Madrid está de moda, me refiero a la ciudad.
Miles de turistas extranjeros acuden a disfrutar del turismo. Parece
ser que es la ciudad europea que menos restricciones, pese a que la
Comunidad está en un nivel de riesgo extremo por coronavirus, con
más de 225 contagiados por cada cien mil habitantes. De la Comunidad
tendremos tiempo de hablar, de la campaña electoral que se avecina y
de los resultados de las elecciones adelantadas al 4 de Mayo. Hoy
voy a pasear por determinados lugares y colocarme, como actor
secundario, en algunos acontecimientos surgidos en el Madrid, que
siempre está de moda y "el
que no esté colocado, que se coloque"
Dentro del término municipal de Madrid, el más
poblado de España, vivimos 3.334.730 personas,
según el INE de 2020. El área
metropolitana asociada tiene una población de 6.779.888 habitantes,
por lo que es la segunda de la Unión Europea, tras París, y por
delante de la Región del Ruhr. Todos son datos variables según
periodos y momentos históricos; pero lo que es inamovible es que
Madrid tiene seis letras, copla cantada
por el popular Pepe Blanco, que a cada letra le puso un sentido: "la
M de maravilla; la A viene de andoba, porque es algo pintilla; la D
pa que se enteren que el alma to lo da; la R por
risueño; la I por inmortal, y hay otra D que avisa que sobra
dignidad".
Y en esas
estamos, cuando un 21 de marzo, con la llegada de la primavera,
nació mi madre. Corría el año 1910. Hubiera cumplido ciento once
años sino hubiera muerto a los ochenta y cinco. Mi aprecio por
Madrid me viene de ella, nacida en la calle Bailén, gata, castiza,
buena persona, buena madre y buena mujer. Vecina de Alfonso XIII,
vivía enfrente del Palacio de Oriente, tenía mal recuerdo de la boda
del rey; mi abuela Teresa fue víctima del atentado en la calle Mayor
en 1906 a la vuelta de su casa.
Otros
artistas, escritores y poetas cantaron a Madrid: "¡Madrid, Madrid;
qué bien tu nombre suena, rompeolas de todas las Españas! La tierra
se desgarra, el cielo truena, tú sonríes con plomo en las entrañas"
(Antonio Machado). "Ay, qué Madrid este, todo apariencia. Dice un
caballero que yo conozco, que esto es un Carnaval de todos los días,
en que los pobres se visten de ricos. Y aquí, salvo media docena,
todos son pobres; facha, señora, y nada más que facha. Viven en la
calle, y por vestirse bien y poder ir al teatro, hay familia que se
mantiene todo el año con tortillas de patatas". (Pérez Galdós en La
de Bringas). Contradicciones según te va la fiesta.
Como es de suponer, mi madre, fue testigo de
muchos acontecimientos ocurridos en Madrid. Casi un siglo de vida,
son muchos años y mucho lo sucedido. De colegiala a modistilla hasta
su boda durante la guerra civil, con quién luego fue mi padre.
Camarero de postín y miliciano pinturero, murió, cuando yo tenía
ocho, a los cuarenta y cinco años. Mi abuelo Manuel fue tramoyista
del
teatro Novedades, el que se incendió en 1928;
fue tan violento el incendio que en una hora quedó reducido a
escombros, murieron 67 personas y centenares de heridas.
Madrid a principios del siglo XX, dejaba de
ser aquel pueblo castellano polvoriento y la monarquía española
estrenaba reina.
El 31 de mayo de 1906 el anarquista Mateo Morral atentó contra la
carroza real y la comitiva que regresaba de la Iglesia de San
Jerónimo. El rey Alfonso se había casado
con la princesa Victoria Eugenia de Battemberg y Madrid engalanada
era una fiesta. Como tantos madrileños, mi joven abuela se acercó a
ver la comitiva, cuando desde un balcón del tercer piso, del número
88 de la calle Mayor, fue lanzada una bomba contra la carroza y la
multitud de madrileños que se agolpaban a su paso. Los reyes
salieron ilesos, pero hubo 28 personas muertas y multitud de
heridos. Desde entonces, para Teresa, nada fue igual, el trastorno
de estrés postraumático la acompañó hasta su muerte años después.
En 1910, siendo alcalde de Madrid José Francos
Rodríguez, se empezó a construir la Gran Vía, uno de los lugares más
emblemáticos de Madrid, con el fin de descongestionar el casco
antiguo, la Puerta del Sol y mejorar la comunicación entre los
barrio de Argüelles y Salamanca. En los primeros treinta años del
siglo XX, Madrid llegó a albergar a más de un millón de habitantes y
los nuevos arrabales como las Ventas, Tetuán o el Carmen, acogieron
al nuevo proletariado que en aluvión llegaron desde los pueblos. En
este año, la Conjunción Republicano-Socialista, triunfa en Madrid
por vez primera, por el 54% de los votos. Y
en estas mismas elecciones, el PSOE
consigue su primer diputado de la historia, ocupando el escaño Pablo
Iglesias.
