La Comisión
Constitucional del Congreso de los Diputados, a propuesta del Grupo
Socialista, ha aprobado una proposición no de ley, en la que se insta al
gobierno a homenajear a los españoles de Mauthausen; campo de
concentración y exterminio nazi de cuya liberación, el día 5, se cumplen
70 años. Murieron 7.000 españoles. Franco se desentendió de los presos,
cuando Hitler le informó que tenía españoles en sus campos. Para el devoto
nacionalcatólico no eran españoles.
Tuve la
oportunidad de intervenir en el Abrazo del Oso, sobre los «Españoles en
Mauthausen», programa en memoria de cuantos sufrieron cautiverio, tortura
y muerte por la libertad, la democracia y la justicia social. Se habló del
cautiverio, tortura y muerte, de cientos de miles de personas, entre ellos
muchos españoles.
Entonces habían pasado 68 años desde que se liberó el macabro campo de
exterminio por las fuerzas estadounidenses, en
el que miles de españoles republicanos murieron, por haberse empeñado en
defender la libertad en España y fuera de ella. Dos años después siento la
misma emoción cuando hablo o escribo sobre ellos.
Cuando terminó la
guerra en España, huyendo de Franco y de la sangrienta represión fascista,
cerca de quinientos mil republicanos cruzaron las fronteras hacia Europa.
La Francia colaboracionista los recibió mal y fueron internados en campos
de refugiados en las peores condiciones. La derrota francesa llevó a miles
de ellos a caer prisioneros del Tercer Reich, por defender la libertad y
luchar contra el nazismo. Todos estos hombres y mujeres, víctimas de la
guerra, sufrieron el régimen cruel de la dictadura nazi. El gobierno de
Franco nunca les reconoció como ciudadanos españoles.
Poco se
habla de lo que no se quiere hablar. La pérdida de memoria, voluntaria o
no, destruye neuronas o las transforma, y de forma paulatina se pierde la
esencia propia, el sentido del ser y de la historia. Por el campo de
Mauthausen pasaron 7.532 españoles, entre los años 1940 y 1945.
Republicanos huidos por la frontera francesa en los últimos meses de la
guerra civil, los que formaron parte del ejército francés o de la
resistencia. También mujeres y niños que procedían de los campos de
refugiados del sur de Francia. 2.335 salieron vivos. 9 millones de
personas fueron asesinadas durante la guerra en los campos nazis, como el
complejo
Mauthausen-Gusen. Unos 80.000 sobrevivieron.
Después de tanto sufrimiento, de aquellos españoles, sólo quedan 25 con
vida.
La dictadura
franquista consiguió, durante casi cuarenta años, ocultar aspectos
esenciales de la verdadera historia. Años después, en democracia, no se
han hecho todos los esfuerzos necesarios, para dar a conocer la tragedia
de los hombres y mujeres que la sufrieron. Ahora parece que hay movimiento
para estudiar y reconocer jurídicamente a los republicanos deportados en
los campos nazis.
El texto aprobado por el Congreso, explica que
los españoles llegaron a Mauthausen, por la decisión de exterminarlos,
adoptada por las autoridades españolas, nazis y del gobierno de Vichy,
dejando de ser considerados prisioneros de guerra y pasando a ser
apátridas.
Fueron «los únicos
supervivientes del campo que no fueron recibidos en su país como héroes».
El dictador les negó todo. El gobierno francés, país donde terminaron
residiendo muchos de ellos, ha concedido la Legión de Honor a todos los
deportados españoles. Mientras el mundo les condecoraba, en España olvido.
Fueron héroes que lucharon por la libertad y víctimas del totalitarismo.
Setenta años
después, el ministro de Educación y Cultura, avanza que el gobierno está
dispuesto a
estudiar el reconocimiento jurídico y material de los republicanos
deportados en los campos nazis. Muchos años han
pasado, mucho sufrimiento y demasiados muertos. Bienvenida sea la
necesidad de una restitución no sólo simbólica o moral, sino jurídica y
material. El diputado Joan Tardá ha recordado que el Estado, aún «no
ha reconocido ni dilucidado sus responsabilidades» ni ha pedido «perdón a
las víctimas». El régimen de Franco conocía la
existencia de esos campos y lo que ocurría en ellos. Los socialistas
explican en el texto aprobado, que el campo de Mauthausen-Gussen, era
popularmente conocido como «el campo de los españoles» por la notable
presencia de los mismos entre los prisioneros.
