El maquis español

La guerrilla antifranquista



El maquis,
30 años de guerrilla antifranquista


Paisajes de la historia (RTVE)


Los MAQUIS en la España de Franco
guerrilla antifranquista española


 

Entre siete y nueve mil guerrilleros combatieron contra el régimen franquista

Dicen que todo español lleva un guerrillero dentro. La lucha de la guerrilla antifranquista, los llamados "maquis" es un epígono de la guerra civil. Los que la escribieron fueron gente del pueblo, variopinta, y como en toda lucha cometieron errores, se dejaron llevar a veces por la rabia o la desesperación. Pero en su mayoría, tenían muy a gala ser los últimos defensores de la república.

Cuando la guerra civil acabó en 1939, muchas personas de ideología republicana marcharon al monte y emprendieron una lucha desde las sierras españolas. Otros lo hicieron por el acoso sufrido por las fuerzas del orden. La lucha guerrillera duró hasta 1952, pero sus coletazos alcanzarían hasta los años sesenta. Los guerrilleros se sentían una prolongación del Ejército republicano. Sin embargo, la historia oficial hasta el momento los considera como "bandoleros"

La realidad de aquellos años estaba compuesta de contraseñas, complicidades, disimulo y miedo. Era un heroísmo cotidiano, hecho de claves y de miradas, de palabras a media voz y protagonizado por guerrilleros de la montaña y sobre todo por los guerrilleros del llano, los enlaces. Porque si los que combatían al régimen franquista en los montes y sierras de España aún tenían armas para defenderse, los enlaces, muchas veces mujeres o niños, estaban inermes ante la dictadura. Frente a unos 7.000 guerrilleros, el número de enlaces fue diez, veinte veces mayor. Según cifras oficiales hubo 20.000 enlaces detenidos. Otros murieron a manos de las fuerzas de la Guardia Civil, que les aplicó la "ley de fugas", les torturó o les fusiló. Entre los enlaces algunos se convirtieron en delatores para salvar la vida. La guerrilla es una historia de héroes y villanos que tiene numerosas zonas grises.

Las zonas de actividad guerrillera fueron aquellas que tenían unas características geográficas que la hacían posible, como las cadenas montañosas. Esa fue su cara y su cruz. Si por un lado permitió la supervivencia de partidas con mucha movilidad, por otro redujo la actividad guerrillera a territorios poco poblados y aislados. La guerrilla en España no fue homogénea, no hubo una, sino muchas guerrillas. Hay diferencias no solo regionales, sino hasta provinciales.

Franco mandó silenciar los informes sobre la oposición armada y los esfuerzos que se hacían para combatirla. Sin embargo, lejos de las ciudades y de la realidad que se vivía en muchas zonas, en lo más escarpado de los montes, un grupo de hombres y mujeres, a pesar de todo, siguieron luchando. Para muchos, fueron los últimos románticos. Para el régimen, nada más que bandoleros.

Fuente: Cadena Ser


 
 

Inicios

Los orígenes del maquis en España hay que situarlos en los contingentes humanos que, frente al avance de las tropas franquistas, van echándose al monte. Esto es, dada la inseguridad creada por la represión de los sublevados, son muchas las personas implicadas en movimientos políticos de izquierdas que deciden no entregarse, pasando a convertirse en lo que se dio en llamar huidos. Estas gentes, en ocasiones simples simpatizantes, se escondieron mayoritariamente en sus casas o casas de familiares, siendo en un principio una minoría la de los que buscaron refugio en las montañas. A estos primeros huidos se fueron añadiendo desertores y evadidos de penales y campos de concentración. Estos grupos dispersos fueron el germen de las posteriores agrupaciones guerrilleras.

El carácter político de las guerrillas fue tan plural como lo había sido el bloque republicano en el transcurso de la contienda, con presencia importante de comunistas, socialistas y anarquistas. Sin embargo, por diversas causas, entre ellas el empeño del PCE hasta 1948, el predominio comunista fue ganando peso en relación a las demás corrientes.

 

El XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero

 

En el bando republicano pronto se toma conciencia de las posibilidades que ofrece una guerra de guerrillas en la retaguardia enemiga. La idea fructifica en la creación, a iniciativa de Juan Negrín, a la sazón jefe del Gobierno y ministro de Defensa, del XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero en octubre de 1937. Este nombre era el utilizado para el ejército republicano vasco hasta el desmoronamiento del frente del norte.

