El
golpismo ha sido una de las características más destacadas de la
vida política en España durante los siglos XIX y XX. De signo
moderado o progresista, según las ocasiones. Los dos grandes éxitos
conservadores del siglo pasado, dieron lugar a la dictadura de Primo
de Rivera y el que llevó al general Franco al poder. Sobre el
último, el del 23 de febrero de 1981, hablaremos más adelante. Me
voy a referir a otros muchos que han marcado el devenir de la
historia.
Hoy,
algunos acusan a los independentistas catalanes de haber dado un
golpe de Estado aquel 1 de Octubre por la República Catalana y a
Puigdemont su promotor. ¡Por España, todo por España!; pero bien
sabemos que la mayoría de ellos se han ejecutado por mantenerse en
el trono, seguir ostentando el poder o conseguirlo. Los golpes de
estado han conllevado una guerra, enfrentamiento armado o una
dictadura. Pocos se han dado para favorecer el bienestar ciudadano.
Repasemos la historia de España y conoceremos
como han sido los verdaderos golpes de Estado. Durante los siglos
XIX y XX, se produjeron cerca de doscientos pronunciamientos o
golpes de estado, encaminados a cambiar por la fuerza a reyes,
presidentes del gobierno y regímenes políticos; en definitiva para
salvar a la Nación, a la Patria o al Rey.
España y algunos de sus pronunciamientos militares:
El Motín de la Granja (1836), la Vicalvarada (1854), la Gloriosa
(1868), golpe de Pavía (1874), El primer golpe militar del siglo XX,
lo ejecutó Primo de Rivera en 1923. En 1930 la Sublevación de Jaca;
en 1932 la Sanjurjada; en 1936 el golpe fascista contra la
República, que provocó la Guerra y establecimiento de la dictadura.
En 1939, el golpe de Casado y en 1981 el 23-F.
Un Golpe
de Estado es una Actuación violenta y rápida, generalmente por
fuerzas militares o rebeldes, por la que un grupo determinado se
apodera o intenta apoderarse de los resortes del gobierno de un
Estado, desplazando a las autoridades existentes. El origen de la
expresión coup d’État, procede del París de siglo XVIII, cuando el
Rey organizaba motines contra el Estado, para refrendar su poder,
autoridad y deshacerse de sus enemigos. En el siglo XIX fueron otros
los estamentos y poderes del estado quienes comenzaron a atentar
contra su legitimidad.
La
Guerra de la Independencia comenzó por un
golpe de Estado. Napoleón intentó romper la sucesión monárquica de
los Borbones, para colocar a su hermano José en el trono. Con el
Pacto de Bayona consiguió que Carlos IV abdicara en su hijo Fernando
VII y que éste entregara la corona de España a Napoleón. Fernando
quedó cautivo en Francia. El 2 de mayo de 1808, el pueblo se levantó
contra el francés y tras seis años de guerra, Bonaparte decidió
restaurar la monarquía borbónica. Los Borbones han estado siempre
cerca de los golpes de Estado.
El reinado de Isabel II (que comienza tras la
muerte de Fernando VII en 1833 y terminó con el triunfo de la
Revolución de 1868), se caracterizó por la
lucha entre moderados y progresistas, que nunca llegaron a ponerse
de acuerdo, entre golpes y contragolpes. La Revolución de 1868, la
Gloriosa, había comenzado por una sublevación militar, que supuso el
destronamiento y exilio de la reina. Comenzaba el Sexenio
Democrático, que fue un intento de establecer un régimen político
democrático. Primero en forma de monarquía parlamentaria, durante el
reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873), y después en forma de
república (la
Primera República 1873-1874). Ninguna de
las fórmulas dio resultado y otro golpe de Estado hizo su aparición.
En 1874 se produjo el
golpe del general Pavía, que al frente de
un grupo de Guardias Civiles, asaltó el Congreso, disolvió el
Gobierno, dando por finalizada la Primera República. El 1 de
diciembre de 1874, el príncipe en el exilio Alfonso de Borbón, firma
el
manifiesto de Sandhurst, en el que
mostraba su disposición para convertirse en rey y partidario de una
monarquía parlamentaria. Dos días después de la publicación del
manifiesto en España, el general Martínez Campos realizó un
levantamiento militar en Sagunto, proclamando Rey de España a
Alfonso XII. Cánovas del Castillo asumió la regencia a la espera del
rey, lo que supuso el nacimiento de la Restauración borbónica.
En 1923, el Capitán General de Cataluña
Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado.
