Estamos
en tiempo de crisis, tras meses de creciente tensión, todo parece
que podría haber guerra en Ucrania. El presidente de Estados Unidos,
Joe Biden, cree que Rusia invadirá Ucrania y advierte a Vladimir
Putin, de que se arrepentirá si lo hace. Rusia niega que busque
invadir Ucrania. Existen precedentes para tomar en serio las
amenazas; Rusia ya se anexionó la parte ucraniana de Crimea en 2014.
La amenaza de guerra entre Rusia y Ucrania ha
irrumpido en la política española después de que la ministra de
Defensa, Margarita Robles, ofreciera a
la OTAN el envío de cazabombarderos al Ejército del Aire a Bulgaria
ante una posible invasión de la antigua república soviética. Desde
Unidas Podemos, no esconden su profunda preocupación y hacen un
llamamiento a reforzar una vía diplomática, que contribuya a la
desescalada, exigiendo un alejamiento de los intereses estratégicos
de EEUU.
España no puede convertirse en una avanzadilla
europea de un conflicto bélico de consecuencias imprevisibles, y que
sería algo difícilmente explicable a la opinión pública por parte de
una coalición progresista en el Gobierno. Por su parte, Pablo Casado
ha anunciado que el PP apoya el envío de tropas españolas al
conflicto de Ucrania si así lo solicita la OTAN:
Si la alianza atlántica pide el desplazamiento de buques de la
Armada, o un despliegue aéreo o de tropas, nosotros lo apoyaremos.
Escribía en 2014: En Ucrania, el gobierno de
Kiev contra los independentistas del este.
Con la ayuda inestimable de la OTAN de EEUU, pretenden mayor
influencia en la zona, en perjuicio de
Rusia, que también, sin decirlo, apoya a los prorrusos ucranianos.
Casi 500 muertos −la mayoría población civil− desde que comenzó el
conflicto hace cinco meses. Todo por intereses económicos y posición
geoestratégica en beneficio de los poderosos y EEUU reconociendo que
ha sacado las pruebas contra Rusia por las redes sociales. Se dice,
que en una base de Polonia, la OTAN almacena armamento, preparándose
para una operación militar contra Rusia.
Se han
cumplido más de cien años desde que estalló la Primera Guerra
Mundial. Desde entonces no han parado: guerras mundiales, civiles,
locales, regionales, de agresión o de defensa; de religión,
ideológicas, coloniales, de clase y económicas, del petróleo, contra
la droga, informáticas, contra el terrorismo, el independentismo o
contra insurgentes; guerras relámpago o interminables, sin cuartel,
abiertas, sin declarar o declaradas; hasta guerra fría ha habido,
porque calientes lo son todas.
En esta ocasión, se calcula que Rusia ha
acumulado 100.000 soldados a lo largo de su frontera con Ucrania en
los últimos meses.
Putin ha planteado varias exigencias de seguridad a Estados Unidos
antes de retirar sus fuerzas militares. La
lista de Putin incluye la prohibición de que Ucrania entre en la
OTAN, y el acuerdo de que la OTAN retire tropas y armas en gran
parte de Europa del Este. Putin considera a Ucrania como parte de la
esfera de influencia de Rusia, un territorio, más que un Estado
independiente, lo que le ha llevado a intentar bloquear la entrada
de Ucrania en la UE y la OTAN.
El apoyo
militar a Ucrania y las sanciones políticas y económicas son formas
en las que Estados Unidos puede dejar claro a Moscú que habrá
consecuencias por su intromisión en un país independiente. El riesgo
es que el Kremlin emprenda otras acciones militares y políticas que
amenacen aún más la seguridad y la estabilidad europeas.
Por su
parte la Unión Europea esta dispuesta a sancionar con rapidez a
Rusia en caso de que vuelva a realizar un ataque contra Ucrania,
como hizo ya en 2014 con sustanciosas medidas restrictivas
económicas. La situación actual, con miles de tropas rusas
preparadas junto a la frontera ucraniana, supone el reto más grave
para el orden de seguridad europeo desde principios de los años 90,
desde el final de la Guerra Fría. Y en estas entra España en
conflicto.
España no se queda al margen de una hipotética
operación militar contra Rusia si así lo decide EEUU, a pesar de los
recelos que esa opción despierta en el socio del Gobierno. El
ministro de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel
Albares, ha asegurado que aún no ha llegado ese momento pese al
incremento de la tensión en la zona y ha defendido dar una
oportunidad al diálogo, que no a una negociación.
España, asegura el ministro, estará con los aliados europeos y de la
OTAN, recordaando a Unidas Podemos que es
Pedro Sánchez quien fija la política exterior. Desconocemos la
posición del PSOE sobre el conflicto.
