les pueden tratar con
las malas formas, como
ocurre en algunas
fincas, con personas
rumanas o marroquíes.
"Porque nos levantamos y
les cantamos las
cuarenta", dice una
veterana del campo a la
revista
La Mar de Onuba:
"somos jornaleras, sí,
pero exigimos que se
respeten nuestros
derechos y nuestra
dignidad".
Durante los meses de la
campaña, es común
encontrar a mujeres
marroquíes andando por
los arcenes de las
carreteras cercanas a
las explotaciones
agrarias donde viven,
alejadas de los núcleos
urbanos. Se tienen que
desplazar varios
kilómetros andando para
poder acceder a algún
locutorio telefónico o
para comprar comida. Y
es aquí, en los núcleos
urbanos, donde todas
ellas se encuentran con
el rechazo de la mayoría
de la población local,
que les mira con recelo
pensando que vienen aquí
a quitarles el poco
trabajo al que tienen
acceso.
De esta manera, se
consigue dividir a
distintas poblaciones
que sufren las mismas
condiciones de
explotación laboral.
Son muchos los vecinos y
vecinas de los pueblos
onubenses que esperan
con ansiedad empezar la
campaña del fruto rojo;
pero conocen la
situación con la que se
encuentran al llegar a
pedir trabajo a un tajo:
una cancela cerrada a
cal y canto y la
negativa de los
empresarios, que no
tienen ningún
inconveniente en decir
que no quieren
españoles.
Este año vendrán desde
Marruecos alrededor de
veinte mil mujeres,
esperanzadas en ganar al
día seis veces más de lo
que ganan en su país
haciendo lo mismo; lo
que les permitirá poder
mantener a sus familias
el resto del año. Uno de
los requisitos que las
empresas les exigen en
el proceso de selección
es: que estén
divorciadas o viudas, y
que tengan dos o más
hijos a su cargo. Cuanta
más carga, más
esclavitud; porque los
empresarios buscan en la
pobreza marroquí mano de
obra barata, ante la
falta de jornaleros
españoles que no están
dispuestos a trabajar
bajo unas condiciones
leoninas.
Con las condiciones
laborales que
actualmente ofrece el
sector, las empresas no
encuentran suficiente
gente en España y van a
buscar mano de obra
barata a Marruecos.
Desde primera hora de la
mañana, centenares de
mujeres marroquíes,
arropadas con mantas y
batas para combatir el
frío, se agolpan bajo la
lluvia a las puertas del
Centro de Formación
Agrícola de la localidad
rural de Sidi Allan Tazi,
entre otras en
Marruecos. "Esperamos
trabajar en buenas
condicione; escuchamos
que allí los españoles
nos tratan bien. Tengo
fe y esperanza",
decía Fátima, que se
levantó a las cinco de
la madrugada para coger
sitio en la larga cola
de solicitantes de
trabajo.
Las condiciones de
trabajo y alojamiento
que se encuentran las
jornaleras a su llegada
a España han sido
denunciadas en diversas
ocasiones por parte de
organizaciones sociales.
La Organización marroquí
de Derechos Humanos,
solicitó en junio de
2018 a las autoridades
marroquíes, formar una
comisión de
investigación sobre los supuestos
casos de abusos sexuales y
acoso denunciado por las
temporeras marroquíes en
los campos de fresas.
Entonces, el ministro de
Empleo marroquí, Mohamed
Yatim, animó a las
mujeres a denunciar los
abusos que pudieran
sufrir y alertó contra
la estigmatización de
estas inmigrantes.
Los campos de fresa de
Huelva no dejan de
sorprender.
No solo se producen
abusos en el ámbito
laboral, sino también
abusos sexuales
denunciados por las
trabajadoras marroquíes,
que pasan la temporada
en España recolectando
el fruto rojo. Parece
que el término abuso no
se quiere ni mencionar,
incluso por la Guardia
Civil, en sus atestados,
preferían utilizar
"insinuaciones
sexuales".
Según los empresarios de
la fresa, se contrata
solo a mujeres, porque
son perfectas para este
trabajo. Genéricamente
se adaptan mejor a estas
labores que los hombres,
tienen las manos más
sensibles y la
recolección es mejor.
También por su anatomía
las mujeres resisten más
tiempo en la posición
agachada que requiere el
trabajo.
Se trata de una
población altamente
vulnerable y
empobrecida, proveniente
de las zonas agrícolas
de Marruecos donde no
hay trabajo, y estas
contrataciones pueden
suponer su única fuente
de ingresos durante
parte del año y son las
peor pagadas en los
campos andaluces.
La recogida de la fresa,
el oro rojo, conlleva
sudor, explotación,
abusos, duras
condiciones de trabajo y
de vida para decenas de
miles de trabajadoras
marroquíes. Hay que
terminar para siempre
con los abusos ligados a
los salarios, así como a
las condiciones de
alojamiento, y eliminar
los tratos
discriminatorios y
vejatorios contra las
mujeres. La esclavitud
terminó hace muchos
años.; o eso dicen.