Cada
23 de Febrero desde 1981, mis recuerdos se abren con el temor de
aquellos días. Nada fue igual después. En el juicio a los golpistas,
que se celebró un año después, no se aclaró qué personajes poderosos
estaban detrás de los golpistas ni quién era el "elefante blanco",
que supuestamente estaba a las órdenes del rey. Poco se destapó
entonces y pese a todo, sabemos lo suficiente.
Vivimos en un país de secretos. La
Ley sobre secretos oficiales, procede del franquismo (5 de abril
de 1968), con algunos retoques establecidos en 1978 antes de la
aprobación de la Constitución. El Congreso de los Diputados aprobó
una iniciativa para fijar un periodo de desclasificación automática
(25 años para materias secretas y 10 para las reservadas),
atribuyendo al Consejo de Ministros la facultad de clasificación.
El
Gobierno del PP en octubre de 2015,
rechazó desclasificar documentos de entre 1931 y 1968, porque
"no se considera prioritario y por la falta de medios, para llevar a
cabo tal ardua tarea", del estudio de miles de documentos sobre la
Guerra Civil y la primera etapa del franquismo que fueron
clasificados secretos en 1968. Aquella postura negaba, por temor, el
cocimiento de lo que ocurrió durante el franquismo, convirtiéndose
en cómplice de sus horrores, como al
negarse a perseguir sus crímenes. Lo lamentable es que el actual
Gobierno de coalición siga manteniendo la situación.
Esta
semana se cumplen cuarenta años del 23F de 1981, golpe de Estado,
que dieron los facciosos, sobre el que hay más sombras que luces y
más responsables de los que aparecen. Hasta
siete secretos del 23F y la Transición podrían quedar a la luz
si se modifica la ley de secretos: ¿Adolfo Suárez propuso al rey
Juan Carlos revocar su dimisión un día después del 23F? ¿Nos salvó
el rey de un golpe que el mismo había puesto en marcha? ¿Felipe
González estaba al tanto de la Operación Armada y aceptó ser
vicepresidente de un general? ¿Qué nombres, acciones, relaciones y
documentación recabaron los servicios secretos españoles en su
investigación? ¿Hasta dónde había implicados mandos y cargos de la
época, incluidos los del Cesid?
El
golpe de Estado se dio en nombre del rey y a sus órdenes y lo
argumento en el artículo
El rey fue uno de los responsables y en una serie de artículos
sobre el trágico y bochornoso acontecimiento.
"Para Suárez estaba claro que el alma del 23-F era el Rey", en
opinión de Pilar Urbano. El rey insistió "¡A mi dádmelo hecho!" (El
Rey y su secreto, Jesús Palacios).
Armada fue autorizado por Juan Carlos I para proponerse como
presidente del Gobierno ante los diputados. Estaba previsto que
a la llegada de Armada, varios diputados lo avalaran, entre ellos
Fraga, Sánchez Terán, Herrero de Miñón, Enrique Múgica, Peces Barba
y José Luis Álvarez. En la historia de España, la monarquía siempre
se ha restaurado o instaurado mediante golpe de Estado. Se consiguió
lo que pretendían: el rey consolidado, la monarquía fortalecida, el
desarrollo del estado autonómico paralizado; y la política de Suárez
reconducida.
El
desaparecido Diario16, dejó algunas preguntas, que junto con las que
yo mismo hago en
Preguntas con respuesta incorporada, que siguen teniendo plena
vigencia: ¿Qué quiso decir Suárez en su despedida televisiva, con
su: No quiero que la democracia sea, una vez más, un paréntesis en
la historia de España?
¿Por
qué no se investigó a El Alcázar, cuando el día antes publicaba:
"Todo dispuesto para la sesión del lunes, Antes de que suenen las
18.30 horas"? o a la revista "Spic" del mes de febrero, donde un tal
Otis escribía: "No es cierto que yo pretenda dar un golpe militar el
lunes 23 de febrero por la tarde... ¡Además, no sé!"?
¿Por
qué el capitán Sánchez Valiente, "el hombre del maletín", que se
marchó al extranjero tras fracasar el 23-F, sólo fue juzgado por
"abandono de destino"? y ¿Por qué no se investigó la frase del
coronel San Martín en el juicio de Campamento: "Por una confidencia
supe que más gente de los que estamos aquí estaba enterada e
implicada"?
¿Por
qué el Rey, en su telex a Milans del Bosch, dijo: "...después de
este mensaje ya no puedo volverme atrás"? y ¿Por qué el Rey tuvo que
decir aquello de: "Ni abdico, ni me voy. Tendréis que fusilarme"?
¿Por
qué Quintana Lacaci, capitán general de la I Región, manifestó
posteriormente que si el Rey le hubiese ordenado sacar sus tropas a
la calle y ocupar Madrid le hubiese obedecido?; ¿Por qué no se
detuvo a Torres Rojas en la Acorazada Brunete cuando se le ordenó
por su capitán general, Manuel Fernández Posse, que regresara a A
Coruña, continuó varias horas más en la División?