Los objetivos de este cuerpo a corto plazo eran la interrupción de las comunicaciones y suministros tras las líneas enemigas y la realización de operaciones especiales. A largo plazo, se contemplaba la continuación de la guerra contra el franquismo en caso de derrota en los frentes convencionales.

Al final de la guerra, había actuado en los frentes de Teruel, Andalucía, Extremadura y Toledo. La acción puntual de mayor envergadura fue la liberación, el 23 de mayo de 1938, de 300 prisioneros políticos asturianos en Fuerte Carchuna (Granada). A lo largo de 1938 y 1939 aglutinó a muchos de los huidos en Andalucía y Extremadura; sin embargo, no lo consiguió en las zonas donde los contingentes eran mayores, esto es, León, Asturias, Galicia y Cantabria. La derrota republicana conllevó la desaparición del cuerpo.

 

La retirada: los campos franceses

 

Cientos de miles de soldados republicanos y población civil pasaron la frontera francesa ante el avance franquista en Cataluña. Una vez en Francia, fueron recluidos en campos de concentración por las autoridades galas. En total había 22 campos en Francia y, en el norte de África, 6 En estos campos comienzan a reorganizarse las fuerzas políticas antifranquistas.

En el campo de Argelès-sur-Mer tienen lugar una serie de reuniones, en las que participan el Partido Comunista de España (PCE) y las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), que culminan en octubre de 1940 con la decisión de organizar la acción antifascista en la Francia no ocupada, junto con los franceses, contra los ocupantes y el gobierno títere de Vichy.

 

La resistencia

El 11 de octubre de 1940 el gobierno de Vichy pone en marcha las Compañías de Trabajadores Extranjeros (CTE), que permitieron la salida de los campos a los prisioneros con destino a las fábricas, respondiendo a las necesidades económicas del momento. Esto aumentó las posibilidades de fuga. Poco después se instaura el Servicio de Trabajo Obligatorio (STO) para los franceses, con similares objetivos: proporcionar mano de obra a las fábricas de armamento y también a las obras de fortificación del Muro Atlántico.

Comienzan a organizarse en las montañas campamentos de jóvenes que huyen del STO. A estos mismos emplazamientos confluyen los españoles escapados de las CTE's, engrosando las filas de la Resistencia. Ésta no se conformará a partir de los despojos del derrotado ejército francés, sino que, por el contrario, tendrá un carácter civil antes que militar. Es en éste momento cuando se empieza a utilizar la palabra maquis para referirse a los campamentos, en tanto que para sus ocupantes se utilizará maquisards.

La formación de la AGE

La participación de los exiliados republicanos españoles en la resistencia francesa comenzó en julio de 1941 tras la invasión de la Unión Soviética por la Alemania nazi y se desarrolló en el marco de la Unión Nacional Española (UNE) promovida por el PCE. Tuvieron un protagonismo especial en el maquis francés debido sobre todo a su experiencia militar tras casi tres años de guerra en España. En abril de 1942 constituyeron el XIV Cuerpo Guerrillero en una reunión mantenida en una zona aislada de las estribaciones de los Pirineos cercana a Foix. Su primer comandante fue Jesús Ríos García, antiguo oficial del XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero del Ejército Popular de la República, del que la nueva organización tomó el nombre. Al principio se organizó en brigadas compuestas de 60 a 90 hombres pero a partir de finales de 1943 se estructuró en dos divisiones, integradas en los Franc-Tireurs et Partisans, controlados por el Partido Comunista Francés, aunque seguían actuando de facto como el brazo armado de la UNE. En mayo de 1944 las unidades exclusivamente españolas de los Franc-Tireurs et Partisans fueron reconocidas como tales bajo la denominación de Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE), integrada por unos 9.000 hombres, y que a partir de entonces inició una nueva estrategia militar, pasando de los sabotajes y acciones aisladas al ataque frontal contra las unidades aisladas de la Wehrmacht, consiguiendo liberar numerosas localidades del sur de Francia. Todos los componentes de la AGE consideraban la lucha en Francia contra los ocupantes alemanes y la milicia vichista como el preludio del combate para liberar España.

