En este
mes de julio se cumplen ochenta años del golpe de Estado fascista, que
al fracasar, provocó una guerra de tres años y una dictadura de
cuarenta. Tendremos tiempo de hablar sobre ello este mes. Hoy me voy a
referir a otras acciones ofensivas militares en España, a los golpes de
Estado y a los pronunciamientos militares. También sobre algunos
acontecimientos actuales y otros cercanos que rayan y piden
«levantamientos» contra la democracia y los pueblos.
Los golpistas y allegados siguen a lo suyo. La portavoz del PP en el
Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre, quiso dar una lección de
historia en el pleno, y
presentó su versión de revisionismo histórico sobre el golpe de estado
contra la República y la justificación del
franquismo, algo que viene siendo habitual en las filas del PP. «Decir
que la Guerra Civil fue obra de unos malos malísimos es una soberana
estupidez», dijo la marquesa. No contenta con el insulto, cargó contra
la Ley de Memoria Histórica, tildándola de «manipulación del estudio de
la Historia». La alcaldesa Manuela Carmena defendió la aplicación de la
Ley de Memoria Histórica: «la aplicación de la ley es la columna
necesaria para que se apoye en ella la democracia». Resaltó que para el
Gobierno demócrata y con valores, «es fundamental que sus calles hablen
de democracia». A un gobierno con esos valores le dieron el golpe los
facciosos en 1936.
En España han sido frecuentes los levantamientos militares.
Durante el siglo XIX, se produjeron cerca de doscientos pronunciamientos
o intentos de golpes de estado, encaminados a
cambiar por la fuerza a reyes, presidentes del gobierno, regentes y
regímenes políticos; en definitiva salvar a la Nación, a la Patria y al
Rey. Algunos acontecimientos conocidos, entre otros, fueron: la
Vicalvarada (1854), el Golpe de Pavía (1874), la Revolución Gloriosa
(1868) o el Motín de la Granja (1836). Acontecimientos golpistas, cuya
semilla nos llegó al siglo XX.
El
primer golpe militar contra el sistema establecido del siglo XX, lo
ejecutó el general Primo de Rivera en 1923, con el beneplácito del rey
Alfonso XIII. En 1930, la Sublevación de Jaca; en 1932, La Sanjurjada;
en 1936, el golpe de estado fascista contra del Gobierno de la II
República, que provocó la Guerra Civil y facilitó el establecimiento de
una dictadura que duró demasiado tiempo. En 1981, el 23F.
Desde
el mismo momento de la victoria electoral del Frente Popular en 1936,
oficiales reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de una
sublevación militar. En la calle estaba cantado, en los despachos era
conocido y los cuarteles y centros sociales de la derecha eran
hervideros de conspiradores. La conspiración militar para desencadenar
un «golpe de fuerza» que derribara al gobierno, se puso en marcha nada
más formarse el gobierno de Azaña. El gobierno no actuó con la
contundencia debida contra los conspiradores, porque creyeron que el
ejército carecía de la capacidad para preparar una acción seria. Exceso
de confianza, erróneas valoraciones políticas, falta de ánimo y valor
para abordar la situación, llevaron a la tragedia. El verdadero sentido
de la rebelión era políticamente anticonstitucional; socialmente
conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical; ideológicamente
totalitario; económicamente capitalista; militarmente absolutista y
moralmente inhumano.
De salvadores de la patria España está cargadita. El 23 de febrero de
1981, mandos militares, guardias civiles y una trama ideológica de la
derecha reaccionaria sin identificar, perpetraron un golpe. Hicieron
coincidir las distintas tramas golpistas que operaban desde el inicio de
la Transición. La crisis económica, las dificultades para articular una
nueva organización territorial del Estado, el terrorismo de ETA y la
resistencia de ciertos sectores del ejército a aceptar la democracia,
fueron causas suficientes para la aventura. Tertulianos, columnistas y
políticos de distinto signo, propugnaban un «golpe de timón» para
instaurar un «gobierno de gestión o de salvación nacional», ¿como
el que ha propuesto Rajoy a Sánchez?
Demasiados conocían las operaciones; pero el día D a la hora H, el
«elefante blanco» no llegó, se ocultó o llegó tarde. El teniente coronel
Tejero, al sentirse traicionado, impidió que el general Armada asumiera
el papel de jefe de gobierno a las órdenes del Rey. Hubo otras
intentonas contra el gobierno socialista que se ocultaron.
