Ha estallado una
nueva guerra. El conflicto en Mali lleva más de un año; era una guerra más
en África, entre ellos. Occidente, como en otras ocasiones, miraba hacia
otro lado. Ahora, fuerzas especiales francesas, desde el territorio,
bombardea el norte del país, para frenar la expansión de los grupos
islamistas. España facilitará el transito aéreo a los aviones de la UE y
de la OTAN y enviará un avión e instructores. Poca ayuda, para tanta
convicción. Estamos en guerra ¿contra quién, por qué?
La contienda que
se libra desde hace más de un año en Mali, tiene connotaciones
internacionales, que implica, no solo a los países de su entorno, sino a
la propia Europa. Los grupos salafistas y yihadista quieren hacerse con el
control del territorio, y según diferentes analistas, establecer una base
permanente para amenazar a Europa y a sus intereses en la región. Todo
parece que puede ser así, pero nada muestra claridad absoluta
¿verdaderamente representan un peligro real para Europa? Podría haber
otros intereses. De momento el riesgo que se corre, es que la guerra en
Mali, se extienda, como una mancha de aceite, a los países vecinos.
En 1959 Mali se
independizó Francia. Desde entonces han sido continuos los enfrentamientos
entre los gobiernos y la comunidad nómada de los tuaregs. Se han sucedido
diferentes regímenes. Golpe de estado, tras golpe de estado. Desde 1968,
en el que se derrocó al presidente Ketia (que había adoptado un régimen
unipartidista, de orientación africana independiente y prosoviético),
hasta el último en marzo del pasado año, que derrocó al general Touré, por
el insuficiente apoyo del gobierno a los militares, en su lucha contra el
Movimiento Nacional de Liberación del Azawad (MNLA) de etnia tuareg,
justificaban los golpistas.
El vacío de poder
que produjo el golpe de estado, sirvió para que los tuaregs, con el
refuerzo de grupos salafistas y yihadista, tomaran diferentes ciudades del
norte, declarando la independencia del territorio conquistado. En abril,
los islamistas (Al Qaeda del Magreb Islámico, el Movimiento de Unidad para
la Yihad en África Occidental y Ansar Dine), desplazaron a los grupos
tuareg, proclamando el Estado islámico del Azawad y la implantación de la
ley Sharia. Desde entonces el avance de los "rebeldes", ha sido imparable.
Ahora Francia ha intervenido -en respuesta al urgente pedido del gobierno
de Bamako, apoyado por una extensa coalición de países africanos y
gobiernos europeos-, por el temor a que se establezca un santuario
islamista.
La República de
Mali es uno de los países más pobres del mundo. Sus 15 millones de
habitantes tienen una esperanza de vida de 49 años, y la media de edad
ronda los 16. Alrededor de la mitad de la población vive por debajo del
umbral de la pobreza (menos de 1,25 dólares por día). La escasez de
lluvias ha provocado una hambruna, que ha dejado a 175.000 niños con
desnutrición severa. Y como no tienen bastante miseria, ahora sufren la de
la guerra: sufrimiento, muerte y desplazamientos. La ONU calcula que ya
son 400.000 personas los refugiados de la guerra.
El conflicto en
Malí, genera inestabilidad en los países vecinos. Concretamente a Níger,
que ya ha acogido a decenas de miles de refugiados malienses y que es
productora del uranio que compra Francia (30 ó 40% de sus
importaciones). “Francia no tiene ningún interés económico o político en
Mali, defendemos la paz”, ha afirmado el presidente Hollande. Pero Malí es
el tercer productor de oro del mundo, rico en uranio, litio, bauxita,
cobre, fosfatos, plomo, zinc y con un potencial importante en reservas de
petróleo. La presencia de Francia en Malí tiene como objetivo "luchar
contra la amenaza terrorista, proteger a los 6.000 ciudadanos franceses, y
recuperar la integridad territorial del país". De momento la llamada
Misión Internacional de Apoyo a Mali, contará con unos 5.800 soldados
africanos y más de 2.000 soldados franceses.
El último golpe
militar terminó con casi dos tercios de Mali en manos de islamistas; y la
última rebelión tuareg, secuestrada por unos cientos de islamistas
radicales. ¿Cómo ha sido posible estando EE.UU. de por medio? De momento
Clinton ha dicho que el Gobierno norteamericano, se verá obligado a
implicarse directamente, "para prevenir la expansión del terrorismo en esa
región, y encontrar formas de apoyar a las democracia emergentes en el
norte de África y otros lugares”. Pretenden mantener el liderazgo en
Oriente Próximo y extenderlo al norte de África.
No es coincidencia
que tras "acabar" el conflicto en Libia, haya surgido otro en el norte de
Malí. Todo parece que forma parte de un nuevo diseño geopolítico
premeditado, tras las "revoluciones de la primavera árabe", para extender
la influencia a toda la región, el Sahel y el Sahara Central. Francia y
los países occidentales se han equivocado con relación al Sahel, después
de treinta años, cosechan lo que han sembrado. ¿Podría ser que ahora
utilizaran a los terroristas, armados, entrenados y financiados, para este
objetivo? No sería la primera vez.
"Mali no es lejano
para España. Un yihadismo en Mali afecta a los países limítrofes y tenemos
la obligación de participar allí", ha sentenciado el ministro español de
defensa. Morenés confirmó que "Madrid facilitará el tránsito aéreo
español" a los aviones de la UE y de la OTAN, para poner fin a la ofensiva
de los yihadistas. También ha confirmado que España enviará a Mali un
avión de transporte Hércules y unos 50 instructores, aunque España no
contribuirá con tropas de combate en suelo maliense. Poca ayuda, para
tanta convicción. Algo no le queda claro al ministro.
No se arregla el
conflicto bombardeando a las milicias "terroristas". La excusa de la
intervención, podría ser la tapadera perfecta, para otros no tan ocultos
objetivos: mantener las fronteras colonialistas, extender el liderazgo a
toda a región, control de las materias primas, y apoyo a un régimen
títere, cuyo objetivo es terminar con el pueblo tuareg. Es necesario
atacar las causas socioeconómicas de esta crisis; establecer un programa
completo y coordinación de la cooperación internacional, Derechos Humanos
y prosperidad económica.
La política de la
Unión Europea no debe contribuir a incrementar conflictos y guerras,
mediante intervenciones militares; sino por vía diplomática de compromiso,
alianzas y apoyos, dirigidos a la salvaguardia de la estabilidad y de la
paz; y no por intereses políticos, energéticos, empresariales o militares.
La defensa de los derechos civiles y humanos, debe ser la primera razón y
no la excusa útil. Por el contrario, la Alta Representante de Política
Exterior y de Seguridad Común de la UE, Catherine Ashton declara que la
organización tendrá un papel muy activo "para garantizar que los
terroristas son expulsados de donde se encuentran actualmente"
Muchas preguntas,
algunas respuestas y demasiadas incertidumbres. El conflicto es delicado
por desarrollarse en una zona compleja del planeta: pobre para la
población y rica en recursos, explotados por empresas extranjeras, con la
ayuda de los señores locales de la guerra. Para complicar la cosa, el
islamismo radical. Las medidas de solución no deben ser exclusivamente
militares. La construcción democrática, la ayuda humanitaria y para el
desarrollo, favorecerían la paz para el Sahel. Habrá que evitar que la
lucha contra el terrorismo oculte otros intereses. Ahora lo importante es
tener presente a la población: que sufre hambrunas, desplazamientos y
ahora una guerra, por unos intereses que, probablemente, no son los suyos.