Las cifras de combatientes españoles en las filas de la Resistencia varían mucho según las fuentes, pero en general se acepta 10.000 como cifra cercana a la realidad.6 A partir de este momento, con la guerra ya encauzada en Francia, los resistentes españoles vuelven la vista hacia el sur de los Pirineos.

 

La Federación de Guerrillas de León-Galicia

Mientras en Francia los exiliados se organizaban para combatir al nazismo, en España se fueron articulando grupos guerrilleros conformados prácticamente en exclusiva por huidos. El más importante de estos grupos fue la Federación de Guerrillas de León-Galicia, que más tarde los comunistas tomarían como ejemplo para poner en marcha las Agrupaciones Guerrilleras. Esta organización nació oficialmente en la primavera de 1942, año en que se celebra su congreso fundacional en los montes de Ferradillo (Montes Aquilanos), cerca de Ponferrada. De carácter expresamente pluralista, integraba en sus filas a socialistas, cenetistas, anarquistas, ugetistas, comunistas y combatientes sin militancia definida. Una de las normas establecidas desde su formación fue la prohibición del proselitismo, a fin de mantener la armonía entre las diversas tendencias políticas.

A lo largo de 1943 la Federación resultaría bastante castigada en los diversos enfrentamientos que mantuvo con fuerzas de la Guardia Civil, la Policía Armada y el Ejército. El 1 de abril editaron el primer número de El Guerrillero, órgano de expresión de la Federación que alcanzaría en ediciones posteriores una tirada de trescientos ejemplares, imprimidos clandestinamente en Santalla del Bierzo (El Bierzo-León). Hasta este año, en que nace el Comité de Milicias Antifascistas de Asturias, era la única organización guerrillera en toda España. En el resto del país la actividad guerrillera la protagonizaban partidas de menor entidad organizativa. A partir de 1944 la creciente influencia comunista imprimiría un giro a la marcha de la Federación, orientándola hacia actividades de cáracter más ofensivo. En 1945 se transformará en la IV Agrupación Guerrillera.

Su actividad estuvo presente en los montes de León, oriente de las provincias gallegas, zona de El Bierzo y la Sanabria zamorana. Famosos guerrilleros fueron Manuel Girón , el anarquista Marcelino de la Parra y Ramón Rodríguez Varela.

 

La invasión del valle de Arán

La operación más espectacular del maquis español es la entrada en España de entre 40007 8 y 70009 guerrilleros por el Valle de Arán y otras zonas del Pirineo, bien equipados y con armamento pesado, el 19 de octubre de 1944, cuando la Wehrmacht ya había sido desalojada del sur de Francia. Fue denominada Operación Reconquista de España.

La operación Reconquista de España fue planeada por el Estado Mayor de la AGE. Para efectuar la invasión se creó la División 204ª, formada por 12 brigadas. Como responsable militar de la misma se nombró a Vicente López Tovar.

El objetivo de esta ofensiva era la conquista del sector de territorio español comprendido entre los río  Cinca y Segre y la frontera francesa. Posteriormente se declararía la zona conquistada bajo el gobierno de la República, por entonces en el exilio, para provocar un levantamiento general en toda España contra Franco. Hipotéticamente, ello obligaría a intervenir a los aliados para liberar España al igual que estaban liberando el resto de Europa.

El ataque principal por el valle de Arán se vio complementado por operaciones de distracción en otros valles pirenaicos durante las semanas previas, con objeto de distraer fuerzas enemigas. Además debían evaluar la situación en el interior y contactar con grupos de huidos. Los puntos más importantes de penetración a lo largo de la cadena montañosa fueron Roncesvalles, Roncal, Hecho, Canfranc, Arán, Andorra y Cerdaña, si bien hubo operaciones menores en otros puntos.

Las ofensivas fueron repelidas por un gran número de efectivos que el gobierno de Franco trasladó a la zona, compuesto por guardias civiles, policía armada y batallones del ejército de toda la región militar.