Al pasar por la Puerta del Sol recuerdo el
lugar en el que José Canalejas, Presidente del Consejo de Ministros
fue asesinado en 1912, cuando miraba el escaparate de la
desaparecida librería San Martín. También recuerdo a Eduardo Dato
que en 1921 fue asesinado por los disparos efectuados desde un
sidecar en marcha en la Puerta de Alcalá. Antes, en 1870, había sido
asesinado el general Juan Prim y Prats, presidente del Consejo de
Ministros y ministro de la Guerra. Eran alrededor de las 19:30 y
caía una espesa nevada. El general, instalado en su berlina verde
tirada por dos caballos siguió su ruta habitual, cuando a su paso
por la calle del Turco (hoy Marqués de Cubas), sufrió el atentado. "En
la calle del Turco le mataron a Prim, sentadito en su coche con la
Guardia Civil". Madrid ha sido escenario
de un número considerable de atentados contra gobernantes. Carrero
Blanco, en 1973, sufrió igual suerte por atentado de ETA.
Cuando
comenzó la primera Guerra Mundial, mi madre tenía cuatro años, por
lo que poco o nada debió de enterarse. Acudía a un colegio, cuyo
patronazgo lo presidía la infanta Isabel de Borbón y Borbón, La
Chata, quién acudía para premiar a las alumnas aventajadas. La
primera Guerra Mundial fue un acontecimiento histórico, que originó
una importante acumulación de capitales y el crecimiento de la
actividad económica se dejó notar. La original pobreza de una
familia vecina de Madrid, en el piso bajo de una húmeda vivienda,
matrimonio con cinco hijos menores poco debió sentirse; el hambre y
el frío siguieron siendo síntomas de pobreza. Para apaciguar el
hambre a deshoras, recortes de churro, que el churrero de la esquina
les regalaba.
La joven Felisa, se ocupó en un taller
modista, repartiendo ropa por los madriles. Grandes caminatas, no
había medios ni para coger el Metro, cuya línea Sol-Cuatro Caminos
había sido inaugurada en 1919. Todo un acontecimiento para la
modernidad de Madrid y sus vecinos. Son años de gran conflictividad
social y laboral. La crisis social fortaleció al movimiento obrero
representado por socialistas y anarquistas, que alternaban métodos
pacíficos (huelgas) con violentos (la acción directa). UGT
percibiendo el enfrentamiento entre burguesía industrial y gobierno,
convocó una
huelga general revolucionaria en agosto de 1917,
que recibió el apoyo de la CNT, mayoritario en Cataluña, con el fin
de obligar a las clases dominantes a realizar los cambios
fundamentales del sistema, que garantizasen al pueblo, un mínimo de
condiciones decorosas de vida y de desarrollo de sus actividades
emancipadoras. Ese mismo año, en octubre, dio comienzo la revolución
bolchevique en la Rusia zarista.
Con
veintiún años, mi madre, fue protagonista de la proclamación de la
República. El 14 de abril, todo lo vio desde el chaflán de la calle
Mayor y Arenal. Los resultados de las elecciones del domingo día 12,
habían supuesto una estocada de muerte para la monarquía y los
acontecimientos se desarrollaron de forma vertiginosa: el rey sale
de España desde Cartagena hacia el exilio (no había abdicado) y en
la Puerta del Sol, Alcalá Zamora, Lerroux, Fernando de los Ríos,
Azaña, Casares Quiroga, Miguel Maura, Álvaro de Albornoz y Largo
Caballero, entran en el ministerio de la Gobernación y asumen el
poder, como ministros del gobierno provisional. En la calle, el
pueblo exaltado, con alegría desbordada, clama vítores a la
República que nacía.
Poco
tiempo después, desde julio de 1936 y hasta 1939, fue protagonista,
como tanta gente, en la defensa de Madrid y del sufrimiento de la
guerra, provocada por el golpe de estado militar y fascista. Fue
superviviente del cerco de Madrid. Supo sufrir la miseria de la
posguerra, tan dura como la de la propia guerra. Con el tiempo supo
disfrutar de la democracia. Era aficionada a las sesiones
parlamentarias; recuerdo su figura, esperando entrar en el Congreso
de los Diputados por la puerta de invitados. Nació en Madrid y con
ochenta y cinco años aquí murió.
Hoy, las
alas de la mariposa que presentó la moción de censura en Murcia,
hicieron que se presentase otra moción en Castilla y León y en
Madrid se convocaran elecciones; lo contrario que dice Ramón Gómez
de la Serna "Una pedrada en la Puerta del Sol mueve ondas
concéntricas en toda la laguna de España". Es mi Madrid; es mi
historia.