Fue un 4
de julio
de 1776 en
Filadelfia,
cuando los
Estados
Unidos de
América
proclamaron
que, las
trece
colonias
norteamericanas
en guerra
con Gran
Bretaña,
no
reconocían
el dominio
británico
y formaban
una nueva
nación
independiente.
La
Declaración
que
justificaba
la
independencia,
reconocía
ciertos
derechos
naturales
y legales,
incluidos
el
«derecho
de
revolución».
Tendremos
la
oportunidad
de hablar
sobre
independencia,
nacionalismo
y cuestión
catalana,
temas de
candente
actualidad.
Cuando
comenzó la
Guerra de
la
Independencia
–que
finalizó
con la
derrota
británica
en la
batalla de
Yorktown y
la firma
del
Tratado de
París–, el
principal
objetivo
de la
lucha era
reclamar
derechos y
libertades
económicas,
pero fue
tomando
fuerza
entre los
colonos la
idea de
cortar los
lazos con
Gran
Bretaña.
Tras más
de una
década de
agitación
contra las
políticas
inglesas y
las
primeras
batallas,
las trece
colonias
enviaron
representantes
al primer
Congreso
Continental
celebrado
en
Filadelfia.
Después de
mucho
debate
acerca de
cortar los
vínculos
con Gran
Bretaña,
los
representantes
votaron
unánimemente
por la
independencia
el 2 de
julio de
1776. Dos
días
después,
el
Congreso
aprobó la
Declaración
de
Independencia.
La
Declaración
estaba
fechada el
4 de
julio, que
la nueva
nación
adoptó
como el
Día de la
Independencia.
La fecha
del
4 de julio
es
considera
como el
día del
nacimiento
de una
nación.
La
Declaración
de
Independencia,
que
reclamaba
el derecho
a la vida,
la
libertad y
la
consecución
de la
felicidad,
es uno de
los
documentos
fundacionales
del
espíritu
americano.
Fue
escrita
por Thomas
Jefferson,
con John
Adams y
Benjamin
Franklin.
Es un día
de fiesta
en todo
Estados
Unidos
desde
1941,
siguiendo
una
tradición
que se
remonta al
siglo
XVIII y a
la
Revolución
Americana
(1775-1783).
La
Declaración
se
convirtió
en una
reivindicación
sobre
derechos
humanos.
En el
texto
aparecen
una lista
de
demandas y
cabe
resaltar
su
preámbulo:
«Todos los
hombres
son
iguales, y
han sido
dotados
por el
Creador
con
ciertos
derechos
inalienables;
entre
ellos el
derecho a
la vida,
la
libertad y
la
consecución
de la
felicidad;
y para
asegurar
estos
derechos,
los
gobiernos
se
instituyen
entre los
hombres,
derivando
su poder
del
consentimiento
de
aquellos a
quienes
gobierna».
Fue
firmado
por 52
representantes.
Gran
Bretaña no
reconoció
la
independencia,
hasta que
con el
Tratado de
París de
1783 se
puso fin a
las
hostilidades
y consumó
la
Revolución
estadounidense.
En el
Tratado de
París
se
reconocía
la
independencia
de las
Trece
Colonias
como los
Estados
Unidos de
América y
otorgó a
la nueva
nación
todo el
territorio
al norte
de
Florida,
al sur del
Canadá y
al este
del río
Misisipi.
Gran
Bretaña
renunció
al valle
del río
Ohio y dio
a EEUU
plenos
derechos
sobre la
explotación
pesquera
de
Terranova.
El
reconocimiento
de las
deudas
legítimas
debían
pagarse a
los
acreedores
de ambas
partes,
así como
puestos en
libertad
los
prisioneros
de guerra
de ambos
bandos.
Los
británicos
firmaron
el mismo
día
acuerdos
por
separado
con
España,
Francia y
los Países
Bajos, que
ya habían
sido
negociados
con
anterioridad.
España
mantenía
los
territorios
recuperados
de Menorca
y Florida
Oriental y
Occidental.
Por otro
lado
recuperaba
las costas
de
Nicaragua,
Honduras
(Costa de
los
Mosquitos)
y
Campeche.
Se
reconocía
la
soberanía
española
sobre la
colonia de
Providencia.
Sin
embargo,
Gran
Bretaña
conservaba
la
estratégica
posición
de
Gibraltar.
Londres se
mostró
inflexible,
ya que el
control
del
Mediterráneo
era
impracticable
sin la
fortaleza
del Peñón.
El 4 de
julio de
1776 iba a
ser
memorable
en la
historia
de
América.
«Me
inclino a
creer que
será
celebrado
por las
generaciones
descendientes»,
escribía
John Adams
a su
esposa.
«Debe ser
conmemorado
como el
día de la
liberación»
Hoy es
solemnizado
con pompa
y
desfiles,
como era
su deseo
«con
espectáculos,
juegos,
deportes,
armas,
campañas,
fogatas e
iluminaciones,
desde un
extremo de
este
continente
a otro, de
ahora en
adelante
para
siempre».
El 4 de
julio
también ha
sido una
fecha
maldita
para sus
presidentes.
Thomas
Jefferson
murió un 4
de julio
de 1826,
pocas
horas
antes de
John Adams,
en el
cincuenta
aniversario
de la
Declaración.
James
Monroe,
también
murió un 4
de julio
de 1831,
tercer
presidente
que murió
en on
independence
day.
Estados
Unidos, al
lograr su
independencia
de Reino
Unido, se
convirtió
en la
primera
república
democrática
representativa
de la
historia
de la
humanidad.
