Corría el
13 de septiembre de 1923, cuando el capitán general de Cataluña,
Miguel Primo de Rivera, daba un golpe de Estado. Suspendió la
Constitución de 1876, disolvió el Parlamento e instauró una
dictadura. Alfonso XIII no se opuso al golpe y nombró al general
sublevado Jefe del Gobierno al frente de un Directorio militar.
Dimitió el 27 de enero de 1930, enfermo y sin apoyos.
Diversos
factores explican que la dictadura militar empezara a contemplarse
como una solución a la crisis del país entre la alta burguesía, gran
parte de las clases medias y el Ejército: Descontento del ejército
tras el desastre de Annual. Auge de los nacionalismos periféricos y
ascenso de republicanos y del movimiento obrero. Y el triunfo del
fascismo en Italia y el ascenso al poder de Mussolini.
A los
anarcosindicalistas, el golpe les pilló por sorpresa. La CNT formó
un "Comité de acción contra la guerra y la dictadura" quien convocó
una huelga en Madrid y en Bilbao, apoyada por los comunistas, que
tuvo escaso eco. Invitaron a los socialistas a unirse al Comité,
pero éstos optaron por mantenerse a la expectativa. Las direcciones
del PSOE y de la UGT advirtieron a sus afiliados que no
intervinieran en ninguna intentona revolucionaria, pues solo
servirían de "pretexto a represiones, que ansía para su provecho la
reacción", según publicó el diario El Socialista.
El gobierno del general Primo de Rivera abrió un periodo marcado por
la suspensión de las garantías constitucionales.
Prohibición de la bandera y el himno catalán y restricción de la
lengua catalana al terreno privado. Disolución de las diputaciones
provinciales y la censura de prensa. En 1924, funda la Unión
Patriótica, partido único y personalista que sostiene a la
Dictadura. Y política de "mano dura" en todo lo referente al orden
público
Dos meses
después del golpe, Melquíades Álvarez y el Conde de Romanones,
presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado
respectivamente, visitan al rey para recordarle su obligación de
convocar Cortes. Alfonso XIII se limitó a darse por enterado,
mientras el Directorio destituía a ambos presidentes.
La Asamblea Nacional, suplantó al Parlamento.
Fue un organismo creado por Primo de Rivera por
Real Decreto ley de 12 de septiembre de 1927,
en el que se establece que la Asamblea tendrá una doble naturaleza,
fiscalizadora y consultiva en la labor del gobierno y preparatoria
de proyectos fundamentales que habrán de ser objeto de examen por un
órgano legislativo. La composición de la misma está formada por tres
núcleos: el uno de representantes del Estado, las Provincias y los
Municipios que son las tres grandes ruedas integrantes de la vida
nacional. El otro de representación de actividades, clases y
valores. Y el tercero integrado por las Uniones Patrióticas y como
representación de la gran masa apolítica ciudadana que respondió al
llamamiento del Directorio en momentos de incertidumbre e inquietud
y luego al del Gobierno.
Durante la Asamblea se aprueban dos
Reglamentos, uno provisional, el 20 de septiembre de 1927 y otro el
7 de diciembre de 1928. La Sección primera, aprueba las Leyes
constituyentes de la Asamblea Nacional, el
Anteproyecto de Constitución de la monarquía española.
Sanciona la creación de un nuevo régimen de corte autoritario,
corporativo, intervencionista y antidemocrático, pero no llega a
aprobarse pues no convence a la mayoría de los políticos de la
dictadura, incluido el dictador.
La dictadura de Primo de Rivera aspiró durante
los primeros años a una serie de logros sociales y económicos,
incluso con la participación de los socialistas en algunas
instituciones como el Consejo de Estado, pero las crisis económicas
y las alteraciones sociales la llevan a un aislamiento progresivo,
que provocan la dimisión del dictador.
El gran éxito del Directorio tuvo lugar en África.
El Desembarco de Alhucemas en 1925 puso fin de la resistencia de las
cábilas del Rif . Su líder Abd-el-Krim se entregó a las autoridades
del Marruecos francés. El fin de la guerra en Marruecos le dio gran
popularidad al dictador.
La
oposición a la Dictadura abarcaba un amplio espectro político:
algunos liberales y conservadores; republicanos, socialistas,
anarquistas, intelectuales, y parte del movimiento sindical. Un
elemento clave fue el creciente descontento en las filas del
Ejército ante las arbitrariedades de Primo de Rivera. Tras el crash
de la bolsa de Nueva York, en 1929, los problemas económicos se
extendieron con gran rapidez por el mundo, en España hubo que
devaluar la peseta. El descontento social, con la vuelta de los
movimientos huelguísticos, vino a acrecentar la oposición a la
dictadura.
Las
clases altas recibieron el golpe con euforia, especialmente en
Cataluña. La Cámara de Comercio e Industria de Cataluña saludó al
dictador "con el mayor entusiasmo, esperando que pusiera fin a un
estado de cosas que se consideraba intolerable". Los partidos
políticos catalanes conservadores como la Lliga Regionalista o la
Unión Monárquica Nacional, que se consideraba parte del "movimiento
de regeneración" basado en los principios de "patria, monarquía y
orden social". Fuera de Cataluña se dieron las mismas muestras de
entusiasmo entre las clases altas y diversas organizaciones
patronales se ofrecieron para colaborar con la Dictadura.