Los que
abandonaron España en febrero de 1939, provenían de todas las condiciones
sociales, habían perdido toda esperanza de construir una sociedad moderna
y democrática. Su sed de libertad y espíritu de lucha, les llevó a todos
los rincones de Europa en malos momentos. De su convicción y valor dieron
muestra en la «resistencia francesa», en el ejército o en la «Legión
Extranjera». Los primeros vehículos blindados de la División Leclerc que
liberaron París, iban conducidos por republicanos españoles. El tributo
pagado por la búsqueda de libertad fue muy costoso. Después de 70 años,
los representantes del pueblo español, se lo reconocen.
El 6 de
agosto de 1940,
470 presos españoles, llegaron en vagones de carga a Mauthausen.
Eran los primeros republicanos deportados a los campos de concentración,
de trabajo y de exterminio, considerados como enemigos y apátridas. Les
marcados con triángulo azul y una «S» de Spanier en el centro. Allí
conocieron lo que nunca podían haber imaginado que existía. No eran las
únicas víctimas. A su alrededor, miles de prisioneros padecían su mismo
destino.
Los trabajos
forzados en Mauthausen se realizaban en la cantera de granito. Una larga
escalera separaba el tajo de los barracones. Los presos, cargados con
grandes piedras, subían la escalera diez o doce veces al día, golpeados
por los «kapos». El 26 de agosto de 1940, murió el primer español. Se
guardó el primer minuto de silencio de los muchos que se producirían
durante el cautiverio de cinco años. Con el paso del tiempo, algunos
pasaron a desempeñar trabajos «especializados»: albañiles, peluqueros,
administrativos, sastres, intérpretes o fotógrafos. Accedían a más
información y disponían de más autonomía para sostener la organización
clandestina. Cuando en 1942 comenzaron a llegar prisioneros de la
resistencia francesa y del frente ruso, los españoles eran veteranos
expertos y buenos estrategas para la supervivencia.
El 5 de mayo
de 1945, cuando la 11ª División Acorazada del Ejército norteamericano
entró en Mauthausen, banderas republicanas habían sustituido a las
banderas nazis, y en la puerta del campo, una gran pancarta decía: «Los
españoles antifascistas saludan a las fuerzas libertadoras».
Habían muerto en los campos de concentración cuatro mil cuatrocientos
cuarenta españoles, según la base de datos del
ministerio de Justicia.
Sin ánimo de ser
exhaustivo ni de regodeo en la miseria y la barbarie, tenemos que
recordar. En Mauthausen, los métodos de exterminio incluían: celdas de
castigo, sin comida ni bebida, en las que morían en pocos días;
flagelación; trabajos forzados en las canteras —20 kilos de carga, 186
escalones—, agotamiento, hambre, enfermedades, castigos y crueldad
extrema; duchas heladas; tiroteos masivos; experimentos médicos, con
desangrados hasta la muerte; ahorcamientos, fusilamientos y cámaras de
gas.
La liberación de
Europa, no significó para los republicanos el final de la guerra. La
mayoría no pudieron volver a España. El franquismo y los franquistas se lo
impidieron. Encontraron asilo en otros países decentes. Ahora, por
justicia, el Estado español tiene que pedir perdón y depurar «sus
responsabilidades», por las penurias a las que tantos españoles fueron
sometidos; así como reparar las consecuencias derivadas del exilio y
deportaciones de aquellos luchadores por la libertad.
Destrucción y
miseria; odio y exterminio, sufrimiento y muertes provocadas; hoy se sigue
produciendo en muchos lugares del planeta. La mayoría de los gobiernos no
hacen lo suficiente para evitarlo. La ciudadanía tampoco. Lo que ha
sucedido en la historia y lo que hoy sucede, muestra lo que da de sí el
ser humano.