Esta semana
se cumplen cuarenta y dos años del 23-F, un golpe de Estado contra la
democracia, que dieron los facciosos, sobre el que hay más sombras que
luces y más responsables de los que se juzgaron y fueron condenados.
El golpe de Estado se dio en nombre del rey y a
sus órdenes (lo argumento en el artículo
El rey fue uno de los responsables y en una
serie de artículos sobre el trágico y bochornoso acontecimiento).
Para Suárez estaba claro que el alma del 23-F era el Rey,
en opinión de Pilar Urbano. El rey insistió "¡A mi dádmelo hecho!" (El
Rey y su secreto, Jesús Palacios).
Armada fue autorizado por Juan Carlos I para proponerse como
presidente del Gobierno ante los diputados.
Estaba previsto que a la llegada de Armada, varios diputados lo
avalaran, entre ellos Fraga, Sánchez Terán, Herrero de Miñón, Enrique
Múgica, Peces Barba y José Luis Álvarez. En la historia de España, la
monarquía siempre se ha restaurado o instaurado mediante golpe de
Estado. Se consiguió lo que pretendían: el rey consolidado, la
monarquía fortalecida, el desarrollo del estado autonómico paralizado;
y la política de Suárez reconducida.
Hasta
siete secretos del 23-F y la Transición podrían quedar a la luz
si se modificara la Ley de Secretos Oficiales: ¿Adolfo Suárez propuso
al rey Juan Carlos revocar su dimisión un día después del 23-F? ¿Nos
salvó el rey de un golpe que el mismo había puesto en marcha? ¿Felipe
González estaba al tanto de la Operación Armada y aceptó ser
vicepresidente de un general? ¿Qué nombres, acciones, relaciones y
documentación recabaron los servicios secretos españoles en su
investigación? ¿Hasta dónde había implicados mandos y cargos de la
época, incluidos los del CESID?
El golpe de
Estado de 1981, es un acto de la historia de España, que aun abierto
en canal, no ha descubierto todavía el veneno de sus vísceras ni a
todos los instigadores. Fue un acontecimiento, de una violencia
política extrema para cuantos lo vivimos en la inocencia de la
democracia. No se conocen las interioridades de la acción, pero si
algunas de las consecuencias políticas e institucionales que todavía
perviven. Algunos protagonistas todavía viven de sus réditos.
Es cierto
que todo lo relatado ocurrió hace cuarenta y dos años, pero también lo
es que el período de Transición a la democracia quedó tocado. Mi
convicción pasa porque el 23-F fue un golpe de Estado en toda regla.
Perpetrado por mandos militares, guardias civiles y una trama
ideológica de la derecha reaccionaria sin identificar. Fue un golpe de
Estado promovido desde las instancias del poder, para reconducir la
situación política a la deriva. Muchos clamaban por un gobierno de
coalición. Había que rediseñar el proceso de la Transición, con un
nuevo pacto. Varios golpes y conspiraciones coincidieron en el tiempo,
reconducidos por el CESID, induciendo determinadas acciones, para
llevar al general Armada a la presidencia del Gobierno.
El
desaparecido Diario16, dejó hasta 23 preguntas escritas, que siguen
teniendo plena vigencia y en si mismas encierran respuestas sobre lo
que ocurrió. Estas son algunas de ellas: ¿Qué quiso decir Suárez en su
despedida televisiva, con: No quiero que la democracia sea, una vez
más, un paréntesis en la historia de España? Nadie investigó al diario
ultraderechista El Alcázar, cuando el día antes publicaba "Todo
dispuesto para la sesión del lunes". ¿Por qué el capitán Sánchez
Valiente, el hombre del maletín, se marchó al extranjero tras fracasar
el 23-F? A ninguno de los militares a los que se les dijo que el Rey
respaldaba el golpe se le ocurrió comprobarlo llamando a la Casa Real.
¿Por qué el Gobierno de la UCD giró radicalmente a la derecha tras el
fracaso del golpe? El golpe aceleró la integración de España en la
OTAN.
Algunas
otras cuestiones sin respuesta: Durante el juicio a Armada se le
impidió revelar el contenido de su audiencia con el Rey (que duró hora
y media) en la Zarzuela, diez días antes del 23-F. No se investigó
quién era la autoridad, "militar por supuesto", que anunció el capitán
Muñecas desde la tribuna del Congreso y que iba a llegar en breve para
hacerse cargo de la situación. El Gobierno español no protestó ante el
de EEUU por la frase despectiva de su secretario de Estado, Alexander
Haig, al conocer la invasión del Congreso (Es un asunto interno de los
españoles), cuando lo normal hubiese sido solidarizarse con el
mantenimiento de la democracia en España y el rechazo al militarismo
golpista.
El día 18
de Febrero de 1982 comenzaba el Consejo de Guerra contra algunos de
quienes consumaron el golpe. Se celebró en la Casa de Campo de Madrid
y duró más de 3 meses y las sentencias fueron revisadas por el
Tribunal Supremo. Un año antes, fuerzas antidemocráticas, mandos
militares, guardias civiles y una trama ideológica de la derecha
reaccionaria sin identificar en su totalidad, perpetraron el "último
golpe de estado en España". También fue un golpe de Estado promovido
desde las instancias del poder para reconducir la situación política a
la deriva, según ellos. La mayoría de cuantos participaron no han
pagado su culpa. Sigue habiendo tapados con responsabilidad penales,
contra quienes la justicia no ha actuado.