El ejército guerrillero logró conquistar varios pueblos y aldeas, alzando la bandera republicana, llevando a cabo mítines antifranquistas en las plazas y controlando durante días parte de la frontera por donde entraron camiones con material y refuerzos. Sin embargo fracasó en la toma de Viella, principal objetivo de la operación, y finalmente, desbordados por la desventaja numérica y material, comenzaron la retirada. El repliegue concluyó el 28 de octubre, cuando los últimos combatientes rebasaron la frontera, sin haber llegado a ver el esperado levantamiento

 

Las agrupaciones guerrilleras

Pese al descalabro de Arán en 1944, la moral del exilio español no decayó, dado que todo aún parecía posible en un contexto internacional de derrumbe generalizado del fascismo. A lo largo y ancho de la geografía española se produce un significativo incremento en la actividad guerrillera, propiciado por la incorporación de nuevos contingentes a través de la frontera y la reorganización de las partidas, que adquieren estructuras más militarizadas.

El PCE, desde el exilio, promovió la creación de las Agrupaciones Guerrilleras, en diversas zonas geográficas, coordinando las acciones entre ellas. Tomó como modelo la Federación de Guerrillas de León-Galicia, primera organización guerrillera de la posguerra, ya operativa desde los primeros años. La más activa fue la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), que actuó en la zona comprendida entre el sur de Teruel, interior de Castellón y el norte de Cuenca.

En 1948 el PCE cambia de estrategia y, a instancias de Stalin, renuncia a la lucha guerrillera. Ello supone el declive de las agrupaciones, ya muy castigadas por la represión. Las Agrupaciones Guerrilleras pasan a denominarse Comités de Resistencia. La nueva orientación, sin embargo, no se hace efectiva sobre el terreno y, finalmente, la evacuación general es decretada en 1952. Esta evacuación afecta, fundamentalmente, a la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), con la que el PCE mantuvo una relación predilecta, mientras que otras organizaciones como la Centro - Sur, a partir de 1948, no recibieron ni siquiera ayuda para llegar a Francia.

 

La guerrilla urbana

A partir de 1944 el Partido Comunista de España y el Movimiento Libertario organizaron grupos de guerrilla urbana para combatir a la dictadura franquista y así superar la principal rémora de la guerrilla rural: su relativamente escasa repercusión política y propagandística ya que, dado el control de los medios de comunicación que ejercía el régimen franquista, sólo era conocida por los habitantes de las aldeas y de los pueblos del área donde actuaba.12 Sin embargo, su importancia fue mucho menor que la del maquis propiamente dicho ya que se redujo a pequeños grupos comunistas y anarquistas que actuaron fundamentalmente en Madrid y en Barcelona, aunque en el caso de la capital catalana sus acciones se prolongaron hasta enero de 1960, ocho años después de que hubiera dejado de actuar la guerrilla rural —en Madrid, en cambio, sólo duró tres años, de 1945 a 1947—. También hubo grupos que actuaron, aunque por poco tiempo, en Valencia, Bilbao, Granada y León. Por otro lado, como ha destacado Secundino Serrano, «el descalabro de la resistencia en las ciudades determinará en parte el fracaso de la guerrilla antifranquista en su conjunto».

 

El final de los últimos maquis

El declive y desaparición del maquis español se debió a diversos factores. Por un lado, el devenir del contexto internacional, que conforme viraba hacia la Guerra Fría fue haciendo evidente que no se podía contar con la intervención extranjera en la lucha contra la Dictadura. En este contexto se produce el cambio de estrategia del PCE, que abandona la vía guerrillera, suspendiendo el apoyo a las partidas. Pero el PCE no se limitó a suspender la ayuda táctica y estratégica a sus partidas guerrilleras, llegando incluso al asesinato de los jefes guerrilleros que se negaron a dejar el monte. Desde entonces las organizaciones anarquistas concentraron el máximo número de guerrilleros e infraestructura.

Por otro, la acción de las fuerzas en pugna fue generando un enorme desgaste en la población de las zonas guerrilleras. La falta de recursos en las partidas llevó a éstas al robo de lo necesario para su sustento y manutención (ganado, alimentos, prendas de abrigo...), incluso al asesinato de lugareños que ante los expolios les amenazan con denunciarles. Las diferentes tácticas represivas por parte de las fuerzas de orden público de la Dictadura iban desde las batidas a la utilización de "contrapartidas" guerrilleras para desenmascarar a los enlaces o la tierra quemada que pusieron en práctica en el Maestrazgo. Ello supuso el despoblamiento de amplias zonas de montaña, rentos y masías donde los guerrilleros encontraban apoyo, lo que privó a la guerrilla de su sustento. El uso de la tortura por las fuerzas represoras fue una práctica habitual en los interrogatorios.

