La nueva ley aprobada esta
semana, "pretende dar una
respuesta jurídica,
sistemática, equilibrada y
garantista, a una demanda
sostenida de la sociedad
como es la eutanasia. La
eutanasia significa
etimológicamente 'buena
muerte' y se puede definir
como el acto deliberado de
dar fin a la vida de una
persona, producido por
voluntad expresa, con el
objeto de evitar un
sufrimiento. Así comienza la
exposición de motivos.
En
este país estamos
acostumbrados a avanzar en
derechos con un sobresfuerzo
añadido para vencer las
resistencias de la derecha a
cualquier paso que
signifique profundizar en la
libertad de las personas. "Resistencia
que se redobla cuando estos
derechos se hacen efectivos
por servicios públicos
universales y con equidad".
(María Luisa Carcedo,
diputada por el PSOE).
Estamos hablando de casos en
los que ya no existe
posibilidades de cura de la
enfermedad y que suponen un
gran sufrimiento físico o
psíquico. La prolongación de
la vida se produce a costa
un suplicio para la persona
y de una gran impotencia
para los familiares por no
poder ayudarla.
El
anterior intento de aprobar
una ley de eutanasia −el
actual era el quinto− se
produjo hace tres años,
promovido por Unidas
Podemos; entonces
los
socialistas votaron en
contra.
Ahora han sido sus
impulsores y los que han
negociado con los demás.
El
presidente del Gobierno,
Pedro Sánchez, ha dicho en
Twitter:
"La aprobación en el @Congreso_Es
de la Ley de #Eutanasia
supone una gran conquista
social. Avanzamos en
libertad, en derechos
civiles y en dignidad.
Gracias a los grupos que han
apoyado esta norma y a las
personas y colectivos que
han trabajado para
conseguirlo".
La izquierda, Ciudadanos y
el PNV suman apoyos para
permitir que España sea el
sexto país del mundo que
regula el derecho a la
muerte digna. La votación ha
salido adelante con 198
votos a favor, 138 en contra
y dos abstenciones; con los
votos en contra de PP, Vox y
UPN. España se convertirá
así en el sexto país del
mundo en despenalizar la
eutanasia con una ley que
establece unos requisitos
muy concretos. Es una ley
por la que familias,
colectivos y particulares
llevan luchando décadas y
que podría entrar en vigor
en la primavera de 2021 tras
su tramitación en el Senado,
cuando será legal en España
que un enfermo incurable
solicite ayude para poner
fin a su vida.
No es
frecuente ver a Inés
Arrimadas y a Íñigo Errejón
defendiendo juntos los
valores liberales. Ni al
regionalismo cántabro votar
al lado de los
independentistas y
anticapitalistas de la CUP.
Y a todos empleando
argumentos no muy
diferentes. Para Ciudadanos,
la eutanasia supone una de
esas banderas que le
permiten marcar distancias
con la derecha, y de ahí que
su líder subiese
personalmente a la tribuna
para defender la ley y
proclamar "Somos liberales,
defendemos la libertad".
Los
distintos portavoces fueron
compartiendo los argumentos
en defensa de la ley.
No supone una
despenalización de la ayuda
al suicidio, sino un derecho
para enfermos en situaciones
irreversibles. La norma es "garantista",
la palabra más repetida,
porque, entre otras cosas,
obliga al paciente a
ratificar en cuatro
ocasiones, bajo supervisión
médica, su voluntad de
morir. Permite la objeción
de conciencia de los
sanitarios. Y, sobre todo,
no quita ningún derecho,
solo reconoce que "nadie
puede obligar a otra persona
a prolongar su vida con
sufrimiento", en palabras de
Carcedo.
Recordemos algunos casos,
que por conocidos, dejaron
huella;
pidieron la muerte digna que
la Justicia se les negó.
Ramón Sampedro rompió lo que
era un tabú en España. Llegó
con su caso hasta el
Tribunal Supremo y el cine,
con Mar adentró le
inmortalizó. El diputado del
BNG, Néstor Rego, recordó
cómo acabó el caso de
Sampedro. "Las personas que
lo ayudaron a morir (su
amiga Ramona Maneiro, en la
clandestinidad de un piso,
en enero de 1998) fueron
perseguidas judicialmente".
Otros diputados recordaron
Maribel Tellaetxe,
Inmaculada Echeverría o al
doctor Luis Montes,
al que
la Comunidad de Madrid acusó
en 2005 de provocar la
muerte de 73 pacientes
terminales en el hospital de
Leganés,
un caso que los tribunales
acabaron desestimando. "Un
héroe", lo ensalzo con
emoción la diputada de
Unidas Podemos Rosa Medel.
María
José Carrasco murió el 3 de
abril de 2019 en su
domicilio cuando tras el
deseo "constante" de la
enferma de acabar con su
vida, su marido vertió en un
vaso pentobarbital sódico, y
se lo acercó a su mujer, que
lo ingirió con una pajita. A
los diez minutos falleció.
En el escrito de acusación,
la Fiscalía relata la
historia clínica de la
fallecida desde que en 1989
le diagnosticaron Esclerosis
Múltiple, "una enfermedad
crónica degenerativa e
incurable" por la que se le
concedió una gran invalidez
en 1996, ya que necesitaba
ayuda para todas las tareas.
Su marido no obtuvo ayudas
para el cuidado y el
tratamiento de la
enfermedad.
Ahora,
el juzgado madrileño que
investiga a Ángel Hernández,
ha dictado auto de apertura
de juicio oral, que se
celebrará en 2021
en un juzgado de lo Penal
especializado en violencia
machista.
