De aquel "hay que ser
socialista antes que
marxista" a atacar
inmisericorde al Gobierno de
Coalición Progresista; de
ser atacado sin
contemplaciones por la
derecha española, a ser un
referente; de promover
derechos de los trabajadores
a provocar huelgas y
manifestaciones por su
reconversión industrial; de
ser enemigo a sangre y fuego
de Aznar a coincidir con las
opiniones de la derecha
reaccionaria que representa.
De defender los Derechos
Humanos, a la sombra de os
GAL.
El
expresidente del Gobierno y
exsecretario General del
PSOE, lanza opiniones contra
el actual Gobierno de PSOE y
Unidas Podemos, mientras no
se le ha oído decir nada
sobre el auge de la extrema
derecha.
González se ha convertido en
uno de los principales
críticos contra el Gobierno
de Coalición.
Nunca ha ocultado su rechazo
a Pablo Iglesias, a quien la
vieja guardia socialista
mira con recelo por su
crítica sobre la Transición.
La inquina no es de ahora,
Felipe González nunca ha
estado de acuerdo con la
Coalición, por el contrario,
ha venido emplazando a Pedro
Sánchez a llegar a grandes
acuerdos con el PP y
Ciudadanos, con quien está
convencido de que hay que
practicar una cierta
transversalidad como en la
UE. González ha llegado a
calificar al Gobierno de
"camarote de los hermanos
Marx" por sus discrepancias
internas.
La
crítica de Felipe hacia el
Gobierno, va en la misma
línea en la que se han
pronunciado dirigentes de su
quinta, Alfonso Guerra, Juan
Carlos Rodríguez Ibarra o
Nicolás Redondo Terreros,
junto con los presidentes
Fernández Vara, García-Page
y Javier Lambán, jaleados
por el alcalde de Madrid
Martínez-Almeida y portavoz
del PP,
que "no quita ni pone una
coma" a lo dicho sobre el
pacto con Bildu.
El
expresidente ha lanzado su
último dardo contra la
"normalidad democrática" que
defiende la dirección del
PSOE respecto a la
negociación presupuestaria
con EH Bildu y los acuerdos
con ERC.
"Para mí no son
interlocutores válidos",
afirmó en una entrevista en
Onda Cero en la que rechazó
pactar con quienes quieren
"desguazar" España. y avisa:
"A
mí nadie me manda callar".
Las advertencias de González
ya no tienen tanta
repercusión ni en Ferraz ni
en La Moncloa, pero ha
tenido su respuesta.
"Siempre
escucho atentamente a
nuestros mayores, pero ahora
nos toca a nosotros, somos
una nueva generación a la
que le toca dirigir el país
y la dirección del PSOE",
manifiesta Adriana Lastra. "La
España que toca gobernar
ahora es muy diferente a la
de hace veinte años",
y la política, más
"compleja", dice la
vicepresidenta primera,
Carmen Calvo. El secretario
de Organización, José Luis
Ábalos, se defendió de las
acusaciones de autoritarismo
en el seno del PSOE
recordándole a Guerra su
famosa frase sobre la
disciplina de partido: "El
que se mueve no sale en la
foto". Ábalos aseguró
sentirse "orgulloso" de
González, aunque le recordó
que la derecha que hoy le
ensalza fue la que quiso
encarcelarlo; "para la
derecha, todo socialista
bueno es aquel que no puede
hacer demasiado", expresó en
una entrevista en el canal
24 horas de TVE. El ministro
de transporte manifiesta que
no mandan callar a ninguno
de sus referentes y "lo
único que pedimos es lo
mismo que ellos hubieran
pedido: solidaridad y cierta
empatía con la
responsabilidad que nos toca
gestionar en cada momento".
A
propósito de la disputa en
el PSOE, que no deja de ser
un conflicto ideológico
interno, provocado por los
comentarios de Felipe
González, recupero algunas
reflexiones sobre el
socialismo y mi militancia
en el partido. Abandoné la
militancia en el Partido
Socialista Obrero Español
hace unos años, después de
treinta, aunque nunca la
militancia socialista por la
igualdad, la justicia social
y la solidaridad.
Desde que conocí estas
ideas, enseguida me di
cuenta que era algo por lo
que merecía la pena luchar y
ha perecido la pena; porque
soy socialista.
La justicia social, la
desigualdad y la
solidaridad, fueron demandas
del Partido de Pablo
Iglesias y transcurridos más
de cien años, en lo
esencial, deben seguir
siéndolo. Proclamas y
reivindicaciones vigentes,
para el mayor bienestar y
dignidad de las personas.
Por aquel entonces se
consideraba que la sociedad
era injusta, porque dividía
a sus miembros en clases
desiguales y antagónicas:
los dominantes y los
dominados. Los que lo tienen
todo, recursos, dinero y
poder; y los que nada
tienen, salvo su fuerza
vital para trabajar. Los
privilegios de la burguesía
estaban garantizados por el
poder político y económico,
del cual se valía para
dominar a los trabajadores.
Por superar estas
contradicciones comenzó la
lucha de los socialistas
decimonónicos. Aquel
análisis, vale para hoy. Las
clases sociales siguen
existiendo y la lucha
necesaria.
Cuando todo iba
consiguiéndose y superándose
lentamente, durante la
Segunda República, llegó la
guerra y con ella, la oscura
noche de la dictadura.