La incapacidad del rey Alfonso XIII, que apoyó el golpe, y la
impopular Guerra de Marruecos −con el desastre de Annual−, fueron el
caldo de cultivo. Suspendió la Constitución y se constituyó como uno
de los primeros regímenes autoritarios de Europa. Con el paso del
tiempo llegó el descontento en las filas del Ejército por las
arbitrariedades del dictador. El deterioro económico y el
descontento social, acrecentaron la oposición a la dictadura, hasta
que el 28 de enero de 1930, Primo de Rivera dimitió, siendo
sustituido por el general Berenguer y su Dictablanda. En 1930, ante
la inestabilidad política y social, en Jaca, se produjo una
sublevación contra la monarquía. Un año después, tras la celebración
de unas elecciones municipales, las fuerzas republicanas ganaron en
las grandes ciudades y el Rey abdicó, abandonando España;
proclamándose la Segunda República.
Desde el
mismo momento de la victoria electoral del Frente Popular en 1936,
oficiales reaccionarios y monárquicos comenzaron la preparación de
una sublevación militar. En la calle estaba cantado, en los
despachos era conocido y los cuarteles y centros sociales de la
derecha eran hervideros de conspiradores. La conspiración militar
para desencadenar un golpe de fuerza que derribara al gobierno, se
puso en marcha nada más formarse el gobierno de Azaña. El gobierno
no actuó con la contundencia debida contra los conspiradores, porque
creyeron que el ejército carecía de la capacidad para preparar una
acción seria. Exceso de confianza, erróneas valoraciones políticas,
falta de ánimo y valor para abordar la situación, nos llevaron a la
tragedia.
Durante la guerra provocada por el
golpe de Estado de 1936 (remito
a mis artículos sobre el tema), se dio
otro golpe. El 6 de marzo de 1939, el coronel Segismundo Casado, con
el apoyo de sectores de todos los partidos y sindicatos a excepción
del Partido Comunista, ejecutó un golpe de Estado contra el
presidente Negrín, partidario de continuar la guerra, con la
esperanza de que el conflicto se internacionalizara tras la invasión
de Checoslovaquia por Hitler y ganar tiempo para evacuar y exiliar
con garantía a la población republicana. Casado pretendía negociar
con Franco la rendición, pero Franco venció sin haber aceptado ni
una sola de las condiciones de Casado.
A pesar de la importancia histórica que se le
ha querido dar al
golpe de Estado del 23-F, todavía hay
muchos puntos oscuros sobre sus inspiradores, la preparación y su
ejecución. Todo parece que fue una farsa para favorecer la
aceptación de Juan Carlos de Borbón como rey y consolidar la
democracia. En el famoso discurso de la noche, que tanta popularidad
le dio, hizo un llamamiento a no alterar el orden constitucional.
Años después, su heredero por la gracia de la monarquía, dijo algo
parecido, sin que las circunstancias sean las mismas ni que en
Catalunya se haya dado un golpe de Estado.
De
salvadores de la patria, España está cargadita. Algunos hechos se
han producido en fechas no tan lejanas. El 23 de febrero de 1981 fue
el último golpe de estado conocido. Perpetrado por mandos militares,
guardias civiles y una trama ideológica de la derecha reaccionaria
sin identificar, hicieron coincidir las distintas tramas golpistas
que operaban desde el inicio de la Transición. Los problemas
derivados de la crisis económica, las dificultades para articular
una nueva organización territorial del Estado, las acciones
terroristas de ETA y la resistencia de ciertos sectores
del ejército a aceptar un sistema democrático, fueron causas
suficientes para la aventura, protagonizada por un teniente coronel
que secuestró al gobierno y a los diputados en el Congreso.
Como
buitres premonitorios, tertulianos, columnistas y políticos de
distinto signo, propugnaban un golpe de timón "para instaurar un
gobierno de gestión o de salvación nacional". ¿Les suenan este
ruido?. La terquedad del teniente coronel Tejero, al sentirse
traicionado, impidió que el general Armada asumiera el papel de jefe
del gobierno a las órdenes del Rey, dio al traste con el último
golpe de estado del siglo XX.
Antes, en
1978, se había descubierto un plan golpista bajo el nombre de
Operación Galaxia. Se había recuperado la democracia, aun sintiendo
que el espíritu de Franco seguía vivo y el aparato de la dictadura
intacto. Los fieles al «régimen» no podían permitir que se otorgase
la soberanía al pueblo, que se legalizara a los partidos políticos,
se desmontara el estado totalitario y se reconociese el derecho al
autogobierno de nacionalidades y regiones. Ahora, estos mismos,
vuelven a la calle con banderas, gritando por la unidad y acusando
de golpistas a quienes utilizan las urnas para decidir.
Conocemos
la partitura de los sables, la letra y la música; también las
consecuencias de los episodios que nos privaron durante muchos años
de la libertad y de la democracia. El golpe de Estado de 1936 fue
políticamente anticonstitucional; socialmente conservador;
espiritualmente clerical; ideológicamente totalitario;
económicamente capitalista; militarmente absolutista y moralmente
inhumano. No lo olvidemos.