La
Iglesia católica en España también apoyó el golpe, alabando el noble
esfuerzo del general Primo de Rivera. La Confederación Nacional
Católico-Agraria le dio la bienvenida y le ofreció su apoyo. El
diario católico El Debate esperaba que el dictador ordenara una
campaña de saneamiento moral, persiguiendo el juego, la pornografía,
el alcoholismo y demás lacras sociales. El Partido Social Popular,
acogió con entusiasmo al que calificó nuevo movimiento nacional. Los
mauristas consideraron la Dictadura, como el inicio del "resurgir de
España".
La
inexistencia de unos sindicatos del régimen obligó a la Dictadura a
pactar con el sindicato reformista más poderoso, la UGT. Durante el
período dictatorial se intentó forzar la transformación reformista
del sindicato socialista para convertirlo en un sindicato de gestión
y conciliación, alejado de la lucha de clases y de la llamada
autodefensa obrera. El sindicato socialista adoptó una estrategia de
colaboración en la política social del régimen, estrategia basada en
las posibilidades de utilización que ofrecía al proletariado para
mejorar sus condiciones de vida y extender su organización.
Según Carmen Martínez de la Universidad de
Murcia, en su estudio
La Dictadura de Primo de Rivera: una propuesta de análisis,
la política social de la Dictadura se basaba en el pacto social
implícito que, en su estructura básica, era un pacto entre las
organizaciones patronales, la UGT y el régimen. Largo Caballero se
lo describió con toda claridad a los patronos: "No olviden que
nuestra presencia aquí significa la existencia de un pacto implícito
y bilateral, por el cual los trabajadores aceptan métodos legales
para satisfacer sus aspiraciones, y ustedes, por su parte, abandonan
su tradicional intransigencia y se comprometen a poner en práctica
los acuerdos. Sin esto, el pacto se rompería y entonces los
intereses de la comunidad estarán en grave peligro".
Para
Santos Juliá el golpe de Primo de Rivera cerró toda posibilidad de
encontrar dentro de la monarquía constitucional la solución al
problema constituyente que los diferentes movimientos, obrero,
republicano, reformista, catalanista, militar, y figuras muy
representativas de las elites intelectuales, habían situado en
primer plano del debate y de la acción política desde 1917.
Lo
sucedido supuso un cambio decisivo en la política española. El golpe
de Estado logró un apoyo generalizado, pero sus consecuencias a
medio plazo resultaron muy graves. El Rey se apresuró a explicar a
los embajadores francés y británico que no había tenido que ver con
lo sucedido. Pero violó la Constitución al no convocar al Parlamento
y eso le costó el trono (Javier Tusell). El rey tuvo una clara
responsabilidad personal en el deterioro de la situación política.
Tras haberse interpuesto como obstáculo tradicional en las varias
tentativas de democratización y el aliento del militarismo en
detrimento del poder civil. Instrumentalizó la amenaza castrense que
se cernía sobre el régimen parlamentario para potenciar su propio
papel, pasando de árbitro a actor.
De entre
las múltiples consecuencias derivadas del régimen dictatorial, cabe
destacar la escisión ideológica de la derecha española, que ha
perdurado hasta fechas recientes, entre una derecha liberal y una de
corte autoritario. La primera desapareció hasta la Transición
Política de los años 70, y la segunda se impuso durante los años
republicanos y en la posterior Dictadura franquista. Las
aportaciones a la ideología y al sistema político franquista son
claras: concepción de partido único como Movimiento Nacional. El
régimen primorriverista dejó una herencia decisiva en el ejército
español y consolidó el de Marruecos, germen del golpe de Estado de
1936, que dio el triunfo al franquismo.
La
Dictadura fue la etapa histórica española que separa ya el siglo XIX
del XX. Como etapa fronteriza y de transición, no terminó su obra,
pero determinó un amplio revulsivo ideológico y sociopolítico;
provocó la revisión crítica de casi todos los movimientos políticos,
inició un ensayo o tanteo de proyección institucional corporativa,
dentro de cuyas coordenadas se desarrolló más tarde el franquismo.
También
hay que constatar que durante el período dictatorial se van a crear
los argumentos doctrinales que originarán la reacción autoritaria
durante los años 30: exaltación del mito del jefe, estructuración
jerárquica de la UP, desarrollo de teorías organicistas políticas y
sociales, negación del liberalismo y parlamentarismo, auge del
intervencionismo económico del Estado y defensa de la autarquía
económica, sin olvidar que el eslogan ultranacionalista de "España
una y grande", como hoy.
El golpe
ha sido considerado como el primer ensayo de institucionalización
del nacionalismo español autoritario cuyo instrumento fue el
Ejército. Qué poco hemos avanzado en la historia y si escarbamos un
poquito, nos situamos en la época de los reyes católicos, sus
designios, políticas y principios.