No fue un
juicio, fue un consejo de guerra. Los golpistas fueron juzgados por
sus compañeros militares, tal y como marca la Constitución. No existen
ni imagen ni sonido de las declaraciones porque prohibieron la entrada
de cámaras y magnetófonos. Las crónicas se ilustraban con dibujos.
Acreditaron a 66 periodistas, 46 españoles y 20 extranjeros, que
cuentan que el ambiente se podía cortar con cuchillos.
Los
golpistas no se comportaron como acusados, sino como una especie de
tribunal que juzgaba a la democracia, a sus instituciones y sus
representantes. Algunos, como el general Milans del Bosch, quien, a
diferencia del general Armada, no intentó desmentir su implicación en
el golpe, adoptaron actitudes claramente provocadoras que incluyeron
desobediencias abiertas al tribunal.
¿Se hizo
todo en nombre del rey? ¿Es cierta la frase conocida, y que el rey
repetía: «a mi dármelo hecho»? ¿Participaron destacados miembros de
los partidos en la oposición y en el gobierno? ¿Cuál fue el papel que
jugaron los servicios de información e inteligencia? El 23-F ha
generado infinidad de libros y publicaciones, que han clarificado
muchos extremos; pero siguen habiendo un cúmulo de interrogantes que
sólo el tiempo desvelará. Fue un episodio que se quiso cerrar con
demasiadas prisas y se hizo en falso. Quienes participaron, trataron
de ocultar y desvirtuar la realidad; quienes algo conocían, por su
interés lo taparon, y otros silencios por corporativismo y lealtades
mal entendidas; demasiadas instituciones y gente importante estaban
implicados.
La
instrucción de la causa fue irregular y el Juicio ante el Consejo
Supremo de Justicia Militar una componenda. No estaban sentados en el
banquillo todos los implicados, aunque algunos de ellos fueron
juzgados. La Casa de Campo, fue un desfile de carnaval. Todos eran
compañeros: de uniforme, de cuerpo o de arma. Los que juzgaban,
podrían haber sido inculpados, lo defensores acusadores y los
procesados juzgadores. Se pretendió una férrea censura durante el
juicio para acallar a la prensa. La causa 2/81 nunca desentrañó la
trama CESID, por lo que quedó sin conocerse la procedencia de las
órdenes, si existieron, de acciones encubiertas o de inducción, y el
papel que jugaron los agentes implicados.
Todos los
procesados declararon su inocencia, salvo Pardo Zancada que creía que
la operación contaba con el apoyo real. No solamente invocaron al rey
para su defensa, sino que alegaron obediencia debida y estado de
necesidad, como eximentes. Todo fue un cúmulo de contradicciones. No
se conoció si Armada formaba parte del golpe principal o si por el
contrario lo fue del alternativo, o si participó para reconducir la
situación; declaró que antes, durante y después, actuó a las órdenes
del rey. Milans se escudó tras las reuniones que dijo haber tenido con
Armada, donde se le aseguró que el rey estaba de acuerdo. Tampoco el
juicio conoció la autoría intelectual; si fue Milans, junto con los
otros generales y militares de alta graduación procesados, o quien fue
el tapado "elefante blanco".
En el
juicio quedó probado que había habido una rebelión militar. También
quedó probado, por grabado, el asalto de la guardia civil al Congreso.
De no haber habido esas imágenes, posiblemente nos habrían ocultado
hasta la propia acción. Fueron juzgados catorce militares, dieciocho
guardias civiles y un ex dirigente del sindicato vertical franquista;
pese a que muchos más participaron, por acción u omisión, conocimiento
o inducción. El Supremo, tras revisar la causa, condenó al general
Armada, Milans y el teniente coronel Tejero a 30 años de prisión, por
un delito probado de rebelión militar. El resto de procesados fueron
condenados a diferentes penas, entre los doce años a uno de prisión, o
a la pérdida de empleo temporal, y tres absoluciones.
La Zarzuela
afirmó que la participación y actuación del rey en defensa de la
democracia y la Constitución aquel 23-F, estaba fuera de toda duda
para los españoles y la comunidad internacional, pero nada está claro.
Franco en su testamento político, dejaba todo atado y bien atado en
manos del rey, la banca, la alta burguesía, los altos mandos de la
administración, el ejército y la Iglesia. Seis años después de su
desaparición, su espíritu seguía vivo y el aparato intacto. No podían
consentir que se otorgase la soberanía al pueblo, se legalizaran los
partidos, especialmente el PCE, se desmontara el estado totalitario y
se reconociese el derecho al autogobierno de nacionalidades y
regiones.
Los
golpistas estaban en el juego visionario, violento, peligroso y sucio
para la joven democracia y la ciudadanía de españoles y españolas. Sin
triunfar, algo consiguieron: la figura del rey se consolidó ante la
ciudadanía y las fuerzas políticas (renta de la que todavía
sobreviven); la democracia se consolidó (a costa de quedar sometida al
miedo a la involución); el desarrollo del estado autonómico (que
supuestamente hacía peligrar la unidad de España), se paralizó
temporalmente, y la situación política e institucional (creada por los
gobiernos de Suárez ya dimitido) se recondujo.
El golpe
del 23-F, sigue siendo secreto; quedan preguntas sin respuestas, que
no se permite conocer por la Ley de Secretos Oficiales en vigor.