La
diputada
Carmen Echave, declaró a El Correo Español: "Cuando me
condujeron los guardias al despacho del vicepresidente del Congreso,
me prohibieron encender la luz. "Es por su seguridad. No le conviene
ver quiénes están ahí". Nadie lo investigó".
¿Por
qué el Gobierno español no protestó ante el de EEUU por la frase de
su secretario de Estado, Alexander Haig "Es un asunto interno de los
españoles"? Para Santiago Carrillo, estaba claro que la
CIA estaba al corriente de los preparativos del golpe, así como
el embajador de Estados Unidos en España. Parece que también el
Vaticano había sido informado y la Conferencia Episcopal española.
Es
cierto que todo lo relatado ocurrió hace cuarenta años, pero también
lo es que el período de Transición a la democracia quedó tocado. Mi
convicción pasa porque el 23-F fue un golpe de Estado en toda regla.
Perpetrado por mandos militares, guardias civiles y una trama
ideológica de la derecha reaccionaria sin identificar. Fue un golpe
de Estado promovido desde las instancias del poder, para reconducir
la "situación política a la deriva". Muchos clamaban por un gobierno
de coalición. Había que rediseñar el proceso de la Transición, con
un nuevo pacto. Varios golpes y conspiraciones coincidieron en el
tiempo, reconducidos por el CESID, induciendo determinadas acciones,
para llevar al general Armada a la presidencia del gobierno.
Los
golpistas pretendían establecer un gobierno "militar por supuesto",
recuperar los principios del "movimiento nacional" y el espíritu del
18 de julio. Juan Carlos de Borbón estaba al tanto de todo. Para el
rey, los sublevados querían "lo mejor para España. Sólo pretendían
lo que todos deseábamos: el restablecimiento de la disciplina, el
orden, la seguridad y la tranquilidad",
le contaba al embajador alemán Lothar Lahn (revista Der Spiegel).
Por encima de todo pretendían la defensa de la unidad de España, la
bandera y la corona, que el propio Franco le había encomendado. Para
Juan Carlos el responsable era Adolfo Suárez, por no tener "en
cuenta las peticiones de los militares". El rey estaba al corriente
de la trama golpista antes y durante; también de su frustración.
Armada era un hombre leal y disciplinado, muy valorado por todas las
fuerzas políticas y a las órdenes del Rey. Fue al Congreso, después
de pedir permiso en la Zarzuela y a sus órdenes. El esperado
"elefante blanco", la autoridad "militar por supuesto", que anunció
el capitán Muñecas, no llegó a entrar en el hemiciclo, aunque si
llegó al Congreso. El plan que el general Armada presentó en nombre
del rey a Tejero, no era de recibo para el guardia golpista. Había
jugado demasiado fuerte, como para consentir que en el gobierno de
España estuvieran socialistas y comunistas y sin Milans. Quería una
junta militar. Tejero se sintió traicionado e impidió que el general
Armada asumiera la presidencia del gobierno a las "órdenes del rey".
El suyo era un golpe duro, de involución y terminante. Tejero
desmanteló la solución Armada; el golpe blando.
El
exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra cree que lo que ocurrió
en torno al golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 se conoce en
lo fundamental, y considera que
las sospechas lanzadas desde algunos ámbitos sobre el papel que
desempeñó el rey Juan Carlos son fruto de la "malevolencia";
pero no se lo creé ni él, que tanto enalteció la movilización contra
todo lo que entorpeciera los intereses del partido que representaba.
El
rey, hoy emérito, y fugado a la dictadura de Arabia Saudí, por la
investigación abierta por la Fiscalía del Tribunal Supremo por sus
presuntos negocios ocultos, no fue el gran salvador, porque estaba
involucrado en la trama Armada.
Juan Carlos de Borbón, ha pasado de ser salvador de la democracia a
expatriado 40 años después.
El
23 de febrero de 1981, a las 18,23 horas, viendo en la televisión el
debate de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo como presidente del
Gobierno, vi con estupor como un guardia civil subía al estrado y
con pistola en mano gritó ¡Quieto todo el mundo! Tras un forcejeo
con el teniente general Gutiérrez Mellado, vicepresidente del
Gobierno, Tejero efectuó un disparo al aire que fue seguido por unas
ráfagas de los subfusiles de los asaltantes. El secuestro del
Congreso terminó a mediodía del día 24. Las consecuencias políticas
del golpe de Estado las seguimos sufriendo.
El Congreso lleva siete años bloqueando la reforma de una ley
franquista que impide arrojar luz sobre el 23F. Cuando queden
desclasificados los documentos para conocer algo más sobre el golpe
de Estado, algunos habremos muerto y mis nietos ni sabrán de qué
hablaba el abuelo.
Cuando la indecencia política se hizo carne habitó entre nosotros,
en las personas que ocultan la verdad en su propio beneficio y en el
de tantos otros que participaron en el golpe de Estado.