Y
hablando de guerras vergonzantes. Por el Informe Chilcot conocemos
ahora, que en 2003, tres semanas antes, con la invasión de Irak ya
decidida por el trío de las Azores,
Aznar y Blair pactaron tomar medidas de propaganda,
que hicieran ver que ellos hacían lo posible para evitar una guerra.
Exageraron la amenaza que suponía Sadam Hussein, apremiaron a Bush para
invadir Irak sin esperar el visto bueno de Naciones Unidas, y mintieron
sobre las armas de destrucción masiva.
Y
ahora, el ministerio de la guerra, de Defensa lo llaman, armándose por
encima de la ley. El secretario de Estado de Defensa, informó en el
Congreso que
el próximo Gobierno deberá destinar más de 1.000 millones de euros en
2016, para abonar pagos pendientes de
programas especiales de armamento (PEAS), una cuantía que no está
reflejada en el presupuesto por programas y que deberá salir de un
crédito extraordinario. El Tribunal Constitucional está estudiando el
procedimiento, calificado de irregular y opaco por la oposición. Así
maneja los fondos públicos Morenés, el que fuera
representante de la empresa Instalaza, SA,
fabricante de bombas de racimo hasta 2008, que fueron utilizadas por las
fuerzas leales al exlíder libio, Muamar Gadafi, contra la población
civil. Y las pensiones en peligro y con poca defensa.
Y
es que la guerra siempre ha sido un negocio. El
Informe 28 del Centro Delàs sobre los bancos que invierten en armas,
revela la financiación de 34 empresas de armas nucleares, bombas de
racimo y armas convencionales por parte de 72 bancos, aseguradoras y
empresas de inversión, que se benefician de la tragedia de los
refugiados en Europa. Las entidades financieras identificadas como Banca
Armada han dedicado 80.000 millones de euros a la financiación del
sector armamentístico. Los bancos, aseguradoras y empresas de inversión
españolas han dedicado entre 2011 y 2015 casi 5.900 millones de euros al
sector. Con ánimo de señalar y para que constes. Principales bancos que
financian armas: BBVA, Santander Barclays, Deutschebank, ING, Banca
March, Bankia, Banco Sabadell, Caixabank, Banco Popular y Bankinter.
Empresas aseguradoras que financian la industria armamentística: Mutua
Madrileña, Mapfre, Allianz, Axa, Aviva y AIG. Empresas e instituciones
públicas que invierten en empresas militares: SEPI, ICO, el Fondo de
Garantía de Depósitos de Entidades de Crédito y el Fondo Noruego de
Pensiones. Y El País pidiendo
reforzar la OTAN.
Hace unos años, el coronel del ejército Francisco Alamán,
amenazó con una intervención militar en Cataluña si se proclama la
independencia. En la misma línea el columnista
de La Razón
Alfonso Ussía, instó a abandonar las misiones de Afganistán y Líbano
para desplegar los tanques en Guipúzcoa. Dos
pronunciamientos que no anécdotas, protagonizadas por golpistas en
potencia. El PP de Rajoy, no dijo ni muu; aunque algunos de sus
diputados, mostraron su complacencia ante el hecho de que un coronel del
Ejército Español defendiera la unidad de España «como tiene que ser».
Pero es que el propio ministro del ejército llegó a decir en septiembre
pasado: si todos «cumplen
con su deber» tras el 27-S las Fuerzas Armadas no actuarán en Catalunya.
Quiero poner en evidencia, que en el
Barómetro de CIS de Junio, «el independentismo
en Cataluña» y «los nacionalismos» son una preocupación para el 0,7% y
el 0,6% respectivamente, pero la derecha a lo suyo.
Hoy no
suenan ruidos de sables en los cuarteles, pero haberlos los hay.
Miembros reaccionarios del ejército y la derecha cavernícola siempre
están alerta, intentando pescar en ríos revueltos. Los salvapatrias
los ha habido toda la vida y hoy también. Conocemos la partitura de los
sables, la letra y la música; también las consecuencias. Episodios que
nos privaron durante muchos años de libertad y democracia. Y hoy cientos
de miles de seres humanos sometidos a las guerras y «no es
personal, sólo negocios».