«Persistiremos
en la
lucha
antiimperialista,
en defensa
de nuestra
independencia
y
guardaremos
eterna
lealtad al
legado de
José Martí
y de Fidel
Castro
Ruz». Así
defendía
el
canciller
cubano
Bruno
Rodríguez,
ante las
Naciones
Unidas, la
presentación
del
proyecto
anual
sobre el
bloqueo
económico,
financiero
y
comercial
impuesto
por
Estados
Unidos
contra la
isla.
«No Más
Bloqueo».
Cada año,
desde
1992, se
repite la
petición y
la condena
sin
resultado.
En esta
ocasión,
191
gobiernos
−con los
únicos
votos en
contra de
Estados
Unidos e
Israel−,
han votado
contra el
bloqueo.
La
Asamblea
General de
las
Naciones
Unidas, ha
aprobado
la
resolución:
«Necesidad
de poner
fin al
bloqueo
económico
comercial
y
financiero
impuesto
por los
Estados
Unidos de
América
contra
Cuba».
Algunos
observadores
optimistas
entienden
que EEUU
ha quedado
aislado y
derrotado.
Desde
1992, son
múltiples
las
resoluciones
aprobadas
por la ONU
a favor
del
levantamiento
del
bloqueo.
Cuba no
puede
utilizar
en sus
transacciones
internacionales
el dólar
americano,
ni tiene
acceso a
créditos
de bancos
en EEUU ni
de sus
filiales
ni de las
instituciones
financieras
internacionales.
Las
resoluciones
aprobadas
son una
señal
inequívoca
de que la
comunidad
internacional
está a
favor de
la
independencia,
la
soberanía
y la
libertad
del pueblo
cubano.
Mas de
cincuenta
años han
pasado y
EEUU
mantiene
el castigo
«inmoral e
injustificado»,
violando
la propia
Carta de
Naciones
Unidas, la
legislación
internacional
y los
derechos
humanos.
El bloqueo
es el
principal
obstáculo
para el
desarrollo
económico
y social
en Cuba y
es un acto
de
«genocidio»,
de acuerdo
con el
Derecho
Internacional,
por su
propia
intencionalidad
de crear
hambre,
escasez y
dificultades,
para
asfixiar
económicamente
a un
pueblo,
según
Rolando
Gómez
González,
encargado
de
negocios
de la
Embajada
de Cuba en
Brasil. El
propio
gobierno
norteamericano,
a partir
de la
resistencia
de Cuba,
reconoció
que esta
política
es un
fracaso,
que sólo
causó
sufrimiento
al pueblo,
que
resiste
histórica
y
heroicamente
por
defender
su
proyecto
independentista
y de pleno
ejercicio
de la
autodeterminación.
Si el
pasado
año, por
primera
vez, tanto
EEUU como
Israel se
abstuvieron,
con Trump
no caben
medias
tintas y
sin
esperanzas.
El
presidente
ya ha
advertido
que no
levantará
las
sanciones
impuestas
contra
Cuba y
Venezuela.
«No vamos
a levantar
las
sanciones
hacia Cuba
hasta que
el
Gobierno
ofrezca
una
completa
libertad
política a
su gente»,
subrayando
que «el
comunismo
es el
pasado,
libertad
es el
futuro».
Trump
apoya la
continuidad
del
embargo y
quiere «un
mayor
énfasis al
impulso de
los
derechos
humanos y
la
democracia»
y ha
condicionado
el fin de
las
sanciones
a que se
produzcan
cambios en
esas
áreas. No
es que no
quepan
esperanzas,
sino que
desde que
el
presidente
llegó a la
Casa
Blanca, ha
endurecido
el cerco
sobre la
isla.
Con la
visita del
presidente
Obama a
Cuba,
parecía
que todo
iba a
cambiar,
pero no
fue así.
El
embargo,
que es
bloqueo,
se
mantiene
desde
1960. No
han sido
suficientes
ni las
resoluciones
de
Naciones
Unidas ni
los
llamamientos
humanitarios
ni el fin
de la
Guerra
Fría. El
bloqueo se
ha
mantenido,
como una
coacción y
agresión
económica,
que
entraña
una
conducta
genocida y
significa
el
aislamiento,
la asfixia
y la
inmovilidad
de Cuba,
todo para
doblegar
al pueblo
cubano.
Las
acciones
ejercidas
contra
Cuba por
los EEUU
no se
enmarcan
en la
definición
de
«embargo».
Cuba no es
deudora de
EEUU y no
ha
cometido
delito
alguno que
autorice
el
secuestro
y
liquidación
de sus
bienes a
favor de
Norteamérica.
Cuba no ha
sido ni es
una
amenaza
para la
seguridad,
por lo que
la
pretensión
de
aplicarle
medidas de
legítima
defensa,
resulta
contraria
a la ley
internacional.