El bloqueo informativo fue total. Por esta razón fuera de las áreas afectadas prácticamente se desconocían las actividades del maquis. En las escasas ocasiones en que aparecieron noticias en la prensa, éstas siempre se refirieron a los guerrilleros con el nombre de bandoleros, a fin de despojar sus acciones de sentido político.

Poco a poco los guerrilleros se fueron quedando solos. En los últimos años se produjeron intentos de pasar a Francia para escapar del cerco. Las detenciones se sucedieron en estos últimos tiempos. Muchos guerrilleros y colaboradores fueron juzgados sumariamente y fusilados o encarcelados. Otros murieron a manos de la guardia civil en aplicación de la Ley de fugas.

Aunque el periodo de mayor actividad guerrillera comprende desde 1938 hasta comienzos de la década de los 50, algunas partidas continúan en pie de guerra, cada vez más acorralados. El final lo marcan las muertes a balazos del militante de la CNT Quico Sabaté en el 60; Ramón Vila Capdevila Caracremada, en el 63, ambos en Cataluña, y José Castro Veiga Piloto, en Galicia en marzo del 65. Hacia 1963 Julio Álvarez del Vayo intentó continuar la actividad de la guerrilla con el Frente Español de Liberación Nacional (FELN), grupo encabezado por él mismo, pero su iniciativa no tuvo éxito.

 

Balance

Según un informe de 1950 de los servicios franquistas que habían luchado contra el maquis, entre 1943 y 1950 se registraron 8.054 «hechos delictivos», alcanzándose el máximo en 1946 (1.558 actos) y 1947 (1.463). En las acciones contra el maquis murieron 2.036 guerrilleros y 3.211 fueron hechos prisioneros, mientras que la Guardia Civil sufrió 243 muertos y 341 heridos. Fueron detenidas 17.861 personas como «encubridores» y «cómplices» de la guerrilla.

 

Los escenarios

Los maquis se movían principalmente por zonas montañosas de toda la península, preferenciando las zonas boscosas o provistas de vegetación densa que proporcionara cobijo. Otro factor importante en la localización de las partidas y su supervivencia fue el aspecto social. Se tendió a elegir áreas donde se pudo contar con la colaboración de, al menos, una parte de la población, dado que sin el apoyo de ésta difícilmente podría sostenerse un grupo guerrillero. A veces la presencia de partidas en determinadas zonas se debió simplemente a la reagrupación en los montes más cercanos de contingentes de huidos de las poblaciones locales.

En las zonas de clima más adverso, como por ejemplo las montañas de León, fue relativamente frecuente que los maquis pasaran periodos de tiempo más o menos largos escondidos, en pequeños grupos, en casas de apoyos dentro de los pueblos, especialmente durante los meses invernales.

Entre las grandes zonas de máxima actividad guerrillera destacan la cornisa cantábrica, desde Galicia hasta Cantabria, con especial incidencia en las montañas de Asturias y norte de León y de Palencia. En Cantabria se mantuvo activa la guerrilla hasta 1958, cuando fallece Bedoya, el último maquis cántabro; el Levante, concretamente el área comprendida entre las provincias de Teruel, Castellón, Valencia y Cuenca; Centro, que englobaría Extremadura, norte de Córdoba, Ciudad Real Toledo, Ávila y montañas del Sistema Central; y sur de Andalucía, comprendiendo dos zonas independientes, Cádiz por un lado y Granada-Málaga por otro. Además hubo actividad también en otras áreas de menor extensión, como en La Mancha, en el Alto Aragón o en la zona del Bages y el Berguedá en Cataluña.

El carácter generalmente rural y aislado de las localizaciones de la actividad guerrillera, si bien favorecía el desarrollo de la misma, supuso un notable obstáculo para la consecución de sus objetivos. En efecto, dado el bloqueo informativo, tan sólo los escasos -en términos relativos- y dispersos habitantes locales fueron conocedores del conflicto. A la mayor parte de la población española se la mantuvo en la ignorancia en relación a la guerra de los montes.