El ministro Albares ha tenido tres obsesiones desde que llegó al
cargo: dar prioridad a las relaciones con
Marruecos para mejorarlas tras un año especialmente difícil;
visibilizar un entendimiento entre el presidente norteamericano, Joe
Biden, y el propio Sánchez, con motivo de la organización española
de la cumbre de la OTAN en los días 29 y 30 del próximo mes de
junio; y por último, que el presidente se luzca en el semestre de
presidencia española de la UE, en el año 2023.
La reacción de los socios de Gobierno no se ha
hecho esperar. Irene Montero, ministra de Igualdad,
fue la primera en apelar al espíritu del "No a la guerra" y criticar
la sobreactuación de Robles. Por su parte,
el secretario de Estado de Agenda 2030, Enrique Santiago, ha
pilotado buena parte de las negociaciones con el ala socialista del
ejecutivo por parte de Unidas Podemos. Además, desde este espacio
político también se ha impulsado junto a otros cinco grupos
parlamentarios del Congreso la firma de un manifiesto conjunto
llamando a la desescalada verbal y a la apuesta por la diplomacia
europea como forma de solventar la crisis entre Estados Unidos y
Rusia.
El "Manifiesto
por la paz y para evitar una nueva guerra en Europa: desescalada y
diálogo, no envío de tropas ni armamento a Ucrania",
resalta que el conflicto solo puede resolverse a través del diálogo,
la distensión y el convencimiento de que la paz es el único camino.
Añade, "La Unión Europea debe evitar verse arrastrada y formular
propuestas concretas de desescalamiento que eviten un conflicto que
perjudique gravemente a Ucrania y a toda Europa". Los firmantes
afirman que no podemos permitir que nos encierren en un viejo
esquema de Guerra Fría. También inciden en su respeto a la
"soberanía de los pueblos" y su rechazo a "las amenazas militares de
un país a otro estado soberano, así como cualquier cambio de
frontera por la vía de la agresión militar.
La UE
necesita una política europea de seguridad basada en la democracia,
los derechos humanos y el desarrollo económico justo. Eso pasa
también por acelerar la transición ecológica con energías limpias
por el bien del planeta y para evitar depender de otros países. Y
pasa también por trabajar por tener una relación independiente en
política exterior, basada en nuestros propios valores e intereses,
con EEUU, Rusia y China.
No son
los intereses del pueblo los que están en juego. No se respetan las
declaraciones de derechos humanos, ni los tratados internacionales.
Las Naciones Unidas, que se constituyeron para evitar las guerras,
no cumplen con su propósito. El cinismo de muchos dirigentes no
tiene precio; no se les cae la cara de vergüenza, porque no tienen
vergüenza. Pese a todo hay que seguir en el empeño contra las
guerras, aunque algunos estemos convencidos de que es como clamar en
el desierto; y si no que se lo pregunten al pueblo saharaui que
sigue sufriendo.
El "no a la guerra" que recorrió el mundo
entero en 2003 aún resuena en las calles.
Por esa razón, ahora más que nunca es el momento de actuar en favor
de la paz, el diálogo y la distensión.
Para Podemos, la UE debería tomar un rol de mediador entre las
posturas de EEUU y Rusia. Esto pasa por actuar rápida y
decididamente. En primer lugar, por impulsar las fórmulas y foros
para lograr una solución a los conflictos de Ucrania, según los
Acuerdos de Minsk II de 2015; negociados entre Francia, Alemania,
Ucrania y Rusia y respaldados por EEUU y las Naciones Unidas. Unos
acuerdos avalados por la hoja de ruta establecida por la Resolución
2022 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas: la
desmilitarización, el restablecimiento de la soberanía ucraniana,
incluido el control de la frontera con Rusia, y la autonomía de un
Donbás desmilitarizado e integrado en Ucrania, garantizado por un
tratado internacional.
Ante las
guerras pasadas, activas y larvadas, en tantos países y numerosas
zonas del mundo que las sufren o están al borde del conflicto
bélico, maldigo a la guerra, sus señores y sus ejércitos. Maldigo a
los gobiernos canallas que ordenan y provocan y a quienes se
benefician de la destrucción y del dolor inocente. Maldigo a los que
trafican con armas, particulares y gobiernos indecentes por dinero y
a quienes las compran para matar. Parece como que si al principio de
la humanidad, alguien hubiera dicho: ¡anda y a ver si os matáis los
unos a los otros! Desde entonces la guerra es su sino.
Rechazo
frontal al envío de tropas españolas a la zona en conflicto.
Podemos, Izquierda Unida, En Comú Podem, Alianza Verde, Bildu, BNG,
CUP, Más País-Equo, Compromis, y yo con ellos, instan a desescalar
la tensión y redoblar los esfuerzos diplomáticos, para impedir la
guerra, así como cesar los planes para que Ucrania ingrese en la
OTAN, acordándose medidas de garantía que satisfagan a todas las
partes y defender los derechos humanos.