La
eutanasia activa es la
acción por la que un
profesional sanitario pone
fin a la vida de un paciente
de manera deliberada y a
petición de este, por causa
de padecimiento grave,
crónico e imposibilitante o
enfermedad grave e
incurable, causantes de un
sufrimiento intolerable; asi
define la
Ley
Ógánica en su exposición de
motivos.
El texto no nombra como tal
el suicidio asistido, pero
considera dentro de ese
"contexto eutanásico" tanto
"la administración directa
al paciente de una sustancia
por parte del profesional
sanitario competente", como
"la prescripción o
suministro al paciente por
parte del profesional
sanitario de una sustancia,
de manera que esta se la
pueda autoadministrar, para
causar su propia muerte", el
suicidio médicamente
asistido.
Si la persona no está
consciente, puede
aplicársele, si ha "suscrito
con anterioridad un
documento de instrucciones,
testamento vital, voluntades
anticipadas o documentos
equivalentes legalmente
reconocidos; en cuyo caso se
podrá facilitar la
prestación de ayuda para
morir conforme a lo
dispuesto en el documento".
En el caso de haber nombrado
representante será el
interlocutor válido para el
médico responsable.
Si la persona está
consciente, el interesado
debe solicitar la eutanasia
primero dos veces por
escrito (o por otro medio
que deje constancia, por
ejemplo si la persona no
puede escribir), separados
por 15 días y que haga
patente que no es "resultado
de ninguna presión externa".
Después de la primera
solicitud, el médico
responsable del caso deberá
realizar con el paciente "un
proceso deliberativo sobre
su diagnóstico,
posibilidades terapéuticas y
resultados esperables, así
como sobre posibles cuidados
paliativos, asegurándose de
que comprende la información
que se le facilita". Por
supuesto, el interesado
puede detener el proceso
cuando quiera.
El paciente debe contar con
la aquiescencia de su
médico. Este debe pedir la
opinión de un facultativo
consultivo, que debe tener
"formación en el ámbito de
las patologías que padece el
paciente" pero no pertenecer
"al mismo equipo del médico
responsable". La comisión de
evaluación deberá nombrar a
dos expertos que evalúen el
tema (uno de ellos, un
jurista). Si ambos están de
acuerdo, el proceso seguirá
adelante. Una vez se decida
que la petición está
justificada, se lo
comunicará al médico para
que proceda a aplicar la
eutanasia o facilitar el
suicidio. Pueden pasar como
máximo 40 días desde la
solicitud, hasta que el
médico reciba el visto
bueno. Pasarán unos días,
sin concretar, para el acto
de la eutanasia en sí. "La
prestación de la ayuda para
morir se realizará en
centros sanitarios públicos,
privados o concertados, y en
el domicilio del paciente".
"Los profesionales
sanitarios directamente
implicados en la prestación
de ayuda para morir podrán
ejercer su derecho a la
objeción de conciencia", que
deberá manifestarse
anticipadamente y por
escrito. Es deber de la
Administración sanitaria
velar para que la renuncia
no menoscabe "el acceso y la
calidad asistencial de la
prestación".
El
debate sobre la toma en
consideración de la Ley de
Eutanasia tuvo un momento
especialmente bronco durante
la intervención del portavoz
de Unidas Podemos, Pablo
Echenique, que ha cargado
contra PP y Vox por defender
en su lugar una Ley de
Cuidados Paliativos. Según
Echenique, los cuidados
paliativos no aseguran la
muerte digna, poniendo como
ejemplo el caso de Ramón
Sampedro, que no sufría
dolores insoportables cuando
llevó a cabo su suicidio
asistido. Ha cargado contra
José Ignacio Echániz, del
PP, al criticar que la Ley
de Eutanasia abre la puerta
a casos graves de mala
praxis. "Hemos
asistido a un discurso de
gente sin escrúpulos".
Ha tenido que oir gritar a
un diputado anónimo: "Es
repugnante que tú defiendas
esto".
En
España, los estudios
disponibles y las encuestas
más recientes muestran que
tanto la eutanasia como, en
menor medida, el suicidio
médico asistido, son
prácticas que cuentan con un
importante y creciente apoyo
entre la población.
Entre
el 78% y el 88%, según se
adopte una definición más o
menos restrictiva del apoyo,
juzga como bueno que se
permita la eutanasia activa
voluntaria.
Esta cifra oscila entre el
72% y el 85% en el caso del
suicidio médicamente
asistido. La eutanasia
activa y/o el suicidio
médico asistido son
prácticas legales en países
como Bélgica, Canadá,
Colombia, Luxemburgo,
Holanda, Suiza y en siete
estados de los Estados
Unidos.
Una ley que reconoce un
nuevo derecho al que se
opone, una vez más, la
derecha reaccionaria,
blandiendo retóricas
incendiarias que sobrepasan
todos los límites del debate
político en democracia. Como
sucedió con otros derechos
anteriores, cuando ellos o
su entorno se encuentren en
esta situación, se acogerán
a él.
Es una ley que combina la
garantía del ejercicio de
derechos fundamentales, el
humanismo, la compasión
hacia las personas que
sufren y comprensión para
sus familiares. Una
regulación que tiene
especial empeño en
garantizar la equidad, la
calidad de la prestación y
la atención humana a la
persona y su entorno.
Ramón Sampedro, Maribel
Tellaetxe, Inmaculada
Etxevarría, Luis Montes o
María José Carrasco,
anhelaron durante años una
"muerte digna". Todos ellos
tuvieron que recurrir a
manos amigas para cortar con
el sufrimiento. La
eutanasia, derecho que ellos
creyeron merecer y que nunca
pudieron ejercer. Hacia una
sociedad más humana y más
justa. In memoriam.