Muerte, dolor, exilio y
sufrimiento para tantos
compañeros y compañeras, que
posiblemente no entenderían
la situación por la que
atraviesa el Partido.
La historia del PSOE es
larga en debates sobre
ideas, estrategias y
objetivos. En el Congreso de
Suresnes (1974) comenzó el
cambio de orientación
política e ideológica, de la
edad moderna del Partido;
donde se acordó adaptar la
idea y la acción a la lucha
por la democracia y las
libertades desde el
interior. En el XVIII
Congreso (1979), con aquel
"hay que ser socialistas
antes que marxistas" de
Felipe González (y su
maniobra de dimisión como
secretario general),
continuó la revisión
ideológica y ya no se ha
parado. Aquel día, que por
cierto estaba yo en el
servicio de orden, entendí
lo que significaba aquel
discurso: vaciarse, soltar
lastre, entregar el método,
la forma de la acción y
algunos objetivos
históricos, por el
reconocimiento
internacional.
Durante la Transición a la
democracia, el Partido y su
siempre leal y responsable
política de Estado, entendió
que lo primero era lo
primero y por tanto
prioritario. Con ello se
volvió a perder algún que
otro principio ideológico y
seña de identidad: hay que
ser socialista antes que
marxista y además sin
República y con monarquía.
Con los primeros gobiernos
socialistas, todo fue
diferente. Desaparecida
supuestamente la lucha de
clases, comenzó el avance
hacia el bienestar:
educación para todos,
sanidad universal,
prestaciones y derechos
sociales; cultura,
inversiones, hospitales y
carreteras. Parece que
podíamos convivir con el
capitalismo. El objetivo: la
construcción del Estado del
Bienestar, poco a poco, todo
se fue frustrando. El
bienestar con democracia, no
era lo mismo que el
socialismo democrático; el
capitalismo estaba intacto y
la ideología socialista en
venta.
El
Gobierno de Coalición
Progresista, según los
acuerdos firmados, comparte
la importancia de asumir el
compromiso en defensa de la
libertad, la tolerancia y el
respeto a los valores
democráticos como guía de
acción del Gobierno, de
acuerdo con lo que
representa la mejor
tradición europea. Por ello,
los ejes prioritarios de
actuación han de centrarse
en dar respuesta a los
principales retos que tiene
ante sí la sociedad
española. Tiene que afrontar
desafíos en materia de
empleo, fiscalidad,
emergencia climática, reto
demográfico, cultura,
deporte, igualdad, memoria
democrática, derechos
sociales, pensiones y
vivienda; desafíos
territoriales, judiciales,
económicos de envergadura y
con un parlamento muy
fragmentado.
Uno de los principales
objetivos de la coalición
será demostrar que se puede
lograr una cierta
estabilidad legislativa para
los próximos cuatro años
y esto parece que se podrá
cumplir con los acuerdos
sobre los Presupuestos con
EH Bildu y ERC, entre otros.
Y
llegamos al estado actual,
el PSOE no se resiente;
la victoria incontestable
del PSOE ante el crecimiento
de la extrema derecha;
con la que está cayendo, y
con todas las críticas que
se vienen haciendo en cuanto
a la crisis interna del PSOE
y la
postura del expresidente
Felipe González,
así como la
campaña contra Madrid
debido a sus privilegios
fiscales. (Según el análisis
de los elementos de la
última semana de DYM, Simple
Lógica, Electomanía y
ElPlural.com). El PSOE
conseguiría 119, tan solo
uno menos de los que tiene
actualmente en el Congreso
de los Diputados.; El
Partido Popular crecería
hasta los 91 parlamentarios
y Vox lo haría hasta los 57.
Unidas Podemos descendería
hasta los 29 escaños y
Ciudadanos experimentaría un
pequeño crecimiento al
hacerse con 11 escaños.
Para
Alfonso Guerra "han
organizado una coalición muy
extraña. Hay muchos
españoles y muchos
socialistas que tienen un
nudo en la garganta. Que
están deseando gritarlo:
¡Con Bildu no!, ¡Con Bildu
no!", dice enfervorecido.
Pero las encuestas le quitan
la razón: el 53.3% de los
españoles valora de manera
positiva los Presupuestos
Generales del Estado que el
Gobierno va a sacar adelante
con el apoyo de ERC y EH
Bildu, principal
resultado del barómetro de
laSexta.
El Gobierno logra aprobar
los Presupuestos en comisión
con los socios de la
investidura y el no del PP,
Vox y Ciudadanos. El texto
ha sido aprobado por 19
votos a favor, 11 en contra
y una abstención y se han
introducido modificaciones
de ERC, PNV, Bildu, Más
País, Compromís, Teruel
Existe, Nueva Canarias y
PDeCAT.
Felipe González, Alfonso
Guerra y otros dirigentes,
están defendiendo la gestión
que hicieron hace demasiado
tiempo, con sus aciertos y
errores, y algunas ideas que
son más de la derecha
tradicional que los
socialistas no pueden
defender.. La disponibilidad
de EH Bildu y ERC para dar
el sí a los PGE, consolidan
al bloque de la moción de
censura de 2018 y de la
investidura de 2020. Los
Presupuestos para 2021,
serán históricos, por
progresistas y se llegará a
ellos con el máximo consenso
democrático político.