EEUU
emplea la
figura del
«embargo»
para no
reconocer
que aplica
a Cuba
medidas de
guerra en
tiempo de
paz. El
aislamiento,
la asfixia
y la
inmovilidad
a la que
someten a
Cuba, son
acciones
típicas de
un
«bloqueo»:
cortar,
cerrar,
incomunicar
con el
exterior,
para
lograr la
rendición
del país
por la
fuerza o
por el
hambre. No
lo han
conseguido
del todo.
Hay que
remontarse
a la
Ley Helms-Burton:
la Ley
para la
libertad y
la
solidaridad
democrática
cubana,
firmada
por
William
Clinton en
1996, que
contempla
la
internacionalización
del
bloqueo;
la
negativa
de
créditos y
ayuda
financiera
a países y
organizaciones
que
favorezcan
o
promuevan
la
cooperación
con Cuba;
dificultando
la
inversión
extranjera
en la
isla.
Desde el
punto de
vista
político,
la ley
pretende
aumentar
el clima
de
hostilidad
en la
política
de los
EEUU hacia
Cuba, para
forzar la
destrucción
de la
Revolución
Cubana, y,
desde el
punto de
vista
económico,
intimidar
por todos
los medios
posibles a
los
empresarios
extranjeros
para
tratar de
evitar las
inversiones
y el
comercio
internacional
con Cuba.
La
política
contra
Cuba ha
cumplido
57 años y
26
sesiones
plenarias
de la ONU.
Las
pérdidas
para Cuba
han
supuesto
8.222.280
millones
de dólares
tomando en
cuenta la
depreciación
del oro,
por año
4.205
millones
de
dólares,
alrededor
del doble
de lo que
necesita
anualmente
para su
desarrollo.
«Ha sido
una
historia
de
mentiras y
agresiones»,
apunta
Bruno
Rodríguez.
Además,
lamentó
que EEUU
no
reconoce
el bloqueo
como una
violación
de
derechos
humanos ni
un acto de
genocidio,
pese a que
impacta
directamente
con la
salud, la
educación
y otros
aspectos
de la vida
de los
cubanos.
Trump ha
decretado
la
extensión
del
bloqueo
hasta
2018. Ha
vuelto a
los
planteamientos
hostiles
de las
administraciones
anteriores
a Barack
Obama,
quien se
posicionó
en defensa
de la
normalización
de lazos
La
Habana-Washington.
Es tiempo
de que den
un giro a
su
política y
se alejen
definitivamente
de la
guerra
fría que
divide y
mantenga
relaciones
de amistad
con la
totalidad
de la
comunidad
internacional.
Y es que
EEUU
siempre
han estado
contra
Cuba.
Ahora los
documentos
desclasificados
sobre la
investigación
del
asesinato
de Kennedy
revelan
los planes
de la CIA
contra
Cuba.
Planeaban
sabotear
la
producción
agrícola
cubana «mediante
la
introducción
de agentes
biológicos
que
parezcan
ser de
origen
natural».
Las
denuncias
hechas por
Fidel
Castro
sobre la
guerra
biológica
se ven
confirmadas.
También
revelan la
estrategia
de
realizar
atentados
con bombas
y
asesinatos
dentro de
los EEUU
para
acusar a
La Habana.
En mayo de
1971, Cuba
registra
los
primeros
casos de
la fiebre
porcina
africana;
en 1983 se
desató una
sorpresiva
epidemia
de Dengue
Hemorrágico
y son
algunos
casos. Los
documentos
desclasificados
llegan
cuando
Washington
está
acusando a
Cuba de
agredir a
los
funcionarios
de su
embajada
en La
Habana con
una
fantástica
arma
acústica.
Seguramente
no es
casual que
los
primeros
afectados
por los
supuestos
ataques
hayan sido
agentes de
la CIA que
operan
clandestinamente
en Cuba,
bajo
cobertura
diplomática.
Seguramente
halla que
esperar 50
años más
para que
se
desclasifiquen
los
documentos
de la
historia
que se
escribe
hoy.
Como
consecuencia
del
bloqueo
económico,
Cuba no
puede
exportar
ningún
producto a
EEUU ni
importar
mercancía
alguna; no
puede
comerciar
con
filiales
de
compañías
norteamericanas
en
terceros
países; no
puede
recibir
turistas
norteamericanos
ni puede
usar el
dólar en
sus
transacciones
comerciales
y
financieras
con el
exterior.
Los barcos
y
aeronaves
cubanas no
pueden
tocar
territorio
norteamericano.
Poner fin
al bloqueo
es poner
fin a la
crueldad,
porque es
injusto y
viola los
derechos
humanos.
El bloqueo
contraviene
los
principios
de
igualdad
soberana,
de no
intervención,
independencia
y el
derecho a
la
nacionalización.
Además es
inmoral
porque lo
sufre el
pueblo.
El bloqueo
se basa en
una
política
de
hostilidad,
injerencia
y
dominación,
delirios
históricos
para
controlar
la isla,
cuando no
pudieron
con la
Revolución
en 1952.
Hay que
terminar
con el
sistema de
sanciones
unilaterales
más
injusto,
severo y
prolongado
que se ha
aplicado
contra
país
alguno.