Así
comenzaba
la
Declaración
firmada en
el
Congreso:
«Cuando en
el curso
de los
acontecimientos
humanos se
hace
necesario
para un
pueblo
disolver
los
vínculos
políticos
que lo han
ligado a
otro y
tomar
entre las
naciones
de la
tierra el
puesto
separado e
igual». Se
entiende
como un
antecedente
directo de
la
Declaración
de
Derechos
del Hombre
y del
Ciudadano,
lograda
tras la
revolución
francesa
de 1789,
que
recogía
las
pretensiones
democráticas
anheladas
durante
siglos por
los
sectores
más
progresistas.
Para
garantizar
los
derechos
que se
incluían
en la
Declaración
(todos los
hombres
son
iguales y
tienen
derechos
inalienables
a la vida,
la
libertad y
la
búsqueda
de la
felicidad),
«los
hombres
eligen
gobiernos,
que pueden
ser
abolidos
si no
representan
al
pueblo».
La primera
república
democrática
representativa
de la
historia
ya se
sustentaba
en los dos
pilares
básicos de
toda
democracia:
el
sufragio
universal
y secreto
–que
permite a
la
ciudadanía
elegir a
los que
gobiernan–;
y la total
libertad
de prensa,
para
asegurar
que se
conozca
las
cuestiones
que
afectan a
la opinión
pública.
En estos
días,
independencia,
nación y
cuestión
catalana
tiene
plena
vigencia.
El 14 de
abril de
1931, con
la
proclamación
de la
República,
Francesc
Macià
proclamó
la
República
Catalana
dentro de
una
federación
de pueblos
ibéricos.
La
situación
quedó
normalizada
con la
restauración
de la
Generalidad
y el
Estatuto
de
Autonomía
de 1932,
tras la
aprobación
de la
Constitución
de la
República.
El
franquismo
puso fin a
todo. Como
en el
resto de
España, se
anularon
libertades,
derechos,
la
democracia
y se
eliminaron
las
instituciones
republicanas.
En
Catalunya
se
persiguió
la lengua,
la cultura
y la
nación.
Hoy, la
política
del
Gobierno,
no dudando
en
utilizar
la
Constitución
para sus
propios
intereses,
perpetúa
la forma
totalitaria
de hacer
política.
Por su
parte el
nuevo
PSOE, no
termina de
dejar
claro su
concepto
de la
España
plurinacional.
Mantiene
su apuesta
porque la
Constitución
reconozca
el
carácter
plurinacional
del Estado
(artículo
2 CE),
añadiendo
«plurinacionalidad
cultural
de
España». «España
es una
nación de
naciones
que tiene
una única
soberanía
(que es la
del
conjunto
de la
sociedad
española)
y un único
Estado
(que es el
Estado
español)»,
asegura
Pedro
Sánchez.
Otros,
desde el
PSOE y
fuera de
él,
sostienen
que ya se
están
dando las
condiciones
para
aplicar el
artículo
155 CE,
que
posibilita
la
suspensión
de la
comunidad
autónoma,
por
atentar
gravemente
contra los
intereses
de España.
Lo cierto
es que los
catalanes
quieren
protagonizar
su
historia.
Según
últimos
datos,
el 71,7%
estaría de
acuerdo
con que se
convocara
un
referéndum
y el 54%
de los
catalanes
está
dispuesto
a
participar
en una
consulta
unilateral.
El 42,5%
apoyaría
una
Catalunya
independiente
frente a
un 37,6%
que se
opondría.
Las
elecciones
anticipadas
de 2015,
se
plantearon,
desde el
independentismo,
como un
plebiscito
sobre la
independencia.
De hecho,
Artur Mas,
que las
convocó,
definió
las
elecciones
como la
«consulta
definitiva»,
tras
haberse
declarado
inconstitucional
el
referéndum
reclamado.
Las
elecciones
dieron el
triunfo a
la
coalición
Junts pel
Sí (CDC
–ahora
PDeCAT– y
ERC), que
gobierna
con un
acuerdo
parlamentario
con la CUP-CC.
La
situación
política
ha venido
a
fortalecer
el proceso
del
derecho de
autodeterminación
y la
independencia
de
Catalunya.
Ahora,
el
president
Puigdemont
anuncia
que
Catalunya
celebrará
el
referéndum
por la
independencia
el 1 de
octubre.
Todo está
por
descubrir.
Qué
tiempos
desde
aquel 4 de
julio,
cuando
Estados
Unidos, se
convirtió,
como
nación, en
la primera
república
democrática
representativa
de la
historia
de la
humanidad.
Hoy, por
estos
lares, no
se
reconoce
ni el
derecho a
participar
en un
referéndum
y
responder
a la
pregunta:
¿Quiere
que
Catalunya
sea un
Estado
independiente
en forma
de
república?.
En
palabras
de Joan
Tardà «el
referéndum
del 1 de
octubre
sobre la
República
Catalana
anticipa
el modelo
para
proclamar
la III
República».
Se
cumplirá
el
proyecto
de
Francesc
Macià al
proclamar
la
República
Catalana
dentro de
la Unión
de
Repúblicas
Ibéricas
el 14 de
abril de
1931.
Defiendo
el derecho
a decidir
de los
pueblos.
Hay que
dar
protagonismo
a la
palabra y
al pueblo
soberano,
dejando a
un lado la
fuerza y
la
dialéctica
tramposa.
No soy
nacionalista,
ni profeso
ideas
nacionales;
soy
socialista,
internacionalista
y
republicano
y quiero
decidir
sobre el
modelo
político
institucional
en España,
sobre lo
que nunca
nos
preguntaron.
Por la
República.