En las ciudades también actuaron grupos de resistentes armados. Los guerrilleros actuaron en varias localidades catalanas y en Barcelona, donde la amplitud de la lucha armada fue más destacada. Esta ciudad constituyó el último de los escenarios urbanos del maquis, donde tenía un respaldo social amplio perteneciendo mayoritariamente a la Confederación Nacional del Trabajo y la FAI, con el apoyo del organismo Defensa Interior, creado en el congreso de 1961 en Limoges de dicho sindicato, a fin de coordinar las acciones revolucionarias contra el franquismo. En Madrid la guerrilla urbana tuvo un carácter predominantemente comunista, apoyada por el PCE. Su vida fue efímera. Otras capitales donde también hubo actividad guerrillera fueron León, Valencia y Bilbao. La guerrilla urbana también estuvo presente en las ciudades de Málaga y Granada, destacando particularmente los grupos de Antonio Raya y los hermanos Quero, cuyo mito se extendió a lo largo de las décadas.

Fuente: Wikipedia


 

El maquis,
30 años de guerrilla antifranquista

El historiador Pelai Pagès apunta los trazos generales del movimiento guerrillero en la 45 edición de los Premis Octubre

Ya durante la guerra de 1936, en las zonas controladas por el ejército franquista se formaron los primeros núcleos guerrilleros. Se les llamaba los “huidos”, o los que se echaban al monte, para evitar las represalias de los insurrectos. Y permanecieron en las montañas, a menudo en una situación de estricta supervivencia. Tal vez, explica el historiador Pelai Pagès, la II República cometiera “el error de no incentivar estos núcleos en la retaguardia franquista”, pues podían haber desempeñado una tarea de desestabilización similar a la de la “quinta columna” en la España republicana. Tras la derrota, a partir de 1939, los maquis continuaron existiendo, se reactivaron y agregaron a gente que no había podido huir por la frontera. La única manera que tenían de sobrevivir era continuar luchando contra el fascismo. En la inmediata posguerra, por ejemplo en Cataluña, los anarquistas desplegaron la lucha armada contra las nuevas autoridades. Desde 1939, el grupo encabezado por Joaquín Pallarés en L’Hospitalet emprendió acciones de guerrilla: ejecutaron al comisario jefe del distrito de L’Hospitalet, José León Jiménez, designado por Franco para que dirigiese la represión en el área de Barcelona. Joaquín Pallarés fue detenido por la policía, acusado de llevar a cabo robos y asesinatos. En marzo de 1943 el diario “La Vanguardia Española” se hacía eco de su ejecución y la de ocho compañeros.

La 45 edición de los Premis Octubre, que se celebran en Valencia entre el 26 y el 29 de octubre, dedican este año un apartado la guerrilla antifranquista: “Els maquis: la resistència armada contra el franquisme (1936-1965)”. La organización de esta semana cultural y de reflexión corre a cargo de 3i4 Edicions, la Institució Cívica i de Pensament Joan Fuster y la Institució per al Foment de les Arts, les Ciències i la Cultura (IFACC). En la primera sesión dedicada a los maquis, el profesor de Historia Contemporánea en la Universitat de Barcelona, Pelai Pagès, subraya que una parte de los grupos activos en España a partir de 1939 fueron enviados desde Francia por un maestro aragonés y militante de la CNT, Francisco Ponzán, quien estuvo interno –junto a muchos republicanos españoles- en el campo de concentración de Vernet d’Ariège. Promotor de estos focos guerrilleros y de rutas de fuga entre Francia y España (en las dos direcciones, por las que pasaron centenares de personas), Ponzán fue asesinado en 1944 por la Gestapo.

Mientras, en el exilio francés y bajo la ocupación alemana, numerosos republicanos españoles se integraron en la resistencia francesa y participaron en el maquis: anarquistas, socialistas, marxistas… pero pronto destacó el papel del PCE, que en noviembre de 1942 constituyó, en Toulouse de Languedoc, la Unión Nacional Española (UNE) y los primeros grupos de guerrilleros, a los que denominó el XIV Cuerpo de Guerrilleros Españoles. “Se pretendía reunir al conjunto de organizaciones políticas, en un momento de gran dispersión de la izquierda”, destaca el historiador catalán. Contaron, además, con un periódico titulado “Reconquista de España”.

Pelai Pagès es autor de libros como “Justícia i Guerra Civil: els tribunals de justicia a Catalunya (1936-1939)”; “El sueño igualitario entre los campesinos de Huesca: colectivizaciones agrarias durante la guerra civil (1936-1938)”; “Andreu Nin, una vida al servicio de la clase obrera”; “La Comissió de la Indústria de Guerra de Catalunya” y “Cataluña en guerra y en revolución”, entre otros. El historiador prosigue el relato de la historia del maquis en mayo de 1944, cuando los comunistas fraguaron la Agrupación de Guerrilleros Españoles, al tiempo que lograron un reconocimiento no menor: el de las fuerzas (francesas) que combatían en una Francia prácticamente ya “liberada”. Partiendo de los grupos de guerrilleros españoles que participaron en la resistencia a la ocupación, el PCE planteó en 1944 la acción más ambiciosa y de mayor envergadura: la invasión de España por los Pirineos. En cierto modo, sugiere Pelai Pagès, recuerda el intento de invasión de la península por parte de Francesc Macià (presidente de la Generalitat de Cataluña entre 1931 y 1933); lo hizo desde Prats-de-Mollo (Pirineos Orientales), en 1926, durante la dictadura de Primo de Rivera.

El contexto internacional era muy favorable –Alemania se rendiría en la primavera de 1945- y además “el PCE contaba con unidades militares muy bien preparadas”, subraya Pagès. Se pensaba también en una respuesta favorable de la población española. Dirigentes comunistas como Jesús Monzón, que habían tenido contacto con la realidad española, dirigieron la invasión, bautizada como “Reconquista de España”. Pero, apunta el historiador y docente, “confundieron sus expectativas con la realidad”. La operación militar consistía en que cerca de 6.000 guerrilleros atravesaran la frontera por diferentes áreas del Pirineo (desde el País Vasco-Navarra hasta Cataluña).

La acción más audaz fue la invasión del Valle de Arán, en la que participaron en torno a tres mil antifranquistas. Pero fracasó, y una semana después del intento, el 27 de octubre de 1944, el secretario general del PCE, Santiago Carrillo, se desplazó al sur de Francia y dio la orden para que se retiraran los guerrilleros. La operación terminó con un centenar de muertos, más de 200 heridos y una cifra similar de presos. La “Operación Reconquista” se vio frustrada, pero se intensificó la lucha guerrillera. “El PCE envió grupos armados a diferentes zonas de la península, para reforzar los focos existentes”, resalta el investigador. De hecho, en buena parte del estado se extendieron las agrupaciones de guerrilleros, que además confiaban –terminada la segunda guerra mundial, en 1946-1947- en que los aliados derrocaran al último reducto, junto al portugués, del fascismo europeo.

Entre los grupos de maquis que proliferaron, destacó la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA), que en las zonas de montaña y con una estructura militar de brigadas, batallones y compañías, organizó sabotajes, controles de carreteras, ocupaciones de pueblos (por ejemplo Fredes y Canet lo Roig, en la provincia de Castellón, en 1947), quemas de camiones y destrucciones de trenes. En los diferentes sectores destacaron trayectorias como las de Florián García Velasco (“Grande”), en el 11º; Ángel Fuertes Vidosa (“Antonio”), en el 17º; y Jesús Caellas Aymerich (“Carlos”), en el 23º, entre otros. En el periodo de mayor auge, entre 1947 y 1948, más de 200 guerrilleros actuaban en partidas integradas por entre ocho y diez personas. El AGLA contó una publicación propia, “El guerrillero”, que llegó a lanzar 5.000 ejemplares de cada número. Pero la dictadura franquista se ocupó de la represión. En el verano de 1947 el general Manuel Pizarro fue designado responsable de la lucha contra el maquis, y en 1948 emprendió una ofensiva que supuso “el inicio del fin del AGLA”, apunta Pelai Pagès; “muchos guerrilleros comenzaron a abandonar la lucha armada”. La dictadura aprobó una legislación en materia de bandidaje y terrorismo (abril de 1947), y algunos historiadores consideran que en 1947 se inicia el “trienio del terror”, con un incremento de la represión que recordaba a la inmediata posguerra. Pagès subraya en que se declaró la “zona de guerra” en las áreas donde batallaban los guerrilleros. No sólo intervino la guardia civil, también la policía armada, el ejército, la Brigada Político-Social y el somatén.

Uno de los hitos en la arremetida del franquismo contra el maquis se produjo en noviembre de 1949, cuando la guardia civil asaltó el campamento de Cerro Moreno, en Santa Cruz de Moya (Cuenca): murieron una docena de antifranquistas. Tampoco ayudó el comienzo de la “guerra fría”. Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia condenaron formalmente la dictadura, pero afirmaron que no pensaban intervenir en los asuntos (internos) españoles. Así, a pesar de que hubo acciones guerrilleras en 1949, quedó claro que el franquismo se estabilizaría y consolidaría internacionalmente. Además algunos sectores de la oposición imprimieron un cambio de estrategia política, que cuestionaba la lucha armada. En concreto el Partido Comunista, que en 1952 dio la orden de evacuación total de las guerrillas. “La situación no era fácil”, señala Pelai Pagès, “se habían producido deserciones y se daba la circunstancia de guerrilleros que estaban en el servicio de armas incluso desde 1936”. Las dificultades para la “reinserción” eran palmarias: muchos guerrilleros se negaron a desmovilizarse. “El proceso generó importantes problemas dentro del PCE”, subraya el profesor de la Universitat de Barcelona.

Años después, en septiembre de 1969, el diario ABC informaba de que entre 1943 y 1952 los guerrilleros realizaron 8.275 “hechos delictivos”, se produjeron 5.548 bajas de “bandidos” (2.166 muertos y 3.382 “capturados y presentados”) y 19.407 detenidos como enlaces, cómplices y encubridores. Las bajas entre la guardia civil, según el periódico conservador, se cifraban en 624 (256 muertos y 368 heridos). Pero en los años 50, relata Pelai Pagès, persistieron en la lucha maquis que procedían del anarquismo (aunque Marcel.lí Massana abandonó en 1951). “Ya durante la guerra civil habían tenido una presencia destacada”, subraya el historiador. Desde la base de operaciones en el sur de Francia, realizaban las incursiones y después retornaban. Figuran en la nómina de grandes luchadores anarquistas "Quico" Sabaté, Josep Lluis Facerías (“Petronio”), Marcel.lí Massana o Ramón Vila Capdevila (“Caracremada”).

Sin embargo, apunta el historiador, “así como el PCE auspició los grupos guerrilleros, la CNT se manifestó en contra desde un principio, y fue muy duro en la crítica contra Quico Sabaté y otros activistas”. En el Campo de la Bota (Barcelona) fueron ejecutados en 1952 cinco maquis libertarios: Jordi Pons, Ginés Urrea, Pere Adrover, José Pérez y Santiago Amir. Josep Lluis Facerías fue ajusticiado en un enfrentamiento con la guardia civil, se cree que delatado por un confidente, en agosto de 1957. “Quico” Sabaté fue abatido en el tren, cerca de Sant Celoni, por la guardia civil y el somatén cuando volvía a Barcelona. En una emboscada cerca del castillo de Balsareny (Barcelona), la guardia civil mató de un disparo en el corazón a Ramón Vila Capdevila (“Caracremada”), en agosto de 1963. Y el 10 de marzo de 1965, la guardia civil también asesinó a José Castro Veiga (“O Piloto”), en Chantada (Lugo). Más de 25 años después de que terminara la guerra.

Fuente: Enric Llopis en Rebelion

 
 

Paisajes de la historia (RTVE)

Maquis

Análisis de la figura de los maquis, guerrilleros de la Guerra Civil Española, a través de sus propios testimonios. El régimen de Franco les obligó a exiliarse en montañas y pueblos españoles. Nos acercamos a una Historia humana desconocida a través de sus impresionantes vidas e imágenes históricas.

 

 
 

Los MAQUIS en la España de Franco
guerrilla antifranquista española

 
 

 

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